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Keynesianas
Mario Gómez Olivares

 

Los fundamentos ético-políticos del pensamiento liberal de J.M. Keynes

 

 “More often individually acting separately to promote their own ends are too ignorant or too weak to attain even these”.

 

El modelo explicitado en la Teoría General es un modelo sobre el empleo en una economía monetaria. Por eso que las primeras semillas para una teoría monetaria de la producción y el empleo se deban buscar en un conjunto de ideas filosóficas que alimentan la percepción de los fenómenos característicos de los años de crisis y depresión que Keynes vivió. La preocupación con el carácter del desempleo masivo existente en la época presupone que tal fenómeno contiene en si la expresión de un conflicto social potencial, que anuncia la posibilidad de ebullición política, social e institucional. Los graves problemas sociales, la ascensión del comunismo y del fascismo pusieron a prueba la capacidad de la sociedad democrática de generar consensos. La experiencia del regreso al padrón-oro, del resurgir del nacionalismo en el suelo europeo lleva a Keynes a la elevación de un conjunto de ideas ético-políticas en la de categoría de prioritarias. En este sentido, la exposición de las ideas ético-políticas es un medio de entender la teoría económica de Keynes como la defensa y proyección teórica de esas ideas[1]. En primer lugar iré a exponer las convicciones éticas que lo demarcan de la visión utilitarista dominante en la filosofía inglesa y de Cambridge y en segundo lugar, la filosofía que nutre los valores políticos que permiten un distanciamiento frente al laissez faire reinante, que se reflejan en la crítica de la filosofía del individualismo y de las consecuencias sobre la actividad gubernativa. Es nuestra convicción que el estudio de estos puntos conduce, de cierto modo, a una epistemología que influencia la construcción de un modelo económico.

 

Las motivaciones éticas y el comportamiento práctico en la filosofía ética de Keynes

 

Las preocupaciones de Keynes con los problemas éticos trasparecen en un ensayo filosófico escrito en 1905, intitulado "Miscelánea Ética". En esta obra, Keynes distingue entre la Ética Especulativa y la Ética Práctica. La Ética Especulativa se ocupa de algunos temas lógicos o casi metafísicos, establece el uso y el significado de los términos fundamentales de sus conceptos prácticos.

La Ética Práctica, que es aquella parte dela ética que interesa analizar y de la cual se derivan consecuencias para su filosofía y doctrina económica. Ella investigaría el problema de las justificaciones probable entre los actos y la conexión entre ´lo que es probable' y lo que es debido' en la conducta humana. Inquiriría también las máximas generales existentes, teniendo en cuenta su estricta relatividad frente a las circunstancias particulares. También indagaría los medios de producir buenos sentimientos y objetos adecuados, procuraría resolver problemas tales como la relación entre lo que es público y lo que es privado, la naturaleza y el valor de la virtud, la teoría y los métodos de la educación, la oportunidad práctica y los limites del egoísmo, la teoría y los métodos de la política, las excepciones a las reglas, etc.

Keynes discute la relación entre lo que es público y lo que es privado, confrontándose en ese dominio con su reconocido maestro G. Moore. Para Moore, existía un vínculo posible entre los estados de satisfacción y los vínculos afectivos en la existencia de objetos materiales (cosas bellas) y objetos mentales (cualidades intelectuales) que son de contemplación agradable, en un cuadro que distingue claramente objetivos y medios.

Contrariamente, para Keynes, la existencia de tales objetos podría hacer parte del bien ético, pues el bien ético consiste exclusivamente en estados mentales valiosos del individuo, propondo como alternativa una tesis basada en la distinción entre el bien como atributo de los estados mentales y la funcionalidad como atributo de los objetos:

 

 “Solo los estados mentales son valiosos; los objetos que inspiran directamente buenos sentimientos son funcionales. Por cada buen sentimiento, existe un objeto adecuado y podemos decir que un objeto apropiado es aquel cuja contemplación debe suscitar un estado mental que es más valioso. Pero el proceso de especificación no puede invertirse; ni todos los sentimientos relativos a los objetos son Buenos (aunque puedan ser adecuados. Los sentimientos adecuados siempre deben ser los mejores posibles, dadas las circunstancias, pero no son, por necesidad, absolutamente buenos”[2].

 

Keynes divide el universo de las entidades relevantes para la ética práctica en dos clases: los sentimientos de las mentes conscientes y los objetos mentales, los cuales suscitan tales sentimientos. Keynes pretende decir que si los sentimientos son buenos, los objetos no pueden serlo. Esto tiene consecuencias para a Ética Práctica, pues obliga a definir que tipos de objetos son apropiados a los sentimientos buenos, porque la Ética Práctica debería criar un universo de tales objetos. Es de este modo que Keynes refuerza la importancia atribuida a las creencias auténticas como atributo de su valor.

Un segundo momento de confrontación con Moore surge para Keynes cuando quiere responder a la cuestión de saber si se debería mejorar los estados mentales propios de cada persona o el estado mental del universo Keynes entendía que, tal como no se puede examinar directamente los estados mentales de terceras personas, también no se puede decir cual es o mejor modo de aumentar o bien del universo no su conjunto:

 

“Para aquellos que carecen de fe en las máximas utilitaristas y en las sanciones religiosas... la dificultad principal es de saber si somos cada un de nosotros un fin. Supongamos que entra en vigor el siguiente decreto: es bueno, del ponto de vista de los medios, que yo sea malo. ¿Debo aceptarlo? ¿Voy optar por ser malo para que algunos, que no conozco ni me importan, vayan para el paraíso? Puede suceder que con mi obediencia, aumente el bien General y que, por tanto, yo haga el bien. ¿Pero es mi obligación es ser bueno o hacer el bien?”[3].

