Visión de Fuera y Debate Dentro 
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Visión de Fuera y Debate Dentro 

En el otro caso de crisis que veremos, concebida también a escote entre nuestros vecinos y una situación política nacional de funcionamiento cupular, de un reducido círculo político[i], se produce, paradojalmente, cuando conoce su pre-estreno la política de masas. Esto es, con Julio Herrera y Obes.

Con motivo del mensaje presidencial a la Asamblea General, en 1891, el cónsul de EE.UU. en Uruguay, Mr. Hill informa al Departamento de Estado de la situación que vivía nuestro país, haciendo también referencia a las circunstancias que precedieron a la crisis que se estaba desarrollando y señala nuestra balanza comercial.

Su nota, dice al respecto Nahum, “contiene algunas afirmaciones interesantes sobre las condiciones financieras de la República, que bien vale ser consideradas por quienes opinan que debería haberse demandado del Gobierno uruguayo mejores términos que los establecidos en el Acuerdo del 26 de agosto de 1891[1]”

A continuación transcribe parte del informe del cónsul estadounidense, Mr. Hil[2]l: “.... el servicio de la Deuda Nacional en Londres requería la remisión anual de $ 6.700.000. Las ganancias de los Tranvías y Servicios Ferroviarios, de las grandes empresas industriales, tales como la Compañía de Gas de Montevideo y la planta de extracto de carne Liebig, en Fray Bentos, se llevaron el Oro fuera del país para colocarlo en los bolsillos de los Tenedores Extranjeros del Stock. Además, grandes cantidades de Títulos de la Nación se orientaron hacia fuera del país. ...... Mientras que en enero de 1888, en ambos mercados se mantuvieron cerca de 5.000.000 de libras del Empréstito Unificado, para fines de 1890 la circulación en Montevideo se había hundido a 2.145.000 libras y las tenencias en Londres habían aumentado a 8.577.100 libras. El Empréstito Unificado, como todos los empréstitos frescos y los Títulos estatales que se venden en el extranjero, en primera instancia sirven como dinero, y aunque agregan mucho a la acumulación de deuda que se carga al futuro, en el momento inmediato actúan como alivio para el mercado y defensa del stock de metálico. Y así continúa el país, siempre descontando a futuro, agregando impuestos en tiempos de paz que se pagarán en la posteridad, con la esperanza que amanezca el día cuando un superávit de producción, tras cumplir las demandas del consumo, sea adecuado para la liquidación de viejas deudas de otra forma que no sea pagando un empréstito con la negociación de otro.

(....)

Que el volumen de circulante ha sufrido una violenta y abrupta contracción en los últimos años es un hecho que está más allá de toda duda.

(....)

.... en tanto en 1889 los Bancos tenían en sus bóvedas, en papeles convertibles y metálico entre $28.000.000 y $30.000.000, en 1890 el circulante medio se restringió a $11.300.000, de los cuales $8.000.000 permanecían en la Cajas de Seguridad del Banco, quedando en circulación efectiva solamente $3.500.000”.

(...)

 “El Jefe de la Oficina de Estadística ha estimado que para 1889 la población del país era de 711.656 y el censo realizado en 1889 muestra que de los mismos 214.682 son habitantes de Montevideo. Tomando la población en 700.000 –cifra incuestionablemente elevada- tenemos un endeudamiento per cápita de cerca de $ 143, lo cual coloca a Uruguay al frente de los países más endeudados del mundo.

La comparación con los pasivos de sectores completos de un país resulta instructivo, y puede servir para arrojar luz sobre la verdad del asunto aquí. en 1880, las Deudas Estatales de todos los Estados de Nueva Inglaterra unificados alcanzaron a $ 49.950.926; las Deudas de este sector (Estado, Distritos, Ciudades y Municipios) llegó a $ 163.871.627. Las Deudas Estatales del conjunto de los Trece Estados Sureños- que ha sido tan onerosa que se llegó a sugerir su repudio como único remedio- llegaron a $ 220.048.715. Las Deudas de los Estados del Oeste, cuya condición de incipiente formación, y urgentes necesidades actuales los vuelven naturalmente prestatarios, como los Sudamericanos, llegan a $ 35.262.432, siendo su pasivo de Estado, Distritos, Ciudades y Municipios de $227.403.648.

Las Deudas Públicas de los Estados y Territorios del Pacífico alcanzan a $ 4.202.586 y su Deuda total (del Distrito estatal y territorial, ciudades y municipios), llega a $ 25.061.598. Considerando separadamente uno de los Estados, el joven Estado de Minnesota, que posee cerca de 12.000 millas cuadradas más de territorio que Uruguay, y probablemente el doble de su población, y una capacidad de pago inmensamente mayor si se considera su fuerza latente, encontramos que su endeudamiento total llegó en 1880 a $ 8.476.664”.

 

De las crisis económicas vividas en el período que va de una a otra administración se hace referencia en las Cámaras cuando la discusión, en 1891, de la reprogramación de parte sustancial de nuestra deuda externa[ii], la cual, como ya había acontecido antes, vio suspendido el pago de sus servicios. En consecuencia, lo que se repite en la actualidad hasta el cansancio de los oyentes respecto a que el Uruguay siempre honró sus compromisos financieros internacionales es inexacto.

Sobre esas Cámaras, las primeras que integra, José Batlle y Ordóñez[3] se forma a poco una idea muy clara: “era refractaria a la discusión. Hacía repetidas manifestaciones de disgusto cuando se discutía. Quería aprobar los proyectos de gobierno y nada más. Era una Cámara que no pensaba ni quería pensar.”

En su propio seno dirá:

-“Sr. Batlle y Ordóñez: - En esta Cámara soy el menos indicado para provocar reformas....

- Sr. Rodríguez (Don Antonio M.)[4] – El señor Diputado se halla no obstante preparado ....

- Sr. Batlle y Ordóñez – Voy a hacer algunas ligeras rectificaciones a lo que acaba de manifestar el Diputado Sr. Rodríguez.

Creo formar parte de la minoría; a lo menos, casi siempre que he votado en esta Cámara, me he visto en derrota, y por tanto, me parece que puede levantar el cargo que a la minoría se hace.

La acusa el Diputado Sr. Rodríguez, de que no ha presentado ningún proyecto, de que no ha hecho ninguna ley. Pero ¿cómo puede presentar proyectos, hacer leyes la minoría, si sabe de antemano que esos proyectos van a ser rechazados, que esas leyes no van a ser sancionadas?”

 

 

En la Cámara de Representantes[5] el debate sobre la Deuda externa se lleva a cabo en dos sesiones – el miércoles 16 y el jueves 17 de setiembre de 1891 – si bien se aborda, sustancialmente, la propia reestructura de títulos públicos propuesta por el gobierno[6].

Paralelamente a esa última sesión Batlle y Ordóñez sostenía en El Día respecto a la situación económica del país y las medidas adoptadas por la administración de Herrera y Obes: “Reduzcamos nuestros dispendios.... Pero no debemos detenernos ahí. Nuestra situación económica exige remedios más enérgicos aún: No basta disminuir los gastos. Paralizado cada vez más el trabajo en toda la República; aminoradas las rentas públicas en consecuencia; esa disminución no va a dar quizás otro resultado que el de equilibrarnos con las entradas. Quizás, ni ese mismo resultado. La más abundante fuente de riqueza, no es tanto la de limitar nuestras erogaciones, como la de aumentar nuestros productos. Es necesario habilitar al país, habilitar a la ganadería, habilitar a la agricultura, habilitar a las industrias para el trabajo. Es necesario introducir en el mecanismo de nuestra vida económica ese aceite que se llama moneda, medio circulante, tan indispensable a su movimiento como lo es para las maquinarias de la industria el verdadero aceite, que disminuye los roces y conserva los rodajes...”

Participaron de la polémica los legisladores Eduardo Zorrilla, electo por el Departamento de Rocha[7], José Ramón Mendoza[8] que lo era por Paysandú[9], Marcelino Izcua Barbat, José Batlle y Ordóñez[10] [iii],Tulio Freire[11] (quien hace el aporte de un “apoyado”), Luis María Gil[12], Antonio María Rodríguez[13],el ministro de Hacienda, Carlos María Ramírez[14] y el de Fomento, Juan Alberto Capurro[iv].

El diputado por Rocha Eduardo Zorrilla fue quien primero intervino luego de la exposición del miembro informante de la Comisión de Hacienda de la Cámara que estudió el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo, Antonio María Rodríguez[v].

En el transcurso de la misma[15] emergió, como no podía ser de otra manera, el monto de lo que se pagaría efectivamente por la intermediación en la conversión de deudas y quiénes participaban de ella – además del ex presidente José Ellauri que había sido enviado a Londres en misión especial para tal fin por el Poder Ejecutivo y nuestro representante en la capital inglesa, Alberto Nin. Esos dos temas ocupan la atención de los diputados que utilizan la palabra, casi con la misma intensidad que sobre la negociación financiera y los antecedentes del país en situaciones análogas [vi].

Dos días después de ser aprobado dicho proyecto por la Cámara de Representantes, es tratado el mismo por el Senado.

El miembro informante de la comisión de Hacienda de dicha rama Legislativa fue Juan Lindolfo Cuestas – siendo ésta integrada también por el hermano del presidente de la República y del presidente de la Cámara de Representantes, Lucas Herrera y Obes y Juan Idiarte Borda.

Durante el transcurso de las varias reuniones de este Cuerpo legislativo, nuevamente fue abordado el asunto de quiénes eran los comisionistas y porqué se pagaba comisión sobre montos que no habían sido negociados. El negociado del Ferrocarril Oeste y las ventas e inconvenientes de la conversión de deuda que se discutía.

El debate es iniciado por el senador nacionalista por Treinta y Tres, antisantista y ultra católico Carlos Antonio Berro[vii] luego de la exposición realizada por Cuestas en la que éste da cuenta de las principales características del proyecto.

Si bien Berro formula desde una posición contraria al proyecto una extendida descripción de la crisis que se vivía y aborda algunos de los aspectos relevantes del tema en discusión, resulta más agresivo y sólido contra la propuesta oficial el senador colorado por Soriano, santista y ultra católico Amaro Carve[viii].

El legislador candombero insiste en su intervención en los pagos por la intermediación que haría el país, recordándole a Carlos María Ramírez los calificativos que le habían merecido a él los costos en comisiones y la propia reorganización de adeudos (“inmoral y ruinosa”) de 1883, cuando la dictadura de Santos. Por ello le ofrecía, señaló, la oportunidad que fuera el propio Ramírez el que calificara lo que se estaba planteando, que suponía notorias remuneraciones por trabajos no llevados a cabo y un nuevo y extraño “blanqueo” del negociado realizado con motivo de la compra del Ferrocarril del Norte y la construcción – no llevada a cabo – del Ferrocarril del Oeste o de la Colonia. Tenía presente Carve la participación de Ramírez en el directorio del Banco Nacional, el cual intervino en esas aventuras.

Contestó a continuación el ministro Ramírez las observaciones de Berro, sin considerar los aspectos concretos a que se refirieron los legisladores que lo precedieron. Se reiteraba así la posición seguida días antes en la Cámara de Representantes.

Usó luego de la palabra quien fuera ministro de Hacienda de Máximo Santos y objeto de las críticas por la renegociación de adeudos que significó la Unificación de Deudas de 1883, y ahora ocupaba la banca de senador por Paysandú: José L. Terra[ix].

Aprovechó Terra la oportunidad para defender lo hecho desde su Ministerio, para destacar fuertes objeciones a lo que se sostenía ahora. Es decir, convertir al Uruguay en uno de los países más endeudados del mundo. Salvo la Argentina, claro.

Observa el senador colorado lo que luego resultará en los hechos: la indemnización a financistas británicos por el incumplimiento, se puede decir, de ellos mismos. Todo lo cual se traducirá en la presencia de esos capitales ingleses cuando la creación en 1896 del Banco de la República.

Intervinieron, asimismo, manifestando sus objeciones al proyecto los senadores Alejandro Magariños Cervantes[16], Ángel Floro Costa[17] y Martín Aguirre[18].

Al retomar la palabra, Ramírez intentó responder sin lograrlo, las observaciones que fueron expuestas. Quedó claro, sin embargo, que no le existía al país ninguna otra opción que aprobar el proyecto. Lo cual, luego de la intervención de otros legisladores, así fue resuelto.

 

[1] Benjamín Nahum. Inversionistas Extranjeros. Ediciones de la Banda Oriental. 2001

 

[2] Este trabajo forma parte del informe producido por el británico Consejo de la Corporación de Tenedores de Títulos Extranjeros y figura con el número 6 y bajo el título Informe anual 1891, del apéndice documental de la obra de recopilación dirigida por Benjamín Nahum cuya publicación es citada supra.

 

[3] José Batlle y Ordóñez era diputado por Salto. Fueron electos también por ese Departamento, Santos Errandonea, Perfecto Garibaldi y Tomás Vila y Gomensoro.

En esa elección de 1890 Batlle y Ordóñez ingresa a la Cámara sin contar con el apoyo del presidente Julio Herrera y su círculo de amigos. Fue un compañero del Quebracho, el comandante Euclides Salari quien primero impulsa su candidatura, contando de inmediato con el apoyo de las agrupaciones coloradas del Arapey, la del general Gregorio Castro y la alentada por el jefe Político del Departamento. Pronto lo apoya la unanimidad de la prensa salteña y le dan su respaldo agrupaciones departamentales de los tres partidos políticos del país.

 

[4]Antonio María Rodríguez (1859-1927) era diputado por Montevideo. Salvo su enfrentamiento a Santos – que le costó su primer banca de representante – se puede decir que defendió casi continuamente, con innecesario ardor, lograda ductibilidad e indiscutible solvencia intelectual, todos los gobiernos posteriores. Fue notoria su capacidad para llorar en los velorios que le resulta imprescindible hacerlo, acompañada de una singular agilidad para no caer, en su postración, dentro del féretro.

 

[5] Actuó en la presidencia de la Cámara de Representantes durante esta 17 Legislatura, iniciada el 15 de febrero de 1891, el hermano del presidente de la República: Miguel Herrera y Obes (1845-1903) , quien había sido electo diputado por el Departamento de Montevideo. Había ocupado inmediatamente antes, la presidencia del Superior Tribunal de Justicia. Y luego sería el ministro de Gobierno de Juan Idiarte Borda.

