La Fuerte Fragilidad
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URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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La Fuerte Fragilidad

No obstante esa intensa relación ilegal pero para nada clandestina, con el tiempo, el ambiente de incomprensión mutua entre ambos polos subregionales llegó por momentos a convertirse en hipótesis de inciertos conflictos, los que se tradujeron – según algunos hermeneutas - sólo en desatenciones de obras de infraestructura en la frontera, sobre todo en la parte argentina. Y a ver – ya mucho después - a nuestra ruta 26, que atraviesa transversalmente el país, como una facilidad negativa, un flanco peligroso a su seguridad nacional. Pero nunca se pasó a mayores. Tal vez por eso llama la atención lo expuesto por nuestra clase política en diversas ocasiones y desarrollado en las sesiones del Senado[i] que culminan en la aprobación del Tratado de Asunción, en el sentido que el acuerdo era análogo al suscrito entre Alemania y Francia. Nadie expresó su disidencia ante tamaño desacierto. Para el caso, más que el carácter de las relaciones entre los países, debió tomarse en cuenta cómo eran estos. Lo irregular en el área no fue una historia de enfrentamientos entre las partes contratantes sino una historia de inestabilidades – políticas, económica, financieras, etc – de su vida nacional. Sin olvidar las profundas asimetrías que las peculiarizan, si no tomamos en cuenta el acontecer africano.

Tal vez el momento de mayor fragilidad dentro de un estirado concepto de marco de convergencia zonal ocurrió cuando fue nuevamente canciller argentino, Estanislao Severo Zeballos (1854-1923)[ii]. El mismo que sostuvo que no teníamos los uruguayos derecho a usar el Río de la Plata, salvo en su marea alta. De otro modo, estaríamos bañando en aguas argentinas, inutilizada una mano a los efectos natatorios para sostener seca nuestra documentación que nos acreditaba como extranjeros..... Pero lo detiene el barón de Río Branco. Doctrina Zeballos se llamó a esa repugnante vómito de las relaciones platenses. 

Zeballos ya se había enfrentado al entonces embajador José María Da Silva Paranhos, barón de Río Branco, cuando el laudo del presidente de los EE.UU. Grover Cleveland[iii] (1837-1908) emitido el 5 de febrero de 1895 y referido a la división de las tierras y ríos en litigio en Misiones, el que favoreció la posición de Brasil[iv]. Desde entonces Zeballos pareció alentar - finales del siglo XIX - un resentimiento anti brasileño que lo llevó a imaginar incluso una invasión a nuestro vecino norteño y a planificar el desfile victorioso de las tropas argentinas por la ciudad de Río de Janeiro. Fue durante la presidencia del cordobés José Figueroa Alcorta (1860-1931) y cuando protagoniza los problemas con nosotros. En realidad, no solamente con nosotros. Enrarece la relación con Brasil y con Chile debido a las posiciones que sostiene.

Claro que Zeballos tenía experiencia en estas cosas. Fue también ministro de Carlos Pellegrini (1846-1906), que durante su presidencia (1890-1892) lo destituyó en los hechos, designándolo en otro Ministerio, cosa que rechaza Zeballos, retirándose del gabinete. Antes, lo había sido brevemente de Juárez Celman, Unos años después, retorna Zeballos a su cargo.

A poco de iniciado el gobierno de Figueroa Alcorta (1906-1910)[v] se deterioran las relaciones con Brasil y poco después se hace lo propio con nuestro país.

En el caso de Uruguay resultan las tensiones de la peculiar tesis, compartida también por el ministro de Marina, el contralmirante Betbeder. De inicio se presentaron tres casos: el de la pesca industrial argentina en nuestras costas, el naufragio del buque argentino Constitución frente a Colonia – oportunidad en que no le fue permitido al gobierno uruguayo asistirlo -, y ejercicios de guerra realizados por la Armada argentina entre la Isla de Flores y el banco Inglés.

En todos los casos, más explícito en unos, menos en otros, se nos negaba jurisdicción sobre la aguas del Río de la Plata.

Es recién en 1908, sin embargo, que se toma cabal conciencia de la posición de Zeballos al divulgar Eduardo Acevedo Díaz el texto de un discurso pronunciado por aquél, en 1906, ante una Junta de Notables convocada por el presidente Figueroa Alcorta debido al estado negativo de las relaciones con Brasil.

En el seno de ésta es que Zeballos expone sus ideas de dominio exclusivo de la Argentina sobre todo el Río de la Plata.