 

Esto no quiere decir que Keynes fuese partidario de un ideal individualista y que, si ambos los objetivos entrasen en conflicto, la solución de ese conflicto tuviese una respuesta concluyente.  No obstante, estaba dispuesto a aceptar dos clases de obligaciones impuestas por el Universo, que podrían estar en contradicción con la regla mooreniana, "preocupa-te con tu propio Bien!". La primera se relacionaba con la creación de los objetos deseables, sin que nada obligase a que los objetos apropiados al deseo fuesen buenos. La segunda se relaciona con el bien del mundo, mismo que este ocasionase el propio tormento.

Así, por la vía indirecta, surge una nueva línea de confrontación con su maestro. El bien del mundo está relacionado con el conocimiento causal, que podrá revelarse inadecuado para medir las consecuencias de los actos de los individuos. Keynes argumentó que, relativamente a la clase de conocimientos que posibilitarían un sistema de ese tipo, es decir, de perfecta armonía entre el bien del mundo y los actos adecuados, se colocaría el problema de saber cuales son los actos adecuados para esa finalidad. Visto que nunca podrá saberse si los actos que producimos alcanzan las consecuencias y resultados que esperamos, su observación lo lleva a admitir el conocimiento probabilística[4].

Esta confrontación surge con toda evidencia en un ensayo publicado posteriormente, “La ética en relación con la conducta”. Keynes propone una tesis que irá a desenvolver con toda profundidad en el "Treatise on Probability”:

 

“(...)dada la dificultad intrínseca del cálculo de los efectos más lejanos e  indirectos de nuestros actos, resulta racional proseguir nuestro propio bien inmediato, pero eso solo si existe una razonable probabilidad de que nuestros actos aumenten, o por menos que no diminuyan, el bien universal. En la medida en que es improbable que podamos estar seguros de tal cosa, en la mayoría de los casos lo mejor que podemos hacer es obedecer las reglas de la moralidad existente”[5].

 

Moore aceptaba o egoísmo como una doctrina sobre os medios, mas no sobre os fines, restringiendo la racionalidad presuposta en el cálculo Benthamiano, por que la conducta humana debería también someterse y obedecer reglas generalmente aceites, o que originaria, en la mayoría de los casos, los mejores resultados posibles.

Keynes pretendía demostrar que se puede hacer un juicio racional probable sin poseer el tipo de conocimiento que, según Moore, seria imprescindible, de modo que decidir racionalmente cuando se posee una determinada clase de conocimiento,  afirmando:

 

“No es nada evidente que sea necesaria una prueba tal que, para poder emitir juicios sobre la verdad probable, i.e., para que un acto sea racional no es necesario tener fundamentos para creer que ninguna consecuencia de nuestros actos a suceder en el futuro distante será tal que modifique el signo del saldo del bien que probablemente será producido en el futuro que podamos vislumbrar”[6].

 

Segundo la concepción keynesiana, un enunciado probabilístico hace siempre referencia a la evidencia disponible e no puede ser refutado o confirmado por los acontecimientos subsecuentes. Como los enunciados probabilísticas son enunciados sobre la relevancia relativamente a las conclusiones y no son previsiones sobre los resultados, ellos deben constituir creencias o juicios [7] .

El argumento ético de Keynes representa la afirmación de un pensamiento, en el sentido en que un individuo hace libremente el bien, sea el propio o el universal, mismo sin tener conocimiento cierto de las consecuencias probables y mismo siendo su actuación racional. De este modo, limitó la posibilidad de lograr un determinado conocimiento cierto, aumentando aquello que designó por juicios intuitivos. Tales juicios, obviamente, pueden ser ampliados a otras esferas que no apenas la ética, y son importantísimos en la formulación de las leyes psicológicas da Teoría General.

Keynes no acreditaba que los objetivos sociales, políticos y administrativos fuesen buenos en si propios, ni que fuesen necesariamente buenos como medios, ni que, inclusivamente, siendo buenos como medios, fuese obligatorio perseguirlos mismo por propio bien. Mas acreditaba que tenían un valor, con relación al cual el individuo tenía responsabilidad real y talvez prioritaria en determinadas circunstancias. Las responsabilidades públicas eran responsabilidades del individuo, como ciudadano, luego, eran responsabilidades con relación al universo.

En un ensayo retrospectivo de 1938 intitulado “My Early Belief”, Keynes explica las raíces condicionantes de sus primeras convicciones éticas, y recuerda el relevo y la importancia de las creencias auténticas que, al ser descubiertas, permiten racionalizar la conexión entre creencias y actos, explicando intelectualmente los actos en una perspectiva compatible con esas creencias.

Keynes recuerda con nostalgia la filosofía de Moore, por esta suministrar los rudimentos de una teoría ética verdadera, es decir, de los valores que dejasen un grado de libertad, de modo a que las obligaciones morales no fuesen fines estimados útiles de sociedad, sin que lo fuesen antes y principalmente por los individuos. Una adhesión a estes fundamentos implicó, en la práctica, cuestionar la moral vitoriana que tenía dominado y orientado las generaciones anteriores. Segundo Keynes, Moore no había resuelto el problema de como relacionar los fines con los aspectos de la vida práctica, o dicho de otro modo, la manera de armonizar las esferas públicas y privadas, el problema de la actitud moral seria, entonces, el de explicar la relación con el mundo exterior, aunque Keynes tuviese asimilado a filosofía ética de Moore, como afirma:

 

“We accepted Moore's religion, so to speak, and discarded his moral. Indeed, in our opinion, one of the greatest advantages of his religion was that it made morals unnecesary - meaning by `religion' one's attitude toward oneself and the ultimate and by `morals' one's attitude toward the outside world and the intermediate”[8].

