LOS SISTEMAS SOCIO-RELIGIOSOS Y SUS IMPLICACIONES POLÍTICAS PARA EL QUEHACER EVANGÉLICO
 

Edgar Durini Cárdenas

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CAPÍTULO III. IMPLICACIONES POLÍTICAS DE LAS RELECTURAS BÍBLICAS PARA EL QUEHACER EVANGÉLICO-SOCIAL DEL SIGLO XXI
3.1 Relecturas bíblicas; lecciones de la historia
Los sistemas socio-religiosos y su vigencia histórica

Las lecciones que la historia de Israel aporta para la humanidad son múltiples y variadas.

Desde los orígenes de las tribus describen una historia de liberación que relata las experiencias de un pueblo que va a rechazar las sociedades de clases existentes en los territorios de la antigua Canaán. En particular, el sistema religioso estructurado en función del pacto de la alianza respondía al proyecto de Dios revelado al profeta Moisés; a través del pacto, los hebreos se constituyeron en el reinado de Yahvé, como un pueblo que lo reconocía como único gobernante.

En el contexto del sistema socio-religioso tribal y de los procesos políticos vinculados al mismo, desempeñó un papel fundamental la práctica religiosa basada en la fe en Yahvé, como Dios único y liberador que tenía un proyecto para “su pueblo elegido”, según el “pacto de la montaña” o de la alianza establecido en el monte Sinaí, en el cual la liberación de los oprimidos y la opción de Dios por los pobres ocupan un lugar central. Considerar el carácter eterno del pacto de Dios con los pobres y excluidos debe contribuir a dar luces para reinterpretar el presente y repensar el futuro del pueblo cristiano, en la perspectiva de que es posible retomar el proyecto original que pueda traducirse en una sociedad igualitaria, sin opresión ni diferencias de clase.

La reorientación del proyecto de Dios con la instauración de la monarquía davídica, y el retorno hacia formas renovadas de opresión y explotación del pueblo hebreo, implica de hecho la desnaturalización de la propia esencia de Dios; o sea, la desvalorización de la naturaleza de Dios y de su ley esencial basada en el amor a Él y a los semejantes, para sustituirlo por un anti-valor egoísta y mezquino de corte político-ideológico, en que el beneficio personal y el enriquecimiento y acumulación de riqueza individual-familiar van a convertirse en los incentivos que motivan los roles económico-sociales de un reducido grupo de la sociedad.

Lo anterior supone, al mismo tiempo, el abandono del valor supremo de la unidad humana basada en las relaciones de cooperación y ayuda mutua. La vigencia y hasta predominio de esos anti-valores humanos constituyen en sí mismos uno de los más grandes desafíos para la fe cristiana en los actuales tiempos de globalización, toda vez que los mismos tienen significativas implicaciones en relación con las tareas básicas que corresponden a la iglesia y a la sociedad en el campo político.

La experiencia histórica de revitalizar el proyecto de Dios a través de la práctica social de Jesús y del movimiento sociopolítico impulsado por sus seguidores en las comunidades cristianas primitivas, ofrece también valiosos ejemplos para quienes actualmente luchan en favor de las grandes mayorías marginadas y empobrecidas de nuestros países, contra las diversas formas de exclusión, opresión y discriminación. Jesús se constituye en el principal inspirador de los movimientos sociales contemporáneos que plantean la igualdad ante Dios, la justicia económico-social y la construcción de un nuevo orden nacional e internacional, luchando contra las estructuras perversas y pecaminosas, así como contra los grupos de poder hegemónico que las representan y las sostienen.