Por un Liderazgo sin Costos
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Por un Liderazgo sin Costos

  ¿Algo cambió desde entonces? Sí, los países que antes se opusieron a la integración latinoamericana son ahora los impulsores del acuerdo subregional, habiendo descargado por el camino la compañía de México. ¿Pero el MERCOSUR ha buscado sus voceados objetivos? No. Por las mismas excusas de las viejas dictaduras. Se trata de afirmar los intereses nacionales del más grande de los socios y, eventualmente, de la Argentina, mas allá de las declaraciones, claro está, impidiendo una integración armónica y beneficiosa para todos. Por lo menos así ha sido en los hechos, hasta el momento, el reiteradamente invocado proceso de integración subregional. La falta de voluntad política por concretarlo es algo fuera de toda discusión. Tanto como que existen infinidad de declaraciones públicas en sentido contrario.

Lo cierto es que Brasil optó, desde 1964, por un liderazgo sin costos, ejercido a través del freno del andar integrador y la declamación de las bondades del mismo, llegando con el tiempo y sin esfuerzo a formalizar incluso acuerdos que agujerean el Arancel Externo Común, aprobado en el marco del Tratado de Asunción. En su tarea ha estado acompañado, casi siempre, por Argentina.

Sobran ejemplos. No solo cabe recordar la compra de productos subvencionados europeos en desmedro de las producciones de sus socios – ya se ha anunciado que se repetirá la experiencia para el caso del trigo -, sino las dificultades que plantea para una leal competencia dentro del ámbito zonal. Si de algo podremos beneficiarnos será cuando le falte capacidad de cumplimiento de los acuerdos comerciales que logre con terceros mercados.

Se ha hecho notar que la habilidad diplomática brasileña sólo se ha manifestado en las ocasiones que el país ha tenido fuerza económica. Cuando ello no ha sido así, ha actuado al servicio de intereses extranjeros, incluso en perjuicio notorio de los propios.

El gobierno brasileño encabezado por Fernando Henrique Cardoso– más o menos el mismo que imaginó el general Golbery de Couto e Silva, planificador de la dictadura militar y de la ideología que desde entonces predominó en Brasilia, ya explícita, ya implícita en su accionar - empleó al final de su mandato su menguada fuerza para frenar la tarea integradora latinoamericana y dijo oponerse al ALCA (Asociación de Libre Comercio Americana) en resguardo de sus mercados en el área – ya había entregado bases militares a los EE.UU., como la de Alcántaras. Es de consignar, sin embargo, un cierto viraje realizado hace no más de tres meses atrás por Itamaraty, en el cual manifestó su voluntad de revitalizar el proceso de integración regional[i]. Reafirmada aquella hoy día por las posiciones sostenidas por el nuevo presidente Luiz Inácio Lula Da Silva.

Hasta ese entonces no era nueva la posición del bloque de poder brasileño, nutrido y asegurado por el corral electrónico en que se han constituido sus medios de comunicación audiovisuales. Ni tampoco la de la Argentina.

¿Qué nos llevó a atarnos a la impotencia? ¿A quedarnos varados en la mitad de una calle de buscado poco tránsito en el mentado barrio, que desemboca en una carretera casi en desuso?

Los argumentos que justifican esa meliflua hinchazón de la esperanza, llamada MERCOSUR, en nuestros dirigentes que, exultantes, la trasmiten a sus resignados electorados, carecen de sentido. Incluso si lo pensamos como un frente de actuación ante terceros.

El presumible fracaso en esta última posibilidad tiene su antecedente latinoamericano en el Sistema Económico de Latino América (SELA), creado en 1975, sucesor de otro frustrado intento: la Comisión de Coordinación Económica de América Latina. Es decir, no hay ningún fracaso nuevo en estos temas de siempre. Es constantemente el mismo. Y su impulso también: las elites empresariales de San Pablo vía Brasilia, desde 1964.  

 ¿Acaso necesitó Sudáfrica de algo de eso para realizar su privilegiado acuerdo con la Unión Europea, y que buscan denodadamente los países signatarios del Tratado de Asunción, juntos? Separado, sólo negoció el gobierno brasileño presidido por Fernando Henrique Cardoso. 

Le fue imprescindible a Chile para el mismo fin? Y Chile y Sudáfrica están igualmente distantes de integrar el MERCOSUR. Sus cancillerías y los respectivos dirigentes mantienen la cordura en estas delicadas cuestiones.

¿Habrá sido por el desprecio que los ingleses miraban a las pequeñas naciones sudamericanas, a comienzos del siglo XX lo que influyó en ese espíritu de brutal ferocidad integradora subregional que ganó a nuestra clase política en el último tramo de ese mismo siglo?

Pienso que no. Creo que ni siquiera lo tomaron en cuenta. Pero no pueden haber ignorado que el pacto argentino- brasileño tiene sus orígenes en la iniciativa del salteño Victorino de la Plaza, ex ministro de Relaciones Exteriores de Julio Argentino Roca y presidente de la República, que buscó enervar las intrigas – los enfrentamientos de nuestros vecinos durante su vida republicana nunca pasaron de eso – con un amplio acuerdo del cual ya referiremos.

[i] Expresa lo presentado ante la ALADI por la representación de Brasil el 11 de noviembre de 2002: “Con el objetivo de cumplir tempestivamente el mandato otorgado al Comité de Representantes por el Consejo de Ministros, es necesario definir con claridad y precisión las etapas de un cronograma de trabajo para los órganos de la Asociación. Desde el punto de vista de Brasil serían las siguientes las etapas de dicho cronograma de trabajo:

a) 1ª Etapa – hasta el 28 de febrero del 2003: elaboración por la SG-ALADI (Secretaría General de la Aladi) de un estudio que presente y analice alternativas de acción (mecanismos de desgravación) aptas de llevar a la conformación progresiva de un espacio de libre comercio en la ALADI;

b) 2ª Etapa – hasta el 30 de abril del 2003: examen por el Comité de Representantes de las alternativas de acción presentadas en el estudio solicitado a la SG-ALADI y elaboración de un primer proyecto del Informe al cual se refiere la Resolución 55;

c) 3ª Etapa – mayo del 2003: realización de Reunión de Altos Funcionarios Responsables por Políticas de Integración destinada a la consideración del proyecto del estudio del Comité de Representantes, así como a la adopción de directrices con miras a la elaboración de la versión final del Informe;

d) 4ª Etapa – hasta el 31 de julio del 2003: revisión del proyecto de Informe por el Comité de Representantes, en base a las recomendaciones de la Reunión de Altos Funcionarios, para posterior consideración del Consejo de Ministros de la ALADI;

e) 5ª Etapa – agosto del 2003: análisis del Informe del Comité de Representantes por el Consejo de Ministros de la ALADI y aprobación del programa propuesto para la conformación de un espacio de libre comercio en la ALADI;

f) 6ª Etapa – 01 de enero del 2004: inicio de la implementación del programa aprobado por el Consejo de Ministros de la ALADI;

g) 7ª Etapa – 31 de diciembre del 2007: conclusión del proceso de desgravación arancelaria y, el 01 de enero del 2008, inicio de la vigencia del espacio de libre comercio regional.“

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