 

Keynes critica el corolario de la no-aceptación de la moral propuesta por Moore, pues esta resultaba de un compromiso entre lo que él denominaba cálculo benthamita y las reglas generales dela conducta correcta. Esa moralidad contenía un doble error, se basaba en el cálculo probabilístico y en reglas.

Keynes descubre, en el acto de recusar el cálculo benthamita, la forma mediante la cual se escapó de una de las causas del desmoronar de la civilización moderna que fue responsable por su decadencia moral, y una forma de repudiar la sobreestimación del criterio económico. El cristianismo representa la tradición, la convención que era vista por Keynes como un adversario filosófico. Pero la recusa en aceptar Bentham tubo, según Keynes, una subsiguiente cualidad: fue una vacuna contra otros tipos de benthamismo, designamente el marxismo, pues eso los lleva a enveredar por un camino crítico, aunque reconozca que:

 

“We have completely failed, indeed, to provide a substitute for these economic bogus-faiths capable of protecting or satisfying our succesors”[9].

 

Pero esa joven irreverencia condicionó la ruptura constante con a tradición, as convenciones y la sabiduría escolástica:

 

“We repudiate entirely customary morals, conventions and traditional wisdom. We were, that is to say, in the strict sense of the term, immoralist. The consequences of being found out had, of course, to be considered for what they were worth. But we recognised no moral obligation on us, no inner sanction, to conform or to obey. Before heaven we claimed to be our own judge in our own case”[10].

 

Lo que estaba en causa para Keynes eran, justamente, los valores fundados en una ética basada en el rational self-interest, que explicitaba la visión de que la naturaleza humana es razonable. El self-interest, del modo presupuesto, era absolutamente racional de tal modo que los sistemas egoístas y altruistas podrían contribuir para los mismos propósitos[11]. Keynes afirma:

 

“In short, we repudiate all versions of the doctrine of original sin, of there being insane and irrational springs of wickednes in most men. We were not aware that civilisation was a thin and precarious crust erected by personality and the will of a very few, and only maintained by rules and conventions skillfully put acros and guilefully preserved. We had not respect for traditional wisdom or the restraints of custom. We lacked reverence...”[12].

 

Así, Keynes observa que esa pseudo racionalidad en la visión del ser humano conduce a la superficialidad, no apenas de la capacidad de juicio, como también en los sentimientos. Se excluyen todas las categorías que pueden ser definidas como valuable emotion. Por eso la atribución de racionalidad al ser humano, en vez de lo enriquecer, acabó por empobrecerlo:

 

“(...) it ignored certain powerful and valuable spring of feeling. Some of the spontaneus, irrational outbursts of human nature can have a sort of value from which our schematism was cut off” [13].

 

El distanciamiento frente a la moral, que implicaba renunciar a obedecer las reglas estipuladas fuera de la propia aceptación y  juzgar cada caso por sus méritos, permite estipular el principio de la libertad de conciencia por un lado, e, por otro, reformular el utilitarismo clásico en un utilitarismo ideal, lo que se concretiza en la noción de Keynes de tener siempre la posibilidad de ser a excepción a regla, e, por tanto, de no obedecer a ella, siendo las consecuencias de los actos juzgadas por los propios:

 

“(...) we were  ...Who believed in a continuing moral progres”[14]

 

Keynes referencia, como decisiva para su consagración al estudio da teoría de las probabilidades, esa preocupación con los problemas éticos, los cuales vendrían a conferir una clave al problema teórico del cálculo de los actos de conducta humana, la cuestión colocada por Moore e incomprensiblemente dejada sin solución por este[15].

 

“The large part played by considerations of justification of probability in his theory of right conduct was, indeed, an important contributory cause of my spending all the leisure of many years on the study of that subject”[16].

 

La discusión que Keynes propone en 1938, aunque con una estatura intelectual diferente de la de sus tiempos de Cambridge, fue:

 

 “(...) an apriori view of what human nature is like"[17].

 

La posición de Keynes pretendía ser la posición de los últimos utopistas:

 

“(...) or meliorist as they are sometimes called, who believe in a continuing moral progres by virtue of which the human race already exists of reliable, rational, decent people, influenced by truth and objective standard, who can be safely released from the outward restraints of convention and traditional standards and inflexible rules of conduct, and left, from now onwards, to their own sensible devices, pure motives and reliable intuitions of the good”[18].

 

Sin duda que la contribución de Moore es una referencia para la formación de Keynes en el plano ético. Pero, en la construcción de su pensamiento ético, Keynes busca emanciparse de Moore mediante la crítica, sobretodo la crítica a la ineficacia de la solución mooriana del problema del relacionamiento entre las esferas privada y pública. A la exigencia de un comportamiento probable basado en un conocimiento calculable de los motivos  humanos, Keynes opone la posibilidad de elaborar juicios intuitivos basados en creencias y no en una  probabilidad experimentada, lo que significaba sobretodo realzar la libertad del individuo y la posibilidad de extender as reglas a una área que colisionaba con la moral establecida.

Para Keynes el recurso a credos tenía la virtud de establecer principios y valores arraigados en la tradición y en la costumbre que contribuyesen para el ideal ético. Conseguir buenos estados mentales y buscar conseguir una sociedad feliz era un objetivo del individuo, pero Keynes era cauto en la expectativa de conseguir esos buenos estados mentales en grande escala, así como era audacioso en su estimativa sobre la magnitude y utilidad o felicidad que un gobierno puede conseguir. De este modo, Keynes refuerza la importancia conferida a las creencias auténticas como atributo de ese valor ético.

En la pesquisa de los fundamentos éticos de la conducta humana, Keynes rechaza el cálculo benthamita. Por un lado, buscó cautelarse contra una sobre valorización del criterio económico, e por otro, procuró fundamentar la convicción de que no era correcto considerarlo como el único criterio de valorización de las consecuencias de los actos humanos.  En ese sentido, reconoció la falta de una propuesta alternativa al benthamismo del ponto de vista teórico- económico.