 

[6] En la sesión del 17 de setiembre de 1891(págs. 43 a 48 del DSCR) estuvieron presentes en Sala los ministros de Hacienda (Carlos María Ramírez), de Gobierno (general Luis E. Pérez), de Relaciones Exteriores (Manuel Herrero y Espinosa), de Fomento (J. Alberto Capurro), y de Guerra y Marina (general Pedro Callorda).

 

[7] Los otros diputados por el Departamento de Rocha en la recién ampliada Cámara de Representantes, que pasó a tener 77 miembros, eran: Marcelino Izcua Barbat – quien fallece ese mismo año -, Alfonso Pacheco y Gregorio L. Rodríguez.

 

[8] Este legislador se destacaba por la mordacidad de sus intervenciones, el fácil uso de la palabra y la contundencia de sus manifestaciones.

José Ramón Mendoza (1851-1916) fue una de esas personas que provocan en otras un fácil ingreso en la jurisdicción de la envidia o estimulan paranoias.

Son gente que, ya actúen o no, levantan irreprimibles suspicacias, en una suerte de meta lectura de los hechos que protagonizan, sus dichos, sus silencios o su inacción. Parecía ser objeto del cumplimiento, al pie de la letra, de una observación vieja de siglos que formuló un gran escritor español: Si juzgamos somos aborrecidos; si callamos, causamos sospecha.

Enraizado en la historia del Partido Colorado (estaba, además, emparentado con el general Fructuoso Rivera), la razón de su independencia personal obedecía más que a su condición de familiar de importantes personalidades a carecer de grandes apegos. Incluso al aliño personal.

Despedido Mendoza del servicio exterior uruguayo cuando la dictadura de Varela, fue perseguido por Latorre y exiliado de Santos, salvando su vida, en esa oportunidad, gracias a la intervención del representante francés en Uruguay, el conde de Saint Foix. Duro adversario de Julio Herrera y Obes y enemigo de Juan Idiarte Borda – se le piensa involucrado en conspiraciones que culminan con el magnicidio - sufrió el destierro pese a ser senador, decretado en julio de 1902 por el presidente Juan Lindolfo Cuestas. De éste último había sido ministro de Hacienda y, como tal, uno de los firmantes del decreto de disolución de las Cámaras colectivistas.

 

[9] Los demás diputados por el Departamento de Paysandú en esta Legislatura eran: José Etcheverry y Felipe H. Lacueva,

 

[10] José Batlle y Ordóñez era diputado por Salto. Fueron electos también por ese Departamento, Santos Errandonea, Perfecto Garibaldi y Tomás Vila y Gomensoro.

 

 

[11] Tulio Freire era diputado por Colonia. Por este Departamento también fueron electos para dicha Legislatura, Antonio Bachini, Juan Lindolfo Cuestas, Héctor G. Lacueva y Alcides Montero, quien fue también ministro de Hacienda de Julio Herrera y Obes, acusado de actuar en la Bolsa de Valores como testaferro del jefe de Estado, entre otras imputaciones que le fueron formuladas.

 

[12] Luis María Gil – quien compartiera la jefatura civil del movimiento armado nacionalista de 1885 con el senador Carlos A. Berro - era diputado por Tacuarembó. Por el mismo Departamento habían sido electos representantes Liborio Echevarría y Domingo Mendilaharzu. Sería una de los legisladores nacionalistas que votaría por Batlle y Ordóñez como presidente de la República en la Asamblea General reunida a dichos efectos el 1 de marzo de 1903. Actitud ésta que le representó que la Convención del partido Nacional lo censurara.

 

[13] Antonio M. Rodríguez fue electo representante por Montevideo. Lo eran también de éste Departamento, Carlos María Ramírez, Washington P. Bermúdez, Arturo Berro, Francisco María Castro, Carlos De Castro, Francisco Del Campo, Eugenio Garzón, Miguel Herrera y Obes, Luis Melián Lafinur, Ruperto Méndez, Abel J. Pérez, Nereo Pérez Montero y José E. Zavalla.

 

[14] Carlos María Ramírez (1848-1898) es designado ministro de Hacienda en mayo de 1891. Era, asimismo, familiar del presidente Julio Herrera, pero no solamente no integraba, como dijimos, el Partido Colorado, sino que, con su reconocidas dotes intelectuales, era fundamental sostén del Partido Constitucional, acentuado refugio de ideas contrarias a los partidos históricos.

 

[15] Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes (DSCR) de la 16 Sesión Extraordinaria del 16 de setiembre de 1891 págs. 461-464.

 

[16] Alejandro Magariños Cervantes (1825-1893) ministro de Lorenzo Batlle en las carteras de Hacienda y Relaciones Exteriores, es electo senador por Rocha en 1891.

 

[17] Ángel Floro Costa (1838-1906) era senador por el Departamento de Florida y ocupó escaños de diputado por Salto (1902), por Montevideo (1905). Participó en diversas iniciativas legislativas y conoció una intensa vida intelectual. Su anti latorrismo alcanzó su cúspide en su trabajo “Panfletos contra Puñales” en el cual, entre otras cosas, denuncia diversos hurtos cometidos por Latorre al Erario público y a diferentes personas. Hace referencia, asimismo, a distintos bienes adquiridos por el dictador, señalando incluso el caso de algún testaferro usado por Latorre. Este trabajo fue realizado en respuesta a un artículo en el que se le criticaba, publicado en el diario situacionista La Nación y cuya inspiración atribuyó al dictador.

 

[18] Martín Aguirre (1847-1909). Destacada figura del partido Nacional, participó en la Revolución Tricolor y en la del Quebracho, en la cual fue herido. Fue electo diputado por Cerro Largo en 1888 y senador por el mismo Departamento en 1891. En 1897 – y siendo senador - es deportado a Buenos Aires por Cuestas junto a Julio Herrera y Obes. En 1902 es elegido diputado por Rivera, y por Colonia en 1908.

 

[i] Cuando hablamos de esos diversos grupos, elites o círculos políticos no hacemos referencia al concepto de “patriciado”.

En algunas esferas caracterizadas por reinterpretaciones de hechos, precedidas éstas por irrefrenables pasiones y asentados prejuicios - es decir convicciones previas a lo que pretende estudiarse – originados en nuestra historia, se da, sin embargo, por inexistente una vida colectiva como destino común aceptado y a los motores de ello como partes de un patriciado. Es más, si ello es posible: el desarrollo de ese ser que no va siendo y que no es tiene el menudo problema que no logran asentarse las instituciones... Y cuando lo intentan, no existe una idea de lo nacional. .... Cuestiones de tal magnitud que enervan la posibilidad de una consideración en y sobre los términos que se plantean. Es decir: constituye toda la problemática así planteada algo análogo a la cuadratura del círculo. No es posible imaginar un destino o empresa común a perseguir sin contar con los instrumentos que lo hagan posible y sin la idea tras la cual se marcha.

Obviamente, no queda claro qué es lo que puede reunir a gente así calificada desde que tampoco fueron los fundadores o los primeros constructores de la ciudad, en la acepción primigenia y romana del término. Pero, ¿tendrán al menos los integrantes de ese patriciado realmente una común procedencia? Tampoco.

De la misma manera negativa debería responderse a preguntas como la siguiente: ¿Integraban el patriciado aquellos que tenían antepasados que venían hasta aquí empujado por el hambre desde muchas veces su miserable lugar de origen, y aquí, con una tierra de valor despreciable, poblada con ganados de cotización irrelevante, se hicieron terratenientes?

¿O lo serán los comerciantes y contrabandistas (o ambas cosas) que abastecían al cuartel-presidio que era Montevideo?

¿Tal vez los primeros pobladores y que ese sólo hecho los una? Si es así, los primeros en afincarse fueron los siguientes: Burgues, los indios tapes, algunos vecinos nacidos en la otra Banda y la guarnición militar española de Montevideo, centro al cual se le había prohibido todo comercio.

Que, con el tiempo, algunos descendientes de algunos aislados protagonistas de hechos históricos se sientan orgullos de ellos no crea un grupo aparte. Y si ese orgullo va bajando de exigencia y de años, permaneciendo sólo la vacua vanidad, natural en muchos hombres, no logra constituirse en una aristocracia republicana, ni siguiera en un grupo social, ni tampoco en un patriciado polarizadamente heterogéneo

Para que exista un patriciado, o al menos una sociedad, es menester que todos sepan dónde están y hacia dónde caminan, aunque sea por senderos distintos. El país, en aquél momento, como en varios otros de su vida, confesaba, con los hechos, no estar de acuerdo siquiera en lo qué ocurría. Que era, precisamente, el desencuentro violento entre quienes creían que sus respectivas posiciones era la cuestión crucial a dilucidar. Sucedía que muchos pensaban – y varios tenían razón - que eran la patria, el hogar, de quienes lo seguían, sin concebir que podían ser también su infierno. Otros apoyaron a distintos jefes.

Recordemos que lo que vino a llamarse Uruguay tiempo después, no fue la continuidad de la unidad administrativa o política que fue la Gobernación de Montevideo. Ni siquiera la cristalización del fin perseguido por quienes luchaban.

El norte del Río Negro era conocido, en los hechos, como parte de la llamada República de los Tapes. Al sur, la propia Buenos Aires tuvo jurisdicción y a comienzos del siglo XVIII una ciudad empieza a formarse con gente de la zona, predominantemente de Buenos Aires, a la que pronto se sumaron dos mil indios tapes. El mayor contingente humano recibido en muchas décadas, por el Montevideo que aún no era, del que pocas veces se hace referencia. Es de explicar. Para el análisis aristocrático que habla de patriciado, incluso para denunciarlo, es común, asimismo, no referir a la condición de genovés del primer poblador montevideano, Jorge Burgues, ni recordar a los descendientes de aquellos indígenas fieles - es decir, cristianos - bien alimentados y con profesión reconocida. No eran muchos más quienes tenían desarrollado su espíritu de arraigo, su fe en su trabajo y su aceptación de las normas vigentes.

Es mejor o resulta más cómodo para algunas autoestimas mal asentadas, hablar de los canarios como si fueran los primeros en llegar a estas tierras sin señalar que cuando lo hicieron venían arrastrados por necesidades de toda naturaleza desde su propia colonia africana, la esperanza rioplatense y las órdenes reales. Los españoles lo hicieron algo después por los mismos motivos. Y los charrúas, aquellos indios nómades que recorrían la zona (vasta región que incluía lo que hoy es Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Uruguay y, al menos, Río Grande del Sur) y que sus refugios aquí en nuestro país y sólo los de aquí han sido considerados como manifestación de un pleno dominio territorial por parte de ellos. Ya la cuestión de la posesión se había dilucidado antes, a comienzos del siglo XVIII en episodio conocido como la Batalla del Yí, donde los charrúas fueron casi exterminados por las fuerzas guaraníes de las Misiones, bajo el mando de oficiales jesuitas. Y unos cincuenta años después la masacre prácticamente logra el objetivo propuesto.

Fue Montevideo, cuando su fundación, el cumplimiento de una tardía decisión de presencia efectiva de la Corona española en la región. Su jurisdicción no era muy amplia. Y no resultaba fácil encontrar “patricios”, pese a que se buscó, sin éxito alguno, reclutarlos incluso entre los vagos que deambulaban por Buenos Aires...

Menos de un siglo después ya estaba el área embarcada en cuestiones que en otros sitios llevó centurias planteárselas En estos últimos, cuando lo hicieron, descubrieron no saber bien lo que deseaban. No me refiero a todos. Pero no eran muchos aquellos que tenían claro el problema o la solución. El primero de ellos murió en La Carraca, la cárcel de Cádiz, un 14 de julio. Por eso lo denominaron El Precursor. Se llamó Francisco Miranda (1750-1816) y fue preso por Simón Bolívar (1783-1830), entre otros, y puesto a disposición de las autoridades españolas.

Hablar, en consecuencia, de los problemas del Uruguay originados en cuando no lo era aun, explica para algunos porqué el Estado no coagulaba. ¿No es poner las cosas al revés? ¿Porqué iba a construirse, más aún, consolidarse un Estado cuando no había plasmado una sociedad y la unidad territorial y política había seguido extraños y no deseados caminos?

Para que exista un Estado inaugural es requisito previo una vida colectiva, plasmada socialmente, que desea organizarse para vivir mejor esa aventura común. O una contundente fuerza de fuera que lo imponga.

Hoy mismo vemos ejemplos de creaciones de Estados que responden solo a necesidades o voluntades políticas foráneas a la región donde aquél imperará. Es el caso de las decisiones británicas en la edificaciones estaduales africanas.

Obviamente no es el caso nuestro. Pero en estos desencuentros entre los acontecimientos y las lecturas de los mismos festejamos como día de la independencia la jornada que decidimos anexionarnos a las Provincias Unidas del Río de la Plata, sin que éstas lo quisieran en un primer momento. Caso análogo al producido cuando votamos nuestra incorporación como Provincia Cisplatina al reino de Portugal y nunca nos contestó la corona lusitana.

Poco años después, cuando Rivera conquista las Misiones (1828) para las Provincias Unidas, liberándolas del Imperio del Brasil, Buenos Aires se opone de tal manera a aceptar las consecuencias del hecho que negocia nuestra independencia en Río de Janeiro, dando lugar a la Convención Preliminar de Paz, cuya firma se produce el miércoles 27 de agosto de 1828, entrando en vigor a las dos de la tarde del sábado 4 de octubre del mismo año, con el canje de ratificaciones realizado en Montevideo.

Casi inmediatamente después empezó a llegar a nuestro territorio un importante número de inmigrantes procedentes fundamentalmente de Italia ( más que nada del norte de la península), franceses, ingleses, alemanes y españoles.

Todos ellos arribaron a un lugar en el que había que hacerlo casi todo, con la ventaja de no tener un pasado que aprisionara y con los fuertes e incontestables inconvenientes que tiene toda situación “adánica”.

¿Cómo es posible, en consecuencia, hablar de patriciado si no existía un mínimo común denominador entre la “gente principal” de aquella época?

