La dinámica de la inflación en Venezuela

Moisés Mata Aponte

 

 


PROLOGO



No es tarea fácil en lo general hacer el prólogo a un libro. No obstante, hacerlo en el presente caso me ha resultado gratificante desde el punto de vista de las enseñanzas que me ha proporcionado y de las reflexiones que me ha motivado. El discurso del profesor Mata, en prosa cervantina, es claro y directo, sin el recurso a las galimetrías en que suelen incurrir algunos economistas que utilizan un lenguaje abstruso para ocultar las verdades o sus desconocimientos, o para no comprometerse.
Son muchos los motivos para ponderar el trabajo del profesor Moisés Mata: en primer lugar, alienta apreciar como nuestras universidades de la provincia (ha ejercido docencia en Mérida y ahora ejerce en Barinas) tienen la suerte de disponer de gente de calidad técnica y humana en sus planteles; en segundo lugar, regocija saber que no todos los economistas han sido atrapados por el “pensamiento único” y que no todos están “en guerra contra los asalariados” como, según Serge Halimi, columnista de Le Monde Diplomatique, están los economistas de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), quienes son repetitivos en sus “encíclicas ultra-liberales”: “acrecentar la flexibilidad del tiempo de trabajo; crear un clima favorable a la empresa; acrecentar la flexibilidad de costos salariales suprimiendo los contratos que impiden que los salarios reflejen las condiciones sociales y el nivel de calificaciones de cada uno; revisar las disposiciones relativas a la seguridad del empleo que frenan su expansión en el sector privado” (1) ; en otras palabras, profundizar las inequidades. En tercer lugar, el profesor Mata exhibe una profunda sensibilidad social, que no es común entre los nuevos economistas, que pretenden ignorar que la ciencia económica es -esencialmente- una ciencia social. Pero lo más significativo en las investigaciones del profesor Mata, es que aplica el instrumental estadístico y econométrico con propiedad, para demostrar adecuadamente las hipótesis que sustenta. Vale decir, sus razonamientos están acompañados del rigor de las ciencias exactas, con lo cual no deja dudas sobre la validez de los mismos.
El profesor Mata nos ofrece nueve ensayos relacionados con el importante y preocupante tema de la inflación en Venezuela y sus relaciones con los salarios y el empleo, con el claro y específico propósito de demostrar, entre otras cosas, que las remuneraciones de los trabajadores no son la causa de los desequilibrios monetarios, como la ortodoxia económica ha pretendido hacer creer.
El primer ensayo se refiere a la lección de la experiencia venezolana en materia de salarios e inflación. En este ensayo realiza una prueba empírica para el período 1950-1984, mediante la cual demuestra que el margen de beneficio bruto que el empresario procura maximizar es factor determinante de los precios y del desempleo.
En el segundo ensayo, abunda sobre el mismo tema de la relación salarios-precios y concluye demostrando que “la inflación venezolana se caracteriza por el crecimiento de los salarios por mano de obra ocupada a una tasa superior a la del crecimiento de la productividad del trabajo.” En esas condiciones, “ el empresario capitalista, sujeto a la preservación de sus márgenes de beneficios, se ha visto inducido a incrementar los precios a una tasa mayor a la del costo de la mano de obra.” Concluye además, en que el otro factor limitante del comportamiento de los salarios reales es el “grado de monopolio”; es decir, “la política seguida por la empresa en cuanto a la fijación de su precio.”
De igual interés es el ensayo tercero, donde el profesor Mata analiza el delicado tema de la relación gasto público e inflación y concluye -sobre la base de la evidencia estadística- en que “el nivel de precios no responde con mucho a los incrementos monetarios acaecidos en el gasto público.”
El tema del programa de ajustes instrumentado en 1989 es tratado en el cuarto ensayo. Con rigurosidad científica, el profesor Mata, en este ensayo escrito en mayo del referido año, demuestra la inconsistencia de la teoría del comercio internacional y la errada presunción de que las reformas cambiarias, con la adopción de un tipo de cambio único flotante, llavarían a la economía venezolana hacia un feliz desenlace. Así, expresa que debido a que “la actividad económica que Venezuela hace posible no es...tecnológicamente independiente”, ya que el valor agregado que genera “requiere en buena medida de la adquisición de maquinarias, equipos y hasta de materias primas importadas”. Concluye con una propuesta alternativa de combinación del tipo de cambio y déficit fiscal.
