Formación y empleo del capital
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

MANUAL PRÁCTICO DE LA PRODUCCIÓN DE LA RIQUEZA

Álvaro de la Helguera y García

 

 

 

 

 

 

Capítulo XX: Formación y empleo del capital

A la formación del capital se llama acumulación, cuya palabra se deriva de la latina cuntulus, que significa montón, y da a entender que se forma reuniendo o amontonando riquezas. El capital se forma sustrayendo al consumo in-mediato alguna parte de los valores producidos, para destinarla a una reproducción ulterior.

Así, pues, diremos que los capitales se forman por medio de la economía y de la acumulación, o lo que es lo mismo, con el ahorro de las ganancias y la acumulación de los ahorros sucesivos, no para atesorar riquezas sino para hacer adelantos a la producción.

Lo mismo puede formarse capital, gastando como amontonando dinero; en el primer caso, se forma, cuando el gasto es a título de adelanto para un con-sumo que deba reembolsarse con productos; y en el segundo caso, cuando el amontonamiento es para aplicarlo desde luego a la reproducción de la riqueza.

También forma capital, el que adquiere ciertas aptitudes, multiplica sus conocimientos, mejora sus predios o amortiza sus deudas.

De lo expuesto se infiere que los capitales nacen del trabajo y del ahorro, y que crecen con la acumulación y la asociación.

 

Así mismo se deduce que, igual puede formarse el capital con el ahorro de monedas, que con el ahorro de productos; el empleado hace general-mente sus acumulaciones en dinero; el comerciante en mercancías; el fabricante en máquinas, edificios y materias primas; y el agricultor en desmontes, abonos y semillas, etc. etc. Por lo común, las acumulaciones de moneda, solo se hacen cuando la pequeñez de las sumas requiere una serie de agrupaciones para llegar a reunir una cantidad de consideración, o cuando la naturaleza de las profesiones no permite al interesado por si mismo el empleo inmediato de los ahorros. Bajo este concepto, las Cajas de Ahorros prestan un gran servicio, facilitando la acumulación y la reproducción, tanto a las pequeñas sumas cuanto a las personas que carecen de medios para colocar sus economías, y también contribuyen al mismo fin, los demás establecimientos de crédito, proporcionando un empleo lucrativo a los pequeños ahorros y a los capitales ociosos.

La acumulación se divide en individual y social, según que se refiera a las personas o a las sociedades. La riqueza y la pobreza son relativas, de ahí que pasa por rico en un pueblo el que sería pobre en otro; :;in embargo, suelen llamarse opulentos los que poseen una fortuna inmensa, ricos los que viven con holganza, acomodados los que viven con economía, pobres los que viven de su trabajo, indigentes los que carecen de recursos, y miserables los que muestran una haraposa cuanto prolongada indigencia.

La miseria general en un país, recibe el nombre de pauperismo. La desigualdad de fortunas, tanto entre las personas como entre las naciones, es una ley general del universo en el orden económico, político y social; y que no solo es justa sino que también es conveniente, tanto para servir de medida y estímulo a los diversos merecimientos de los trabajadores como para mantener el equilibrio y la competencia de los estados. Se entiende por empleo del capital, el uso a que se destina.

El capital es susceptible de muchos y vaciados empleos pero todos ellos pueden comprenderse en los dos grupos siguientes: empleo en la producción directa y empleo en el consumo re productivo. A la vez estos dos grupos pueden sintetizarse en uno solo que es el empleo en la reproducción de riqueza.

Adam Smith dice que el empleo más ventajoso del capital, es aquel que pone en movimiento mayor cantidad posible de trabajo productivo, y que levanta más alto el valor anual de la tierra y del trabajo.

Esta doctrina es ilusoria, pues la cantidad de trabajo productivo que pone el capital en movimiento, no puede llamarse gananciosa sino después de deducidos los gastos de producción, y estos no pueden considerarse ganancia para el país, puesto que por si solos pueden absorver el total de beneficios; de donde se infiere, que si el capital se emplea en el cultivo de malos terrenos, pondrá en movimiento mayor cantidad de trabajo productivo y elevará el valor del producto anual de la tierra, mas no por eso dejará el país en que eso sucede, de llegar a la pobreza, porque el producto del capital es devorado por el costo del trabajo.

Fundándose en este principio, sostiene Mr. Ganilh, que los capitales por su empleo no son más o menos productivos, sino en razón del mayor rendimiento neto que han producido.

Se ha discutido entre algunos economistas si es mejor el empleo en capital fijo o en capital circulan-te; pero como dice muy acertadamente Colmeiro, ninguno de los dos merece una preferencia absoluta, pues si aquel radica en la nación y con rareza se pierde, éste puede fácilmente retirarse de su destino actual y aplicarse a otro uso más lucrativo; de modo, que ambos tienen a la vez ventajas e inconvenientes. Lo mejor será guardar entre ellos la proporción conveniente, según la naturaleza de la producción, porque el acrecentamiento del uno a expensas de otro contribuye a disminuir la suma de las utilidades de ambos. De aquí se sigue que hay verdadera pérdida en edificar con lujo o excesiva solidez, porque lo primero arrebata a la circulación valores considerables, y lo segundo perjudica cuando precisa dar diferente disposición a los edificios construidos.

En suma, diremos: primero, que los capitales son economías acumuladas y fiadas en empleos para su reproducción directa o indirecta, mediata o inmediata; segundo, que cuando están reproducidas son el móvil y la medida de la riqueza productiva y de la riqueza producida; tercero, que en el empleo de los capitales el interés del Estado se diferencia del capitalista, en que éste apetece los réditos crecidos y a aquél le conviene los moderados; cuarto, que la ganancia de los capitalistas depende principalmente de su destreza e ingenio, no pudiendo, por tanto, considerarse las ganancias iguales en un mismo pueblo o distrito, porque no es posible que exista entre los hombres una concurrencia igual de talentos y aptitudes.

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