Una cosa es un patriciado y otra núcleos de dirigentes. Y algo muy diferente, los personalismos que llenaron con su presencia esos primeros años y a los cuales se adherían – sin otra participación que esa - “patricios” y “no patricios”.

Lo que entendemos relevante es que el funcionamiento de las dirigencias sea cupular (ya en el consenso, en discrepancia sus miembros o protagonizando conflictos bélicos entre ellos). Si ella funcionó de ese modo con Lorenzo Batlle era, así creemos, por un imperativo de los personalismos del momento y la debilidad política personal del propio Lorenzo Batlle y del Partido Colorado como colectividad política organizada. Que los personalismos, además, sostengan diversos enfrentamientos hace más fuerte el problema. Tanto como cuando se ponen de acuerdo. Es la democracia y todos sus órganos funcionando lo que hacen posible la convivencia y la superación real de los conflictos.

 

[ii] El acuerdo alcanzado en Londres con la mayoría de los tenedores extranjeros de títulos uruguayos fue firmado el 26 de agosto de 1891 por Edward Thornton en nombre de estos y José Ellauri en representación del gobierno.

 

[iii] Cuando José Batlle y Ordóñez realiza esta intervención – si se quiere en favor del ministro de Hacienda y la reserva que éste demandaba - es menester tener en cuenta que él ya denunciaba la política de Herrera en sus dos fases: la estrictamente política y la económica. Así como es de recordar que Carlos María Ramírez se había apartado del Partido Colorado luego de la batalla del Sauce - era secretario del general Gregorio Suárez -, denunciando la acción de los partidos históricos. Integra después el Partido Constitucional – del cual escribirá don Pepe poco después de reiniciar El Día su actividad, en diciembre de 1889: “Cuéntase de un mosquito, que posado sobre la cabeza de un buey que araba, exclamó después de haberle acompañado durante la jornada entera, al terminar el día: ’¡Hemos trabajado compañero! Y agrégase que solo entonces se apercibió el buey de la presencia del mosquito.

¿No podría compararse el Partido Constitucional a este animalito de la fábula? No, porque éste aunque vanidoso en extremo y en extremo inútil, había acompañado al verdadero trabajador, durante el día entero y lo había acompañado ansioso por el buen éxito de la tarea, en tanto que el mosquito constitucional no ha hecho más que zumbar destempladamente siempre que ha podido y desear todo género de fracasos a la obra emprendida y proseguida sin su concurso".

Asimismo, Carlos María Ramírez era pilar fundamental de la campaña contra los partidos tradicionales habiendo sido electo legislador por el Partido Constitucional. Durante unos meses, en 1887, se desempeñó como ministro ante la Corte brasileña, siendo ministro de Relaciones Exteriores el también constitucionalista – procedente empero del Partido Nacional -, Ildefonso García Lagos (1834-1919) el cual ejerció el cargo durante todo el mandato presidencial de Máximo Tajes.

En esa elección de 1890 en que Batlle es electo por primera vez legislador, ingresa a la Cámara sin contar con el apoyo del presidente Julio Herrera y su círculo de amigos.

Fue un compañero del Quebracho, el comandante Euclides Salari, quien primero impulsa su candidatura, contando de inmediato con el apoyo de las agrupaciones coloradas del Arapey, la del general Gregorio Castro y la alentada por el jefe Político del Departamento. Pronto lo apoyará la unanimidad de la prensa salteña y le dan su respaldo agrupaciones departamentales de los tres partidos políticos del país.

Es necesario precisar que si bien no tuvo el respaldo directo del presidente Herrera y Obes, el anterior diputado por Salto, Manuel B. Otero (1857-1933), se había manifestado como un intransigente adversario de la candidatura presidencial de Herrera y Obes – dada la fama de inmoralidad que rodeaba al nombre de éste -, votando en la ocasión, en la Asamblea, por el general Luis Eduardo Pérez como primer magistrado. Los esfuerzos presidenciales estuvieron destinados a evitar que Manuel B. Otero fuera reelecto o pudiera acceder a cargo alguno.

Manuel B. Otero había sido fundador de La Razón (conjuntamente con Daniel Muñoz, Anacleto Dufort y Álvarez y Prudencio Vázquez y Vega) y, en consecuencia, compañero de José Batlle y Ordóñez en dicha publicación y en el Espíritu Nuevo. Fue una de las principales figuras de la llamada generación del 50. Forma la Liga Liberal en 1884 con Juan Paullier (de quien Batlle y Ordóñez dirá que era “un hombre de gran pureza moral” – cuando el incidente protagonizado por Antonio María Rodríguez conocido como “Anoche me llamó Batlle” de lo cual los sectores ultra conservadores del país intentaron deducir una acusación contra Batlle – y funda el diario La Libertad en 1886.

Es electo Otero por segunda vez diputado recién para el período 1905-1908, por el Departamento de Montevideo. Circunscripción esta que lo reelige en 1907, renunciando a dicho escaño para aceptar la banca de senador por Artigas que desempeña entre 1909 y 1915.

El 15 de febrero de 1913 es votado presidente del Senado por unanimidad del Cuerpo, sucediendo en el cargo a Feliciano Viera cuyo mandato como senador había concluido.

En las elecciones de renovación parcial del senado de 1912 se conforma la mayoría que se opondrá a las ideas reformistas de Batlle, encabezada por Pedro Manini Ríos, que es uno de los nuevos senadores electos. Ern el caso, por Flores. En dichos comicios se abstuvo de concurrir a las urnas el nacionalismo, por lo cual los elegidos son todos colorados.

El 1 de marzo de 1915 Manuel B. Otero, siendo diputado por Maldonado desde febrero de ese año, es nombrado ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Feliciano Viera, sucediéndolo baltasar Brum en agosto de 1916, y electo senador por Montevideo en 1817, ocupando la banca para la que fue elegido Batlle en 1910.

Con anterioridad es elegido constituyente.

Su nombre fue manejado por el Batllismo para suceder a Viera en la Presidencia de la República, pero su nombre fue obstaculizado por amigos de Sosa, invocando la eventual oposición de allegados al “Indio” – y el supuesto desgaste consecuente – por el peso político del pre candidato, lo cual agregaría una dificultad más a los acuerdos a ser realizados con lo que luego sería el Partido Colorado Radical.

Las intervenciones de Manuel B. Otero en ambas Cámaras han sido consideradas aportes sustanciales a los temas que abordaba, siendo ello la consecuencia de un lema que guiaba su conducta intelectual: Opinar sobre aquellas cuestiones cuyo conocimiento hubiera sido agotado por él, según consignó el historiador nacionalista Mateo Magariños de Mello que era familiar suyo y un sincero admirador de las virtudes morales e intelectuales de Manuel B. Otero.

El Día deja constancia de dichas dotes señalando: “ en cuanto punto fuera consultado por Don José Batlle y Ordóñez, que consideraba a este hombre una verdadera enciclopedia y el de más saber en el país, asistía siempre a la conferencia de un especializado en la materia, cualquiera fuera el punto sobre el que le consultara”. Un hombre sobre el cual Samuel Blixen destacó: “Es una enciclopedia viva; una especie de Larouse ambulante, un Pico de Mirándola, para quien ninguna ramificación del bíblico árbol de la ciencia ha sido indiferente. Fue catedrático de geografía; sabe la historia universal al dedillo; lee los nombres de los astros en la celeste bóveda como un libro abierto; es botánico, zoólogo, químico, fisiólogo, matemático; comnoce cuantas leyes operan en la naturaleza y cuantas han sido consideradas en los códigos: sabe de Política y de Sociología cuanto se ha escrito; es pedagogo con intermitencias y filósofo permanente”.

Escribió importantes estudios, libros de poesía y de cuentos, y fue un caracterizado coleccionista de arte.

 

[iv] El ingeniero y arquitecto Juan Alberto Capurro Castro (1838-1906) – personalidad justamente respetada en todos los ámbitos de la vida nacional, había sido diputado por Montevideo en la 13ª Legislatura, senador por Rocha en la siguiente y nuevamente elegido por Montevideo en 1888. Herrera lo designa ministro de Gobierno. Posteriormente asume como ministro de Fomento, cargo que abandona en 1893 para ser elegido nuevamente senador por Rocha. No acompaña el golpe de 1898. Es elegido nuevamente diputado por Montevideo en 1902. En la histórica reunión de la bancada colorada que decidió su apoyo a José Batlle y Ordóñez como candidato para la Presidencia de la República, llevada a cabo el 11 de febrero de 1903, Batlle y Ordóñez sufraga por él.

Es ministro de Fomento por segunda vez durante la presidencia de José Batlle y Ordóñez, hasta su fallecimiento. Fue el arquitecto de la actual sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la construcción que es hoy el museo Juan Manuel Blanes, entre otras obras edilicias importantes de Montevideo.

Es Juan Alberto Capurro quien lidera el informe en minoría contra el polémico proyecto de Puerto, negociado en Londres por el entonces ministro uruguayo ante la Corte inglesa, Amaro Carve.

Amaro Carve sirvió habitualmente - y con comodidad - diversas causas innobles, salvo en el tema que referiremos cuando la discusión del proyecto de reestructura de nuestra deuda externa, en 1891, y en lo que hace a la inventada deuda del Ferrocarril.

 

[v] El informe elevado a la consideración de la Cámara de Representantes dice: COMISION DE HACIENDA H. CÁMARA DE REPRESENTANTE:

 

En el extenso y razonado Mensaje con que el P.E. acompaña el arreglo financiero gestionado en Londres por el Agente especial de la República, Doctor Don José E Ellauri, con los tenedores de nuestros empréstitos externos, se indican las causas generales inmediatas que han llevado á la República al extremo doloroso de tener que suspender el servicio de la Deuda pública y celebrar un Concordato con sus acreedores; pero esas causas, si bien deben tenerse presentes, puesto que ellas atenúan en parte nuestra conducta actual, impuesta por la fuerza de los sucesos, no bastan, sin embargo, para disculparnos por completo de nuestros pasados desaciertos económicos, á los que debemos atribuir una buena parte de las dificultades porque atraviesa la República.

Es necesario decirlo, para que el recuerdo de nuestras imprevisiones de ayer contribuya en lo posible á evitarnos nuevas caídas, que tanto dañan á nuestro crédito público y retardan el desarrollo progresiva del país.

Con razón observa el P.E. en su Mensaje, á propósito del deber imperioso que tienen las Naciones de mantener la rigidez de los pactos preestablecidos, que “en esta materia, el deber de los Poderes públicos es hacer todos los esfuerzos y sacrificios posibles para salvar la fe pactada; no hay el derecho de omitirlo por meras conveniencias del momento ó á titulo de previsión financiera; solo cuando todo ha resultado inútil, cuando ciertos hechos están consumados y evidente comprobados, es que habría insensatez o cobardía en rehuir las consecuencias que de ellas inflexiblemente emana. En tales condiciones, las suspensiones de pagos y los Concordatos son desgraciadísimos accidentes de la vida de los pueblos que pueden poner en transparencia la magnitud de los errores cometidos en su administración interna, pero que no los deshonra ante su propia conciencia ni ante la opinión del mundo”.

En efecto; el arreglo sometido á la aprobación de la V. H. Por mas ventajoso que él se nos presente, podrá no halagar el amor propio nacional, puesto que se realiza con detrimento de nuestro crédito, y lo único que en este caso podría realmente lisonjearnos, seria la observancia estricta de nuestros compromisos externos, pero á pesar de ello, no puede ser considerado ese arreglo como una deshonra nacional, según han dado en calificarlo algunos espíritus excesivamente radicales, puesto que muchas de las causas que han obligado á la República á gestionarlo, no nos son imputables ni ha estado en nuestra mano el evitarlas, aparte de que estas situaciones extremas, comunes en el comercio de los hombres, que las prevén y las excusan, son perfectamente posibles y explicables en la compleja vida financiera de las Naciones.

Y á este respecto, Vuestra Comisión se complace en fortalecer la autoridad de sus opiniones y el juicio moderado que formula sobre este asunto, con el testimonio imparcial é irrecusable de uno de los autores económicos que gozan de mayor y mas merecida autoridad en cuestiones financieras.

Mr. Leroy Beaulieu, estudiado en su “ Tratado de finanzas” los casos en que son necesarios y legítimos los arreglos ó Concordato entre un Estado y los tenedores de sus títulos de renta, dice entre otras cosas lo siguiente: “La ciencia económica y la ciencia política, se hallan bastante adelantadas como para poder afirmar que existe un límite para la cifra ó cantidad de impuestos que un país puede soportar sin arruinarse ó precipitarse en la anarquía. Es cuando se ha llegado á este limite que un país puede soportar sin arruinarse ó precipitarse en la anarquía. Es cuando se ha llegado a este limite, que se impone la celebración de un Concordato entre un Estado deudor y los propietarios de sus títulos de Deuda. Nada es mas perjudicial para los rentistas que los esfuerzos realizados por un Estado in extremis para pagar regularmente e íntegramente los cupones de su Deuda.. Es indispensable en estas circunstancias, la celebración de un arreglo amistoso. No hay que exagerar la cuestión del punto de honor nacional. Un Estado puede verse precipitado, como un particular, al borde de una bancarrota. La indulgencia del acreedor es entonces el mejor medio de salvar la mayor parte de su crédito y tal vez de readquirir el todo algún día; es en estos casos que tiene aplicación la célebre máxima: Summum jus summa: injuria: cuando la observancia del derecho estricto llega á ser perjudicial á los mismos que lo invocan, la equidad tiene su lugar indicado”

Otra de las observaciones que se han hecho al Proyecto del P.E. es la relativa á la partida de 2:518,646 pesos por comisión y gasto, la que representa el 25/8 % sobre el monto de la nueva Deuda.

Se ha reputado por algunos excesiva esta suma, acordada el Sindicato que ha intervenido en esta operación, á pesar de ser ella pagadera en títulos de la misma Deuda que va á emitirse, los cuales, en el supuesto de que se coticen al 40% uno de los tipos que ha alcanzado últimamente la Deuda Unificada, sólo representan 807, 858 pesos oro, ó sea menos del 1% sobre el total de la operación á realizar.

Comparada esta partida por comisión y gastos, con las que se ha abonado anteriormente en nuestro país en operaciones análogas, resulta que es una de las mas moderadas.

