Formación de capital y ciclos económicos
Una introducción al análisis macroeconómico

Adrián Osvaldo Ravier
 

 

Intervención Estatal y Ciclos Económicos

 

Milton Friedman. La Reserva Federal y la Regla Monetaria.

 

Milton Friedman, representante principal de la Escuela de Chicago[1] es reconocido hoy como uno de los más importante defensores de la moneda sana. Sus aportes en materia monetaria han contribuido fuertemente a desterrar los procesos hiperinflacionarios. Hans F. Sennholz (1979, pp. 83-84) refiriéndose a Milton Friedman comenta,

“Su blanco principal ha sido la ortodoxia keynesiana que continúa vigente en la actualidad. Con una evidencia empírica masiva, ha lanzado muchos agudos contraataques dirigidos contra la Nueva Economía[2] y demostrado la futilidad de esa política. Pero, por sobre todas las cosas, ha devuelto la moneda a una posición de importancia que le había sido negada, en la teoría y en la política, por Lord Keynes y sus seguidores. Friedman destaca el poder de la política monetaria y cuestiona la fe de Keynes en la política fiscal. Reconstruye una versión de la teoría cuantitativa de la moneda y reinterpreta la Gran Depresión a la luz de esta teoría”;

 

En palabras de Milton Friedman (1979, p. 352):

“La inflación es una enfermedad, peligrosa y a veces fatal, que si no se remedia a tiempo puede destruir a una sociedad. Los ejemplos abundan. Los períodos de hiperinflación en Rusia y Alemania tras la Primera Guerra Mundial, cuando los precios alcanzaban un valor doble o superior de un día al otro, prepararon el camino para el comunismo en un país y el nazismo en otro. La hiperinflación que se produjo en China tras la Segunda Guerra Mundial facilitó la victoria del presidente Mao sobre Chiang Kai-shek. La inflación en el Brasil, país en el que el aumento de precios en 1954 alcanzó la cifra del cien por cien, trajo el gobierno militar. Una inflación mucho peor contribuyó a la caída de Allende en Chile en 1973 y a la de Isabel Perón en 1976, seguida en ambos países por la toma del poder por parte de una junta.

Ningún gobierno está dispuesto a aceptar la responsabilidad de haber provocado la inflación, ni siquiera en aquellos casos en que la virulencia de ésta es menor. Los funcionarios públicos encuentran siempre alguna excusa: hombres de negocios voraces, sindicatos codiciosos, consumidores despilfarradores, los jeques árabes, el mal tiempo o cualquier otra que parezca, aun remotamente, plausible. (...) Todo esto puede conducir a aumentos de precios de bienes individuales, pero no pueden llevar a un incremento general de los precios de los productos. Pueden producir una subida o bajada temporal de la tasa de interés. Pero no pueden ser la causa de una inflación continua por una razón muy simple: ninguno de estos aparentes culpables posee una máquina de imprimir mediante la cual producir estos trozos de papel que llevamos en nuestros bolsillos; nadie puede autorizar legalmente a un contable para que realice asientos en los libros, operación equivalente a la impresión de esos trozos de papel”;

 

Y luego agrega (1979,  p. 372):

“Es sencillo encontrar un remedio a la inflación y, sin embargo, su puesta en práctica es difícil. Del mismo modo que un aumento excesivo en la cantidad de dinero es la única causa importante de la inflación, la reducción de la tasa de crecimiento de la oferta monetaria es el único remedio para eliminarla. El problema no consiste en no saber qué hacer, pues resulta bastante sencillo. El estado debe hacer crecer la cantidad de dinero a una velocidad menor”;

 

Pero observemos entonces la opinión de los monetaristas en general, y de Friedman en particular respecto de la Curva de Phillips que hemos analizado con anterioridad. Debemos destacar aquí que así como los keynesianos desarrollaron una “teoría particular” para una economía en depresión y en el corto plazo, los monetaristas desarrollan una “teoría particular” para una economía en equilibrio y bajo un análisis únicamente de largo plazo. Observemos entonces:

 

