Un Apéndice Ortopédico
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Un Apéndice Ortopédico

Es cierto que el MERCOSUR no fue enfocado en nuestro país como un modo de resolver la dudas de identidad nacional que se tuvieron en el pasado, las que además enriquecieron el debate de ideas del siglo XIX. Simplemente se dio ahora por cierto la posición de quienes sostenían nuestra inviabilidad como país independiente y fue presentada sin alternativas posibles la integración subregional, cualqiuera fueran sus condiciones y características: un camino que Uruguay debía necesariamente recorrer.

De esos años llama la atención la constancia en el error, la persistencia por intentar transitar una ruta equivocada, empujando, con una cuerda hecha de ilusiones, el mejoramiento constante del nivel de vida de nuestra gente.

Tal vez la explicación de ésta extraña precipitación la encontremos en el entusiasmo generado por la superación formal de los regímenes autoritarios en el conjunto de los países de la zona, si bien cada salida de las dictaduras regionales tuvo su particularidad: Argentina después de la derrota militar en la guerra de Las Malvinas; Paraguay por un golpe de estado dentro del mismo grupo político que instrumentaba el viejo autoritarismo y dado por integrantes de éste, sin arraigada ni deseada vocación democrática (con lo cual se podría hablar en el inicio no de un cambio de régimen sino de gobierno); Brasil, en cumplimiento del cronograma establecido por la institución militar como un todo y al que sucedió el gobierno de José Sarney[i], considerado éste por el poder autoritario como el único civil que merecía vestir uniforme militar y fue el jefe del partido de la dictadura, la ARENA[ii], y Uruguay, sobre cuya transición me he ocupado en diversas ocasiones y en la cual se debe tener en cuenta, en primer lugar que no fue instaurada una democracia sino que fue restaurada la que dio lugar al golpe de estado de 1973. En sus grandes y más importantes trazos, se entiende. Por lo pronto, muchos de sus protagonistas y su funcionamiento cupular, críptico, opaco[iii].

En esa suerte de espejismo de gozar de una democracia plena y consolidada se fue tejiendo una nueva relación en el área, cuyas principales “agujas” fueron Argentina y Brasil. Se inició en diciembre de 1985 con la Declaración de Foz de Iguazú que se continúa en las conversaciones privadas entre Alfonsín y Sarney en febrero de 1986 en Don Torcuato (Buenos Aires) y semanas más tarde, con igual carácter, en Itaipava (Río de Janeiro). Culmina todo ello en lo alcanzado en julio de 1986 con el Acta de Integración argentino brasileña, intensificándose lo acordado entonces, dos años después, en 1988, en el referido Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo. Veintinueve fueron los convenios bilaterales suscritos por ambos países en el lapso 1985-1989, que constituyen la columna vertebral de la actuación argentino-brasileña en el Cono Sur, a la que se somete el MERCOSUR, que viene a ser así el apéndice ortopédico de aquellos.

Pensar que esa relación bilateral se ha instrumentado sin mayores inconvenientes sería una exageración. No lo es, sin embargo, el señalar que es a partir de ella que se está construyendo (es un decir) el MERCOSUR y éste depende en su evolución, de la marcha de aquella.

Hablar pues del acuerdo subregional como de un bloque homogéneo es fuertemente ridículo. A lo más, puede ser considerado una caja para mayor resonancia de lo que plantean Argentina y Brasil a terceros países, fundamentalmente éste último. Lo que significa, casi en cualquier instancia, la voluntad de San Pablo. Por ejemplo, y así se ha dicho, la preocupación por la zona de libre comercio con la participación de los EE.UU.

Ésta es advertida como un riesgo por los empresarios paulistas no porque se encuentren allí en pleno enfrentamiento contra un imperialismo nórdico, sino por la eventual pérdida de mercados que considera suyos. Y habitualmente no le queda claro a otros países que San Pablo recibe un lucro mayor por lo que vende en la zona, siendo su producto de calidad inferior y cumpliendo con un papel hegemónico sobre muchos otros estados de la Federación que integra. No es de desdeñar el dato que Brasil es de los países con mayor concentración de la renta y, paralelamente, con el más alto índice de pobreza.

Repárese que ni siquiera es nueva la idea del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). No hemos escuchado por estos lares su notorio antecedente: el Congreso Panamericano de ¡1889! El realizado en Washington entre el 2 de octubre de 1889 y el 19 de abril de 1890[iv].

En él fue presentada la “Iniciativa Blaine” - denominada así por el nombre del republicano secretario de Estado de los EE.UU. James G. Blaine (1830-1893) - que consistía en el “establecimiento de un mismo territorio aduanero de varias naciones...” Esto es: crear una “bolsa común” que permitiera el desarrollo de sus industrias y la colocación de sus productos[v].

Frente a la oposición al proyecto[vi] por parte de distintos países latinoamericanos, la representación de los EE.UU. propuso la utilización de tratados de bilaterales y multilaterales de reciprocidad para desarrollar una zona de libre comercio en el área.

Fue el representante argentino en dicha conferencia, Roque Sáenz Peña (1851-1914), por entonces embajador también de su país ante el gobierno de Máximo Tajes. Manifestó entonces el futuro presidente argentino una firme posición contraria a lo que significaba en dicha época una rápida marcha contra nuestras producciones, nuestros consumidores y nuestras relaciones con Europa. Ante el lema “América para los americanos”, sostuvo en la oportunidad: “América para la Humanidad”.