En efecto: el Empréstito Uruguayo realizado en 1872 por intermedio de la casa de Tomos, Bonard y C. ª , por valor de 3:500.000L, ósea 16:450,000 pesos, le absorbió al estado la cantidad de 1:170,425 pesos 80 centésimos por comisión y gastos, ó sea el 10 y 70% sobre el monto de la operación.

El Empréstito de 20:000,000 de Conversión y obras públicas realizado en 1888 por intermedio de la casa de Baring Brothers, le costó al Estado más de un 8% entre comisiones, gastos de impresión de títulos, sellos, etc., etc., de los cuales se pago:

 

3% de comisión por agenda financiera á Baring Brothers.

1% á Samuel B. Hale como intermediarios.

½% por pago de sellos en Londres.

½% por impresión de títulos, formularios, avisos, etc.

 

El resto de los gastos se halla representado por las pérdidas sufridas en la negociación de las letras y remisión de los fondos.

Respecto al Empréstito Unificado, ya el P.E. hace notar, que la comisión fue de 5.73% en títulos de 5% de interés.

Si de nuestro país pasamos a la República Argentina, veremos que allí también estas operaciones de crédito externo han costado, término medio, por comisión y gastos, 21/2 á 3%, sin contar las primas de colocación acordadas á las casas financieras intermediarias, que con frecuencia han sido muy superiores á esta comisión.

Tomamos de la obra de Agote sobre el “Crédito Público Nacional”, algunos de los ejemplos mas importantes.

El gran empréstito unificado argentino de 1885, por valores de 42:000,000 de pesos en títulos de 5% de interés y 1% de amortización, fue realizado por intermedio de un Sindicato de banqueros compuestos de los señores Baring Brothers, J. S. Morgan y C.ª, la banque de Paris et des Pays-Bas y el Comptoir d´Escompte de Paris, y costó 21/2% de comisión en oro, habiéndose además adjudicado á dicho Sindicato, por primas, 21/2% sobre la primer série de 4:000,000L, colocada al 80%, y 51/4% sobre la segunda serie de 4:290,000l, colocada al 85 ½%.

Otro de los grandes empréstitos argentinos, el de conversión de 1888, por valor de 27:000,000 de pesos en títulos de 41/2 de interés y 1 de amortización, negociado á principios de 1889, costó 3% de comisión y gastos.

El Empréstito Municipal para la ciudad de Buenos Aires, por valor de 10:000,000 de pesos en títulos de la casa O. Bemberg y C.ª, en representación de un Sindicato de banqueros europeos, costó 3% de comisión, y además una prima equivalente á la mitad de la diferencia entre el tipo de negociación (85%) y el de colocación del empréstito.

Podríamos multiplicar estos ejemplos, que los trae numerosos la obra antes citada, para demostrar que tratándose de estas grandes operaciones financieras, para cuya realización han debido valerse siempre estos países de la influencia de las mas reputadas casas bancarias europeas, ha sido necesario compensar esos servicios con comisiones y primas no menores de 21/2 á 3%.

 

Sala de la Comision, Montevideo, Setiembre 14 de 1891. Antonio M. Rodríguez- Abel J. Perez- Domingo Mendilaharzu- Jacinto Casaravilla- Manuel A. Silva.

 

 

[vi] “Sr. Zorrilla- Pido la palabra.

Sr. Presidente (Miguel Herrera y Obes)- Tiene la palabra el Diputado señor (Eduardo) Zorrilla.

Sr. Zorrilla- Señor Presidente: convencido como estoy de que es necesario que tanto los Poderes Públicos como todos los que vivimos en este país, contribuyamos á buscar la manera mas feliz de salir de la situación en que se encuentra la República, yo voy a dar el voto en general á esta cuestión, porque el voto en general no obsta á que en la discusión particular pueda indicar algunas modificaciones que juzgue convenientes, ó salvar mi voto sobre ciertas cuestiones que comprende el Proyecto de Ley.

(.......)

El P.E. toma como fundamento, el que en operaciones parecidas á esta, se ha abonado siempre un tipo superior del 2 5/8 % y al efecto refiere la operación celebrada el año 84 por intermedio de la casa Thomson, Bonar y Cª

Indudablemente, y esto no admite discusión, la operación celebrada en aquella época, con la que vamos á celebrar ahora, no tiene parecido alguno. La celebrada el año 84 fue un Empréstito Unificado: la que se celebra ahora es un arreglo de nuestras Deudas; y se hacen dos operaciones á la vez: consolidación y bonificación.

Es sabido por todos los que se ocupan de cuestiones que tienen relación con nuestro país, y sobre todo por los hombres que militan en la política, que el año 75 fue suspendido el servicio de nuestras Deudas en el extranjero, y que con ese motivo aparecía en la Bolsa de Londres, en una de sus pizarras, una nota que decía: Uruguay no cumple. Esto, como era consiguiente, depreció nuestros títulos, y no sólo no se cotizaban en Londres, sino que no se cotizaban en nuestra plaza tampoco; y cuando alguna cotización se hacia, era nominal, porque habiendo mayor cantidad de vendedores de esos títulos, concurrían a la Bolsa y no encontraban compradores; hacían una operación, pero esa operación no era cierta.

El Gobierno, la Administración del 82, comprendiendo que era necesario regularizar las finanzas para poder hacer Administración, determinó comisionar un agente que se entendiese con los tenedores de Londres, para arreglar, para unificar todas nuestras Deudas y hacer desaparecer todos aquellos contratos que en la Administración del Coronel Latorre se habían celebrado con los tenedores de esos títulos, contratos provisorios, onerosísimos, que la Nación no podía cumplir.

La primera operación fracasó, porque entonces la prensa de este país era demasiado incendiaria: no miraba como ahora, con tanto patriotismo, todo acto que pudiera repercutir en beneficio del país; y creo que en esa prensa militaban hombres que hoy, felizmente, después de tanto tiempo, han comprendido que aquello no era mas que hacer mal, y mucho mal al país, y que deprimiendo los hombres, deprimiendo las cosas y castigando tan duramente la República, no podríamos hacer patria jamás.

Yo tengo, señor Presidente, algunas anotaciones muy sencillas, que no van á tomar mucho tiempo, pero que servirán para demostrar la diferencia de esta operación con la que se celebró el 84, y que dio lugar á abonar una comisión del 5%.

La deuda que encontró la Administración del 82, ascendía á 60:000,000 de pesos: de esta masa de deuda, se encontraban en Londres 16:000,000 de pesos, el resto estaba en Montevideo ó en la República, ó en las Repúblicas de América, no sé si estaba todo aquí. Esta absorbía servicio de interés y amortización sumamente fuerte, que fue lo que obligó á la Administración del 82 á verificar la unificación.

Esas Deudas, unas tenían un interés de 12%, otras tenían un interés de 9%, y otras tenían un interés de 5% y 7% de amortización.

La operación que se verificó, dio por resultado unificar las Deudas en un monto de 52:000,000 de pesos, dando una economía para la Nación de 8 á 9:000.000 de pesos; de esos 9:000 de pesos, fue que se abonó á la casa de Thomson, Bonar y C.ª , en Títulos Unificados, su comisión de 8:000,000, pero comprometiéndose la casa de Thomson, Bonar y C.ª, por un Decreto del P.E., á no recibir su comisión en Títulos Unificados, mientras ella no colocase la Deuda en Londres al 70%; Deuda que estaba al 35, Deuda que no valía nada. Así es, que fue una operación aventurada la de los señores Thomson, Bonar y C.ª, porque la primera operación que se había tratado, fracasó, debido á las invectivas, á las noticias desfavorables que se mandaban del Río de la Plata, de conspiraciones, de esto y de aquello. Así es que los señores Thomson, Bonar y C.ª tomaron sobre si una responsabilidad inmensa, y llevaron nuestra Deuda á setenta o sesenta y tantos.

La operación, pues, daba 9:000,000 de economía á la Nación: de esa economía de 9:000,000, una vez salvado nuestro crédito en Londres, se le entregaban 3.000,000 de pesos á la casa Thomson, Bonar y C.ª, 5000,000, pesos para el puerto y 5000,000 para el Banco; y de este dinero quedó en el Banco de Inglaterra 1:000,000 de pesos de Unificada y 370,000 pesos de Unificada, en la tesorería general de la Nación; y esos 370,000 pesos, como ese 1.000.000 fueron dispuestos por la Administración del general Tajes para el pago del Presupuesto ordinario de la Nación.

Restablecido el año 84, después de esta operación, el crédito en Europa, arreglado con nuestros tenedores, se cumplió religiosamente el servicio de intereses, hasta estos últimos días, en que el Gobierno no lo hace

(........)

En cambio, hoy aumentamos nuestra Deuda .......que bonificamos, y la Deuda que quedó en 52:000,000 ...., subió en los años de la Administración del General Tajes .... y ahora la tenemos en 85:000,000, y con mas lo que falta, como el ferrocarril á la Colonia, llega á 96:000,000.

Esto asombra y esto asusta, porque sabemos todos que hay muchas otras cosas que consolidar y pagar, muchos otros millones de Deuda, la Deuda del Brasil, nuestra Deuda flotante; y entonces, la Nación se verá con una Deuda tal vez de 115 á 120:000.000, que yo no sé, en la proporción en que vamos, con la disminución de nuestras rentas, con la falta de recursos del Estado, si podremos llegar á cumplir con honor nuestras obligaciones. Esto es lo que á mi me abisma, esto es lo que á mi me asusta.

No soy obstruccionista: no, señor; es pensar bien, es ver el porvenir del país, es cooperar á que todos podamos hacer el bien de la patria: así lo entiendo yo, y creo que así lo entenderá el señor Ministro de Hacienda.

Sobre todo, esto no es mas que una enseñanza recogida de sus propios labios, de todos sus escritos cuando era periodista, cuando entendía defender los intereses públicos: no hago mas que encuadrarme en sus propias ideas.

Con respecto, señor Presidente, al ferrocarril de la Colonia, yo tengo explicaciones que me merecen mucha fe y mucho respeto. No quiero avanzar opinión ninguna, pero quiero reservarme opinar conscientemente cuando venga á la discusión el arreglo que se va á celebrar en Londres.

Así es que en esa parte, en la discusión general como en la discusión particular, no comprometeré mi voto”.

 

Habló a continuación, en esta sesión del 16 de setiembre de 1891, el diputado por Paysandú, José Ramón Mendoza:

 

Sr. Mendoza- Pido la palabra.

Sr. Presidente- Tiene la palabra el Diputado señor Mendoza.

Sr. Mendoza- Mi voto, señor Presidente, va á ser negativo al Proyecto en discusión; y voy á fundar en breves palabras las razones que motivan esta negativa.

El Proyecto del P.E. es un Proyecto trunco, algo así como un fragmento de un vasto plan financiero, con el cual estoy de acuerdo en su punto de partida; pero creo que el P.E. no debió limitarse, como lo ha hecho en su Proyecto, á un arreglo parcial con los tenedores de todas las Deudas de la Nación; y, aprovechando la oportunidad que se presentaba al país de la notoriedad de su mal estado en las finanzas, tratase de presentar á sus acreedores ó á la Asamblea, un estado detallado y completo de todas las Deudas, de la Deuda que está en Londres, de la Deuda que está aquí, de esa Deuda flotante, Consolidados, Bonos del Tesoro y otros que existen realmente flotando en nuestro mercado, y de la misma Deuda del Brasil; en una palabra, de todos los documentos ó acreencias exigibles; presentar al mismo tiempo un estado de los recursos del país, y en vista de ese activo, proponer un arreglo general que desahogase el estado financiero de la república. Si la República esta habilitada para pagar un 3 ½ % de interés, que se pagase; si los recursos no permitiesen que se abonase ese tanto por ciento, que se abonase menos, el 2, que fuese el 2 el que se pagase; y si podía ser el 4, que fuese el 4.

Me parece que este seria el plan mas racional para el país y para el propio P.E.: porque de otra manera, puede suceder que aprobásemos el Proyecto de Ley en discusión, y no tardase mucho tiempo en que se presentase otro Proyecto de Ley análogo; y pasaría otro tiempo mas, y se presentaría otro Proyecto análogo, con el inconveniente de que habiendo pactado ya un interés del 3 ½% y un ½% de amortización, se exigiese por los acreedores del Estado ese mismo porcentaje.

 

Luego, Mendoza señala como inconvenientes las garantías al ferrocarril (el cual era considerado en su momento un negociado en el que participaba Julio Herrera desde los tiempos de su condición de ministro de Gobierno de Máximo Tajes) y la insuficiencia económica en que se encontraría el Estado el año próximo, en una situación parecida a la que se estaba viviendo.

(......)

Estos son, pues, los tres puntos que he encontrado en el Proyecto, que deben ser materia de nuevo estudio, en mi opinión, y que hacen que ese Proyecto deba ser rechazado por la H. Cámara; que es un Proyecto trunco, que es un fragmento de un plan financiero, que podrá ser bueno, pero no es más nada que un fragmento; se arregla con una parte de los acreedores, y no se arregla con los otros; que es insuficiente, que no puede haber posibilidades de que pueda marchar el país, porque la economía que deja esa reducción de intereses, no compensa, ni la garantía de los ferrocarriles que se pagan, ni la disminución de la renta, y que va á quedar el Estado en las mismas condiciones; y el otro inconveniente es el relativo á las garantía de los ferrocarriles, que lejos de desvincular al Estado en materia de ferrocarriles, lo obliga mas con esas Empresas.

Aparte de esto, hay otros puntos negros en el proyecto; por ejemplo ese de la comisión, que me parece excesivo, sino no justificada. En el Proyecto se dice, por ejemplo, tratando de explicar el monto de la comisión, que hay gastos de propaganda; pero del Mensaje presentado por el P.E., no se deduce eso, porque, ¿propaganda de qué iban á hacer los agentes del Gobierno en Europa?...¿de que el Estado no podía pagar sus Deudas?...¿de que el Estado estaba en bancarrota?...

¡Si eso lo sabían los ingleses mejor que nosotros!...

¿Propaganda á las personas que iban á entrar en el arreglo?... Tampoco; porque las personas que iban á entrar en el arreglo, según el Mensaje del P.E., se habían adelantado, habían manifestado que debía reformarse el contrato.