Gráfico Nº 11 – Friedman y la Curva de Phillips en el largo plazo

Friedman coincide con Keynes que en el corto plazo una política monetaria expansiva puede resultar en una disminución del desempleo (Gráfico 10). Sin embargo, explica Friedman (1968) que en el largo plazo la curva de Phillips debe ser vertical. Esto implica que una expansión crediticia ya no produce una disminución del desempleo sino más bien un incremento en el nivel de inflación. Unos años más tarde Robert Lucas (1976) refuerza este argumento a través de lo que hoy se conoce como “expectativas racionales”, especificando que las expectativas sobre la política futura influenciará las decisiones actuales alterando el comportamiento expuesto por el análisis empírico keynesiano. En pocas palabras, Lucas sugeriría a cualquier gobierno a no aplicar políticas de estabilización, dado que serán ineficaces debido a que los agentes económicos neutralizan cualquier acción.[3]

Si bien pensadores de tradición austriaca comparten con Milton Friedman que la causa de la inflación debe buscarse únicamente en la emisión de moneda, son varios los que han realizado críticas al principal representante de los monetaristas.

La principal diferencia sería epistemológica. Si bien el espacio no nos permite una consideración detallada del tema, diremos algo al respecto. Mientas que los pensadores de Chicago y Friedman representan variaciones del positivismo lógico, los austriacos, como hemos visto, ven el conocimiento monetario a la luz de una teoría general del conocimiento humano que se denomina praxeología. Mientras a los economistas de Chicago les agrada vestir la toga blanca de los científicos siempre que tratan de los fenómenos económicos buscando aquel conocimiento cuyo contenido es la experiencia y la evidencia empírica, con el objeto de posibilitar la predicción,[4] los austriacos tienen un enfoque totalmente distinto. No derivan su teoría de la experiencia sino que es a priori como las de la lógica y las matemáticas y preceden a cualquier comprensión de los hechos y acontecimientos económicos. La economía no es “cuantitativa” y no mide los actos humanos porque en la elección y preferencia individual no hay constantes. Los economistas austríacos no buscan mejores métodos técnicos para efectuar mediciones porque se dan cuenta de que, desde un punto de vista ontológico[5], tales mediciones son inútiles. La “econometría” o investigación estadística de los hechos económicos ofrece información histórica interesante sobre datos no repetibles, pero no proporciona conocimiento alguno que sea universalmente válido. No nos ofrece el material con el cual se construyen las teorías económicas de carácter universal ni permite efectuar predicciones cuantitativas de acontecimientos futuros.[6]

Pero volviendo al aspecto monetario, también observaremos algunas críticas. Para los economistas de Chicago la función última de la moneda es la medida del valor. Desde Marshall hasta Friedman se ha criticado a la moneda por su falta de estabilidad, que impide las mediciones precisas y como consecuencia precipita males económicos y sociales serios. Y, por sobre todas las cosas, se culpa a la inestabilidad monetaria de ser responsable de los ciclos económicos que una y otra vez han causado descalabros en las economías de mercado. Tal es así que los monetaristas creen que el gobierno, en materia monetaria, debe estabilizar el nivel de precios y con ello terminar con los ciclos económicos.[7]

Aparece aquí la similitud entre Keynes y Friedman[8]. Tanto Keynesianos como Chicaguenses buscan la estabilización por medio de la manipulación oficial. Mientras los keynesianos recomiendan políticas fiscales compensatorias, los economistas de Chicago se dan cuenta de la inutilidad de una continuada afinación y buscan por lo tanto la estabilización a largo plazo en una firme expansión del tres al cinco por ciento.

Nuevamente Hans Sennholz explica (1983, pp.84-85):

“El problema de conservar la estabilidad económica es demasiado complejo para dejarlo en manos de los afinadores fiscales. Es por ello que el profesor Friedman preconiza una simple regla para la expansión continua de la moneda, regla que podría ser adoptada por el Sistema de la Reserva Federal mismo o prescripta por el Congreso. Para lograr un máximo de estabilidad en el nivel de los precios, recomienda una tasa de aumento de entre tres y cinco por ciento anual del circulante  más todos los depósitos de los bancos comerciales. La tasa determinada de aumento es menos importante que la adopción de una tasa fija ubicada dentro de estos límites .

El rol de las autoridades monetarias consiste en proporcionar un marco monetario estable que facilite una estabilidad económica razonable. Los actos contracíclicos como los que recomiendan los keynesianos por lo general tienen efectos desestabilizadores, ya que es probable que se produzca un desfasaje entre la necesidad de actuar y el reconocimiento de esta necesidad por parte del gobierno; otro desfasaje entre el reconocimiento de la necesidad de actuar y el acto mismo y un tercero entre el acto y sus efectos”; [9]

 

Vemos de esta manera que Milton Friedman, si bien conoce las causas de los procesos inflacionarios e hiperinflacionarios no renuncia a la idea de que el gobierno debe controlar la política monetaria.

