Formación de capital y ciclos económicos
Una introducción al análisis macroeconómico

Adrián Osvaldo Ravier
 

Hacia una Teoría del Ciclo Económico Austríaca con Economía Abierta

 

En un trabajo que realicé para la Fundación Atlas 1853 titulado “Estados Unidos en una Nueva Gran Depresión” (2002) aplicaba la ABCT a la presente crisis que vive Norteamérica. Allí se analizaba el derrumbe que experimentó Wall Street en su paquete accionario tras pasar de 17,2 billones dólares en marzo de 2000 a sólo 10 billones de dólares en julio de 2002. Estos 7 billones de dólares representaron en aquel momento el PIB de toda la Unión Europea o el 80 % del PIB de los Estados Unidos. Si bien se experimentó en dicho período un importante déficit comercial y fiscal (a nivel nacional y estadual), y también se descubrió que numerosas empresas incurrieron en fraudes contables como Enron y Worldcom entre otras, intentamos demostrar que la causa del derrumbe se debió fundamentalmente a la expansión crediticia exógena al mercado que experimentó Estados Unidos entre 1990 y 2000. Como vemos este período coincide con el que estamos analizando para el caso de la Argentina. Lo que intentaremos analizar aquí es: ¿Qué incidencia puede tener el boom norteamericano con los ciclos económicos argentinos de 1991-1995 y 1996-2001? Y aquí debo introducir un aspecto fundamental que nos llevaría al gran desafío que vive hoy la Macroeconomía del Capital, que consiste en intentar llevar la ABCT hacia una Economía Abierta.

Todos los países latinoamericanos adolecen de los mismos problemas “políticos” y “culturales” que numerosos trabajos señalan.[1] Pero también adolecen de una carencia de política monetaria responsable que sea llevada adelante por un Banco Central independiente del gobierno de turno, tal como es el caso de la autoridad monetaria en los Estados Unidos.

Un ejemplo lo representa el hecho de que Alan Greenspan se sigue desempeñando en su cargo de Presidente de la Reserva Federal por casi veinte años desde que Ronald Reagan lo nombrara en 1987 y los sucesivos gobiernos lo confirmaran en el cargo, mientras que en países como Argentina cada gobierno impone un nuevo presidente de la autoridad monetaria para así conseguir recursos líquidos ante la necesidad de expandir el gasto público. La conclusión es bastante obvia: mientras el dólar se convierte en la divisa más fuerte a nivel mundial, los países latinoamericanos se caracterizan por tener monedas relativamente muy débiles.[2] Tal es así que para paliar el “riesgo inflacionario” incurren en la necesidad de ligar sus monedas (mediante convertibilidad, tipo de cambio fijo o variable pero con flotación sucia) al dólar o a alguna canasta de monedas como pueden ser el euro-dólar-yen (o una combinación de éstas).

En el caso de la convertibilidad argentina comentada, al ligar la moneda local a una paridad fija con el dólar lo que se consigue es importar la mayor estabilidad relativa de la moneda estadounidense, pero también se importan los efectos nefastos que produce la expansión y contracción crediticia por parte de la Reserva Federal, lo cual se traduce en ciclos económicos, como se ha demostrado. La Argentina, así como el resto de los países latinoamericanos (y podemos afirmar el resto de los países del mundo, incluida la zona Euro), se ve obligada a experimentar los vaivenes de la política monetaria de la Reserva Federal.

Como se dijo, durante 1991-1994 la Argentina experimentó un boom económico que podemos afirmar bajo esta teoría es el producto de la fuerte expansión crediticia provocada por la Reserva Federal y que en la Argentina se transformó en endeudamiento por un lado, y una fuerte entrada de capitales en forma de inversión extranjera directa por el otro. Observamos en el siguiente gráfico que la contracción monetaria tuvo su pico más bajo en 1994, justamente el año en que se desencadena el “tequila” con el efecto contagio sobre toda la región. Podemos afirmar entonces, que al revitalizarse la expansión monetaria y crediticia en 1995 la Argentina logra conseguir fondos líquidos a través de organismos internacionales de crédito que lo ayudan a salir de lo que pudo ser una rápida salida del “plan de convertibilidad”.

 

Gráfico Nº 24 – Expansión Monetaria (M2) impulsada por la Reserva Federal (1990-2002) [3]

Este nuevo ciclo de expansión monetaria y crediticia es creciente durante el período 1995-1998 alcanzando su pico más alto justamente el año en que se reinicia un nuevo ciclo depresivo en la Argentina. El simple hecho de que la Reserva Federal no mantenga constante la tasa de crecimiento de los agregados monetarios o bien los contraiga desencadena como vemos una nueva crisis en los países latinoamericanos en general o en Argentina en particular.

A su vez, observamos en el gráfico que la Reserva Federal en 2001 intensifica la expansión monetaria y crediticia con el fin de evitar la nueva depresión norteamericana que como vimos se desencadena de todas formas[4] y se visualiza en el derrumbe del paquete accionario hacia 2002, pero la Argentina se ve imposibilitado de “favorecerse” con este nuevo ciclo expansivo dado que para esta fecha ya se encontraba en default y completamente afuera del crédito internacional.

La presente explicación, si bien es sólo introductoria, permite poner de manifiesto que el caso empírico de la Argentina del período 1991-2001 puede ser un caso de estudio para aquellos que deseen intentar llevar el modelo de la Macroeconomía del Capital a una Economía Abierta. No cabe duda, que el modelo de Roger Garrison tal como fue presentado es limitado como marco teórico para comprender las crisis que recurrentemente viven los “países emergentes”. En otras palabras, resulta un importante desafío para aquellos interesados en la Macroeconomía del Capital el lograr introducir en el modelo de Roger Garrison variables como tipo de cambio, flujo de capitales y/o la diferenciación entre tasa de interés local e internacional.