De manera que la propaganda no sé en qué sentido era.

En cuanto á la comparación de otras operaciones que se han hecho, en eso estoy de acuerdo con el Diputado señor Zorrilla. No me parece que haya paridad de casos en contratar un empréstito en momentos difíciles para una plaza que va á hacer sacrificios, é ir á un llamado de los mismos acreedores á reducir el interés, y a decir: no podemos pagar mas que esto. Perfectamente; aceptamos la reducción de intereses.

 No se ha tratado, pues, de una alta operación financiera, sino simplemente de un arreglo entre un particular que no puede pagar y otro que espera que le dé lo que pueda pagar. Considero, pues, que esa suma es excesiva para una comisión.

 De manera que debe haber causas muy especiales, importantes, muy justificadas, que obliguen al P.E. á hacer un desembolso de esa magnitud, en momentos como los actuales, en que la miseria golpea la puerta de los hogares.

En cuanto á lo que se refiere al ferrocarril á la Colonia, la modificación que acaba de hacer la Comisión de Hacienda, evita hasta cierto punto la discusión...(no s e le oye)...en contra también, por la opinión que tengo respecto á los ferrocarriles, que debe autorizarse al P.E. para arreglar con esos señores, pero no para continuar el ferrocarril, sino para desligar al Estado de la garantía en ese ferrocarril (el Estado aseguraba la ganancia del emprendimiento). Pero como se ha dado vuelta á la cuestión en sentido favorable desde el momento que el P. E. no hará nada con respecto al ferrocarril á la Colonia, sino que someterá al Poder Legislativo la aprobación del contrato, creo que cuando llegue el momento, será el caso de discutirlo.

Estas son, señor Presidente, las razones que tengo para fundar mi negativa en este asunto.

 

 Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) –Pido la palabra.

 Sr. Presidente – Tiene la palabra el señor Diputado.

 Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) –Como miembro informante de la Comisión de Hacienda, me creo en el deber de contestar las observaciones que acaban de formular los señores Diputados preopinantes.

El señor Zorrilla no ha atacado propiamente el asunto sino que mas bien se ha limitado á hacer la apología de otra operación análoga, realizada el año 1884, procurando, al magnificar las ventajas que en su concepto ofreció aquella operación, oscurecer las mucho mas inmediatas y positivas que nosotros creemos encontrar en la que actualmente nos ocupa.

Lo que olvida el señor Zorrilla, es que esto no sucedió de inmediato: la operación se realizó en aquel entonces, convirtiéndose en la plaza de Londres por títulos de “Deuda Unificada”, únicamente los de los empréstitos externos que nosotros teníamos radicados en aquella plaza, por valor de diez y seis millones y pico de pesos, el resto de las Deudas unificadas se hallaba radicado en la República, y la conversión de ellas por los títulos de la nueva Deuda se hizo en esta plaza.

En virtud de esta operación financiera, el Uruguay adquiría el derecho de cotizar sus fondos públicos en la plaza de Londres, y como obtener ese desideratum, era precisamente el objetivo fundamental de aquella operación, por cuanto nuestros títulos del 5% de interés y ½ de amortización, tenían probabilidades de cotizarse mejor en la plaza de Londres, donde el dinero era mas barato que en la de Montevideo, lentamente se produjo una especie de drenaje de nuestros fondos, un movimiento de exportación de nuestros títulos unificados á la plaza de Londres, y de importación de su precio, ó sea de capitales, de aquella plaza para la de Montevideo, debiendo, no obstante, hacer notar, que esta exportación de Unificada recién adquirió importancia tres años después de realizada aquella operación, es decir, el año 1887, en los comienzos de esta Administración, cuando se produjo el renacimiento de nuestro crédito y la valoración de todos nuestros papeles de Bolsa.

¿Pero aquella operación fue propiamente un empréstito hecho por la casa Thomson, Bonar y C.ª al Uruguay, en la forma en que se realizan los empréstitos ordinarios?....

No, señor Presidente; esa operación era simplemente el resultado de la posibilidad de vender títulos ó fondos públicos del Uruguay en la plaza de Londres. Cada vez que nuestros fondos tuvieran allí mejor precio que en la plaza de Montevideo, los tenedores, en vez de venderlos en nuestra Bolsa, los vendían en la de Londres; y como los precios de aquella plaza son mas permanentes y con frecuencia mas altos que los que se obtienen entre nosotros, de ahí que á la larga, gran parte de nuestra “Deuda Unificada” fuera para Londres y viniera en cambio su precio.....

(.....)

Creo que esa importación lenta de capitales, fue una de las grandes ventajas de la unificación del 84; y ya lo dije antes: conceptúo que apreciado en general, esa operación fue benéfica. Pero esto no quiere decir que haya sido un empréstito, colocado a tipo determinado, en virtud del cual el Estado haya recibido en dinero inmediatamente el importe de dicho empréstito. Está equivocado el Diputado señor Zorrilla cuando afirma lo contrario: la casa de Thomson, Bonar y C.ª, el año 84 hizo con el Uruguay ni mas ni menos que lo que van á hacer ahora las casas financieras con quienes se halla actualmente en relación el P.E., para realizar esta otra operación, que es también una unificación y conversión de Deudas. Esta operación es enteramente semejante á la del año 1884: hay unificación y hay conversión de títulos; con esta ventaja para Uruguay: que en vez de aumentarse el servicio, se obtiene una disminución y economía importantísimas por la reducción en el tipo del interés.

Luego, el diputado señor Zorrilla, en su procedimiento indirecto de ataque al asunto que nos ocupa, no ha estado feliz, porque no hay esas diferencias que él quiere descubrir entre la unificación del año 1884 y la de 1891, que así podemos llamar á la operación en proyecto, y por el contrario, todos los comentarios favorables á aquella, que ha hecho el señor Diputado, son también aplicables en general, salvando las diferencias de situación y forma, á la operación que hoy somete á nuestra consideración el Poder Ejecutivo.

En cuanto a las objeciones sobre la comisión y el Sindicato, declaro que no he podido comprender su alcance, porque lo que resulta de los hechos y documentos que he tenido á la vista, es, que las cosas financieras que nos prestaron su influencia en el mercado de Londres para obtener que nuestros títulos se cotizaran allí y se realizara entonces la unificación y conversión aludida, cobraron 5 y 73% de comisión. Ahora nos cobran 2 y 5/8 por una operación semejante, pero de mayor magnitud; luego, no puede citarse el ejemplo del año 1884 para justificar la crítica acerba de ese detalle de la operación que ahora va á realizarse.

El Diputado señor Mendoza asume otra actitud: él combate de frente el Proyecto en debate, no porque en rigor lo conceptúe malo, sino porque lo conceptúa deficiente. Le parece un fragmento de un plan financiero mas vasto como lo exige la actitud del país; y prefiere abstenerse de aceptar ese fragmento, mientras no conozca el conjunto de ese plan financiero, que él desea ver realizado, para orillar todas las dificultades porque atraviesa la República en la actualidad.

A mi no me parece lógica la actitud del Diputado señor Mendoza. Yo también creo que el arreglo financiero que nos ocupa, por sí solo, no resuelve todas las dificultades económicas y financieras porque atraviesa la República en estos momentos. Creo que es necesario complementar esta operación con varias otras medidas, algunas de las cuales ya se han enunciado, y otras que no es ahora el momento de indicar. Pero no porque crea que se hace necesario complementar este Proyecto con otros de índole análoga y que tengan atingencia con las dificultades económicas y financieras de la actualidad, dejo de reconocer que si este arreglo representa una economía efectiva de mas de 6:000,000 de pesos en el ejercicio económico corriente, y alivia nuestro Presupuesto de futuro en una cantidad respetable, cuya cifra exacta figura en el Mensaje del Ejecutivo y en los cuadros anexos. Dados estas ventajas, no veo que haya lógica en la conducta del Diputado señor Mendoza, al pretender que se rechace la negociación que nos las procuran, á titulo de que ella sólo es una parte de un plan financiero mas vasto.

No hay que olvidar un proverbio vulgar que dice que “el que mucho abarca poco aprieta”, y no porque no podamos hacer desde luego todo, debemos...

Sr. Mendoza –Precisamente por eso (si me permite) porque nos aprietan con un 3 ½. De modo que en el futuro, cualquier arreglo que quiera hacerse, ha de partirse forzosamente de esa base que establecemos sin tener en cuenta á los demás acreedores del Estado.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.)- Voy a demostrarle al señor Diputado, que esa misma observación del 3 ½%, no tiene el alcance que le atribuye. Se olvida el señor Diputado que esta es una Ley-contrato; que en esa materia no podemos hacer lo que nos parezca mas conveniente, sino lo que nos es posible hacer, puesto que tenemos que atender también las exigencias legitimas de los acreedores del Estado; no es decoroso, ni digno, ni posible, que les impongamos arbitrariamente lo que mas nos convenga; es menester transar.

(......)

La observación que hace el Diputado señor Mendoza, de que no ha de haber sido tan difícil este arreglo, desde que el P.E. nos advierte que él mismo ha sido insinuado por algunos de nuestros acreedores del exterior, no tiene el alcance que él supone.

Según mis informes, esas insinuaciones se referían exclusivamente al cambio en la forma de amortización; en vez de ser por sorteo, como se realizaba, podría obtenerse el que fuera a la puja, lo que era una notable ventaja para la República, especialmente en la época en que se iniciaban esas negociaciones, época en que la situación empezaba á mejorar, y nadie todavía creía fuera rigurosamente indispensable llegar al extremo doloroso de tener que suspender el servicio total de la Deuda.

No obstante esas insinuaciones, las dificultades con que ha luchado el P.E. para llegar á este arreglo, han sido numerosas; ha habido que armonizar muchas voluntades; las Deudas que se unifican, son tres, y suman una cantidad respetable de mas de 90:000,000 de pesos; sus tenedores pertenecen á grupos distintos, están vinculados á diversos Sindicatos financieros de la plaza de Londres, cuyos intereses eran opuestos.

Es menester saber cómo se realizan estas operaciones. Por regla general, los tenedores europeos de nuestras Deudas, obedecen á la autoridad, al crédito, al prestigio del grupo financiero ó Sindicatos, no son armónicos, para aproximarlos, para conciliarlos, para hacerlos concordar en un mismo propósito, hay mucho trabajo que realizar; ese trabajo realizado en beneficio de la República, tiene un precio representado por la comisión, que el Diputado señor Mendoza no sabe para quién es. Es para esos caballeros....

Sr. Mendoza -¿Qué caballeros?...

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) –Para esos caballeros que han trabajado en Londres para que fuera aceptado este arreglo por nuestros numerosos acreedores.

Sr. Mendoza –Es lo mismo que si no supiéramos nada.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) . ¡Como! ¿Es lo mismo que nada obtener la aceptación de un arreglo que nos proporciona las importantes economías que antes he indicado?...

Sr. Mendoza –No me refería a eso, sino a la clasificación que hace de las personas.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.)- ... Sólo puede afirmarse que, arribar a un arreglo tan ventajoso, es obtener nada, no habiéndose dado la pena de recorrer los cálculos que acompaña el mensaje del P.E., y que la Comisión de Hacienda ha comprobado minuciosamente.

Sr. Mendoza –Yo no he dicho eso; no digo que no hemos obtenido nada: me refería a que las indicaciones que hace usted de esos caballeros, quedamos en lo mismo.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) -¿Por qué razón?...¿El Diputado señor Mendoza duda que hay un Sindicato financiero con quien negocia el Estado?...

Sr. Mendoza –Yo no sabia eso.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) -¡Quién no lo sabe!...

Sr. Mendoza –No lo dice el Mensaje, ni lo dice el informe de la Comisión.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) –Pero con quién esta negociando el agente de la República en Londres? ¿Con quien?... Tiene que negociar con alguien; desde que hay un contrato ad referéndum que debe ratificarse antes del 25 del corriente, ha debido celebrarse con alguna persona o Sindicato...

Sr. Mendoza –Yo entendía que había habido reunión de acreedores, y que en esa reunión se había votado y se había resuelto...

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) –El Diputado señor Mendoza debe saber, que en esas reuniones numerosas no se celebran contratos, y que ha de haber habido en ellas quien representase á la masa de tenedores de las distintas Deudas que se unifican; porque hasta entre nosotros, que las cosas se hacen en familia, siempre se procede de esa manera...

Sr. Mendoza –Bueno; es una lástima no saber los nombres...

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) -...Me extrañan, pues, las dudas que manifiesta el Diputado señor Mendoza.

Sr. Mendoza –Yo no dudo: digo que no los conozco, y que usted tampoco los conoce. Usted dice que son unos caballeros...

(Hilaridad en la barra).

Se debería decir: la casa tal, el Sindicato tal.

Sr. Rodríguez –No los conozco personalmente porque no he estado en Londres; sé quienes son, por referencias que hizo en el seno de la Comisión un miembro del P.E., pero no estoy autorizado a indicar sus nombres aquí.

Sr. Mendoza –Entonces esta conmigo.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) –Lo he sabido por incidencia. Para mi era lo mismo saberlo que no saberlo: eso no altera la bondad de la operación ni del arreglo.

(un apoyado).

Las interrupciones me han desviado un poco del plan que me proponía seguir en mi réplica, pero por los apuntes que tomé del discurso del Diputado señor Mendoza, veo que otra de las críticas al arreglo financiero en debate, se refería a la parte de consolidación de las garantías de ferrocarriles y reducción del servicio al 3 ½%.

Tampoco me ha parecido acertada esta parte de la argumentación del Diputado señor Mendoza. Lo he declarado antes de ahora a varios colegas, y lo expresé también en el seno de la Comisión de Hacienda, que esta era una de las faces del arreglo que me parecía mas simpático e importante.

Es indudable que de todas nuestras Deudas externas, la única que ha tenido una aplicación realmente satisfactoria, que ha sido una inversión reproductiva, es la que dice relación a los ferrocarriles garantidos; éstos son al fin obras públicas que contribuyen al progreso del país. ¡Ojalá que este3 ½% que ahora les ofrecemos, continúe siendo estímulo bastante para que las Empresas extranjeras prosigan en la obra bienhechora de construir nuestras vías férreas! Lo que temo es, que ese 3 ½% no sea incentivo suficientemente poderoso para ello. Pero conceptúo que si el Poder Administrador, en vez de haberse preocupado de esta importante cuestión, hubiera pretendido imponer á los ferrocarriles la renuncia de la garantía á que tienen derecho por contratos existentes, habría cometido un gravísimo error y le habría inferido á la República uno de los mayores perjuicios que puede ocasionársele al presente.

