Nacionalismo Portugués
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Nacionalismo Portugués

Fue una experiencia de convivencia forzada, y dolorosa para los lusitanos, quienes no pudieron esperar que se agotaran los descendientes de la casa de los Austria (lo cual ocurre en España con Carlos II “El Hechizado”) y se levantan contra la presencia de la corona española. De hecho, el nacionalismo portugués puede decirse que tuvo en lo anti español una de sus fuertes raíces, precisamente apoyado en esas experiencias históricas o en las lecturas así realizados de lo vivido.

Es cierto que se sufrieron nuevamente cataclismos, se padeció la peste y hubo hambruna durante los inicios del gobierno de Felipe III de España. Pero la situación de relegamiento era una decisión política, como la violación de lo acordado por su padre Felipe II en 1580 ante las Cortes de Tomar donde jura como rey portugués, con el nombre de Felipe I.

De éste 1580 peninsular se nos observa también: “de 1580 hasta el día, cuanto en España acontece es decadencia y desintegración. El proceso incorporativo va en crecimiento hasta Felipe II. El año vigésimo de su reinado puede considerarse como la divisoria de los destinos peninsulares. Hasta su cima, la historia de España es ascendente y acumulativa; desde ella hasta nosotros (1921), la historia de España es decadente y dispersiva. El proceso de desintegración avanza en riguroso orden de la periferia al centro.[i]” 

En lo que respecta a los dominios de ultramar y al Brasil en particular, la presencia de los Austria (al menos los dos últimos) en el trono portugués supuso si no lo opuesto, algo diferente al sentimiento que tenían los lusitanos en Lisboa sobre la misión que debían ellos cumplir y que España ya dejaba de percibir a estar a la cita anterior.

En este sentido, es de tener presente, sin embargo, la gran expedición transatlántica que se forma en 1625, bajo el reinado de Felipe IV de España y III de Portugal, integrada por 70 navíos y 12 mil soldados portugueses destinada a desalojar a los holandeses de Bahía (Brasil), cosa que logran. Pero al poco tiempo, vuelven aquellos a instalarse. Incluso los franceses logran poner sus reales en la costa brasileña y asolarla con sus bucaneros. Los ingleses lo harán respetando sus tradiciones: a través de piratas y Tratados leoninos.

Si bien, pues, franceses y holandeses[ii] se aprovecharon de la indefensión que en los hechos vivió la colonia portuguesa, la imprecisa demarcación que supuso el Tratado de Tordesillas se profundizó en lo que respecta a los portugueses, quienes actuaron, en ocasiones, como si el resto de América, más precisamente, el virreinato de Lima les perteneciera.

Se ve a lusitanos filtrar zonas importantes del territorio norte y litoral de lo que hoy es la Argentina, Uruguay y lo que luego, consolidándolo en su favor, se convirtió en Río Grande del Sur. Debe recordarse que incluso la Isla de Santa Catarina era escala de los barcos españoles y territorio de España cuando los Austria asumen en Portugal.

Buenos Aires, por ejemplo - que fue fundada en 1580 por unas decenas de paraguayos (hubo algún criollo de otro origen y dos o tres españoles) y más de doscientos indios misioneros -, conoció rápidamente la presencia lusitana y de judíos portugueses.

Claro, estos datos no integran habitualmente la versión oficial de la historia argentina, pero esta circunstancia no disminuye el hecho, hace eventualmente extraña o curiosa, la omisión.

Las historias de nuestros países desbordan de silencios análogos. ¿Quién recuerda que Montevideo fue fundada por un puñado de personas provenientes de Buenos Aires y dos mil indios tapes? No muchos. Incluso en ocasiones parece percibirse la curiosa idea que nuestro territorio fue colonizado por importantes contingentes de españoles que habrían venido en los primeros tiempos de la existencia montevideana. Por supuesto que poco o nada se recuerda que la primera fundación fue realizada por portugueses. A las escondidas, desde ya. Igual que en Colonia, pero después de ella.

[i] José Ortega y Gasset. Op. cit. 

[ii] Por ejemplo, los holandeses ocuparon Bahía (1624-1625) y Recife (1630-1654)

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