URUGUAY
UN DESTINO INCIERTO
Jorge Otero Menéndez
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DOS AÑOS ANTES
En la Asamblea General electora de presidente de 1911, don Pepe votó por Ricardo J. Areco (1866-1925), quien siendo vicepresidente del Senado se encontraba ejerciendo su Presidencia, mientras que el jefe de la campaña presidencial de Batlle y Ordóñez, Feliciano Viera (1872-1927), presidente de la Cámara Alta, no estaba presente en dicho acto, como medida precautoria. Si se concretaba con éxito la amenaza que pendía sobre la vida de Batlle, Viera habría asumido como presidente interino de la República ese primero de marzo de 1911[i].
El futuro y la ambición hicieron que luego, en distintos momentos, los tres allegados a Batlle recién recordados terminaran, más temprano uno que los otros dos, traicionando el pensamiento que los reunía. Pedro Manini el primero, casi socialista entonces, prácticamente en la extrema derecha del pensamiento político después, no sin antes hacer de una pregunta, el lema de su posición: ¿Somos socialistas o somos colorados? Feliciano Viera y Ricardo J. Areco, públicamente al menos, bastante después de la derrota colegialista de 1916.
Ninguno de ellos podía alegar que descubrieron en Uruguay, cuando su retorno para la segundo presidencia, un Batlle distinto al que imaginaron, convivieron, visitaron o le escribieron mientras éste vivía en Europa.
No solamente estaban al tanto de sus ideas. Les constaba su consolidación. Tal el caso de su reforma del Poder Ejecutivo que, como dijera Newton de sí mismo, Batlle se encontraba al respecto ”nocte dieque incubando” por lo que, cuando visita Suiza, la organización institucional de ésta fue su Eureka: se le manifestó, claramente, lo que le daba vuelta obsesivamente en su cabeza. Es decir, cómo concretar la despersonalización del poder[ii], darle participación activa a los partidos y terminar con las inestabilidades políticas que impedían la concreción del “pequeño país modelo” que anhelaba. Pero no era la suya una copia del formato gubernativo helvético, como él mismo señaló cuando se le destacó dicha circunstancia.
[i] Por entonces, el nacionalismo, además de ver derrotado su levantamiento de octubre de 1910 - en que la neutralidad argentina fue total, contrariamente a lo ocurrido en 1904 - y de haberse antes aprobado en su beneficio una legislación electoral que instaló por primera vez el llamado doble voto simultáneo - habilitando la dilucidación de las disidencias internas en las urnas, acumulando sus votos bajo el lema común (1) - decide igualmente abstenerse.
De ahí que Batlle fuera elegido por prácticamente la unanimidad de los parlamentarios.
La elección de diputados y la correspondiente a senadores se llevó a cabo el domingo 18 de diciembre de 1910.
La disputa comicial, al abstenerse los nacionalistas, se limitaba a la pugna por los cargos de la minoría entre el grupo católico y el Partido “Coalición liberal-socialista” que tenía como punto de sutura la separación de la Iglesia del Estado, cuya lista de candidatos estuvo encabezada por el liberal Pedro Díaz, siguiéndolo en el segundo lugar el socialista Emilio Frugoni.
Forman parte de esta alianza personas que luego y por diversas razones ocuparán distintos e importantes cargos en la vida del país(2). Algunos de ellos en posiciones políticas antagónicas o viviendo chocantes sinuosidades.
En aquél entonces el color verde distinguirá a la Coalición, heredándolo luego una parte de ella, el Partido Socialista, hasta el presente. El Partido Liberal de 1910 desaparece poco después y el socialismo no obtendrá representación en los comicios subsiguientes.
En esta elección del 18 de diciembre la Coalición prácticamente obtiene dos veces y media los votos de la agrupación católica, que es encabezada por Juan Zorrilla de San Martín y Joaquín Secco Illa.
(1) La Ley de Elecciones Políticas de 4 de julio de 1910 establece en su art. 5: Todo elector deberá votar simultáneamente por el partido político permanente o accidental a que pertenece, y por los candidatos. Las listas que no se ajusten a ésta exigencia serán nulas y no se computarán en ninguna de las operaciones de escrutinio.
Los electores podrán agregar al lema de un partido el sublema o las denominaciones que juzguen convenientes para indicar tendencias dentro de su partido político.
(2) Integra como tercer candidato de la lista votada por más de setecientos montevideanos ese 18 de diciembre, en nombre del Partido Liberal, Carlos Vaz Ferreira. Figuran asimismo en ella, Juan P. Fabini como octavo suplente, el cordobés Francisco Ghigliani – postulado en el quinto sitio para el Colegio Elector de Senador por Montevideo -, Alfredo Navarro, Ovidio Fernández Ríos, Pedro V. Hardoy, Edmundo Narancio, Alfredo Vidal y Fuentes, Juan Álvarez Cortés, Juan Rocca, Enrique Llovet y Orestes Baroffio, entre otros.
[ii] Esta suerte de obsesión de Batlle y Ordóñez, que se manifiesta en diversos planteamientos políticos previos a su presentación del colegiado y con mayor vehemencia e insistencia en la discusión por el Ejecutivo pluripersonal convierte en injustificada – peor aun , en estéril - la observación que a partir de 1916 se exorciza el poder. Es notable la imaginación y el esfuerzo realizado por algunos para negar los hechos y sustituirlos por interpretaciones caprichosas.