Tuvimos la oportunidad de saber del profesor Mata en las páginas de la Revista SIC, Nº 59 de Noviembre de 1993, cuando leímos el resumen del quinto ensayo titulado “A propósito de los determinantes de la inflación en Venezuela”. Allí realiza un magistral análisis sobre la conseja que, curiosamente, es repetida en un libro titulado Fundamentos de Teoría Económica: Un Análisis de la Política Económica de Venezuela (Caracas, Edit., Panapo, 1993, pp. 672-73, escrito por José Toro Hardy) de que “los aumentos de sueldos y salarios por vía de decretos...redundan en un deterioro del salario real de los trabajadores.” A este respecto el profesor Mata pregunta: ¿Qué es lo que se pretende sugerir con esta suerte de afirmaciones? ¿Qué al margen de la generación de bienes y servicios producidos, cualquier acción reivindicativa de la organización laboral, la cual es producto de la voluntad política de los sindicatos por la prosecución de unos mayores niveles de vida de los trabajadores, es un elemento determinativo previo a la acción empresarial que ve en el aumento sostenido de los precios la manera más expedita de proteger sus ganancias? Y de una manera extensiva, ¿acaso cabe responsabilizar a la voluntad política de la acción estatal, que de suyo no puede menos que corresponderse con el objetivo económico de la equidad íncita en la distribución del ingreso, y que es lo que socialmente la legitima, como la responsable directa de los efectos perversos de la inflación?. Luego, entonces, ¿deberían los sindicatos y el Estado obnubilarse ante las disparidades existentes en las relaciones sociales que imperan en la producción real de bienes y servicios?. Si todo esto es lo que se pretende sugerir, la respuesta que, en aras de la honestidad intelectual, amerita, no puede ser menos que total y definitivamente contraria, en virtud de la inconsistencia analítica que le sirve de soporte.
Utilizando argumentos técnico-económicos y estadísticos, el profesor Mata muestra en forma objetiva que “las fuerzas económicas que refuerzan el proceso inflacionario en Venezuela... tiene que ver definitivamente con la determinación del margen bruto de ganancias por unidad producida”...“ante la procura del equilibrio financiero que guarda correspondencia con la rentabilidad esperada de la actividad práctica de los negocios, las unidades empresariales se anticipan a las vicisitudes del mercado a través de un aumento previo en los niveles de precios.” “De allí que el índice general de precios y el margen bruto de ganancias por unidad producida marchen juntos en el proceso de la actividad mercantil.”
Dentro de la misma temática se ubica el sexto ensayo, referido a la desvalorización del bolívar como contraparte natural del proceso inflacionario. El autor, con la claridad expositiva que caracterizan sus escritos, explica los efectos reales de las tasas de interés sobre los precios y las manipulaciones de las unidades empresariales para recurrir “al incremento de los precios” y lograr -por esa vía- “compensar los bajos niveles de ganancias que una disminución de las transacciones mercantiles trae inevitablemente consigo.” En este sentido explica que ese incremento sostenido de los precios, ante la urgencia de los agentes económicos de anticiparse a la inflación que esperan, “induce un aumento tal en la demanda de dinero que se ve compensado por una disminución en la velocidad de circulación del dinero.” Estos mecanismos establecen una “especie de trampa financiera”: altas tasas de interés inducen elevadas tasas de inflación, lo que a la vez motiva incesante disminución del valor del signo monetario
El séptimo ensayo es reiterativo en el tema de la conseja en boga de que el ajuste salarial es -de suyo- de naturaleza inflacionaria. Acá, con argumentos serios y el uso del instrumental estadístico, hace evidente el carácter falaz y anticientífico de esa afirmación.
Los dos últimos ensayos se refieren al “precio de monopolio del mercado de trabajo” y a las posibilidades políticas en Venezuela de alcanzar un nivel mínimo de desempleo como objetivo de la política gubernamental. En ellos, también con rigor técnico y estadístico, el autor completa una visión de la temática general de la obra con las referencias indispensables al empleo de la mano de obra.
