Formación de capital y ciclos económicos
Una introducción al análisis macroeconómico

Adrián Osvaldo Ravier
 

 

 

El Proceso de Formación de Capital y la Teoría del Crecimiento Económico

 

El proceso en el marco social

 

Ahorro, inversión y formación de capital en el marco social

 

Pasemos ahora a considerar las relaciones entre el tipo de interés con el ahorro, la inversión y la formación de capital en el marco social.

Al respecto citamos nuevamente a Mises (1949, p.316-317):

“Como dice Böhm Bawerk, el hombre, a medida que prospera, va adoptando métodos de producción más complejos que exigen una superior inversión de tiempo, demora ésta más que compensada por las mayores producciones o las mejores calidades que con tales nuevos métodos pueden conseguirse.

Cada paso que el hombre da hacia un mejor nivel de vida se apoya invariablemente en el ahorro previo, es decir, en la anterior acumulación de las provisiones necesarias para ampliar el lapso temporal que media entre el inicio del proceso productivo y la obtención del bien listo ya para ser empleado o consumido. Los bienes así acumulados representan, o bien etapas intermedias del proceso productivo, es decir, herramientas y productos semiterminados, o bien artículos de consumo que permiten al hombre abandonar sistemas de producción de menor lapso temporal, pero de inferior productividad, por otro que, si bien exigen mayor inversión de tiempo, son de superior fecundidad, sin que la ampliación del plazo productivo obligue a quienes en el mismo participan a desatender sus necesidades. Denominamos bienes de capital a esos bienes acumulados. Por ello podemos afirmar que el ahorro y la consiguiente acumulación de bienes de capital constituyen la base de todo progreso material y el fundamento, en definitiva, de la civilización humana”.

 

De esta manera podemos afirmar que en Mises los bienes de capital son definidos como etapas intermedias del proceso productivo. Apoyándose en Mises es que Peter Lewin (1997, p.71) afirma:

All capital goods are, in effect, an expresión of ‘unfinished plans’;”[1]

 

Planes estos que emprenden únicamente los individuos. Como bien argumenta Jesús Huerta de Soto (1998, p.218):

“Lo que dota de naturaleza económica a un bien de capital no es su entidad física, sino el hecho de que algún actor considere que dentro de su proceso de acción le va a ser  útil para alcanzar o culminar alguna etapa del mismo”;

 

Podemos observar un claro ejemplo: Supongamos el caso de un individuo que camina por la calle y se encuentra con 4 botellas de vidrio vacías. Las observa y continúa su camino. Luego, otro individuo las observa pero se detiene. Esta segunda persona comprende que si toma estas botellas de vidrio y las recicla, éstas podrán formar parte del proceso productivo de algún bien determinado. Basándonos en la teoría austríaca del capital que estamos estudiando debemos comprender que en el primer caso, las botellas de vidrio no representan un bien de capital, mientras que en el segundo caso, sí.

Este sencillo ejemplo nos permite comprender en un caso práctico que el hecho de que un determinado bien sea o no un bien de capital, depende únicamente de que dicho bien sea subjetivamente considerado por algún actor como un  medio necesario para alcanzar un determinado fin.

De esta manera, bienes de capital serán “cada una de las etapas intermedias, subjetivamente consideradas como tal, en las que se plasma o materializa todo proceso productivo emprendido por el actor”.

Ahora podemos proceder a distinguir los bienes de capital del concepto capital. Explica Mises (1949, pp.316-321),

“Sobre la base de la noción de bienes de capital podemos ya precisar el concepto de capital. El concepto de capital constituye la idea fundamental y la base del cálculo económico, que, a su vez, es la primordial herramienta mental a manejar en una economía de mercado. (...) La suma resultante de valorar en términos monetarios el conjunto de bienes destinados a inversiones –el capital- constituye el punto de donde arranca todo el cálculo económico. (...) La idea de capital sólo tiene sentido en la economía de mercado. Bajo el signo del mercado sirve para que los individuos, actuando libremente, separados o en agrupación, pueden decidir y calcular. Es un instrumento fecundo sólo en manos de capitalistas, empresarios y agricultores deseosos de cosechar ganancias y evitar pérdidas. No es una categoría de cualquier género de acción. Es una categoría del sujeto que actúa dentro de una economía de mercado” (la cursiva es nuestra).

