Mujeres trabajadoras
en América Latina


Irma Balderas Arrieta

 
 

El patrón de acumulación neoliberal y la dinámica del trabajo en América Latina

Las condiciones laborales en Chile, México y Brasil

Las condiciones laborales de los ocupados en cada uno de los países estudiados se ven expresadas de manera inmediata en cuatro factores constituyentes:

a) La distribución de los ocupados por sectores y ramas de la economía.

b) Las remuneraciones.

c) Las variaciones en la jornada laboral.

d) La magnitud del desempleo.

Respecto al primer punto, observamos un predominio de los ocupados en el sector terciario de la economía, en sectores como el comercio –en el que destaca el comercio al menudeo –, los servicios personales, comunales, servicios de utilidad pública, servicio doméstico, transporte, almacenamiento y telecomunicaciones; resalta un claro rezago del sector agrícola y de la industria, pero el que más se acentúa es la ocupación en el sector informal de la economía.

En segundo lugar, el salario tiene una función muy importante en este nuevo patrón de acumulación mundial: que es la de ir a la baja, cediendo parte del fondo de consumo del trabajador a la bolsa de acumulación del capital. Este hecho se expresa como una tendencia mundial (Sotelo, 2003; Brenner, 1999); por tanto, el salario en la periferia está muy lejos de ser la excepción.

En América Latina el salario mínimo pronto se ve pulverizado en una combinación de incremento de los precios a los productos alimenticios básicos y a los servicios como luz, agua, gas, transporte, teléfono y los impuestos al consumo de las clases populares. Lo anterior implica una brecha creciente entre el nivel de ingreso de los ocupados y el precio de los satisfactores de primera necesidad.

Se privilegia así la ganancia de las grandes empresas transnacionales con las transferencias a partir de una política salarial a la baja, y se castiga el consumo interno de las clases que producen los bienes.

En el tercer punto, relativo a las jornadas laborales, se observa una tendencia a hacerlas más largas y más intensas, o cortas e intensas, en los trabajos de tiempo parcial.

Por último, se observa que el desempleo se ha convertido en el problema estructural del neoliberalismo. Por ejemplo, a lo largo de la década de 1990 Chile ya mostraba una tasa de desocupación alta; en 1998, año en que la economía empezó a presentar problemas, el desempleo creció aún más sin dar señales de retroceder o estancarse en los siguientes años (ver cuadro 3.4). En el caso mexicano el detonante fue 1995; a pesar de que hubo una ligera recuperación en el bienio siguiente, miles de empleos ya no fueron recuperados (ver cuadro 3.7).

En Brasil, de 1995 en adelante la apertura comercial y financiera, así como la escalada de las privatizaciones, han creado desempleo (ver cuadros 3.11 y 3.12).


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