Jeffrey Sachs y Felipe Larrain (1994, p. 341), llegan a preguntarse cuál sería la tasa de inflación óptima. Y la respuesta la encuentran justamente en las palabras de Milton Friedman:

“¿Cuál es la tasa de inflación óptima? ¿Es cero, negativa o positiva? Según Milton Friedman, la tasa de inflación óptima es negativa, y específicamente es el valor negativo de la tasa de interés real.[10] Si la tasa de interés real es 5 % al año, Friedman recomienda una tasa de inflación anual del –5%. Esta conclusión la obtiene del siguiente razonamiento.

Como producir dinero no tiene costo (el gobernante sólo tiene que imprimir billetes), el costo de oportunidad de conservar dinero debería ser lo más bajo posible, para incentivar al público a aprovechar al máximo la conveniencia del dinero. La demanda del público por saldos reales de dinero debe maximizarse. El gobierno debe entonces apuntar a una tasa de interés nominal igual a cero, de modo que no exista costo de oportunidad por mantener dinero. Como la tasa de interés nominal es igual a la tasa de interés real, más la tasa de inflación, la receta de Friedman es que el gobierno procure establecer una tasa de inflación que sea el valor negativo de la tasa de interés real, obteniéndose así una tasa de interés nominal igual a cero”;

 

Más adelante completaremos la crítica respecto del pensamiento de Friedman fundamentalmente sobre la recomendación de su “regla monetaria”, sin embargo, observemos primero las herramientas con las que cuenta la Reserva Federal (Fed) o cualquier Banco Central para expandir y contraer la oferta monetaria.[11]

En primer lugar, comprando y vendiendo bonos en el mercado abierto. Una compra de bonos por la autoridad monetaria conduce a un incremento en el stock de dinero de alto poder expansivo en posesión del público, en tanto que una venta de bonos resulta en una declinación de la base monetaria. Generalmente este tipo de operaciones representa la herramienta más importante de control monetario que poseen los bancos centrales.

Otra variante es mediante préstamos al sector privado. Estos préstamos pueden hacerse mediante la ventanilla de descuento. En Estados Unidos, la Fed establece una tasa de interés, conocida como la tasa de descuento, a la cual está dispuesto a prestar dinero a los bancos comerciales. Los bancos comerciales usan este crédito para ajustar sus reservas de efectivo o para obtener fondos que a su vez ellos pueden dar en préstamos. Las operaciones de descuento conducen a cambios en la oferta de dinero de alto poder expansivo. Una tasa de descuento más baja hace más atractivo para los bancos tomar préstamos en la ventanilla de descuento y, de este modo, incrementa la base monetaria.

Una tercer variante son las operaciones de cambio, esto es, transacciones en las que el banco central compra o vende activos denominados en monedas extranjeras. En el caso más simple, esa operación involucra un intercambio de moneda extranjera por moneda local. En otros casos, el banco central compra o vende activos que devengan interés con denominación en una moneda extranjera. Estas transacciones también tienen efectos directos sobre la cantidad de dinero de alto poder expansivo en la economía. Una compra de activos externos incrementa la oferta de dinero, mientras que su venta reduce la misma. Las operaciones de cambio ocurren bajo tipo de cambio fijo o bajo flotación sucia, pero no bajo una floración limpia, en cuyo caso el banco central no interviene en absoluto en el mercado de divisas.

Finalmente, una cuarta herramienta, la representa el encaje, esto es los requerimientos de reserva. Si el banco central, como regulador de los bancos comerciales exige altos requerimientos de reserva entonces el multiplicador monetario es menor. En consecuencia si bajara los requerimientos podría obtener una importante expansión crediticia a través del multiplicador monetario.

Habiendo analizado las distintas alternativas que manejan las autoridades sobre política monetaria podemos intentar ahora entender cuáles serían las acciones a tomar frente a las fluctuaciones en forma de auge y depresión.