 

En resumen, el concepto de capital puede ser definido como el valor a precios de mercado de los bienes de capital, valor que es estimado por los actores individuales que compran y venden bienes de capital en un mercado libre. Vemos, por tanto, que el capital es simplemente un concepto abstracto o instrumento de cálculo económico; es decir, una estimación o juicio subjetivo sobre el valor de mercado que los empresarios creen que tendrán los bienes de capital, y en función del cual constantemente los compran y venden, intentando lograr en cada transacción beneficios empresariales.[2]

Para entender aun mejor el proceso de formación de capital en el marco social pasaremos a considerar la representación gráfica de la estructura intertemporal de la producción.


 


[1] Esta definición puede ser traducida como “Todos los bienes de capital son, en efecto, una expresión de ‘planes no terminados’;”

[2] La “Teoría del Capital” que estamos desarrollando resulta ser para los economistas austríacos el eslabón fundamental del que carece la “Macroeconomía” de la Escuela Neoclásica. Quizás la causa la encontremos en que esta escuela ha seguido una tradición anterior a la revolución subjetivista y que considera un sistema productivo en el cual los diferentes factores de producción dan lugar, de una manera homogénea y horizontal, a los bienes y servicios de consumo, sin tener en cuenta para nada la situación de aquellos en el tiempo y en el espacio a lo largo de una estructura de etapas productivas de naturaleza temporal. Éste, con más o menos matizaciones, constituyó el marco básico de investigación de los economistas clásicos hasta llegar a Marshall, a quien podemos atribuir el posterior desarrollo de las teorías keynesianas y monetaristas como herederos intelectuales.

La reacción antisubjetivista de Marshall, podemos encontrarla también en John Bates Clark (1847-1938) para quien la producción y el consumo son simultáneos, sin que existan etapas en el proceso productivo ni la necesidad de esperar tiempo alguno para obtener los correspondientes resultados de los procesos de producción. Clark considera que el capital es un fondo permanente que de manera “automática” genera rendimientos en forma de interés. Para Clark, cuanto mayor sea este fondo social que constituye el capital, más bajo será el interés, sin que éste se vea afectado para nada por el fenómeno de la preferencia temporal. El mismo Clark y posteriormente sus seguidores consideran que el interés viene determinado por la “productividad marginal” de ese misterioso fondo homogéneo que ellos consideran que es el capital, explicándose ahora por qué concluyen que conforme aumente el capital entendido como fondo, el tipo de interés tenderá a reducirse.

A John Bates Clark le siguió Irving Fisher, quien expuso por primera vez la versión mecanicista de la teoría cuantitativa del dinero y defendió la tesis de que el capital es un “fondo”, de la misma manera que la renta es un “flujo”, dando con ello respaldo al punto de vista marcadamente “macroeconómico” y de equilibrio general que había iniciado Clark (aquí podemos observar que Clark seguía a Walras).

Por último, el concepto objetivista y estático de capital de Clark fue defendido igualmente por Frank H. Knight (1885-1962), fundador de la Escuela de Chicago. En efecto, Knight considera, siguiendo a Clark, que el capital es un fondo permanente que produce renta de una manera automática y sincrónica, y que el “proceso” productivo es instantáneo y no está constituido por diferentes etapas de dimensión temporal.

Para profundizar sobre este tema y las críticas que la Escuela Austríaca (por parte de Böhm Bawerk, Hayek, Mises y Kirzner) realiza específicamente a la “teoría” del capital de Clark y Knight se recomienda la lectura del capítulo VII del libro “Dinero, crédito bancario y ciclos económicos” de Jesús Huerta de Soto. Sólo como comentario debemos afirmar que Eugen von Böhm Bawerk realizó una importante crítica al concepto de capital de Clark calificándolo de “místico y mitológico”, indicando que todo proceso productivo se lleva a cabo no como consecuencia de la participación de un misterioso fondo homogéneo, sino como resultado de la cooperación de bienes de capital concretos que siempre han de ser previamente concebidos, producidos, seleccionados y combinados por los empresarios dentro del proceso económico. Eugen von Böhm Bawerk, “Profesor Clark´s Views on the Genesis of Capital”, The Quarterly Journal of Economics, IX, 1985, pp.113-131.


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