Una Visión de la Banca Nacional
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

URUGUAY UN DESTINO INCIERTO


Jorge Otero Menéndez

 

 

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Una Visión de la Banca Nacional

Con referencia a la situación de nuestra Banca y dicha crisis, Tomás Villalba[1] – quien fue ministro de Hacienda durante la presidencia de Bernardo Berro (1860-1864) y presidente del Senado (1865) en el que ocupaba el escaño de Canelones – destacó en el informe que le solicitó el 18 del mismo mes y año el ministro de Hacienda de Venancio Flores – hermano de Leandro Gómez -, Juan Ramón Gómez Calvo (1822-1895): “Resta esponer solamente el estado del Banco Mauá y Cia, que siendo el primero y principal establecimiento de crédito existente en el país, tiene no sólo en él, sino en todo el Río de la Plata, una marcada influencia por su capital propio ($2.500.000) por los caudales del comercio que maneja; por la extensión y variedad de sus operaciones, por la intelijente dirección y alto crédito del fundador de la Sociedad comanditaria á que pertenece[i].

(...)

El movimiento diario – dice más adelante Tomás Villalba - y la estensión progresiva de las operaciones del banco, prueban evidentemente, en concepto del comisario, que ni su capital ni su crédito se han afectado en los más mínimo por la crisis política que atraviesa el país. Por el contrario, el aumento ocasional en la circulación de sus billetes, á causa de la retirada de una parte de los suyos por el Banco Comercial, sirviendo los de Mauá de medianeros, casi exclusivamente en las transacciones mercantiles, le ofrecen un aumento de recursos para proveerse, como lo hacen actualmente, del oro amonedado necesario, á fin de renovar antes de Julio la conversión de esos billetes.

Es el comercio del país el que ha recibido profundas heridas por efecto de la crisis y al cual se debe de justicia el tiempo necesario para reponerse y responder con lealtad y buena fé que lo caracterizan, á las renovaciones a metálico y plazo fijo, que tuvo como necesidad de hacer en los momentos de apuro y cuando el oro salía de plaza por todos los canales, ya por la alta tasa de interés en Buenos Aires, durante el mes de Noviembre último, ya principalmente, por la presión de los acontecimientos políticos que sobrevinieron en seguida y por el temor de las exacciones con que era amenazado.

Se habrá notado arriba la reducción de negocios, en más de un millón de pesos, que el Banco Comercial ha tenido á consecuencia de los mismos acontecimientos y de la prudencia de espectativa en que se colocó. El banco Mauá al revez; ha tenido durante el mismo tiempo, aumento en sus operaciones, prueba palpable de los vínculos que lo ligan al comercio exterior é interior y de que este tiene en él la principal fuente de sus recursos.”

[1] Se desempeñaba Tomás Villalba como contador general de la Nación y comisario de Bancos designado el 1 de marzo de 1865.

[i] Agrega Villalba inmediatamente después del párrafo transcripto: “Establecido en virtud de la ley de 2 de Julio de 1857, reducida simplemente á la autorización que el banco necesitaba para funcionar, á fijarle el capital y establecer su responsabilidad respecto á la conversión de los billetes que emitiese, ha tenido desde el principio una completa libertad para sus operaciones, debiendo muy especialmente á esa circunstancia la manera acertada, en ocasiones hábil, que supo arrastrar, recientemente establecido, la gran crisis comercial de 1857, en los Estados Unidos, la se extendió a toda Europa y repercutió con violencia sobre los mercados del Río de la Plata. Penetrando en el secreto de sus cuentas, puede solo conocerse la extensión de los servicios prestados al comercio aun á costa de las utilidades del establecimiento y la eficacia de los auxilios con que reforzó el crédito de firmas muy respetables, que se hallaron inesperadamente comprometidas.

Corriendo el tiempo, vencida la crisis, el banco continuó favoreciendo liberalmente el comercio, al crédito personal, á todas las industrias y empresas útiles; estendió los beneficios de la institución á los pueblos más distantes del Estado y estimuló la destinación de capitales á establecimientos de igual género, como el Banco Comercial, el de Paysandú y el de Salto. Tiene además cajas filiales en los pueblos ya nombrados y en el de Mercedes, así como en Buenos Aires, Rosario y otros puntos.

El establecimiento de la Caja de Ahorros concurriendo eficazmente á crear hábitos de economía en las clases necesitadas y laboriosas, garantiéndoles el producto y legítimos lucros de trabajos casi siempre penosos, ha permitido al banco, por la permanencia ó larga duración de los depósitos, disponer de un capital adicional que hasta entonces, era frecuentemente disipado ó yacía improductivo en manos de centenares de personas”.

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