Zeballos y Un Contexto de Crisis
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URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Zeballos y Un Contexto de Crisis

El contexto de crisis en que se movieron los gobiernos integrados por Zeballos nos sirven para tener una idea de ese período de la historia argentina, la que resulta no muy diferente a la de otros momentos.

Esta parodia de estadista, disfrazado de jurisconsulto por el sector oligárquico argentino que lideraba el diario La Prensa, Estanislao S. Zeballos, fue ministro de Relaciones Exteriores de Miguel Juárez Celman quien era cuñado de Julio Argentino Roca y sucedió a éste en la Presidencia de la República. Debió Juárez Celman renunciar dos años antes de la finalización de su mandato – como ya vimos - por desatarse una profunda crisis económica, financiera, bancaria - en la que se vio triplicada la Deuda Pública.

Lo sucedió su vicepresidente Carlos Pellegrini, quien fundó el Banco de la Nación como estabilizador del mercado ante las reiteradas quiebras de entidades financieras. Este período de Pellegrini fue particularmente desafortunado en lo que refiere a la actuación de Zeballos. No solamente las relaciones con Brasil se vieron por él tensadas sino que hizo lo propio con Chile. Ocurrió cuando los tripulantes del crucero USS Baltimore, anclado en la bahía de Valparaíso protagonizaron serios incidentes en tierra que fueron considerados como hostiles por parte del gobierno del presidente norteamericano Benjamín Harrison quien en enero de 1892 lanzó un ultimátum al gobierno chileno. La posición de Estanislao Zeballos a este respecto no arrojó dudas: le ofreció a la administración estadounidense el territorio argentino (Salta en particular a estar a fuentes norteamericanas) como base de abastecimiento de su intervención en el país transandino, buscando, tal vez, restituir en el cargo al presidente chileno José Manuel Balmaceda (1886-1891), destituido por un alzamiento provocado por intereses relacionados al monopolio de la explotación del salitre. Finalmente, derrotado en la guerra civil por los autodenominados “congresistas” liderados por el marino Jorge Montt (1846-1922)[i], Balmaceda se refugia en la embajada argentina en Santiago de Chile, y allí se suicida. Fue en setiembre de 1891, cuando debía terminar su mandato constitucional. Había nacido en 1840.

El ofrecimiento de apoyo para la intervención de la administración estadounidense se produce al aprovisionarse los rebeldes en los Estados Unidos. El gobierno de Harrison exigió el retorno del barco que llevaba dicho cargamento. Pero fue un tema contestado por el propio Zeballos quien habla de un respaldo moral a la intervención ....

El apoyo de Zeballos finalmente no pasó a mayores. No pudo concretar su oferta, aunque en su versión ésta fuera solo moral. Su preocupación entonces podría ser el rearme naval chileno dispuesto durante la gestión de Balmaceda. Ahora en manos de los rebeldes.

Lo cierto es que su actitud, a mi juicio, le ofreció a éste invertebrado espiritual ser considerado preventivamente confiable para Washington – donde además representó a su país. Y en lo que hace a la problemática uruguaya, que nuestro ministro en EE.UU. en 1904, Eduardo Acevedo Díaz no fuera recibido por el presidente estadounidense cuando se le solicitó esa misión por el canciller uruguayo José Romeu a pedido de José Batlle y Ordóñez[ii], con el fin que ese gobierno garantizara la neutralidad argentina cuando el levantamiento de Aparicio Saravia[iii]. La solicitud fue desatendida y la Argentina proveyó de un tan cuantioso como imprescindible armamento para los insurrectos, que incluía importantes cañones y pertrechos bélicos de toda naturaleza.

Ya finalizado el conflicto, sin embargo, barcos estadounidenses que operaban en el Atlántico Sur llegan a las costas uruguayas con aclarado propósito de mera presencia de cortesía, en cumplimiento también de la solicitud de visita de los mismos formulada por el gobierno uruguayo[iv].

No era la primera vez que ocurría esta integración entre los intereses del gobierno argentino y sectores revolucionarios nacionalistas.

En plano fortalecimiento armamentístico debido a un eventual conflicto con Chile, durante la presidencia de José Evaristo Uriburu[v] (1895-1898) las fuerzas nacionalistas logran un apoyo decidido del gobierno argentino.

Al respecto se ha escrito: “A fin de combinar esfuerzos con ella (la Junta de Guerra en Buenos Aires), partieron de los Potreros de Ana Correa rumbo a Buenos Aires, en los últimos días de diciembre (de 1896), Chiquito Saravia y Basilio Muñoz. Los acompañaban los hijos del primero, Mariano y Santos, y Benito Viramonte.