Por su parte, debemos destacar que hacia 2005 se hace evidente que Estados Unidos aún no ha logrado salir de la situación depresiva de su economía. Situación semejante es la de Japón, pero este caso es aún peor considerando que su crisis se inicia en 1989[5]. Otras burbujas con las características estudiadas podemos observar en Europa en su conjunto, o bien en los casos puntuales de Alemania y Francia que están viviendo un importante estancamiento de sus economías con desempleo creciente, o bien, en el caso de España que vive una importante burbuja inmobiliaria. Es importante destacar que los países integrantes de la Unión Europea comienzan a replantearse sobre la conveniencia de mantener una moneda única como el euro, o si bien es preferible recuperar la moneda nacional y llevar adelante políticas monetarias expansivas como recomendaría Lord Keynes.

Por el lado de la Argentina, si bien se ha dado una recuperación importante en el período 2002-2005 podemos afirmar que el período representa un nuevo boom que necesariamente desencadenará una nueva depresión en el mediano plazo. Nuevamente la Argentina ha emprendido un modelo basado en una importante inconsistencia de política económica: En los ´90 fue un tipo de cambio sobrevaluado y un régimen de convertibilidad acompañado de déficit fiscal y endeudamiento. Hoy, el estado eligió un tipo de cambio devaluado y que se mantiene con incesantes intervenciones diarias del banco central. Quizás es tiempo de plantearse liberar el tipo de cambio al mercado, de tal forma que alcance el nivel que es compatible con las realidades económicas subyacentes de la nación. Sólo así la economía podrá crecer en forma sostenida, como se explicó en la primer parte del presente trabajo.


 

[1] Sólo a modo de ejemplo podemos citar el ensayo de Martín Krause, La desobediencia argentina, en Estudios Públicos 78, otoño 2000, donde se sostiene que “el origen de los cambios que ocurrieron en Argentina durante los años noventa se encuentra en una generalizada desobediencia espontánea por parte de los argentinos, actitud que llevó a la quiebra del Estado y luego a las reformas efectuadas en esos años”.

Otro ejemplo es el conocido trabajo de Marcos Aguinis titulado El atroz encanto de ser argentino, quien explica, p.202-203: “Una mínima objetividad en el análisis de la historia nos  muestra que la inestabilidad económica está relacionada con la inestabilidad política y los reflejos morales de una sociedad. Es cierto que determinadas condiciones estructurales posibilitan el desarrollo, pero los factores sociales (léase culturales) abren, limitan o cierran cualquier posibilidad. La fortaleza o el descrédito de determinados valores promueven o no, por ejemplo, el crecimiento industrial, la cooperación interna, la estabilidad jurídica, la seguridad, los cuales a su vez influyen sobre los restantes componentes de la dinámica nacional. Dicho con otras palabras, depende de nosotros. ¡No es la economía, estúpido! ¡Es la cultura de un pueblo en el sentido más vasto de su acepción.!

[2] Cabe aclarar que este hecho no invalida los comentarios críticos analizados en apartados previos. Podríamos decir que la Reserva Federal encabezada por Alan Greenspan aplica una política monetaria relativamente más responsable que sus pares de otros Bancos Centrales, pero debemos sostener la crítica a la existencia de esta institución, puesto que desde su creación no sólo se ha perdido la estabilidad que caracterizaba al patrón oro, sino también se han provocado enormes períodos hiperinflacionarios en numerosos países así como períodos de “corridas bancarias” y confiscación de depósitos como el de la Crisis del ´30 o el desarrollado en la Argentina en 2001.

[3] El gráfico expuesto puede ser encontrado en  el sitio del Sistema de la Reserva Federal: http://www.federalreserve.gov/boarddocs/hh/2002/july/ReportSection2.htm. Cabe aclarar que la columna de 2002 mide sólo el primer semestre del año.

Obsérvese que el comportamiento de los agregados monetarios guardan una importante relación con la evolución del PIB argentino según se ha expuesto en el gráfico Nº 15.

[4] Al respecto se recomienda al lector el trabajo de Greg Kaza (2002). En la introducción de dicho trabajo se explica: “The business cycle, declared dead by so many economists and market analysts in the late 1990s, has been resurrected from the ashes of the New Economic Paradigm (NEP). On Nov. 26, 2001, the National Bureau of Economics (NBER) issued a statement declaring the recession began in March 2001. ‘The determination of a peak date in March’, the NBER said, ‘is thus a determination that the expansion that began in March 1991 ended in March 2001 and a recession began. The expansion lasted exactly 10 years, the longest in the NBER´s chronology.’

[5] Benjamín Powell (2002) explica en un trabajo sobre la depresión de la economía japonesa que luego de tres décadas de “milagro” de crecimiento económico posterior a la Segunda Guerra Mundial, la economía de Japón se oscureció bruscamente en 1990 y ha permanecido paralizada desde entonces. El autor examina en dicho trabajo las condiciones económicas de Japón desde 1989 y luego estudia los distintas conclusiones a las que llegan los analistas keynesianos, monetaristas y austríacos. Su conclusión final es que Japón ha experimentado un “ciclo económico austríaco”, dado por una expansión monetaria inicial por parte del Banco Central. Las sucesivas intervenciones evitaron el reajuste y por ello la economía se ve imposibilitada de salir definitivamente de la recesión.  Sugiere que  para una recuperación de la economía japonesa se necesita dejar de intervenir, permitiendo que el proceso de mercado logre compatibilizar la estructura intertemporal de la producción existente con las preferencias de los consumidores.

Observaciones similares pueden obtenerse de Christopher Mayer (2004).


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