Alan Greenspan preside la Reserva Federal de los Estados Unidos desde 1987. El simple hecho de que haya permanecido en el cargo tras sucesivos cambios de gobierno (Ronald Reagan, George W. Bush, Bill Clinton y George Bush (h)) demuestra la existencia de una fuerte independencia en el Banco Central de los Estados Unidos. Si bien en muchas oportunidades accede a adelantar fondos al Tesoro, sabe muy bien que debe privilegiar su responsabilidad de mantener la estabilidad de precios.

Podemos argumentar que su posición estaría entre una keynesiana y una monetarista ya que permanentemente regula la tasa de interés e inyecta anualmente entre un 3 y un 5 % de moneda según la economía se encuentre en una fase ascendente o descendente del ciclo.

Más precisamente, Alan Greenspan considera que la economía debiera crecer año tras año entre un 3 y un 5 % según se presenta en la línea recta del gráfico Nº 12.

 

Gráfico Nº 12 – La Reserva Federal y su Regla Monetaria
 

Si la economía creciera en una tasa menor al 3 % (punto B) habría un importante riesgo de entrar en una depresión con los males sociales que esto trae aparejado. Greenspan considera que la mejor forma de acelerar el crecimiento y salir del riesgo de entrar en una depresión es incentivar a los empresarios a tomar crédito e invertir. Para ello decide disminuir la tasa de descuento, emitir moneda sin respaldo e incrementar artificialmente el crédito. Esto permite a los bancos comerciales otorgar préstamos a tasas más bajas que las que existirían en ausencia de dicha baja. Al disminuir el costo de tomar crédito mayor cantidad de proyectos de inversión se hacen rentables con lo cual los empresarios toman fondos y la mayor inversión permite una mayor tasa de crecimiento de la economía.

Caso contrario, si la economía creciese a una tasa mayor al 5 % (punto A) Greenspan argumentaría que la economía se está “sobrecalentando” y para evitar luego una fuerte caída sube la tasa de interés de descuento. Este incremento obliga a los empresarios a disminuir su demanda de crédito por el mayor costo que representa, dejando interrumpidos algunos proyectos de inversión y con ello la economía reduce su tasa de crecimiento alcanzando las tasas previamente estipuladas por la Reserva Federal.


 

[1] La Escuela de Chicago representa un importante centro del pensamiento económico contemporáneo. Frank H. Knight, Jacob Viner, Henry Simons y Milton Friedman se han apoyado sobre la tradición de los escritos desde Alfred Marshall hasta Irving Fisher para invadir la Academia Norteamericana y las deliberaciones y actos de la Reserva Federal y también los pasillos del Congreso y los informes y política del presidente.

[2] Hans Sennholz define “Nueva Economía” como el nombre que los defensores de las doctrinas económicas de Lord Keynes dan al keynesianismo.

[3] El punto teórico fundamental que se encuentra por detrás de esta teoría de las expectativas racionales es la neutralidad del dinero, dado que se sostiene que los agentes tienden a  prever perfectamente el curso de los acontecimientos. Sin embargo, el dinero nunca es neutral, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo. En pocas palabras, toda expansión crediticia genera siempre consecuencias negativas en la economía real. Véase la exposición de Robert E. Lucas en su “Nobel Lecture: Monetary Neutrality”, Journal of Political Economy, nro. 4, vol. 104, agosto de 1996, pp.661-682; Por su parte, se puede encontrar una breve referencia crítica a la teoría de las expectativas racionales en el trabajo de Jesús Huerta de Soto, “Dinero, crédito bancario y ciclos económicos”, pp.416-421. Explica el Profesor Huerta de Soto (1998, p. 421): “Lucas ha explicado los ciclos como resultados reales de los shocks monetarios no anticipados por los agentes económicos y ello ha llevado a diversos autores a señalar supuestas similitudes entre la Escuela Austríaca y los teóricos de la nueva macroeconomía clásica. Teniendo en cuenta que los macroeconomistas clásicos carecen de teoría del capital, y que para los austríacos el modelo de equilibrio, el agente representativo maximizador y los agregados que utilizan sus colegas de la nueva macroeconomía clásica no son realistas y/o carecen de sentido, se llega fácilmente a la conclusión de que las ‘similitudes’ con más aparentes que reales.” Por otra parte, uno debiera notar que en la “teoría de las expectativas racionales” existiría un ajuste de precios automático e instantáneo, ya que los agentes son completamente racionales y prevén los actos futuros, mientras que en la teoría austríaca el proceso de ajuste lleva tiempo. En otras palabras, Robert Lucas y sus seguidores afirmarían que existe una plena flexibilidad de los precios, mientras que en el enfoque austríaco existiría cierta inflexibilidad temporal de los precios.

