Cooperación y Vuelta a lo Mismo
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Cooperación y Vuelta a lo Mismo

Pero en 1874, a mediados de año, en el período de la presidencia de José Ellauri, es inaugurada la línea telegráfica con Río de Janeiro que permitiría el contacto directo con Europa, en virtud del cable submarino que unía a la capital brasileña con el viejo Continente, dispuesto por la empresa integrada por el barón de Mauá[1], la Brazilian Submarine Telegraph.

Quien primero usó de ese nuevo medio de comunicación fue el organizador de la compañía del Telégrafo Platino-brasileño, Andrés Lamas el cual envió dos mensajes a Europa: Uno a Thiers[i] y el otro, a Garibaldi[ii].

La modernizada comunicación con Europa – y es una prueba de lo que constructivamente juntos nuestros países pueden hacer – conoce la realidad gracias a la iniciativa y el seguimiento que realizó del tema el barón de Mauá y al apoyo que las repúblicas platenses le ofrecen al proyecto. De ello deja constancia el propio Andrés Lamas: "La comunicación telegráfica entre la Europa y el Brasil, fue materia de una negociación diplomática y de un convenio … con el Vizconde Mauá, cuyo nombre vivirá en la historia de los grandes progresos materiales que se han realizado en esta parte de América; pero esta misma nueva empresa debía encontrar dificultades, porque los cálculos del producto del telégrafo limitado a la comunicación de la Europa con el Brasil no daba suficiente aliciente para la grande suma del capital que exigía. Nuestro cable submarino entre el Río de la Plata y el Brasil, vino a modificar la situación de esa empresa, porque le permitió agregar las dos importantes partidas que le ofrecerá el conjunto de todo el Río de la Plata y del mar Pacífico, que ya estaba comunicado con nosotros por nuestra línea trasandina. Así, la línea trasandina y la concesión del cable submarino entre el Brasil y el Río de la Plata, tan generosamente privilegiado por el Gobierno Imperial, vinieron a concurrir a la realización de esta magnífica obra que une a los dos continentes.[2]"

Inaugurado el cable por el emperador Pedro II, en junio de 1874, dos meses después hace lo propio el presidente argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) quien señaló en la ocasión[3]: “Y es para mi fortuna también que mi viejo amigo, don Andrés Lamas, compañero de trabajos cuando peleábamos en Montevideo, escribíamos en Chile, o negociábamos en Río de Janeiro para redimir la patria, sea el que, después de largos años de silencio, venga a presentarme la punta del cable submarino que ha negociado en su edad madura para que queden indisoluble y pacíficamente unidos el Brasil, la República Argentina, la Oriental y la de Chile[4], hasta donde irá hoy repercutiendo en vibraciones mudas la palabra cargada de afectos y felicitaciones. Tócanos, señor Lamas, congratularnos hoy de lo que hacíamos y deseábamos hace treinta años"[iii]. 

Valga el episodio, pues, para reafirmar el camino de cooperación real y productivo que existe entre nuestros países: el hacer juntos, por todos nosotros, lo que separados nos resulta imposible de concretar en beneficio de los intereses nacionales, los de nuestra gente. Algo muy distinto, por cierto, a lo que han significado hasta la fecha las publicitadas metas de integración, instrumentadas ya a través de mecanismos multilaterales, ya bilaterales, en cuyo recorrido se han visto en demasiadas ocasiones el predominio de un interés concreto y exclusivo en desmedro del interés general, cuando no el afán por acrecentar a cualquier precio los beneficios propios por encima de cualquier idea de cooperación o de mutuas ganancias de los países partes de los acuerdos. O la torpeza.

Poco después de estos hechos se produce una nueva crisis económica y comercial que lleva a la dictadura a suspender los servicios de la Deuda Pública, en tanto las transacciones por negocios en Montevideo pasaron a ser una curiosidad.

Con respecto a la situación que se vivió, el principal ejecutivo en Montevideo del Banco de Londres y Río de la Plata le escribió - el 15 de noviembre de 1875 - al representante diplomático inglés en Buenos Aires una carta, que reproduce Benjamín Nahum[5] del libro de David Joslin[6] referido a la historia de la banca inglesa en Latinoamérica. 

“Puede interesarle – afirma el gerente en la misiva a su compatriota - recibir un esbozo de los acontecimientos de este año, en lo que concierne a la crisis comercial sin precedentes que estamos atravesando. No puede negarse que esta crisis tiene su origen principalmente en los hechos políticos de enero pasado, cuando las autoridades constituidas fueron derrocadas por un levantamiento militar, provocado por la inactividad del último Gobierno.

Aunque el Gobierno se encontró fuertemente trabado al comienzo del presente año, todavía el comercio, como lo demostraron las circunstancias, era comparativamente sólido... El actual Gobierno, compuesto por hombres de carácter atrevido y sin principios[iv], se ha mantenido desde su inicio, por la fuerza de las armas, debido a la casi universal ausencia de simpatía que le ha dispensado la comunidad en su conjunto, y en realidad, todo el dinero recibido en las oficinas públicas ha sido gastado casi exclusivamente en la compra de materiales de guerra .....