(...)

En la ciudad de Santa Fe, merced a la colaboración de compañeros de residentes, algunos de los cuales había emigrado con el abuelo de Muñoz cuando el triunfo de Flores, obtuvieron numerosas armas, procedentes en su casi totalidad de la policía argentina.

(...)

Al llegar a Libres se enteraron de que el armamento ya estaba próximo en una embarcación que bajaba el río Uruguay. (...) Las armas fueron cargadas en carretas y llevadas a la concentración revolucionaria de Caty, al lado del campamento del caudillo riograndense João Francisco Pereyra, entonces en el apogeo de su fama.

(...)

La misión había sido fructuosa. Se había coordinado la acción del comando revolucionario y la Junta de Guerra (en Buenos Aires), integrada ahora con una delegación del directorio nacionalista. Además se habían obtenido las armas y municiones necesarias, por lo menos, para iniciar el movimiento.

En el mes de febrero (de 1897) se dieron los últimos toques a la organización de las fuerzas invasoras, que hacían ejercicios en la concentración de Piraby, con la tolerancia del general brasileño Carlos Tellis, jefe de la región militar. Ultimando el plan, entraron al Uruguay el 5 de marzo de 1897, aniversario de la invasión de Timoteo Aparicio”[vi].

Hubo, además, otro caso, estimulado asimismo por el propio Zeballos desde el diario La Prensa. Sucedió cuando la Primera Guerra Mundial y durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen. 

¿Es posible derivar de esos desencuentros e intrigas– si se quiere de competencia liviana entre Argentina y Brasil - una relación análoga a la que se concreta luego de diversas negociaciones en la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) en 1951, en la Conferencia de Messina (1955) y, posteriormente en la cristalización del Tratado de Roma (1957) que da lugar a la Comunidad Económica Europea[vii]?

Por otra parte, parecería que se pretende olvidar nuestro propio relacionamiento con Brasil.

¿Porqué no se recuerdan prácticamente nunca los hechos que llevan a la firma del Tratado de Río de Janeiro, la citada Convención Preliminar de Paz[viii]? Tal vez la respuesta sea la misma a la que correspondería a la explicación del silencio habitual que acompaña, cada 28 de febrero, el olvido del Grito de Asencio. ¿Acaso fue recordada la posición que adoptaron Rosas, Oribe y Pedro I ante el proyecto de Liga americana propuesto por Lucas Obes y la denuncia que éste pretendió hacer de aquél arreglo, de todo lo cual referimos en el capítulo I ?

[i] Jorge Montt se desempeñó como presidente provisional del grupo “congresista” y luego como jefe de Estado definitivo por la misma situación, en el período 1891-1896. Su padre, Manuel Montt (1809-1881) fue, asimismo, presidente entre 1851 y 1861, cargo que ocupó también su hermano Pedro Montt (1849-1910), desde 1906 hasta 1910 en que se produjo su fallecimiento. 

[ii] Ana María Rodríguez Ayçaguer en el prólogo de a su Selección de Informes de los Representantes diplomáticos de los Estados Unidos en el Uruguay Tomo I - 1930-1933 (Departamento de Publicaciones de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la República 1996) en su importante trabajo señala: En el mes de agosto de ese año (1904), Batlle, convencido de su fuerza para derrotar la revolución saravista pero temeroso de que la intervención de algunos de sus dos poderosos vecinos – en especial Argentina- pudiese inclinar el desenlace de la guerra a favor de los revolucionarios o aprovechase aquella difícil situación para desconocer la soberanía uruguaya, solicitó al Presidente de los Estados Unidos el envío de buques de guerra para que, con su presencia, garantizaran la neutralidad de los países vecinos. Esta solicitud – formulada a comienzos de agosto de 1904 por el Ministro uruguayo en Washington, Eduardo Acevedo Díaz, y luego reiterada por el Ministro de Relaciones Exteriores Uruguayo, Romeu, ante el Ministro norteamericano en Montevideo, W.R. Finch, fue mantenida en secreto por el Gobierno uruguayo y recién surgiría a la luz pública en abril de 1917, en el curso de un debate parlamentario.” 

[iii] En la obra citada supra, Ana María Rodríguez Ayçaguer expresa además: “El representante uruguayo en Washington, Eduardo Acevedo Díaz, defendió con firmeza ésta solución (refiere a la garantía de neutralidad). En carta al Canciller uruguayo Dr. Romeu, fechada el 22 de abril de 1904, se hacía eco de rumores en el sentido de que si no se hacía la paz, ‘la impondrá la Argentina’ agregando: ‘No sé en qué forma. Bien pudiera adoptarse la solapada, con auxilio de hombres y pertrechos bélicos a los insurrectos, como se ha hecho otra vez o la franca y abierta de tutelaje o curaduría internacional, a pretexto de que el mal ejemplo contagia; o a título de piadosa protección’.