De inmediato, en la propia Argentina, el diario La Nación, en concordancia con lo sostenido por su fundador y por Rufino de Elizalde que fuera canciller durante la presidencia de Bartolomé Mitre, se opone a la peregrina interpretación zeballista.

En Montevideo, el impacto generado dio lugar a diversas acciones y a una explicable y justificada indignación del gobierno y la opinión pública. En la nuestra y en la brasileña desde que se tenía presente la hostilidad del gobierno argentino, en reiterada posición que había llevado a Río de Janeiro a la compra de diversos acorazados en Inglaterra.

Nuestro gobierno estaba presidido por Claudio Williman (1863-1934) siendo su ministro de Relaciones Exteriores Jacabo Varela Acevedo quien renuncia al cargo por entender que se debía Uruguay romper relaciones con el gobierno argentino. Actitud ésta que preocupa a Batlle y Ordóñez desde que el ministro renunciante había sido su secretario privado y él mismo era considerado anti argentino. No quería que su posición al respecto se dedujera de esas circunstancias.

Le sobraban razones a don Pepe para la postura que le era atribuida, justificada por su opinión sobre los gobiernos de la vecina orilla - los cuales cuando no eran fuertes causantes directos de las crisis que vivimos lo eran de manera débilmente indirecta -, su rechazo a la peregrina idea de la “patria grande” (él pretendía crear un “pequeño país modelo”) y su permanente búsqueda por la participación de la gente en las actividades políticas, convirtiéndola en actora – a través de los partidos políticos – del proceso de adopción de políticas públicas.

El calificativo de anti argentino, no obstante, era excesivo. Su posición respecto a Brasil se puede decidir que estaba dictada por las mismas preocupaciones. Aún cuando el permanente suministro de armas a los revolucionarios nacionalistas y la consecuente ruptura de la neutralidad del gobierno de Buenos Aires durante su gestión presidencial alejó a Batlle aún más del grupo oligárquico porteño, por el cual sentía un profundo rechazo moral e ideológico.

Para Batlle y Ordóñez era importante el mantenimiento del equilibrio ante los dos gobiernos para asegurar el desarrollo uruguayo autónomo.

Sucedió a Varela Acevedo en el Ministerio Antonio Bachini (1860-1932) quien había sido director y redactor de publicaciones argentinas, sosteniendo en su momento diversas polémicas periodísticas con el propio Zeballos. Independientemente de ello, fue Cónsul General uruguayo en Buenos Aires, antes de ser ministro, y diputado en diversas ocasiones.

Posteriormente, en la segunda postulación presidencial de José Batlle y Ordóñez – la de 1910 - Bachini, candidato frustrado contra aquél pese a que decía apoyarlo, es quien imagina y contribuye sin éxito al retorno del pretorianismo militar en conjunción con el levantamiento nacionalista de octubre de 1910. Pero no logra el respaldo de oficiales colorados no obstante sus firmes lazos con quienes acompañaron los gobiernos de Tajes y Herrera, y el supuesto e incierto malestar .de jefes militares de prestigio contra el retorno a la Primer Magistratura de quien había sido su jefe, como lo era el general Pablo Galarza (1851-1937), héroe de las jornadas de Tupambaé (22-24 de junio de 1904). La idea de Antonio Bachini debió esperar casi sesenta y cinco años para poder conocer la realidad: febrero y junio de 1973.

En ese levantamiento nacionalista de 1910 no podía estar ausente Zeballos. Según deja constancia el hijo del caudillo blanco Basilio Muñoz: “Mi padre vio al Ministro de Relaciones Exeriores de la Argentina, Etanislao Zeballos, (gran amigo suyo y padrino mío) que estaba comprometido a apoyar la revolución blanca. Porque si ésta hacía pie, era muy posible que el gobierno uruguayo pidiera el apoyo del Brasil. Y el viejo pleito del Brasil y la Argentina llevaría a los hechos. Y el sueño de mi padre, con el compromiso del ministro Zeballos, era el de renegociar las fronteras de Uruguay”[vi].

Williman desarrolla – ante esos hechos - una importante e intensa ofensiva diplomática fortificando el relacionamiento con Brasil e intentando separar la posición del canciller argentino, en el caso, de la del gobierno del vecino país. Y el éxito corona esas gestiones. Zeballos termina separado del cargo, y poco tiempo después Figueroa Alcorta termina su mandato resultando electo Roque Sáenz Peña. Un hombre serio que asegura la neutralidad de Argentina. Brasil ya había cerrado sus fronteras. 

Nuestro país tuvo diversos momentos en que conoció de una política externa de acuerdo con las características del “barrio”. Experiencia que, desde luego, también fue dejada de lado.