[4] Al respecto el lector puede acceder a Milton Friedman, “The Methodology of Positive Economics”, Essays in Positive Economics, Chicago: University of Chicago Press, 1953, pp.3-43.

[5] La ontología puede ser definida como una rama de la filosofía que trata de los objetos físicos y mentales existentes, de su naturaleza y sus interrelaciones.

[6] Sobre las predicciones en economía se recomienda la lectura del trabajo de Juan Carlos Cachanosky “Las decisiones empresariales y las predicciones en economía”. Allí sostiene: “En resumen, los datos históricos pueden proyectarse hacia el futuro en las ciencias naturales porque estamos ‘suponiendo’ que las condiciones del pasado no cambiarán significativamente en el futuro. No se puede decir lo mismo en el caso de las predicciones económicas y de las ciencias sociales en general. Una cosa tan simple como una encuesta sobre intención de votos en las elecciones tiene que realizarse varias veces y en el fondo la única conclusión real que se puede sacar es que ‘en el momento’ de realizar la encuesta la intención de voto por un determinado candidato es x %. Pero todos sabemos que las ‘condiciones’ pueden cambiar muy significativamente, de una manera que no se espera que ocurra en ciencias naturales.

De lo anterior no hay que concluir que las predicciones económicas no se pueden hacer, sólo que requieren de unas serie de supuestos que, como veremos, son siempre subjetivos. Si no se pudiesen hacer predicciones en economía entonces las decisiones de inversión se basarían puramente en el azar. Daría lo mismo que estas decisiones la tome cualquier persona, ya que el resultado sería totalmente aleatorio. Sin embargo sabemos que no es así, sabemos que es preferible que la tome alguien con algún tipo de conocimiento específico.”

[7] La idea de estabilizar el nivel de precios, Milton Friedman la deduce de su propia reconstrucción de la Teoría Cuantitativa del Dinero. Si MV=PT siendo la velocidad de circulación (V) y las Transacciones (T) constantes, en la medida que varía la cantidad de dinero en circulación (M), varía proporcionalmente el nivel general de precios (P). Si aumenta el nivel general de precios entonces, este “modelo mecanicista” nos dice que se debe a una expansión monetaria. Si bien los teóricos de la Escuela Austríaca comparten esta causalidad, La Teoría Cuantitativa del dinero recibe numerosas críticas. Para mayor profundidad se recomienda la lectura de Murray N. Rothbard en su “Man, Economy and State” (2004, pp. 727-737).

[8] El mismo David Laidler (1991, p. 198), uno de los más grandes teóricos monetaristas actuales reconoce correctamente que, desde el punto de vista de la teoría austríaca, las diferencias entre monetaristas y keynesianos son más aparentes y de detalle que reales, pues la metodología “macroeconómica” que ambos utilizan en su análisis es muy parecida;  Sin embargo, debemos remarcar que una diferencia esencial entre Monetaristas y Keynesianos es que los primeros  consideran que existe una relación directa, inmediata y efectiva entre el dinero y los fenómenos reales, mientras que los segundos se muestran muy escépticos en cuanto a las posibilidades de que exista una conexión entre el dinero y los fenómenos reales que pueda, de alguna manera, garantizar el que se alcance y mantenga una posición de equilibrio. Es paradójico, pero en este sentido, contra el enfoque monetarista, el enfoque keynesiano coincide con el enfoque austríaco en la “no neutralidad del dinero”.

[9]  Al respecto el lector puede dirigirse a las obras de Milton Friedman: “A Program for Monetary Stability” (Chicago: University of Chicago Press, 1956, pp.20-21) y “Essays in Positive Economics” (Chicago; University of Chicago Press, 1953, p.315).

[10] Sachs-Larrain invitan al lector a leer el artículo de Friedman “The Optimum Quantity of Money”, Capítulo 1 de su libro The Optimum Quantity of Money and Other Essays, Aldine, Chicago, 1969.

[11] Se recomienda al lector la lectura del capítulo 9, El Proceso de Oferta Monetaria, en Jeffrey Sachs y Felipe Larrain, “Macroeconomía en la economía global” (1994, pp. 249-281).


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