‘No conozco el modo de pensar del señor presidente y de usted al respecto; pero, entiendo por mi parte que, una intervención violenta de Argentina, (pues a la larga puede venir), sería de efectos desastrosos en todo sentido, desde que aquél país padece todavía de los mismos vicios de origen que trataría de corregir en nosotros.’

‘La intervención – si intervención llega fatalmente – debe escogerse, antes que alguna se produzca y haga tardía la deliberación’.

‘Simplemente transito una impresión’

‘Ruégole me escriba al respecto y sea explícito. (...)’. (Apéndice documental al trabajo de María Julia Ardao: Alfredo Vásquez Acevedo. Contribución al estudio de su vida y su obra. Revista Histórica, Año LIX, Tomo XXXVI, Mdeo. Diciembre 1965, pág. 577) 

[iv] Quien primero publica los documentos correspondientes a ésta temática es el distinguido historiador Milton I. Vanger. 

[v] José Evaristo Uriburu (1831-1914) accedió a la Presidencia en 1895 por la renuncia de Luis Sáenz Peña (1822-1907) - padre del futuro presidente Roque Sáenz Peña - de quien era su vicepresidente en nombre del Partido Autonomista Nacional. Luis Sáenz Peña había asumido en 1892. 

[vi] Arturo Ardao-Julio Castro. 1875-1935. Sesenta Años de Revolución (Vida de Basilio Muñoz) Cuadernos de Marcha. Nro. 56 diciembre de 1971. 

[vii]Señalemos rápidamente el itinerario que desemboca primero en el Tratado de Roma de 1957 y posteriormente, en la Unión Europea: En 1948 se crea la Organización para la Cooperación Económica Europea (OECE) destinada, fundamentalmente, a organizar y administrar el Plan Marshall y entra en funcionamiento la unión aduanera formada por Bélgica, Holanda y Luxemburgo (BENELUX). En 1949 se concreta la Organización del Tratado de la Alianza Atlántica (NATO). El 9 de mayo de 1950 el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Robert Shuman (1886-1963) anuncia la instrumentación del Plan de Jean Monnet (1888-1979), quien había sido secretario general de la Sociedad de Naciones (1919-1923): ...... Francia actúa y las consecuencias de su acción pueden ser inmensas. Así lo esperamos. Francia actúa por la paz (...) y asocia a Alemania. Europa nace de esto, una Europa sólidamente unida y fuertemente estructurada. Una Europa donde el nivel de vida se elevará gracias a la agrupación de producciones y la ampliación de mercados que provocarán el abaratamiento de los precios. (...) Europa no se hará de golpe, ni en una obra de conjunto, se hará por medio de realizaciones concretas, que creen, en primer lugar, una solidaridad de hecho. El gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y acero bajo una autoridad común, en una organización abierta a la participación de otros países de Europa. La puesta en común de la producción del carbón y del acero asegurará inmediatamente el establecimiento de bases comunes de desarrollo económico, primera etapa de la Federación Europea...

Por el Tratado de París, firmado el 18 de abril de 1951 se genera la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), integrada por seis países: Alemania Federal, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. El Ceca entra en vigor el 25 de julio de 1952.

En 1955 y en la ciudad siciliana de Messina se reúnen los ministros de Relaciones Exteriores de “los Seis”, presididos por el belga Paul Henri Spaak, conciliando los temas y las posiciones que luego se concretan en el Tratado de Roma, firmado el 25 de marzo de 1957 y que entró en vigor el 1 de enero de 1958. En esta ocasión, en la capital italiana, son creadas la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM).

En lo que a nosotros nos afecta duramente, la Política Agrícola Común es establecida asimismo en Roma, en esa fecha.

Gran Bretaña, por esos años, era partidaria de la eliminación de las barreras arancelarias a lo interno de la Comunidad, reservándose los estados miembros la facultad de tener los aranceles externos que creyesen conveniente. Es lo que concreta en la EFTA en su sigla inglesa (European Free Trade Association). La organización fue creada en 1960 y se integró con Austria, Dinamarca, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza. Se unieron posteriormente Islandia (1970) y Finlandia (1986), cuando ya hacía años que se había concretado la eliminación de las barreras arancelarias entre las Partes Contratantes, hecho que ocurre en 1967.