Como consecuencia de sus ideas en el dominio ético, Keynes estudia una base para el cálculo probable de la conducta humana. La teoría de las probabilidades suministra a Keynes una lógica de la acción, que capacita la decisión de cual de los objetivos posibles de nuestros actos resultan mas adecuados en las circunstancias existentes. Esto es sumamente relevante para su punto de vista sobre la conexión que existe entre los fines éticos y los no-éticos.

Podemos decir que la existencia del ideal ético presupone para Keynes que el individuo existe antes de la sociedad, siendo el único modo de garantizar su libertad y la capacidad crítica relativamente a la influencia de las normas y de las virtudes en su vigencia institucional y temporal. El ideal ético keynesiano buscaba el bien intrínseco como expresión de la igualdad de las oportunidades para os individuos, y no la delegación del bien en un espíritu universal que diluyera el propósito de mejorar la vida humana, lo que apenas es preferencialmente alcanzable para los individuos. Keynes creía en el progreso moral continuo de los individuos como parte integrante del crecimiento da civilización humana, todavía no imponiendo propósitos finales para la sociedad, pero procurando los medios adecuados al fin para que cada individuo mejorase su propia existencia.

 

La filosofía y el pensamiento liberal: la ecuación individualismo y sociedad

 

Keynes sugiere, en un plano abstracto, que en la ética práctica o filosofía de la razón práctica se englobarían la teoría y métodos da política. La teoría política no podría establecer verdades sobre los fines últimos, por que la política proporcionaría apenas verdades sobre os medios. Por eso para Keynes no existirían fines políticos, ni formas ideales de gobierno, ni principios políticos válidos o verdades abstractas universales, independientemente de las circunstancias[19].

La política es la aplicación de la teoría ética a las cuestiones de la práctica, una branch de la razón práctica, prestando atención a las determinaciones del curso de las acciones más racionales en dadas circunstancias. Segundo Keynes la atención principal va para la previsión de las razones de la acción, y no para el análisis del poder, ni para los conflictos de las clases sociales, ni para as estructuras políticas e institucionales. Así, Keynes recurre constantemente a la razón, como la fuerza más importante de la política en el largo plazo, que tiene como corolario la acción persuasiva, sea del individuo relativamente al poder y las ideas del poder, sea  de los gobiernos relativamente a los agentes políticos, sociales y económicos.

Keynes entiende la política como ciencia y arte del gobierno, en el sentido en que estos son medios. Una característica fundamental del abordaje keynesiana a las cuestiones políticas y la estructuración del discurso teórico-analítico es el facto de considerar lo ético y el económico como dos vectores que organizan ese discurso, representando la relación fin-medio. El vector económico discutido en termos de técnica, presta atención a las cuestiones de la eficiencia en conseguir determinados objetivos económicos, encuanto que el vector ético discute, en termos de moralidad, psicología,  religión o credo, los valores y el bien intrínseco.

Pero, del mismo modo que Moore fue una referencia en el terreno ético, Keynes tubo en el terreno de la política un pensador favorito para el estudio de los problemas de la ciencia política. En un ensayo de su época universitaria, Keynes escribe un opúsculo con el título " Las Doctrinas Políticas de Edmund Burke". Este es uno de sus estudios más profundos sobre ciencia política, donde Burke surge como uno de los mayores pensadores de los problemas de la teoría y de los métodos de la política, el único al cual reconoce tal mérito.

Burke no creía demasiado en los objetivos buenos en si mismos. Su objetivo era la felicidad del pueblo y la ciencia política solo tenía valor en la medida en que ayudaba en la prosecución de ese fin. La ciencia política era una doctrina de los medios a través de los cuales se buscaba conseguir un fin único y último del Gobierno, entendido de varias formas: como a felicidad general, una extensa diseminación del bién-estar, la promoción general y la equidad, etc. La opinión de Keynes sobre la teoría política de Burke se sintetiza en este trecho elucidativo:

 

“Los gustos y emociones, los buenos sentimientos y los juicios correctos, son cosas que los gobiernos difícilmente pueden estimular y desarrollar directamente sobre la base de cualquier esquema o teoría. El bienestar físico, material y la libertad intelectual están entre los medios esenciales para conseguir aquellas cosas y son también medios para conseguir la felicidad; el governo que se fija como objectivo la felicidad de los governados servirá un buen propósito, sea cual fuera la teoria ética que le sirva de inspiración”[20].

 

Keynes admiraba en Burke la posición flexible relativamente al laissez-faire, las funciones del gobierno, y sobretodo, su posición en lo que se refiere al hecho del gobierno deber integrar personas de competencia y carácter, que asegurarían la eficacia de la máquina estatal, con capacidad e integridad, en la base de jerarquías y desarrollos orgánicos. Aceptaba de Burke que los individuos no se deben autogobernar, aunque no creía en la noción elitista de clase representativa, categoría defendida por Burke, que indicaba la necesidad de la gobernación ser constituida por representantes escogidos por mérito. Keynes defendía los beneficios de la democracia y por tanto las elecciones.

La opinión de Keynes sobre la democracia, aunque reflectindo la época en que vivía, superaba la noción elitista de Burke, constituyendo un referencial importante para el desarrollo de los conceptos de política económica defendida posteriormente, sobretodo cuanto al papel del gobierno en materia de acción correctora de los desequilibrios y de la justicia social.

