Por un Camino Confuso
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Por un Camino Confuso

 

Las relaciones aquí, en nuestro sur, entre los que hoy son Argentina  y Brasil se dieron fundamentalmente como quedó someramente dicho: a través del contrabando, de los avances irregulares de la corona portuguesa, de reacciones casi siempre tardías de Buenos Aires frente a estos últimos hechos y de cómplice en el caso de lo primero.

            Cuando la región ingresa a lo denominado forzadamente lucha por la Independencia lo hace bajo bandera española, por lo que Manuel Belgrano (1770-1820), intentando  interpretar una resolución del Directorio de Buenos Aires  - debido a lo cual es reprendido - reproduce como pabellón de sus tropas el que corresponde a los Borbones a partir de Carlos III – franjas horizontales celeste, blanca y celeste - , que le es ordenado quemar por el presidente del Directorio, el boliviano Cornelio Saavedra (1761-1829). Pero no por borbónico sino porque manifestaba una eventual idea segregacionista ante las tropas españolas, y en las propias filas.

            Sin embargo, como destacamos, las esperanzas estaban puestas en la eventual aceptación de la corona por parte de Carlota Joaquina. Ocurría que ésta no tenía influencia sobre su sensual marido... y las prevenciones sobre la Santa Alianza lo preocupaban a éste en sus escasos momentos libres que le permitía su natural inclinación al placer, la frivolidad y el tiempo que le demandaba posar para que lo retrataran. A ella sólo la entendía – en esto de la legitimidad del absolutismo - el zar Alejandro. Pero se encontraba muy lejos.

            Luego, las ideas de su hijo Pedro no serían muchas. Y esas pocas tampoco sabía como mantenerlas para eventual desgracia del Brasil y fortuna nuestra. Por lo pronto fue quien, rectificando su palabra dada al Senado imperial, declara nuestra Independencia, lo que queda consignado en artículo primero del Tratado de Río de 1828, como ya recordamos.

            Pero las relaciones entre Brasil y Argentina sino fueron siempre cordiales desde que tuvieron aquél enfrentamiento armado que culmina en la batalla de Ituzaingó, no conocieron de muchas estridencias. Incluso ésta para el imperio del Brasil no supuso un hecho de armas extraordinario. En realidad, ni para éste ni para el propio Alvear – salvo en el aspecto económico de éste último que le permitió la adquisición de extensas tierras con los sueldos impagos de sus soldados, si nos atenemos a lo señalado por el general Tomás de Iriarte – ya que no mucho tiempo después se puso a las órdenes de dicha corona. Le significó más la conquista de Misiones realizada por Rivera y, sobre todo, la presión británica por pacificar la región.

            Tal vez la tirantez más relevante – como señalamos - se vivió con el canciller Zeballos. Aunque esa misma situación la sobrellevaron todos los países del área.

            Esto no quiere decir que los estados mayores militares – no se sabe si para creer que hacían algo – no frecuentaran los escenarios de las hipótesis de conflicto entre ambos países. Y que incluso, a partir de ello, es decir de la presión que ejercían altos oficiales sobre los gobiernos, no se incurriera en carreras armamentistas que no tuvieron otra trascendencia que la aparecida en la opinión publicada.

            Sin embargo, ya a finales del siglo XIX la política exterior de Julio Argentino Roca tiene amplia aceptación en las nuevas esferas brasileñas del republicano poder.

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