No voy a entrar á la demostración detenida de las ventajas importantísimas que reporta la República con la construcción de ferrocarriles. Creo que eso nadie lo pone en duda; creo que es el dinero mejor gastado el que se invierte en garantías de ferrocarriles: los abusos que pueden cometerse en esta materia por las empresas que le cobran al Estado garantías indebidas, no deben ser argumento, ni para rechazar el sistema con el cual hemos conseguido construir nuestras principales vías férreas, ni para sostener al presente que el poder Administrador debía imponerles la renuncia de esas garantías.

Decía el Diputado señor Mendoza. ¿porqué no se ha hecho lo que se hizo con el Ferrocarril Central.... Probablemente el Diputado señor Mendoza no conoce el arreglo que se hizo con el Ferrocarril Central.

Si éste ferrocarril renunció la garantía hasta el Durazno, fue porque le convenía....

Sr. Ministro de Hacienda – Y recibió unos cuantos millones de Deuda pública.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) – Es exacto; fue una operación hecha de común acuerdo, en que el Ferrocarril Central readquirió una cantidad de acciones que tenía el Estado, que si las hubiera conservado, habría podido obtener con ellas grandes ventajas para el país; y al mismo tiempo recibió una suma importante en títulos de una Deuda especial, en compensación de la renuncia de esa garantía, que ya no precisaba, porque cuando la Empresa del ferrocarril inició esas gestiones, ya el rendimiento de la línea hasta el Durazno cubría la garantía, o poco menos...

Sr. Freire – Apoyado.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.)-...¿Cómo no renuncia ni gestiona idéntica libertad respecto a las demás secciones de la línea?... Porque no es posible; porque esas Empresas obtienen el capital para la construcción de sus líneas, fundándose en la garantía de un interés determinado que el Estado les acuerda; y es sobre la base de esa garantía, que les permite conceder un servicio permanente a sus acciones, que las Compañías levantan capitales en el exterior. Luego, pues, los contratos que existen con las Empresas de ferrocarriles, son tan respetables y tan importantes como los que sirven de base a la emisión de nuestros empréstitos exteriores; y el P.E. no podía imponerles, ni exigirles la renuncia de la garantía, sino que debía gestionar y negociar con ellos un arreglo también amistoso, como el que figura en el Proyecto en discusión.

Estas me parece que fueron las observaciones fundamentales del Diputado señor Mendoza al Proyecto en debate. Considero que no deben ser motivo bastante para que la H. Cámara deje de aprobar en general y aún en particular, a su tiempo, un arreglo financiero, que felizmente nos hemos anticipado nosotros a gestionar con nuestros acreedores; ello, sin duda, algo ha de beneficiar al crédito del Estado, porque esa anticipación, esa diligencia que han mostrado los Poderes públicos, para tratar de arreglar con sus acreedores un Concordato, dentro de las fuerzas actuales de la República, revela propósitos honestos, dignos del mayor encomio; y esos propósitos atenúan en parte el daño que el crédito de la República pueda haberle producido la suspensión momentánea del servicio de nuestras Deudas.

(......)

 

Sr. Presidente - Tiene la palabra el señor Ministro.

Sr. Ministro de Hacienda (Carlos María Ramírez) –Por lo que respecta á las observaciones generales hechas al Proyecto por los Diputados señores Zorrilla y Mendoza, creo que la ligera improvisación del Diputado señor Rodríguez ha sido concluyente: él ha abrazado con maestría, á mi juicio, todos los puntos del debate, resolviendo con acierto las dificultades que se habían presentado al espíritu general del Proyecto y á sus cláusulas principales.

Si he pedido la palabra, señor Presidente, es solamente para tratar de disipar algunas dudas que insinuaba el Diputado señor Mendoza, y que se refieren á antecedentes de que la Cámara no está ni puede todavía estar en conocimiento.

(......)

De modo que si bien es cierto que los tenedores de la Deuda y los Directores de Ferrocarriles estaban dispuestos á introducir alguna modificación en los contratos vigentes, esa modificación se refiere á lo que el P.E. estaba en situación de pedir, en una situación que se consideraba bueno, en una situación que se presentaba bajo buenos auspicios, y que todo el mundo creía que debía marchar en el sentido de un mejoramiento gradual, pero seguro y positivo.

Pero hay algo mas, y es, que esta disposición de nuestros acreedores del exterior, era ya el resultado indirecto, pero muy real, de las mismas gestiones que había iniciado el P.E. para resolver esa parte de nuestros problemas financieros.

Hace alguno meses, encontrábase en Montevideo el señor Don Eduardo Noetzlin, vinculado á un importante circulo financiero de Londres y de algunas piezas del continente europeo. El señor Noetzlin estaba en relación con el señor Presidente de la República, y departían con frecuencia sobre estas cuestiones que preocupaban el ánimo del Gobierno.

Debiendo partir á mediados de Mayo el señor Noetzlin, éste recibió del señor Presidente de la República la carta que voy á leer con permiso del señor presidente...

(Lee: Dice la referida carta:

“Muy señor mio:

 “He tomado en seria consideración las ideas que respecto de nuestra situación económica y financiera ha tenido usted ocasión de esperarme, dirigidas al propósito de llevar á cabo en Europa una operación de crédito en forma de unificación de Deudas, basada obre el interés reciproco del Estado y de sus acreedores del exterior.”

 “Por su parte, el Gobierno creé tener los recursos suficientes para realizar el firme propósito de cumplir fielmente todas las obligaciones externas, aun á costa de los mas penosos sacrificios, como lo ha hecho hasta ahora; pero no oculto ni puedo ocultar, que esta exigencia encierra en un circulo estrecho la acción del Estado, que tiene con frecuencia que descubrir servicios y obras de carácter y reproductivo, y en este concepto, vería con gusto y aceptaría las propuestas que se me hicieran , para dar á nuestra Deuda externa una forma mas ventajosa para todos que la que actualmente tiene, ya respecto del servicio de intereses, ya respecto del servicio de amortización.”

“Sobre esta base, y en estas condiciones, puede usted iniciar sus trabajos y hacer sus combinaciones, que dejo confiadas á su inteligente experiencia y reconocida habilidad, á la espera del comisionado especial que el Gobierno enviará en breve á Londres con todas las instrucciones y poderes necesarios para representarlo en esta y todas las demás gestiones financieras que sea conveniente entablar y realizar en Europa.”

“Saludo á usted atento.”(Firmado): “JULIO HERRERA Y OBES”

 

En virtud de esta carta, el señor Noetzlin, después de haber llegado á Londres, se puso en contacto con los principales círculos financieros; entro en relaciones con la Comisión de tenedores de Deuda extranjera que funciona en la Bolsa de Londres, é inició sus trabajos en el sentido de una modificación en el servicio de la Deuda Oriental, De la Deuda del Uruguay, sin definir precisamente los rumbos definitivos de la negociación, porque ésta dependía de la llegada de nuestro comisionado oficial. Al mismo tiempo, procuró cambiar ideas con los Directores de los Ferrocarriles, y es á favor de estos trabajos preparatorios, que se produjo en Londres en Londres el convencimiento de que habría conveniencia reciproca en modificar los contratos vigentes, tanto en materia de Deuda pública como en materia de ferrocarriles.

 (.....)

Las Leyes que autorizan empréstitos, generalmente casi siempre están concebidas en los mismos términos de la que ha presentado el P.E. Se autoriza á contratar un empréstito con tanto de interés y tanto de amortización, por tal suma; pero no se dice que ese empréstito será contratado con determinada persona, con determinada casa bancaria, ni se dice tampoco quiénes serán los que percibían las comisiones correspondientes á la operación.

No hay, pues, aquí, ninguna novedad en el procedimiento del P.E., absolutamente ninguna.

Toda negociación de crédito es un acto de confianza. Si una Asamblea pretendiese reglamentar, resolver por sí misma todos los detalles de la negociación, anularía completamente la acción del P.E., le impediría moverse, aprovechando las circunstancias y satisfaciendo de la mejor manera posible los intereses públicos.

En cuanto á que la comisión es la usual y es moderada en relación á la magnitud de la operación que se va á realizar, creo que este es un punto que podemos tratar con mucho detenimiento al ocuparse del interés relativo a la comisión. Entonces yo presentare á la H. Cámara algunas observaciones y algunos datos que complementarán las mas justas y muy oportunas que hizo el Diputado señor Rodríguez.

Mientras tanto, creo haber llenado mi objeto, y dejo la palabra, señor Presidente.

Sr. Zorrilla –Pido la Palabra.

Sr. Presidente –Tiene la palabra el señor Diputado.

Sr. Zorrilla –Como estamos en discusión general y deseo contestar brevemente al Diputado señor Rodríguez, hago moción para que la discusión sea libre.

(Apoyados).

Sr. Presidente –Si ha de ser libre la discusión.

Los señores Diputados por la afirmativa, en pié

(Afirmativa).

Sr. Zorrilla –Continúo, señor Presidente...

Sr. Presidente –Tiene la palabra el señor Diputado.

Sr. Zorrilla –Creía, señor Presidente, y esa era mi resolución firme, no tener que hacer unos nuevamente de la palabra; pero ciertos conceptos del Diputado señor Rodríguez, dichos son esa suavidad habitual y con ese cariño con que él habla, que y juzgo, hasta cierto punto, malevolentes para mi, me obligan á esclarecer, si es posible, algunos hechos de los que había sentado en mi primer discurso, referente á la diferencia que había entre la operación del año 84 y la operación que se discute.

El señor Rodríguez decía, que no era un empréstito el que se había celebrado el año 84, porque efectivamente, de inmediato, no recibió el Estado los dineros consecuencia de la operación.

Pero yo le pregunto al señor Rodríguez, si teniendo, como teníamos, nuestra Deuda el año 75, en Inglaterra, en suspenso de toda operación y cotización, y en la plaza de Montevideo también; y teniendo la mayor suma de la Deuda en esta plaza, y la menor en Londres; habiéndose hecho una operación con la casa Thompson, Bonar y C.ª, de colocar nuestra Deuda hasta el tipo del 60%, y que cuando se empezó á discutir este arreglo de unificación, la Deuda, que no se cotizaba ni al 30%, empezó á cotizarse en Londres al 40, y sucesivamente, antes de terminarse la negociación y firmarse el Bono general, la Deuda se cotizaba al 57%, y en ese interregno de nueve meses que duró la discusión de este asunto en Londres, nuestros tenedores de Deuda en Montevideo pudieron resarcirse de un quebranto que está aquí en un cuadro de la Contaduría General, de 5:000,000 de pesos sobre la depreciación que tenían sus títulos cuando no habían operaciones; inmediatamente que se realizó la operación; y antes de ser aprobada por la Asamblea, en Londres se empezaron á colocar nuestras Deudas, y toda la Deuda que estaba en Montevideo, pasó á la plaza de Londres, y si bien de inmediato no vino todo el dinero, efecto de la colocación de nuestra Deuda, vino casi al poco tiempo de realizada la operación y de aprobada por la Asamblea...Así es que la operación hecha el 84 es completamente distinta de la operación que ahora vamos á sancionar ó á autorizar; entonces era un empréstito y hoy es un arreglo de las Deudas, de servicio de intereses, etc., etc.

Ahora señor Presidente, tiene esta otra ventaja la operación del 84, y para probar mas acabadamente al Diputado señor Rodríguez la diferencia de la operación, voy á repetir lo que he dicho antes.

La Deuda, por la unificación, quedo en 52:000,000 de pesos. Las Deudas del 84 eran de 60:000,000: economizó el Estado 8:900,000 pesos; de esos 8:900,000 pesos, se abonaron: á la casa de los señores Thompson, Bonar y C.ª, su comisión de 3:000,000 en Títulos Unificados, 500,000 por el puerto y 500,000 por el Banco, comprometiéndose la casa de los señores Thompson, Bonar y C.ª, con los demás banqueros que cooperaban en esta operación, a colocar nuestra Deuda, como he dicho antes, al 60%; y mientras no llegaba á ese tipo, no podían recibir la comisión que les acordaba el Convenio. Es decir, que la comisión que se abandonó de 4:000,000, fue sobre la economía que se hacia sobre el monto total de la operación, quedando á favor de Estado la suma de 4:000,000 ó cerca de cinco.

Se objetaba que esa no era una compensación, porque se había cambiado nuestro sistema de amortización de nuestras Deudas, del sistema á la puja al de la par. De la operación del 84, resultó una economía real y positiva para el Estado, de 105,000 pesos anuales, y amortizado á la par nuestras Deudas durante cincuenta años (aquí está el estado de la Contaduría) beneficiaba la nación 29:000,000 de pesos reales y positivos, que resultaban de la operación.

Entonces, la Deuda quedó en 25:000,000; la Deuda subió después, el 86, á 78, y hoy la Deuda sube á 96: 18:000,000 mas. Entonces se colocaban los títulos al 60% en Londres, al 57 y 55: hoy se entregan, con esta operación, al 40%.

Ahora yo pregunto, si realmente no es completamente distinta la operación que se hizo con la casa Thompson, Bonar y C.ª, con la operación, esta vamos á celebrar el 91; y si realmente aquella no tenia el carácter de un empréstito, y ésta no tiene el carácter de un arreglo mas ó menos conveniente á los intereses públicos, de nuestra Deuda en el exterior.

(......)

 

Sr. Melián Lafinur –Pido la palabra.

Sr. Presidente- Tiene la palabra el señor Diputado.

Sr. Melián Lafinur –Si yo fuera á encuadrar mi opinión sobre este asunto, en la atmósfera de pesimismo que me obliga á respirar la lenidad y los desaciertos de todos los días, yo tendría que votar, en general, en contra del Proyecto que esta en discusión, sencillamente por este motivo: porque temo que con la quita que se ha hecho á los intereses de la Deuda, con este nuevo arreglo, no vamos á poder cumplir tampoco las obligaciones con el exterior.