Segundo Keynes, para que la democracia pueda ser perdurable y eficaz, ´el poder da riqueza` debería ser corregido por el interés más general de la civilización, y un nuevo equilibrio social de las clases debería tener, aunque no niegue la necesidad de la eficacia del gobierno, ni la necesidad de exigir carácter e integridad a los políticos. Keynes eleva la eficacia como la contribución política mas importante en oposición a los derechos abstractos, indistintamente reivindicados por revolucionarios o contra-revolucionarios:

 

“A democracia espera aún su juicio, pero hasta ahora no merece condenación; es verdad que aún no operó con todo su vigor, y eso por dos razones: uno de efectos mas o menos permanentes y otra de naturaleza transitória. En primer lugar, y qualquier que sea la representación numérica de la riqueza, sus poderes son siempre mucho mayores; segundo, la deficiente organización de las clases en ascensión política, que tienen impedido qualquier modificación importante del equilíbrio de los poderes existentes”[21].

 

Un último aspecto de la filosofia política de Burke que Keynes prestó atención fue el carácter gradualista y la defesa del presente de sus proposiciones. Un corolário de esta atitude residía en la recusa en aceptar el presente negativo en troca de benefícios futuros promesores[22]:

 

“Burke no piensa que la raza humana avance a sangre y fuego, en dirección a un fin eminente y glorioso a conseguir en un futuro longínquo; para él, no existe un milénio político que espera y que se deva promover con el esfuerzo y el sacrifício presente”[23]...“Nuestro poder de previsión es tan diminuto, que pocas vezes resulta prudente en razón de una vantagem futura duradora”... “pocas vezes será correcto sacrificar el bién-estar de un pueblo durante una geración, llevar a la infelicidad a una comunidad intera o destruir una instituición benéfica[24], en razón de un presupuesto mirífico a disfrutar en un futuro comparativamente remoto. Nunca poderemos tener conocimientos de tal modo suficientes que valga la pena asumir ese riesgo; lo que, el hecho de quee en algumas situaciones pasadas, los cataclismos hayan sido preludios de situaciones favorables prolongadas no constituye un argumento general a favor de los cataclismos. El dever esencial de los governos y de los políticos es garantizar el bién estar presente de la comunidad y no aceptar riesgos en razón de los benefícios futuros”[25].

 

La evolución de las ideas liberales de J.M. Keynes se manifiesta   en continuidad y en ruptura con ciertas creencias y presupostos doctrinales de la teoria clásica liberal, aunque el próprio se declarase como liberal. En esa cualidad, distingue entre un liberal verdadero y un liberal real[26].

Keynes demuestra en su colaboración política con Lloyd George que sus ideas liberales no eran ortodoxas. La esencia de seu liberalismo estaria en adequarse a las circunstancias cambiantes, adaptando su programa al mundo real a fin de superar el desastroso problema del desempleo y de la inestabilidad. Keynes se sentia representativo de la categoria de liberal real, por presumir haber encontrado la resposta al problema que afligia al capitalismo, no apenas  por no colocar en cuestión elo postulado de la iniciativa privada, como por ser el único modo de continuar a creer y defender un sistema que representava o ideal de liberdad.

A ameaça del sistema, obrigaria a algumas reconsideraciones en las "old theories", impondo una reflexão sobre las tarefas del governo y la relación estado-individualismo humano. Asim escreve Keynes, justamente revelando a mudança  face a otras opiniones anteriores:

 

“Whilst, therefore, the enlargement of the functions of government, involved in the task of adjusting to one another the propensity to consume and the inducement to invest, would seem to a nineteenth-century publicist or to a contiemporary American financier to be a terrific encroachment on individualism, I defend it, on the contrary, both as the only practicable means of avoiding the destruction of the existing economic forms in their entirety and as the condition of the successful funtioning of individual initiative”[27].

 

A visión dotrinária de Keynes, pondo enfase en la necesidad de una `política interventora`, no era tomada de ánimo leve relativamente al daño que una excesiva intervención del estado provocaria en la economia y en la sociedad civil en General. En 1944, escreve a Hayek:

 

“You will not expect me to accept quite all the economic dicta in it. But morally and philosophically I find myself in agreement with virtually the whole of it; and not only in agreement with it, but in a deeply moved agreement”. [28]

 

Keynes expresa o seu ”deeply moved agreement” con Hayek, en la base de las ideas filosófico-políticas comuns[29], discutiendo el lugar donde deveria ser establecida la separación entre  la Agenda y la no-Agenda del Estado, como deveria ser estabelecida la relación Estado-indivíduo, como deverian ser garantizados los derechos y deveres del ciudadano. Keynes se distancia de Hayek por las mismas razones que en los nos años Veinte criticó el Tesoro y la ortodoxia:

 

“The line of argument you yourself take depends on the very doubtful asumption that planning is not more efficient. Quite likely from the purely economic point of view it is efficient. That is why I say that even if the extreme planners can claim their technique to be the more efficient, nevertheles technical advancement even in a les planned community is so considerable that we do not today require the superfluous sacrifice of liberties which they themselves would admit to have some value.I come finally to what is really my only serious criticism of the book. You admit here and there that is a question of knowing where to draw the line. You agree that the line has to be drawn somewhere, and the logical extreme is not posible. But you give us no guidance whatever as to where to draw it. In a sense  this is shirking the practical isues”[30].

 

La utopia del individualismo doctrinário tiene por base el proceso histórico de la busqueda de fundamentos para entender la conduta humana de un modo mas tolerante. Esa doctrina fornece un fundamento intelectual satisfatório para legitimar os direitos de propriedad y la liberdad, pero vacila face la necesidad de seguridad colectiva e de reequilíbrio social. Keynes no acreditava en determinados preceitos desa filosofia liberal ortodoxa, como atesta esta pasagem elucidativa:

 

“(...) it is not true that individuals poses a prescriptive `natural liberty` in their economic activities...The world is not governed from above that private and social interest always coincide. It is not so managed here below that in practice they coincide. It is not a correct deduction from principles of economics that enlightened self-interest always operates in public interest. Nor is true that self-interest is generally enlightened; Experience does show that individuals, when they make up social unit, are always les clear-sighted than when they act separately”[31].