Brasil, sin embargo, aceptó la conformación de un acuerdo bilateral con los EE.UU., con la expectativa de desarrollar su producción de azúcar. No solamente eso no ocurrió sino que, cuando la administración de Grover Cleveland (1885-1889 y 1893-1897[vii]) advirtió que, de todos modos, no lograban los productos de su país llegar con precios competitivos al mercado brasileño, denunció sin previo aviso el tratado, no sin antes poner un arancel del 40% al azúcar que importaba de Brasil. Lo hizo en 1894. 

No fue un acto fallido que el paulista José Serra escribiera en 1999: Para EE.UU., el éxito económico del ALCA significa, básicamente, el acceso al mercado brasileño y, no olvidemos, a las franjas de los mercados latinoamericanos, hoy ocupados por Brasil.

Pero esta defensa de su posición Brasil quiere hacerla sin costo alguno. Es decir, a cuenta de actitudes fundadas en la mera ideología de sus vecinos. Nada de abrir sus mercados sino en aquello que le interesa directamente al plan de crecimiento elaborado y sostenido desde el golpe de estado de 1964. Y esto lo cumple incluso con su principal socio regional.

Al respecto, un informe de la UNCTAD – presidida como dijimos por el ex ministro de Hacienda brasileño cuando la gestación del Plan Real, Rubens Ricúpero - reveló que, a diciembre de 1998, Brasil aplicó más barreras no arancelarias que la Argentina. Según el estudio[viii], esas medidas sumaron 29.310, mientras que las fijadas por la Argentina a Brasil fueron 20.033.

El informe precisa que Brasil aplicó 9.822 requerimientos técnicos a distintos productos importados desde la Argentina. En cambio, en sentido contrario sólo se tomaron 5.707 medidas de esa naturaleza.

Lo mismo sucede con el ítem denominado “medidas no arancelarias”, las cuales fueron aplicadas por Brasil en 7.049 oportunidades a productos argentinos, contra 5.379 aplicados por Argentina contra productos brasileños.

Sin importarle mayormente la publicidad de esa información, Brasilia dispuso con fecha de 10 de setiembre de 1999 que era menester un permiso especial para casi todos los embarques que traspasen la frontera. Sin esa habilitación, los empresarios argentinos no podían concretar ninguna venta. La medida abarcó a 400 productos, el 90% de las exportaciones a Brasil que entre enero y julio de ese año sumaron unos US$ 3.800 millones. Y ello sin perjuicio del obstáculo que ya suponía la inconsulta devaluación del real producida en enero de ese año que obstaculizó las importaciones y facilitó las exportaciones brasileñas.

Pero no se trata de reivindicar una supuesta condición de víctima de la Argentina. Su gobierno dispuso, por su parte, diversas medidas para impedir las importaciones brasileñas. Por ejemplo la de zapatos. Los productores argentinos, que exportan anualmente 5 millones de pares a Brasil, se sienten en peligro desde que Brasil envía al país unos 11 millones de pares anuales, con precios más bajos. Y cuatro años antes, Argentina exportaba 7 millones de pares e importaba solo 2 millones de pares.

Podríamos seguir con esta relación integracionista sui generis – que es el eje sobre el que marcha (es una mera expresión) el MERCOSUR - pero preferimos hacerlo posteriormente, donde abordaré algunos aspectos de la historia de dicho bilateralismo.

[i]  Ello sucedió al fallecer sorpresivamente, antes de asumir como jefe de Estado, el presidente electo, el respetado político demócrata Tancredo Neves (1910-1985). 

[ii] ARENA era la sigla correspondiente a la Alianza Revolucionaria Nacional, partido que apoyaba incondicionalmente a la dictadura militar. 

[iii] Imaginemos por un instante que la transición española hubiera tenido que ser discutida por Largo Caballero, Manuel Azaña, Gil Robles, Calvo Sotelo, Francisco Franco, Indalecio Prieto, Alcalá Zamora, para percibir lo que hubiera podido salir de allí. 

[iv] En éste Primer Congreso Panamericano se crea la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas con el fin de promover la paz, la amistad y el comercio entre los estados miembros. Es en 1910 que dicha repartición se integra a lo que pasa a llamarse Unión Panamericana, la que en 1948 se llamará Secretaría General de la Organización de Estados Americanos. 

[v] Ante la convocatoria a dicho Congreso y preocupado por la posición de la administración de Washington, José Martí (1853-1895), que era cónsul uruguayo en los EE.UU., señaló: ”Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los EE.UU., potentes, repletos de productos invendibles y determinados a extender sus dominios en América, hacen que nuestras naciones de menos poder, ligadas por el comercio libre y útil con los pueblos europeos, para azuzar una liga contra Europa y cerrar tratos con el resto del mundo. Después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y efectos del convite a Washington, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para América española, la hora de declarar su segunda independencia”. 

[vi] La Comisión que estudió la “Iniciativa Blaine” estaba formada por los representantes de Argentina, Brasil, Chile, EE.UU. México y Venezuela.

 [vii] Entre una y otra gestión de Cleveland se desempeñó como presidente de los EE.UU. el republicano Benjamín Harrison (1888-1892).  

[viii]El estudio fue difundido por la agencia oficial argentina Télam, en julio de 1999.

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