Entrar en la evaluación de los numerosos proyectos financieros publicados en los periódicos hasta abril pasado, todos basados en omisiones del Gobierno, sería una tarea inútil. De estos proyectos conté 37, ninguno de los cuales me pareció practicable y todos tendientes a arrastrar al país a un peor estado de bancarrota.

.........

El 8 de mayo, queriendo forzar la moneda en circulación, decretó que en adelante sería la única moneda reconocida en la república y simultáneamente dio órdenes a varios jueces para no admitir pagos en ninguna otra clase de moneda en cuestiones legales. Se puede decir que esta medida puso fin a todas las operaciones comerciales. Los vendedores rehusaron sus artículos excepto en efectivo, y este era el oro; pequeños comerciantes y tenderos, sobre los que la obligación de recibir papel moneda era más imperativa, regularon sus precios de acuerdo a ello, en la mayoría de los casos doblando el de los artículos más comunes.

Esta nueva medida fue especialmente perjudicial para todas las operaciones bancarias, porque no se podía entablar nuevas operaciones y la renovación de las anteriores había sido convertida en legalmente imposible... La caída del legítimo negocio bancario no tiene precedentes; el año pasado hubo amplia actividad para los siete bancos existentes entonces, ahora hay sólo cuatro bancos y afirmo, sin temor a contradicción, que todos los negocios sumados hechos hoy no alcanzan al realizado por este banco sólo, durante los pasados años de prosperidad....

El cuerpo Comercial, cansado de la interferencia del Gobierno en los negocios, ha recurrido a una medida de legalidad cuestionable y se adelantó audazmente y firmó un pacto solemne cuya sustancia fue no tomar ventaja de ningún decreto o disposición del Gobierno y pagar en oro todas las obligaciones”

La situación dio lugar asimismo a una intervención conjunta del cuerpo diplomático acreditado ante el gobierno uruguayo, por la suspensión del servicio de deuda en marzo de 1875, a lo que se sumó la oposición del Banco Comercial y de Londres al curso forzoso y la adhesión a ésta posición de las más importantes casas comerciales.

De esa situación comenta Nahum: “se comprenderá fácilmente que el Gobierno tenía sus días contados[7]”.

[1] Jorge Caldeira. Mauá. Empresário do Império. Companhía das letras.1997. 

[2]Citado por Horacio Reggini en Sarmiento y las telecomunicaciones. La obsesión del hilo. Ed. Galápago, 1997.  

[3] Horacio Reggini, op cit. 

[4] El cable con Chile fue inaugurado por el presidente Sarmiento dos años antes. 

[5] Benjamín Nahum. El Banco de Londres. Esbozo histórico (1863-1988). Ediciones de la Banda Oriental 2001. 

[6] David Joslin. A century of Banking in Latin America. Londres. Oxford University Press. 1963. 

[7] Benjamín Nahum. La Evolución de la Deuda Externa del Uruguay 1875-1939. Ediciones de la Banda Oriental. 1995.

[i] Adolfo Thiers, destacado político francés, recibió el siguiente telegrama: “Permitidme que ligue el recuerdo de los servicios que hicisteis a estos países al grande acto en que inauguramos el telégrafo transatlántico que acerca y liga indisolublemente todo lo que Rosas quería alejar y desligar”. 

[ii] A José Garibaldi, Andrés Lamas le envió el siguiente texto: “El Jefe Político de la Defensa de Montevideo saluda al Jefe de la Legión Italiana, al vencedor de San Antonio en el momento en que se corona el triunfo de la causa que sosteníamos en aquellos sagrados muros, por la inauguración del telégrafo transatlántico que suprimiendo distancia derriba la última barrera que nos separa de nuestros hermanos de Europa”. 

[iii] ¿Le habrá pasado inadvertido a Sarmiento que Lamas era uno de los conspiradores en pos de la restauración constitucional en Buenos Aires? Lo que sin duda lo sorprenderá es que Lamas fuera luego ministro de la dictadura. 

[iv] El 31 de julio de 1875 Pedro Varela ve reorganizado su gabinete. Hasta ese entonces lo integraban: Lorenzo Latorre como ministro de Guerra y Marina, José Cándido Bustamante como ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores e Isaac de Tezanos – cuya invertebración moral adquirió justificada fama – al frente del Ministerio de Gobierno. A partir de la fecha, Tristán Narvaja ocupa la cartera de Gobierno y Andrés Lamas las que desempeñaba Bustamente. Latorre obviamente continúa en el cargo ministerial, acompañado por el coronel Eduardo Vázquez (1846-1917) como jefe de Estado Mayor, quien había sido ministro de Ellauri y luego lo fue de Latorre. Décadas después, también lo será de Batlle y Ordóñez, de quien era tío por estar casado con una hermana de la madre de éste, Amalia Ordóñez San Martín. Apoyó la revolución del Quebracho y fue el jefe militar de las fuerzas gubernamentales en la batalla de Masoller (1 de setiembre de 1904).

El 21 de febrero del año siguiente (1876), Narvaja es sustituido por José María Montero (h) quien acompañará luego con indiscutible solvencia – en términos “latorrianos” de represión, torturas, desaparición de personas, en fin – la dictadura de Latorre. Andrés Lamas es desplazado, ocupando su puesto en Hacienda y Relaciones Exteriores, Mateo Magariños Cervantes.

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