La razón, á mi juicio, es muy sencilla: le era mas fácil al país soportar el año 89 un pago de intereses de 6:000,000, que el año 91 un pago de 3:500,000. Pero de todas maneras, hay una disminución en el pago de los intereses, y eso me obliga á votar en general el Proyecto, aun teniendo en las desconfianzas que abrigo sobre su eficacia.

Este proyecto, por sí solo, no vale nada. Hay la promesa de que á la par de él se presentarán otros Proyectos que arreglen la vida financiera de la República: si ellos vienen, sean bien venidos; pero por lo pronto, hay tantos factores en contra de la esperanza de que se arregle nuestra situación, que no estoy convencido, como decía hace un momento, de la eficacia de este Proyecto.

Desde luego, nuestra crisis es hoy tan grave como el día en que comenzó: ¿por qué?... porque no hay confianza. Esta confianza, que es necesaria, que es indispensable, ¿cómo se obtendría?... entregándose el Gobierno á una tarea, y entregándose á esa misma tarea que yo no sé si hay el propósito de llevarla á cabo.

¿Qué significa esta quita que se les pide á los deudores del exterior, con un Presupuesto de 15:000,000?... No significa nada.

Generalmente, son difíciles de establecer con exactitud las analogías entre la situación de un Estado y la situación de un particular, pero yo creo que en este caso podría establecerse esa analogía sin temor de errar.

Por eso decía: este Proyecto, por sí solo no resuelve nada, absolutamente nada; sólo se puede votar, porque seria insensato negarse uno á dar un paso adelante porque otros no quieran dar tres. Mientras el factor de la desconfianza no se aleje, mientras no se arregle la mal hadada cuestión del Banco Nacional, mientras nuestros presupuestos no se reduzcan razonablemente, estas Leyes fragmentarias, como decía el Doctor Mendoza, no resuelve nada.

Los que tenemos por costumbre, como el señor Ministro de Hacienda, de leer la prensa europea seria, sabemos cuantos meses hace que se le venia indicando al Gobierno esta solución: disminuir los intereses y cambiar el sistema de amortización, que fuese la amortización á la puja en vez de la amortización al sorteo. ¿Por qué se hacia esta propaganda en los diarios ingleses, en los diarios franceses?... porque conocen nuestra situación...

Sr. Ministro de Hacienda – Permítame... Los diarios Franceses é ingleses no hablan de la amortización á la puja: yo no he leído ninguna publicación.

Sr. Melián Lafinur –Yo tengo en el bolsillo...aquí tengo, por ejemplo, El Monitor de los Intereses Materiales...

Sr. Ministro de Hacienda –Vamos a ver.

Sr. Melián Lafinur –El señor Ministro de Hacienda sabe que este es el periódico mas serio en materia de finanzas: es casi, podría decir, un periódico... no es hebdomadario, es un periódico bi-domadario, es un periódico, podría decir, de la aristocracia financiera, de los banqueros, de los Ministros de Estado; trae los balances de todos los Bancos del mundo dos veces por semana, porque es un periódico especial...

Sr. Ministro de Hacienda –Si, pero como los Bancos no publican balances dos veces por semana...

Sr. Melián Lafinur –De algún medio se valdrá, cuando los publica...

Sr. Ministro de Hacienda –Ese es el mismo...

Sr. Melián Lafinur –Aquí, por ejemplo decía en Julio...

Sr. Ministro de Hacienda -¿En qué mes?...

Sr. Melián Lafinur –En Julio. El Doctor Ellauri no había llegado á Londres.

Sr. Ministro de Hacienda –Había llegado.

Sr. Melián Lafinur -¿En Julio?...

Sr. Ministro de Hacienda –Si, señor: ya había llegado; salió el 11 de Junio.

Sr. Melián Lafiur -¿De junio?...

Sr. Ministro de Hacienda –Si, señor.

Sr. Melián Lafinur –Bueno, no tiene importancia eso.

Sr. Ministro de Hacienda –Ya había llegado; y el señor Noetzlin había llegado á principios de Junio.

Sr. Melián Lafinur –Hace una larga relación de nuestro estado, y después dice (lee): “En estas condiciones, las medidas se imponen, y por duro que sea decirlo, creo que vale mas para los acreedores, consentir de buen grado en un sacrificio, que exigir la totalidad de sus derechos, hasta que el deudor agotado (epoisé), concluya por no pagar nada.”

“Hay un medio para el Uruguay de disminuir la pesada carga de la amortización, sin gran perjuicio para los acreedores, y es, que en lugar de hacerla por sorteo á la par, que se haga a la puja.”

Sr. Ministro de Hacienda -¿Eso es en el mes de Julio?...

Sr. Melián Lafinur –Si, señor.

Sr. Ministro de Hacienda -¿Y esta seguro el señor Diputado que eso ya no era el resultado de los trabajos del señor Noetzlin, que se entendía con los periódicos precisamente para hacer atmósfera?...

Sr. Melián Lafinur –Le puedo traer muchos periódicos.

Sr. Ministro de Hacienda -¿Á que no me trae un solo periódico anterior á la llegada del señor Noetzlin?...

Sr. Melián Lafinur –Si, señor, le traeré.

Sr. Ministro de Hacienda -¿Á que va á encontrarse con que es el resultado de los trabajos de la propaganda de nuestro agente en Europa?... Esa es la propaganda, y de esa manera se hace opinión.

(Apoyados).

¿De qué día de Julio es el número del Monitor?...

Sr. Melián Lafinur –Es de fines de Julio...

Sr. Ministro de Hacienda –Precisamente.

Sr. Melián Lafinur - ...¿cuándo llegó el Doctor Ellauri?...

Sr. Ministro de Hacienda –Salió de aquí el 11 de Junio, señor: debe haber llegado el 6 ó el 7 de Julio; y el señor Noetzlin se encontraba desde principios de junio, y es debido á esos trabajos que la prensa europea ha empezado á preparar la opinión.

De manera que nuestra bancarrota...

(Agitación en la barra).

 

Sr. Presidente –(Tocando la campanilla) –Puede continuar el señor Ministro.

 

Sr. Ministro de Hacienda –Así es, que reconozco en el Diputado señor Lafinur, á mi amigo, en el arma que me da para defender la causa del Gobierno.

Sr. Melián Lafinur -¿Cómo dice?... no he oído.

Sr. Ministro de Hacienda –Que reconozco a mi antiguo amigo en el arma que me facilita para defender la causa del Gobierno.

Sr. Melián Lafinur –Estas discusiones parlamentarias jamás son causa de enemistades.

Con la operación que tiene mas analogía con la nuestra, que fue la que en este mismo año hizo el Gobierno Argentino, sucedió lo mismo....

(Murmullos en la Cámara).

(El señor Presidente toca la campanilla).

...Fue estimulado por las publicaciones europeas, estimulado por las exigencias de los acreedores allí, que se hizo el empréstito. El Gobierno propuso que fuese de 60:000,000, pero fue de 75 según la sanción de la Cámara.

Si los rasgos de impetuosidad del señor Ministro se refiere á hacer creer que antes de la llegada del Doctor Ellauri no se conocía en Europa nuestra situación económica, creo que pierde su tiempo...

 

Sr. Ministro de Hacienda –Yo no he dicho eso: exagera mi tesis el señor Diputado.

Sr. Melián Lafinur -....La conocían perfectamente, la conocen tanto como el señor Ministro; saben las cargas que el Estado puede soportar y las que no puede soportar.

Esta es la razón concreta para que tuviese este interés en no esperar á que el país estuviese agotado, para hacer los arreglos de sus Deudas.

La historia financiera de Inglaterra, de dos siglos á esta parte, puede sintetizarte en la historia de las conversiones de sus Deudas. Ni en los Estados Unidos ni en Inglaterra, nadie podía escandalizarse de que se propusiese una quita en el interés de la Deuda; constantemente han estado los Gobiernos de Gran Bretaña, entregados a este medio de arreglar sus finanzas. Cuando los estadistas han encontrado el terreno adecuado, y han sido hombres de inventiva y de talla, han hecho combinaciones hábiles y artificiosas, que muchas veces les han dado un excelente resultado, como suspender la amortización de las Deudas y convertirlas en Deudas perpetuas: otras veces, estas mismas Deudas, llamada perpetuas, por el derecho que tienen de amortizarse cuando se quiera, convertirlas en rentas vitalicias, haciendo cálculos sobre la estadística de la moralidad; y han hecho también sus arreglos sobre la base lisa y llana de estas quitas, que es el a,b,c, lo rudimentario, lo sencillo en materia de arreglos de Deudas. En esta forma, sin remontarme ya al siglo pasado, desde el año 22 del siglo actual, hasta el años 69, ha reducido en 100:000,000 el interés de sus Deudas, y el año 69 solamente en 25:000,000.

No podía, pues, tomar de sorpresa aquella plaza, que un país pobre como el nuestro, o empobrecido, hiciera lo que ellos han hecho en medio de su grandeza.

Esto vendría á revelar, que si dificultades se tocaron para el arreglo, no pudieron haber sido tantas como se pretende.

Cuando llegue el momento, en la discusión particular, de tratar el punto especial de la comisión, éste será, por mi parte, materia de mayor desarrollo, porque como digo, accidentalmente en esto soy aliado del señor Ministro, puesto que voy á votar el Proyecto general, reservándome hacer algunas objeciones al articulo sobre la comisión, y al que se refiere á la autorización de hacer todos los arreglos en forma que le parezca, en lo cual no tengo inconveniente, á condición de que se sometan después al Cuerpo Legislativo: porque ese va siendo también otro vicio entre nosotros, que á títulos de reglamentación de la Leyes, o a títulos de su cumplimiento, muchas veces se desnaturalizan y se va mucho mas allá de aquello que el legislador tuvo en su propósito.

Son estos puntos los que determinan mi disentimiento en el Proyecto: daré mis razones en la discusión particular, para fundar este disentimiento, sin preocuparme de la suerte que lleven mis opiniones, conociendo, como conozco, de antemano, el resultado.

(.......)

 

Sr. Mendoza –Pido la palabra.

Sr. Presidente –Tiene la palabra el Diputado señor Mendoza.

Sr. Mendoza – Encuentro, señor Presidente, que en los gastos y comisiones, que se fijan en 2:500.000 pesos mas ó menos, se engloba un número de títulos de Deuda que en justicia no deben sufrir el recargo de esa comisión...

Sr. Melián Lafinur –Apoyo, porque está aquí.

Sr. Mendoza -...Por ejemplo, los tenedores de títulos que se encuentran en la República, que no sabemos si aceptan ó no aceptan el Concordato o arreglo verificado en Londres: los tenedores de títulos que existan en el mismo Londres, y que puedan haber resistido ese convenio; los tenedores de títulos que se encuentran en Francia, en Italia o en Alemania, y los tenedores de títulos que se encuentran en Bélgica, y que evidentemente, lejos de aceptar, han resistido el arreglo, no creo que haya razón ninguna de justicia para establecer que deban pagar una comisión por un trabajo que ellos no aceptan; que al contrario, ellos combaten; que lejos de reconocer que es favorable, declarar que les es contrario á sus intereses.

Por otra parte, cuando los intermediarios ó comisionados han efectuado este trabajo, es justo que ese trabajo se les remunere; pero no pueden exigir el pago de un trabajo que no han hecho, de esfuerzo que no han realizado. En Montevideo, por ejemplo, no han realizado trabajo alguno, ¿y por qué se les ha de dar esa comisión? ¿por qué realizaron el convenio en Londres con una fracción de tenedores de Deuda?

El señor Ministro de Hacienda, al ponderar los beneficios de la operación, hacia ver, que era necesario retribuir a los que habían tratado de realizarla y la habían realizado en Londres; y es justo que se le dé alguna retribución, por mas que la considere excesiva; pero sólo á los que han realizado ese trabajo

¿Cómo hemos de pagarles, por ejemplo, á los intermediarios de los tenedores de títulos, de Amberes, que en una forma tan pública han manifestado su protesta contra esta operación? ¿cómo hemos de pagar la comisión sobre el monto total de un empréstito de 96:000,000, cuando no sabemos la cifra exacta de los que han entrado en el arreglo?

En rigor de justicia, la comisión debería cobrarse en proporción a los tenedores que aceptan el arreglo, que lo hayan aceptado en Londres; y si por ejemplo, de 96:000,000 de pesos sólo aceptan 30:000,000 de pesos, que sea sobre esos 30:000,000 que se cobre la comisión.

Si por el contrario, todos los tenedores de títulos aceptan el arreglo, que se pague la comisión en proporción al total de la Deuda.

Sr. Izcua Barbat –Me permite el señor Diputado?...

Sr. Mendoza –Si , señor.

Sr. Izcua Barbat –Es simplemente para decirle, que la misma Comisión de Hacienda aconseja el mismo temperamento que aconseja el señor Diputado, respecto á la suma de 5:000,000, en que la comisión sólo se percibirá cuando se emitan, cuando se aprueben estos arreglos. Luego, el mismo criterio debería llevarnos á los acreedores que no acepten los arreglos de la Deuda.

Sr. Ministro de Hacienda -¡Si es preciso que acepten, señor Diputado!...!es preciso que acepten!...

Sr. Izcua Barbat -¿También es preciso que acepten los arreglos?...

Sr. Mendoza –Este es un principio de justicia, señor Ministro. La comisión deberá cobrarse, no sobre el total de la Deuda...

Sr. Ministro de Hacienda –De ninguna manera: se emitirá ó no se emitirá, según...

Sr. Mendoza -...si los tenedores resisten al arreglo, sino sobre el total de los tenedores de Deuda que hayan aceptado el convenio, que hayan sido materia de trabajos, que hayan sido convencidos por la propaganda de los negociadores; aquellos que convencidos fueron á la reunión y aceptaron, esos que paguen la comisión sobre el monto de la Deuda, pero no sobre el monto total, no sobre los que se resisten a pagarla.

Desearía sobre esto oír alguna explicación del señor Ministro, como referente también al punto concreto de á quien se da esta comisión.

Sr. Ministro de Hacienda- ¡Si no hay más que arreglos preliminares, señor diputado!... Ya he declarado que se contratarán con los representantes de un Sindicato todos los gastos de la operación...