 

Keynes propone, siguiendo Burke, basarse en fundamentos concretos, y no suponer como Bentham, que las interferencias `generalmente desnecesarias` o ` perniciosas`. Keynes piensa en una primera fase que o Estado debería intervenir para elevar a probabilidad del conocimiento, diminuyendo la incertidumbre sobre el futuro, aumentando el estado de confianza en relación con los cálculos sobre o futuro. El fin último de la intervención del Estado debería ser mejorar la información para una mejor iniciativa de los empresarios, aumentar la racionalidad de la inversión, regular la inversión a través de los cuerpos para-estatales, eliminar o desempleo y la formación de expectativas decepcionantes. Keynes proclama la necesidad de los economistas distinguiesen entre Agenda y no- Agenda del gobierno, con la tarea política complementar de imaginar, en el cuadro de una democracia, as formas de gobierno que permitan realizar a Agenda. Keynes se propone curar la enfermedad mortal del individualismo, proponiendo:

 

“But, above all, individualism, if it can be purged of its defects and its abuses is the best safeguard of personal liberty in the sense that, compared with any other system, it greatly widens the field for the exercise of personal choice, and the los of which is the greatest of all loses of the homogeneous or totalitarian state. For this variety preserves the traditions which embody the most secure and succesful choices of former generations; it colours the present with the diversification of its fancy; and, being the handmaid of experiment as well as of tradition and of fancy, it is the most powerful instrument to better the future”[32].

 

Keynes propone distinguir la Agenda de la no-Agenda, y no suponer que las interferencias `generalmente desnecesárias` o `generalmente perniciosas`. La Agenda del Estado debe incorporar aquellas actividades que los indivíduos no realizan, aquellas decisiones que nadie adopta si el Estado no actuar[33].  Propone por eso la creación de cuerpos semi-autónomos entre el Estado y los indivíduos cujo critério de acción sea el bién público, excluindo las ventajas personales como motivo de acción. Esos cuerpos autónomos en el interior del Estado deven estar sujetos al controlo del Parlamento. Entre estes corpos, Keynes incluye el Banco de Inglaterra, la Administración de los Portos, grandes sociedades anónimas o de utilidad pública. Keynes propone separar los serviços que son tecnicamente sociales de los que son tecnicamente individuales. Keynes recorre justamente a Burke para afirmar que:

 

“(...) one of the finest problems in legislation, namely to determinate what the State ought to take upon itself to direct...., and what it ought to leave, with as little interference as posible, to individual exertion”[34].

 

Keynes pretendia una utopia caracterizada por el aumento del bién intrínseco. Ese objectivo último, donde la política y la economia eran medios para conseguir tal fin, era la formación de una sociedad racionalmente ética.

Keynes no escribió ninguna `Utopia`, aunque su sociedad ideal fuese aquella donde la beleza y el amor existirian de forma variada; la pintura, la escultura, la música, las artes deverian florescer, las naciones deverian viver en paz y en cooperación; la moeda deveria perder la qualidad de medio de entesoramiento, pues transformava las en money lovers y especuladores:

 

“At any rate to me it seem clearer every day that the moral problem of our age is concerned with the love of money, with the habitual appeal to the money motive in nine-tenths of the activities of life, with  the universal striving after individual economic security as the prime object endeavour, with the social approbation of money as the measure of constructive succes, and with the social appeal to the hoarding instinct as the foundation of the necesity provision for the family and for the future”[35].

 

De un ponto de vista económico las precondiciones del bién implicarian una diseminación del conforto material y de la seguridad económica, asi como del lazer. El amor y la beleza apenas podrian ser gozados por aqueles que estuviesem liberados de la inseguridad material. La generación de las precondiciones requiere la eficiencia de la produción, de las prácticas institucionales, el crescimiento sustentable de la populación con una tecnologia adequada, abundancia de tiempo y output, belleza natural, etc. Determinados valores serían tolerados apenas como un medio para atingir el bién:

 

“Avarice and usury and precaution must be our gods for a little longer still. For only they can lead us out of the tunnel of economic necesity into daylight”[36].

 

Por que la transformación de la sociedad supone una reforma de las condutas de los indivíduos en la sociedad:

“I think with dread of the readjustment of the habits and instincts of the ordinary man, bred into him for countles generations, which he may be asked to discard within a few decades..must we not expect a general `nervous breakdown`.. there is no country and no people, I think, who can look forward to the age of leisure and abundance without a dread. For we have been trained too long to strive and not to enjoy”[37].

 

Aunque para tal fuesse necesário que el Estado, el bién comum, tuviese sus deveres bién definidos. Nada de esto resultaria del acaso, reservando la teoria y la práctica económica un papel, consciente de que el problema económico era el instrumento para objectivos superiores de la civilización humana. En el prefácio al `Essay in Persuasion` Keynes escribió:

 

“(...) the day is not far off when the economic problem will take the back seat where it belongs, and that the arena of heart and head will be occupied, or reoccupied, by our real problems-the problems of life and of human relations, of creation and behaviour and religion”[38].

 

Para Keynes la política es ciencia y arte. Enquanto ciencia ella es a aplicación de la teoria ética a las questones de la práctica, es una parte de la razón práctica. Enquanto arte ellas son la experiencia y sapiencia de los homens justos. Esta distinción permite, sobretudo, una percepción mas acabada de sus ideas de ética práctica, aplicada a la transformación de la política en una doctrina de los medios de la razón e nunca destinada a substituir la ética o doctrina de los fins, para la qual los políticos no son los veículos más apropriados.