Desde una visión de conjunto, los temas tratados en los ensayos ofrecen una perspectiva integral de los elementos que más deben interesar a los asalariados, quienes -en realidad- constituimos la absoluta mayoría del país, si tomamos en cuenta la escasísima proporción de habitantes que viven de rentas y el número importante de familias que devienen su sustento de la prestación de su fuerza de trabajo. En ese sentido las organizaciones laborales encontrarán, en las páginas escritas por el profesor Mata, explicaciones científicas e irrefutables, sobre las realidades de la inflación y del empleo, y así evitarán caer en las trampas que hacen repetir a algunos de sus dirigentes, que los aumentos de salarios son indefectiblemente causantes de la inflación. Los dirigentes políticos encontrarán igualmente lecciones honestas, claras y bien intencionadas de las relaciones salarios-precios-ocupación, que pueden ser inspiradoras de diseños de políticas salariales y de empleo, enmarcadas en el propósito de avanzar hacia la indispensable transformación productiva que requiere el país, sobre la base de la equidad.
La obra del profesor Mata debería ser objeto de análisis y discusión en las universidades. Ella contribuiría a mejorar la visión de los problemas del salario, el empleo, la inflación y las políticas monetarias, bajo una perspectiva real y científica.
Vale añadir el carácter de actualidad del tema general de esta obra. En efecto, como sostienen James Petras y Todd Cavaluzzi (Le Monde Diplomatique, No 508, julio 1996 y Maniére de voir 31) las dos tendencias de fondo que parecen caracterizar las mutaciones de la economía mundial, son la explosión del capital especulativo y el aumento correlativo de la precariedad del empleo. Existe una estrecha relación entre fusiones industriales y de “golpes” de bolsas que traducen la especulación financiera y el despido de trabajadores: durante el último trimestre de 1995, 19677 de 108000 despidos se imputan a las fusiones de empresas en los Estados Unidos, y si bien esos asalariados obtienen trabajo de nuevo, tienen que aceptar remuneraciones sensiblemente inferiores o a tiempo parcial y la mayoría en el sector servicio, con lo que contribuyen a incrementar el número de “trabajadores pobres.” Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. Es común en los países de la OCDE y es consecuencia de la globalización. En Francia, por ejemplo, donde “la raíz de la cólera” es el desempleo, como bien dice Ignacio Ramonet (Le Monde Diplomatique, No 509, agosto 1996), el número de despidos sobrepasa, en promedio, los 35000 por mes, “Una hemorragia social que llega a proporciones escandalosas.” Todo ello en aras de la política de mundialización de la economía y el afán ideológico del competitivismo, como punto de referencia al cual todos deben someterse, para lo que es menester que eliminen los obstáculos que representan el derecho al trabajo, la protección social y la igualdad de oportunidades.
Sin mencionar estos problemas, el profesor Mata nos muestra, desde la óptica de economista con gran dominio de la estadística y de la econometría, la otra cara de los mismos, referidos a nuestro país. Pero cabe preguntarse si en las condiciones actuales de sumisa aceptación, por parte de la dirigencia en Venezuela, de la imposición del modelo neoliberal, que amenaza seriamente con destruir la nacionalidad, si a vuelta de pocos años podemos seguir refiriéndonos a “nuestro país”, habida cuenta que la mundialización de la economía, o la globalización, como también se le llama, es, por naturaleza y paradójicamente, excluyente de regiones de los países, de países en su totalidad y de amplias zonas de cada país, según sea el caso, cuando sitúa el eje de la acumulación en el capital financiero, sin excluir industrias y servicios, y por lo cual no importan las naciones ni las regiones de los países. El Estado debe ser reducido a su mínima expresión y los gobiernos solamente deben ser fuertes hacia el interior de sus países y hacia las capas subordinadas de la población. El rubro concreto en el cual el Estado debe intervenir con fuerza es en los salarios, todas sus otras injerencias incluida la educación, la capacitación de la fuerza de trabajo y la infraestructura de comunicaciones y de energía, debe dejarla al libre juego de las fuerzas del mercado, lo que equivale a decir, al ámbito de los capitales más poderosos. Por esa vía, tenemos la ruptura de la nación venezolana y de las otras naciones latinoamericanas y muchas de las naciones en desarrollo del mundo. Es, en realidad, “consecuencia obligada del modelo de mundialización económica para los países periféricos”, un modelo a cuyos seguidores domésticos, el profesor Mata desenmascara en sus ensayos.




Dr. Diego Luis Castellanos
Caracas, septiembre de 1996.
 


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