Sr. Mendoza- Pero es difícil.

Sr. Ministro de Hacienda-...pero yo no puedo asegurar que a última hora no haya un cambio de personas. Hasta ahora nos hemos entendido con el señor Noetzlin: en vez del señor Noetzlin, puede ser que el contrato se firme con otro...¿qué le interesa a la Cámara sobre la persona?... En vez del señor Noetzlin puede ser el señor Casel, que es una de las entidades bancarias de Londres. No sé a última hora quien aparecerá. ¿Pero eso tiene importancia para la H. Cámara?

Sr. Mendoza- Señor Ministro (si me permite): cuando se trata de entregar 2:500.000 pesos en Deuda, me parece que los Diputados a quienes se les exige su voto, tienen el derecho de saber a quién van...

Sr. Ministro de Hacienda- Van a un agente negociador.

Sr. Mendoza- Sin perjuicio de que se cambie.

Sr. Ministro de hacienda- Puede ser, señor. ¿Y qué mal habría en eso?...

Sr. Mendoza- Yo no digo que sea malo: que hay derecho de preguntar, y no hay duda, y no hay motivo para que el señor Ministro se sorprenda de que un Diputado pregunte a quien se va a entregar la comisión. Por lo pronto, es el señor Noetzlin.

Me llamaba la atención sobre la diferencia que existía sobre los otros empréstitos que se han efectuado y de que se ha venido hablando, en que se establece a quién va directamente la comisión.

Sr. Ministro de Hacienda- No es exacto, señor. En la Ley argentina no se establece absolutamente; son contratos posteriores que seis meses después aparecen;: ¡en la Ley no hay nada, nada, nada!

Sr. Mendoza. Perfectamente: yo no niego.

Sr. Ministro de Hacienda- En la Ley argentina no hay nada más que la autorización para hacer la operación, completamente desnuda; no hay nada sobre la aplicación que va a tener, no hay los detalles que hay en esta.

Sr. Mendoza- Perfectamente, señor. Estoy diciendo que cuando se trata de la comisión, se establece a quién va.

Sr. Ministro de Hacienda- No es exacto, señor: en la Ley no se establece.

Sr. Mendoza- No estoy hablando de la Ley, señor; estoy hablando de este papel escrito; no tergiverse.

Sr. Ministro de Hacienda- Estamos discutiendo la Ley; no estamos discutiendo los arreglos financieros.

(Se entablan conversaciones entre los diputados señores Mendoza, Rodríguez y Ministro de Hacienda).

Sr. Mendoza- Bien: algo se ha adelantado; sobre eso no insisto. Es con el señor Noetzlin, con quien contrata el Gobierno, y quien va a recibir la comisión, sin perjuicio de que pueda variar después.

Bueno: respecto a la otra observación que hice, pediría que el señor Ministro manifestara si cree justo o no, si debe pagarse la comisión sobre el monto total, o si se debe pagar sobre aquellos que acepten el Concordato pendiente.

Sr. Ministro de Hacienda- Pido la palabra.

Sr. Presidente- ¿Ha terminado el señor Diputado?...

Sr. Mendoza- Si señor

Sr. Presidente- Tiene la palabra el señor Ministro.

Sr. Ministro de Hacienda- Yo apelo al patriotismo del señor Diputado para no arrancar a los Ministros del P.E. ciertas declaraciones de un carácter demasiado grave y que comprometen los procedimientos a seguir en esta negociación.

El Diputado señor Mendoza sabe, que los tenedores de una Deuda no forman una Sociedad sometida a la ley de las mayorías. Sin embargo, para que esta operación dé algún resultado, es necesario que sea aceptada definitivamente por todos; es preciso dar cierta latitud de acción al P. E. Para que todos acepten. Esta es una cosa que viene impuesta por la necesidad; es un contrato, y no es una cosa irregular, tan irregular como las circunstancias en que nos encontramos. De modo que no admite esa dualidad, de que va a entrar y no van a entrar, y ese es el trabajo del P.E. que hay que realizar, trabajo penoso, trabajo difícil, trabajo lleno de peligros para el P. E., y para eso pide cierta autorización algo lata en uno de los artículos del Proyecto.

Sr. Mendoza - Pero supongamos que no entren.

Sr. Ministro de Hacienda – Por otra parte, el señor Diputado hace una confusión, porque nos dice: los de Amberes tienen que pagar por un trabajo que no aceptan. Los de Amberes no van a pagar nada: ¡si los tenedores de Deuda no pagan absolutamente nada! Es el Estado quien recompensa este servicio.

Es preciso ver la importancia de la operación, es preciso obtener el concurso de la mayoría de Londres, porque allí está la gran mayoría de la Deuda, y porque allí está.....y la Cámara me permitirá una frase un poco vaga....allí está el asiento de una complicación posible para estos arreglos; y si allí conseguimos evitar una complicación, la complicación está completamente evitada en todas partes. De manera que es en Londres donde tenemos que ejercer influencia, es en Londres donde tenemos que triunfar, que triunfando allí habremos triunfado en todas partes....

Sr. Mendoza- ¿Me permite?..... Y siento tener que decir que el señor ministro no ha dicho nada sobre esto....

(Hilaridad en la cámara)

....porque a cosas concretas hay que contestar con algo concreto también.

Ha apelado al patriotismo, como dice mi vecino el Diputado señor Bachini; pero nuestro patriotismo están en salvar al Estado de complicaciones futuras, de tratar de salvar alguna parte de los 2:000.000 de pesos; y si por ejemplo, no se establece nada....

Sr. Ministro de Hacienda- ¿Pero el señor Diputado desconoce las grandes ventajas de esta operación, todos los millones....

Sr. Mendoza- ¡ Son cifras tan astronómicas las del señor Ministro!...

Sr. Ministro de Hacienda- Supongamos que se pudieran ahorrar 200 o 300.000 pesos ¿cree que eso tiene importancia al lado de los resultados que se obtienen? ¿vale eso la pena de provocar aquí, en el seno del Parlamento, una discusión inconveniente que puede ser arma para los adversarios, que pueden hacer fracasar una operación ventajosísima para el Estado?....Eso es lo que es preciso mirar con un criterio político....

Sr. Mendoza- Ya veo que el señor Ministro de Hacienda....

Sr. Ministro de Hacienda- y no con un criterio de personas que están regateando.

Sr. Mendoza-....no tiene argumentos como contestar, porque apela al patriotismo. Yo me voy a concretar a la cuestión, porque en cuanto a sentimientos patrióticos, todos los miembros de la Cámara yo creo que están de común acuerdo. Pero desearía que el señor Ministro manifestara una sola palabra a este respecto, y es, si en el caso de que no entren en la consolidación de la Deuda Uruguaya los tenedores de esos títulos, y en vez de llegar a la cifra de 96.000,000, se llegue, por ejemplo, a la cifra de 40, si la comisión se cobraría sobre la cifra de 40 o sobre la cifra de 96:000,000.

Sr. Ministro de Hacienda- Cuando la operación esté realizada a juicio del P. E., la comisión se deberá; mientras no esté realizada, no se deberá.

(Apoyados).

Sr. Mendoza – Pero se deberá cómo, ¿En proporción a la operación?....

Sr. Ministro de Hacienda – Cuando la operación esté realizada, consumada, se deberá todo: cuando esté realizada.

Sr. Mendoza – Eso es una perogrullada. ¿Si se realiza sobre los 96:000,000?....

Sr. Ministro de Hacienda - El Gobierno no puede dejar de creer que está realizada porque falten 4 o 5:000,000 de Deuda, absolutamente, absolutamente.

Pero ese es el trabajo, señor; traerlos a todos a la aceptación del arreglo.

Sr. Mendoza – Perfectamente.

Sr. Batlle y Ordóñez – El señor Diputado no puede exigir al señor Ministro declaraciones que serían inconvenientes. Desde que el señor Ministro declara que sería inconveniente una manifestación semejante, a este respecto, la Cámara, de ninguna manera, puede exigirla.

(Apoyados)

(Aplausos en la barra).

(El señor Presidente toca la campanilla).

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) – En ninguna Ley de la República hay detalles.

Sr. Mendoza - ¡Si la misma Comisión de Hacienda establece ese detalle con relación al ferrocarril a la colonia!....si se hace la operación, se paga; si no se hace, no se paga.

Sr. Rodríguez (Don Antonio M.) – Pero eso es sobre una Deuda. Pero sobre el monto de la deuda Consolidada, ha de emitirse toda.

Sr. Ministro de Hacienda – Todos los títulos tienen que estar prontos: después viene el trabajo de hacerlos recibir. Para eso necesita el P. E. Cierta latitud de acción.

Sr. Mendoza – Entonces, ¿quiere el señor Ministro que me calle por patriotismo?....

Sr. Ministro de Hacienda - No, señor; puede seguir hablando; yo me callo por patriotismo, y basta.

Sr. Gil - Por sentido común: es cuestión de sentido común.

Sr. Presidente – Puede continuar el Diputado señor Mendoza.

Sr. Mendoza – Bueno, señor Presidente; yo pido entonces, que mi voto, cuando se trate de este artículo, conste que es negativo, porque considero, entre otros argumentos, el que he enunciado, que bastaría para que ese artículo no sea aceptado: que la comisión no debe pagarse sino en proporción al monto del arreglo, no sobre el total de la Deuda si no se realiza la operación.

Sr. Presidente – Si no hay quien pida la palabra se va á votar.

Si se da el punto por discutido.

Los señores por la afirmativa, en pie.

(afirmativa). 

[vii] Carlos Antonio Berro (1853-1930), hijo del presidente Bernardo Berro, había sido diputado por Minas en la 18 Legislatura y ocupado la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública en el primer gabinete de Julio Herrera y Obes. En 1891 es elegido senador por Treinta y Tres, cargo que asume el 15 de febrero de 1891. 

[viii] Amaro Carve (1830-1925), diputado por Montevideo, fue el único voto negativo de la Cámara de Diputados a la Paz de Abril de 1872. Era su primera gestión como legislador. Posteriormente, como “candombero”, fue de los más importantes operadores políticos de Pedro Varela, luego del motín del 75. Luego se convirtió en un decidido partidario de la dictadura de Santos, cuyo gobierno representa como ministro plenipotenciario en Gran Bretaña. Los negocios en los que participa en Londres – la construcción del Puerto de Montevideo financiado por un grupo de capitalistas británicos - contribuyeron a acrecentar algo que, sustancialmente, se consideraba imposible de realizar: el descrédito moral del régimen santista.

Nadie discutió que el principal mérito de ello correspondía a la actuación de Amaro Carve. Cosa que no ocurrió con sus poderes como legislador que ya habían sido anulados siete años antes. Vuelven a ser discutidos con motivo de la elección de 1888. Su aceptación por las Cámaras santistas provoca la dimisión de José Pedro Ramírez a su escaño de senador.

En éste 1891 presenta su famoso proyecto de derogación del matrimonio civil como condición previa a los casamientos religiosos. Su radicalismo ultra católica era acompañado por Carlos Antonio Berro.

[ix] José Ladislao Terra (1835-1902) fue el hombre de confianza en Uruguay del barón de Mauá, e incluso, elegido diputado por Florida en la 10ª Legislatura fue declarado cesante por su participación en el levantamiento del general Caraballo, el cual defendía la postura de curso forzoso del papel moneda sostenida por Irineu Evangelista de Sousa. A partir de aquella vicisitud, José L. Terra acompañó – con su indiscutible talento - todos los gobiernos hasta su fallecimiento – en marzo de 1902, en que era senador por Colonia desde el 27 de marzo de 1899 -, desde el de Latorre en adelante.

Fue senador por Paysandú entre 1889 y 1895 en que es sucedido 0por Juan Lindolfo Cuestas. Este último ocupó el cargo de senador por Flores en 1887 por ser el suplente de Máximo Santos en la banca del recientemente creado Departamento.

Cuando el golpe de Estado protagonizado por Cuestas en febrero de 1898, Terra era senador por Artigas. Integra el Consejo de Estado creado entonces. Conjuntamente con él lo hicieron Francisco Bauzá, Francisco Soca, Antonio María Rodríguez, Blas Vidal, José Espalter, Federico Capurro, Juan B. Schiaffino, Nicomedes Castro, Julio Lamarca, Sanalio Giménez, Pedro Figari, Melitón Muñoz, Felipe Lacueva Stirling, Juan Maza, Donaldo MacEachen, Pedro Etchegaray, José Serrato, Juan Carlos Blanco, Francisco Pittaluga, José Batlle y Ordóñez, Sebastián Martorell, José María Castellanos, Francisco García Santos, Alvaro Guillot, Juan Etcheverrito, Emilio Avegno, Clodomiro de Arteaga, Tulio Freire, Santiago Barabino, Arturo Terra, Manuel Machado, Pedro Carve, Mario R. Pérez, Juan Campisteguy, Ventura Rodríguez, Pedro Callorda, Ricardo Estevan, Luis Varela, Juan C. Buela, Saturnino Camps, José Saavedra, Anacleto Dufort y Álvarez, Gabriel Otero Mendoza, José B. Gomensoro, Bernabé Bauzá, Gregorio L. Rodríguez, Aníbal Semblat, Antonio R. Carvallido, Pedro Pallares, Carlos Martínez Castro, Feliciano Viera, Leopoldo Mendoza, Juan Blengio Rocca, Ramón Mora Magariños, Federico Canfield, Antonio O. Villalba, Tomás García de Zúñiga, Elías Regules, Gonzalo ramírez, Rodolfo de Arteaga, Martín C. Martínez, Eduardo Acevedo, Eduardo Brito del Pino, Juan José de Herrera, Aureliano Rodríguez Larreta, eduardo Acevedo Díaz, Martín Berinduague, Diego M. Martínez, Vicente Ponce de León, Pedro Echeverría, Mariano Pereira Nuñez, Juan Gil, Escolástico Imas, Manuel Artagaveytia, Rodolfo Fonseca, José Romeu, Enrique Anaya, Manuel R. Alonso, Alberto González Roca, Jacinto Casaravilla, José Luis Baena, Félix Buxareo, Arturo Heber Jackson, Carlos A. Berro, Manuel Herrero y Espinosa, Francisco J. Ros y Justino Jiménez de Aréchaga.

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