Su pensamiento político concedió prioridad a los objectivos imediatos sobre los futuros, actitud reforzada por su estudo sobre las probabilidades, donde la incertidumbre resulta de la precariedad de los conocimientos futuros, por lo que las acciones racionales eran mas adequadas, tomando en cuenta las circunstancias.

Burke contribuye para que Keynes establezca una clara linea de la demarcación entre la esfera privada y la esfera pública, así como de la interacción de esas dos esferas, prestando atención a las determinaciones del curso de las acciones más racionales en dadas circunstancias. De este aprende que, como el poder de las previsiones es tan diminuto, pocas vezes será prudente, inclusive frente a una vantagem futura duradora, sacrificar el bién-estar de un durante una geración, llevar la infelicidad a una comunidad entera o destruir una instituición benéfica en razón de un presuposto mirífico a disfrutar, en un futuro comparativamente remoto. Nunca poderemos ter conocimientos suficientes al ponto de valer a pena asumir ese riesgo.

Para Keynes, el dever esencial de los governos y de los políticos es garantizar el bien-estar presente de la comunidad y no aceptar riesgos en función de los benefícios futuros. Mas allá del riesgo implicado en qualquer forma más violenta de progreso, existe una consideración adicional, no basta que la situación que deseamos promover sea mejor que la precedente, ella deve ser mejor en un grado suficiente a fin de compensar los daños de la transición, por que se recomenda la gradualidad en las mudanças. El deber del Estado era el alcance de la felicidad en el presente e no la promoción de un objetivo último, aunque lo segundo pueda ser consecuencia indirecta del primero, habiendo privilegiado los ajustamentos con el auxílio del Estado y no la espera de automatismos difusos y temporalmente extensos.

El régimen de libertad era la forma que mejor encarnava la construcción del bien público, fomentando la seguridad y la utilización adecuada de los medios. Keynes consideraba-se un liberal del tipo real, perteneciente al futuro, aunque pretendiese ser reconocido como el último de los utopistas, aspirando a un tipo de sociedad ideal donde imperasen a harmonía, a belleza, a paz. Cualquier ciudadano que mirase el mundo real y no apenas a Sagrada Escritura, sabría que no havia correspondencia entre los deseos de libertad y el mundo en desagregación política y depresión económica.

El conocimiento sobre las motivaciones que llevaron a este pensador a  colocar como objetivo prioritario la estabilidad del capitalismo y el pleno empleo, se basa en la necesidad de preservación de una cultura que se encontraba abalada pela incapacidad de dar nuevos saltos civilizacionales, pela corrupción de sus valores éticos y por la ineficácia en la abordagen tradicional de los problemas políticos; por eso Keynes estava convencido de que el tiempo era de mudança, pero no acreditava en un regreso a ortodoxia dotrinária  defendida por los conservadores e por los liberales  como Hayek. La insistencia en los viejos métodos de la política conservaba la pureza de los valores liberales, pero no aseguraba en el tiempo la libertad y la seguridad que las buscaban, era tiempo de cambiar rumbo, de redefinir los comportamientos, las funciones de las instituciones y de los individuos.

Los criterios de la razón práctica llevan Keynes a afastarse de un doctrinarismo individualista, lejos de la sociedad y de sus problemas. Surgia una Agenda para o Estado, que los ciudanos devian vigilar pero no impedir.

 


 


 

[1] Ver R. Skidelsky “L'Economia di Keynes: Alcuni Capisaldi Intellettuali", Rasegna Economica, n 1, Gennaio-Marzo de 1988, y O´  Donnel en el libro `History of Economics Society´,  editado por W. Barber in R. O´ Donell, "Keynes´s political philosophy, p. 3, in William Barber(ed.), Perpectives on the History of Economic, Vol. VI Themes in Keynesian Criticism and Supplementary Modern Topic, Published for the Histoy of Economics Society by Edward Elgar, 1989, pp. 3-28.

[2] J.M. Keynes, "Miscellanea Etica", July-September 1905, Keynes Papers, King´s College, Cambridge,  citado por Skidelsky, p. 155.

[3] Ibidem, p.157.

[4] Idem.

[5] In Skidelsky, op. cit., Capítulo 6, pp. 161-164.

[6] Comparese con Skidelsky, op. cit., p. 159

[7] O´Donnel escribe: “Not that Keynes treated rules with disdain. The situation was that there was an inversion of priorities. The domain of individual judgment which had taken a secondary position in Moore´s account was elevated by Keynes to the main philosophical tribunal. Rules were still respected as socially useful and necesary, but their validity in given circumstances was always open to revision by this higher tribunal", in R. O´Donell, "Keynes´s political philosophy, p. 8, in William Barber(Ed.), Perspectives on the History of Economic, Vol. VI Themes in Keynesian Criticism and Supplementary Modern Topic, Published for the History of Economics Society by Edward Elgar, 1989.

[8] J.M. Keynes (1938), My Early Beliefs, CWJMK , The Mac Millan Pres Ltd, London vol.X, p.436.

[9] Idem, p.445.

[10] Idem

[11] Esa ética tiene su expresión universal en Bentham y Kant, cuya finalidad es el Bien General; Idem, p.447

[12] Ibidem

[13] Ibidem, p. 447

[14] Ibidem

[15] Vease Skidelsky, op. cit., p.163 e 164. Ver la obra "Treatise on Probability", publicada en 1921. 

[16] Idem, pp. 445.

[17] Idem, p.446.

[18] Idem, p. 447-448

[19] La noción de derecho natural era negada por Keynes. Como escribe O`Donnel:  “The qualities such right sought to protect might be good in an instrumental sense, but the right could be legitimacy infringed if they interfered with the attainment of greater intrinsic good”… “anything which hinders (persons) from devoting their energy to the attainment of positive goods seems painly bad as means. R. O´Donell, "Keynes´s political philosophy, in William Barber(ed.), Perpectives on the History of Economic, Vol. VI Themes in Keynesian Criticism and Supplementary Modern Topic, Published for the Histoy of Economics Society by Edward Elgar, 1989, p. 6.

