De Los Polvos a Las Bulas
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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De Los Polvos a Las Bulas

La cuestión había comenzado con las Bulas Donativas[i] emitidas durante el papado de Alejandro VI (1492-1503) y una distracción de la Corte de Lisboa referida al viaje que les propuso Colón, cuyo financiamiento y respaldo rechazaron.

Tal vez el error lo cometió el tío de Juan II, Enrique El Navegante (1394-1460) quien se encargaba de esos temas pese a que no solamente nunca se embarcó en toda su vida, sino que además no le se le conoce fielmente, al menos, ningún baño de mar. No obstante lo cual, este navegante de tierra firme organizó todas las expediciones navales lusitanas. Y a su dedicación debe Portugal su iniciación efectiva en la tarea marítima que permitió luego su esplendor. Paradojas de la vida a la que siguen apostando muchos gobernantes de hoy en día.

Lo cierto es que entre mayo y setiembre de 1493 el muy valenciano papa Borgia, Alejandro VI, accede al pedido de Fernando. Y la voluntad pontificia fue acompañada de un inusitado despliegue castellano: la poderosa flota de Vizcaya comenzó a recorrer la costa portuguesa, la nueva expedición de Colón fue fortalecida y movimientos de tropas aparentaban una seguridad de contundente respuesta a cualquier actitud lusitana contraria al laudo pontificio.

Pero los portugueses no se amedrentaron o, lo que es más probable, percibieron en ello una muestra de debilidad castellano-aragonesa. Mientras Francia miraba, viéndose ya ante la posibilidad de hacer suya una parte del sur de Italia.

Los Reyes Católicos, como señalamos, poco después de esos simulacros suscribieron sin mayor discusión el Tratado de Tordesillas, que permitió a Portugal acceder a una punta, la superior, de lo que es hoy Brasil. Lo que en términos militares se diría una cabecera de puente en América. Era suficiente. El resto sería, en el papel, todo de Castilla si se iba desde las Islas Canarias hacia el Oeste. Si no, no. Y esto con limitaciones. Ya entonces la información hacía la diferencia: los portugueses tenían mucho más conocimiento del Océano Atlántico que los sabios de la mediterránea Castilla.

Los portugueses, asimismo, reafirmaron la rendija que el papa les había mantenida abierta, tal vez arrepentido del abuso que suponían sus últimas Bulas o sabedor ya que toda exageración es efímera, incluso para el conocimiento de la época: Si se descubrían tierras por la ruta del Este, lo que se encontrara sería de la corona de Lisboa. De ahí, tal vez, la preocupación castellana, efectivizada en hechos, de concentrar sus esfuerzos colonizadores en la costa americana del Pacífico. Para la explotación del oro y la plata le bastaba con los repartimentos. El sur, se puede decir, era así también de Portugal. Al sur de las Canarias se entiende, que era por donde se tomaban las rutas que conducían al Cabo de Buena Esperanza y desde allí al Oriente y sus especias.

[i] Fueron cuatro las apresuradas Bulas aprobadas por Alejandro VI: Dos llamadas Inter Caetera, y las conocidas como Eximia Devotionis y Dudum Siquidem. Fueron aprobadas entre mayo y setiembre de 1493 y no eran complementarias. Es decir, o significaban alguna corrección de la anterior o una aclaración.

Debe tenerse presente que los portugueses ya le habían ganado de mano a los españoles en esta cuestión de la división del mundo. En efecto: las Bulas Romanus Pontifex (1455) e Inter Caetera (1456) privilegiaban la presencia portuguesa y relegaban a Castilla. Pero ésta se encontraba absorbida por problemas intestinos. Era el reinado de Enrique IV casado ya con Juana de Portugal, hermana del monarca portugués Alfonso V. La hija de ambos, que debía ser coronada reina de Castilla es la que desplaza con un golpe de Estado, la que luego sería Isabel La Católica, que en estas cosa del poder no resultó nunca muy católica. Sí muy práctica. Como la mayoría de los papas, en suma.

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