Consignamos, asimismo, que hubo algunos otros fuertes tropiezos antes de configurarse la actual Unión Europea. Ejemplo de ello fue el intento fallido de anteponer lo político a lo económico. O, si se prefiere, los inconvenientes que se derivaron del Tratado de Dunquerque firmado entre Francia e Inglaterra en 1947 al que adhirió posteriormente el Benelux. Este núcleo da lugar a lo que luego (1949) fue la OTAN, conformada después de la invasión a Praga de 1948. Por esos años Francia aún se negaba a aceptar acuerdos militares con Alemania.

Los miembros de la Comunidad Económica Europea se establecieron un plazo de 12 años para su desarme arancelario, que logran concretar, sin embargo, el 11 de junio de 1968, estableciéndose un arancel externo común.

En 1979, la entonces Comunidad Económica (integrada ya con nueve países miembros) crea la denominada Serpiente Monetaria – un acuerdo que ligaba la relación cambiaria de sus monedas – y se realizan las primeras elecciones directas de parlamentarios europeos.

El proceso se continuó en ajustes y cumplimiento de lo que se iba acordando no sin esfuerzo y paciencia de todas las partes involucradas.

El 7 de febrero de 1992 fue firmado en la ciudad holandesa de Maastrich el Tratado de Unión Europea., entrando en vigencia el 1 de noviembre de 1993. Se introducen por éste Tratado diversas reformas al diseño de relacionamiento de los miembros del mismo. Se reconfiguran las “tres comunidades” (CECA; CEE y CEEA, cambiándosele, asimismo el nombre a la primera al quitarle la referencia económica) y se crean las áreas de cooperación en la política externa (Política externa de Seguridad Común –PESC) y de política interna. Se extiende la “ciudadanía” europea para la posibilidad del voto en el Parlamento Europeo, independientemente del lugar de residencia del votante.

El Tratado de Amsterdam fue suscrito el 2 de octubre de 1997 y entró en vigor en los quince países comunitarios el 1 de mayo de 1999.

En el lapso hasta la aprobación de éste último, debe recordarse el Acta Única y el Acuerdo de Schengen. Pero en Amsterdam se decidieron cosas importantes como la ampliación de las áreas de decisión conjunta – por mayoría calificada - así como los votos que corresponderían a los entonces 15 miembros en las resoluciones comunitarias: Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña, cada uno con 10 sufragios; España 8; Holanda, Grecia, Portugal y Bélgica 5; Suecia y Austria 4, Dinamarca, Finlandia y Irlanda 3 y Luxemburgo 2, totalizando 87 votos. La mayoría cualificada significa un total de 62 votos o sea 71% del total. 

[viii] Es de destacar que, durante el intercambio de opiniones en el Senado, que precedió a la aprobación por unanimidad del Tratado de Asunción, dos de sus miembros, los senadores Juan Carlos Blanco (Partido Colorado) y Walter Santoro (Partido Nacional), hicieron referencia a la Convención Preliminar de Paz de 1828. Ello ocurrió en la sesión del 9 de mayo de 1991.

Expresó al respecto el representante de la Unión Colorada y Batllista y ex canciller, destacando previamente algo fácilmente refutable si tomamos en cuenta la visión de los hechos más que de las palabras y luego de una observación algo peculiar desde que lo fundamental fue nuestra Declaración de Independencia: “No necesitamos retrotraernos muy lejos en el tiempo para ver la tradicional rivalidad que se daba entre nuestros vecinos en distintos campos. Inclusive, uno tenía la sensación de que la Convención Preliminar de Paz de 1828, entre el imperio del Brasil y las Provincias Unidas, nunca había llegado a implementarse totalmente”.

Por su parte, el senador Walter Santoro, en su intervención, dijo: “Concordamos con lo que expresó el señor ministro de Relaciones Exteriores en la Comisión que estudió el Tratado del MERCOSUR en cuanto señaló: ‘Además, creo que la consideración de este texto, de este importantísimo Tratado internacional - y personalmente creo que éste es el Tratado más importante que el Uruguay ha firmado luego de otro, que nuestro país no firmó, pero que marcó su destino histórico; me refiero a la Convención Preliminar de Paz- es fundamental’.

Se le compara – agregó el senador nacionalista - nada menos que con la Convención Preliminar de Paz, que el Uruguay no firmó pero que significó la apertura para recoger la realidad de un país que quería ser tal, que tenía una conciencia, un alma colectiva y un ser nacional.

Por tanto – concluyó al respecto Walter Santoro -, queremos significar la transcendencia, la importancia, la fundamental trayectoria que en el orden histórico va a significar este Tratado y por eso lo queremos enmarcar dentro de lo que el Uruguay ha hecho en su proceso histórico”.

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