Julio Mario Orozco Africano
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1.2.3. Del modelo curativo al modelo preventivo
Como lo expresé arriba, en el decenio de los setenta se construyeron, con recursos del Fondo Nacional Hospitalario, majestuosos e imponentes hospitales de tercer nivel en todo el país. Estos bien dotados hospitales, servían además de escenarios académicos para la formación del personal de la salud que egresó durante el decenio de los ochenta y principios de los 90.
Lamentablemente el médico formado en esos hospitales salía sabiendo más de Lupus Eritematoso Sistémico - L.E.S. - y de Púrpura Trombocitopénica Idiopática – P.T.I.- que de infección respiratoria aguda, enfermedad diarréica aguda, parasitosis intestinal o enfermedades tropicales.
La epidemiología, la administración de servicios de salud, la medicina familiar y la medicina preventiva eran concebidas materias de relleno por los estudiantes ávidos de conocimientos clínicos de enfermedades de tercer y cuarto niveles de complejidad.
Este lamentable enfoque de la formación del recurso humano en salud – o debería decir, deformación – nos condujo a un estado de práctica curativa de la medicina en la que se menospreciaba al especialista en salud pública y eran vistos como unos “habladores de paja”.
La Ley 100 de 1993 pretende reorientar la atención hacia un enfoque de la promoción de la salud, concebida como la educación en salud para generar hábitos de vida saludable y la cultura del autocuidado de la salud y la prevención de la enfermedad, concebida como el conjunto de acciones tendientes a controlar o atenuar los factores de riesgo condicionantes de la aparición de la enfermedad. Para nadie es un secreto que curar es más costoso que prevenir, o como se dice coloquialmente: más vale prevenir que curar.