124 Ver Skidelsky, op. cit., p. 161-165.  

125 Ver Skidelsky, op. cit., p. 163.

[22] Ibidem, p. 162.

[23] Ibidem.

[24] Keynes escribe" Our power of prediction is so slight, our knowledge of remote consequences so uncertain, that it is seldom wise to sacrifice a present benefit for a doubtful advantage in the future. Burke ever held, and held rightly, that it can seldom be right to sacrifice the well-being of a nation for a generation, to plunge whole communities in distres, or to destroy a beneficent institution for the sake of a supposed millennium in the comparatively remote future. We can never know enough to make the chance worth taking and the fact that a cataclysms in the past have some times inaugurated lasting benefits is no argument for cataclysms in general. These fellows, say Burke, have gloried in making a Revolution, as if Revolutions   were good things in themselves", J.M. Keynes, citado por O´ Donnel, in  R.  O´Donell, "Keynes´s political philosophy, p. 9, in William Barber(ed.), Perpectives on the History of Economic, Vol. VI Themes in Keynesian Criticism and Supplementary Modern Topic, Published for the Histoy of Economics Society by Edward Elgar, 1989.

[25]   Ibidem, citado por Skidelsky, op. cit., pp. 162-163.

[26] Ver J.M. Keynes, CWJMK, vol. IX, p. 295-311.

[27] J.M. Keynes, CWJMK, vol. Vii, p. 378

[28] Keynes alude al libro de Hayek escrito en 1944 The Road to Serfdom "The voyage has given me the chance to read your book properly. In my opinion it is a grand book. We all have the greatest reason to be grateful to you for saying so well what needs so much to be said. J.M. Keynes, To Profesor F.A. Hayek, 28 June 1944, in CWJMK, vol. XXVII, pp. 385 e seg. It is true that you and I would probably draw it in different places. I should gues that according to my ideas you greatly under-estimate the practicability of the middle course. But as soon as you admit that the extreme is not posible, and that a line has to be drawn, you are, on your own argument, done for, since you are trying to persuade us that so soon as one moves an inch in the planned direction you  are necesary launched on the slippery path which will lead you in the course over the precipice...I should therefore conclude your theme rather differently. I should say that what we want is not no , or even les planning, indeed I should say that we almost want more. But the planning should take place in a community in which as many people as posible, both leaders and followers, wholly share your own moral position. Moderate planning will be safe if those carrying it out are rightly orientated in their own minds and heart to the moral isue. This the fact already true of some of them. But the curse is that there is also an important section who could almost be said to want planning not in order to enjoy its fruits but because morally they hold ideas exactly the opposite of yours, and wish to serve not God but the devil.. What we need therefore, in my opinion, is not a change in our economic programmes, which would only lead in practice to dilution with the results of your philosophy; but perhaps even the  contrary, namely, an enlargement of them. Your greatest danger ahead is the probable practical failure of application of your philosophy in the U.S. in a fairly extreme form. No, what need is the restoration of right moral thinking- a return to proper moral values in our social philosophy. If only you could turn your crusade in that direction you would not look or feel quite so much like Don Quixote. I accuse you of perhaps confusing a little bit the moral and the material isues. Dangerous act can be done safely in a community which thinks and feels rightly, which would be the way to the hell if they were executed by those who think and feel wrongly”.

[29] La obra posterior de Hayek demuestra la absoluta falta de creecia de este en calquier obra colectiva, por cuanto moralmente inferior. Vease António Argandoña Rámiz, " La polémica entre Keynes y Hayek: algunas consideraciones de interés para los debates de los años ochenta", in Rafael Rubio de Urquia(ed.) La herencia de Keynes, Alianza Universidad, 1988, pp. 235-267.

[30] J.M. Keynes, To Profesor F.A. Hayek, 28 June 1944, in CWJMK, vol. XXVII, pp. 385 e seg.

[31] J.M. Keynes, CWJMK, vol. IX,  p. 287-288.

[32]  J.M. Keynes, ´ op. cit., p. 380.

[33] En verdad la terminologia de Agenda (donde el Estado deve actuar en ralción a fenómenos desarrollados por la sociedad de forma natural) y non-Agenda, donde el estado no puede intervenir también fue utilizada por Bentham. Esta división dependia de cada país y de las circunstâncias de cada comunidad política. El próprio Stuart Mill utilizaba esa terminologia con un realismo mayor que Bentham, éle escribe: " En las circunstancias concretas de una época o un pais determinados, casi no hay nada verdaderamente importante para el interés general que no resulte deseable o incluso necesario que el Estado no acometa por sí msimo; no porque la iniciativa privada individual sea incapaz de hacerlo sino porque en la practica no lo hará. En algunas épocas y lugares no habrá caminos, diques puertos, canales, obras de riego, hospitales, escuelas, universidades, imprentas, si no los realiza el Estado, al ser la población demasiado pobre para allegar los recursos necesarios, o no lo bastante avanzada intelectualment para apreciar los fines, o no lo suficientemente entrenada en la acción colectiva de reunir los medios", J. Stuart Mill, Principles, p. 978, citado por O´ Brienm in op. cit., p. 378.

[34] J.M. Keynes, CWJMK, vol. IX,  p. 288

[35] J.M. Keynes, CWJMK, vol. IX, p. 268-269

[36] J.M. Keynes, in  CWJMK, Vol. IX, p. 331.

[37] J.M.Keynes, CWJMK, Vol. XXVII, p. 260-261.

[38] J.M.Keynes, CWJMK, Vol. IX, p. xviii.