Una vez que las compradas embarcaciones de guerra llegaron a Brasil, y en el mensaje de inauguración del período parlamentario de 1908, el presidente brasileño Afonso Penna (1906-1909)[vii] da cuenta que se dieron inicios a las negociaciones diplomáticas encaminadas a la rectificación de los límites con nuestro país.

Se daba así cumplimiento a lo acordado por el barón de Río Branco con la delegación uruguaya presente en los festejos por el décimo octavo aniversario de la instalación de la República realizados en noviembre de 1907, y en aplicación del Tratado de Límites de 1851 que refería a la posibilidad de cesión por parte del Brasil de lo que entonces “se reconocía como frontera desde 1801”. Lo acordado entre España y Portugal. Así es que, “de motu propio”, ajusta Brasil los límites en el río Yaguarón y en la Laguna Merín, comprometiéndose los dos países a no construir fortificaciones en sus márgenes. El Tratado de Rectificación de Límites fue firmado en Río de Janeiro, en octubre de 1909[viii]. Actitud que llevó posteriormente al gobierno argentino a cambiar de posición respecto a nuestra presencia en el Río de la Plata. Justo es decir que esta absurda actitud de Buenos Aires encontró la firme oposición de múltiples personalidades argentinas.

[i] Las sesiones se desarrollaron en mayo de 1991. 

[ii] Estanislao Severo Zeballos nació en Rosario, Santa Fe en julio de 1854 y murió en Liverpool, Inglaterra, en octubre de 1923. Fue un hombre con diversas inquietudes y alguna que otra obsesión. Por las primeras fue reconocido como impulsor en Argentina de academias de Ciencias y estudios del Derecho; por las segundas recibió lo propio a su racismo, su antiliberalismo político, los conflictos que intentó generar en el campo internacional, vasta actividad negativa que desarrolló tanto como miembro de diversos gabinetes ministeriales argentinos como en el diario La Prensa de Buenos Aires. Fue diputado durante 12 años y tres veces ministro de Relaciones Exteriores. Cuando la presidencia de Juárez Celman (durante un breve lapso), Carlos Pellegrini y Figueroa Alcorta. Antes de asumir como ministro del último presidente argentino citado, fue representante de su país ante la Corte de Justicia de La Haya. 

[iii] Glover Cleveland, perteneciente al Partido Demócrata, fue dos veces presidente de los EE.UU. La primera vez, entre 1885 y 1889. En 1888 fue derrotado por el republicano Benjamín Harrison. La segunda ocasión que ocupó la Casa Blanca fue en el período 1893-1897. Una muy importante depresión económica se presentó a este jefe de Estado defensor a ultranza de la libertad comercial. En 1896 fue derrotado por amplio margen votos por el proteccionista Guillermo McKinley quien recuperó la economía. Los republicanos permanecieron en el poder desde entonces hasta 1930. 

[iv] Al comienzo de la primera república en Brasil, la posición adoptada por el ministro de Relaciones Exteriores del gobierno provisorio y presidente del partido republicano, senador Quintino Bocayuva era la de dividir la región disputada, ubicada en Misiones. El acuerdo ad referéndum fue alcanzado en Montevideo, en enero de 1890, participando por Argentina el ministro de Relaciones Exteriores Estanislao Zeballos. Sin embargo, el partido monárquico brasileño se opuso al mismo obligando a ir a lo anteriormente acordado: el laudo del presidente de los EE.UU. 

[v]Completa el mandato de Manuel Quintana (1836-1906), quien fallece en el segundo año de su asunción de la Presidencia. 

[vi] Fernando Aparicio. Basilio Muñoz – Caudillo blanco entre dos siglos. Arca 1984. 

[vii] Afonso Penna (1848-1909) nació en el Estado de Minas Gerais. Fue ministro durante la Monarquía por el partido liberal. Ocupó las carteras de Guerra (1882), de Agricultura (1883) y de Justicia (1885). Durante la República, gobernó su estado natal (1892-1894), dirigió el Banco de Brasil (1895-1898). Nilo Peçanha fue quien terminó su mandato. Lo sucedió como presidente Hermes Rodrigues de Fonseca (1910-1914) quien debió refinanciar la deuda externa brasileña. 

[viii] Los festejos llevados a cabo en Montevideo por la actitud de Brasil llevaron, entre otros homenajes, a la designación de la Avenida de los Pocitos como Avenida Brasil y a la denominación de una calle céntrica que recuerda al canciller brasileño: Río Branco.

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