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Estrategias alternativas frente a la globalización y al mercado: la experiencia socialista
Mario González Arencibia
 

 

PARTE IV: SOCIALISMO SOSTENIBLE COMO ALTERNATIVA A LA  GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

 

Vicisitudes del término socialismo

 

A los efectos de este estudio es importante tomar en consideración las propias vicisitudes en torno a la denominación del término socialismo en su nacimiento. Históricamente una de las preguntas que ha sido objeto de cuestionamiento ha sido la siguiente: ¿Tiene futuro el socialismo?,[1] la idea es que hace más de dos siglos esta pregunta ha recorrido las preocupaciones de los analistas, siendo común en los diversos periodos el presupuesto de que el socialismo como teoría, y como movimiento ha arribado a un momento crítico.  Fenómeno que se pone de manifiesto en la actualidad con el derrumbe del campo socialista en Europa del Este y la Antigua Ex-URSS.

En sus inicios esta palabra “socialismo” no era una idea de una connotación política, ni tampoco implicaba una forma específica de organización social, lo cual se distingue del vocablo más antiguo “comunismo” cuyo contenido si encarnó desde el principio una sociedad sustentada en la propiedad común por encima de la privada, llegando incluso a significar un movimiento político.[2] “Socialismo” y “socialista” básicamente se derivaron del término social sirviendo para expresar que los seres humanos son esencialmente seres sociales. En este análisis el eminente historiador Eric Hobsbawm destaca que el término socialismo comenzó a tener un sentido político en la década de 1830,[3] pasando a formar parte del argot político y social que se difundía hacia fuera de Gran Bretaña y Francia.[4]

El análisis de Hobsbawm deja ver dos cosas primero que el socialismo como término cuando se emplea inicialmente no era contrario del “capitalismo” sino del “individualismo”. Lo que hizo que el “socialismo” pasara a ser anti-capitalista fue que a principios del siglo XIX el centro de esta sociedad individualista lo estaba siendo la competencia junto a sus desigualdades, por lo que se asume que la base de una sociedad socialista tendría que ser la cooperación o la solidaridad. Ya desde entonces según Hobsbawm cualquier cosa podía interpretarse como socialismo, hasta una modificación leve al laissez-faire a favor de la seguridad social en colonias que no tenían propiedad privada. En el caso de gran Bretaña este sentido original del socialismo continuó siendo central hasta fines del siglo XIX.

El segundo aspecto que aporta Eric Hobsbawm es que originalmente el socialismo no tenía implicaciones políticas, este podía ser establecido  por el Estado u otro tipo de autoridad, lo normal es que podía ser establecido por comunidades voluntarias, por lo cual autores como George Bernard Shaw dramaturgo inglés denominó esta práctica como “socialismo a través de la empresa privada”.  Esta es una de las razones por las cuales se plantea por Hobsbawm que existía más colonias socialistas en los Estados Unidos que en otra parte del mundo.

En efecto, el socialismo surge como un movimiento utópico en la primera mitad del siglo XIX, en respuesta a los turbulentos efectos económicos y sociales de la Revolución Industrial sobre las clases trabajadoras, y ante las fracasadas esperanzas libertarias de la Revolución Francesa. Sobre esta base Saint Simon, Forurier, Owen y Prohudon, entre otros describieron estos acontecimientos y formularon sistemas ideales con la ilusión de superar  los problemas de la época. [5]  La idea es que el socialismo como postulado y práctica deviene con intermitencias pasando paulatinamente, a ser parte de la ideología de la clase obrera.[6] Lo cual se fue concretando a medida que los movimientos obreros tomaron el camino de una acción política colectiva. En este ámbito la idea del socialismo se asociaba a la conquista del poder del Estado por la clase obrera, convirtiéndose este en el elemento fundamental de la instrumentación del socialismo.

 Lo anterior se comprende mejor si se consideran los componentes tradicionales[7] de la teoría y la práctica socialista. El primer elemento, que aparecía en todo proyecto y movimiento socialista es que toma en consideración la cuestión social en la agenda política. En ello se incluía la condición de la clase obrera, la explotación, las pobres expectativas de vida y la privación de cultura como fruto de la sociedad capitalista. En segundo lugar, las teorías y movimientos socialistas generalmente incluían el tema de la carga  que representa el trabajo físico, por su incidencia en la situación degradante de la clase obrera. Tal crítica incluía la necesidad de la emancipación del trabajo como proyección de la nueva sociedad.

Un tercer componente de la crítica tomaba en cuenta el carácter dañino de la economía de mercado para la construcción socialista. Es a partir de esta que nace y se desarrolla, el concepto de planificación centralizada como respuesta a los desajuste que ocasionaba el mercado. El cuarto componente, está referido al concepto de comunidad como modo de vida contrario al extendido concepto de individualismo arraigado en el llamado mundo occidental. 

 Quinto, el legado de las grandes transformaciones políticas estuvo sujeto al principio de la igualdad política y social frente a las desigualdades sociales. Aún sosteniendo las ideas contenidas en la Crítica al Programa de Gotha realizada por Marx, bajo el legado de la igualdad de derecho pero no de distribución. 

La pregunta con relación a estos componentes es la de cómo resolver la crisis de la teoría y la práctica del movimiento socialista, ¿Significa ello que los postulados planteados son añejos?. En la respuesta a esta pregunta habría que considerar el análisis que desarrollan autores como Alejandro Dabat, en su artículo “El futuro del socialismo marxista” quien argumenta que no es la primera vez que el movimiento y la teoría socialista atraviesa una gran crisis. Coloca el ejemplo de como tras la derrota de la Comuna de Paris en 1871, tuvo lugar el primer colapso que llevó a la liquidación de la Primera Internacional, Y como la Segunda Guerra Mundial provocó la ruina de la Segunda Internacional.  Este mismo autor –Dabat-reflexiona y expresa que ninguna de estas crisis del socialismo marxista significó el “fin del socialismo marxista”, sino que se transformaron en procesos de reformulación y reconstitución política que condujo a la búsqueda de nuevos caminos.

El autor antes mencionado, al propio tiempo se pregunta si en la actualidad podría suceder algo parecido, es decir si todavía es posible la renovación de la práctica socialista. Coloca así como escenario para responder esta pregunta argumentos muy esclarecedores a los efectos de este trabajo, cuando plantea: “Para intentar responder a  esta pregunta, debe partirse de la idea de que la presente crisis es mucho más profunda y generalizada que las anteriores, porque abarca un universo de campos y problemas más vastos, es el resultado de una derrota no bélica ante la superioridad tecnológica, política y cultural del capitalismo y afecta a un movimiento que cuenta con mucho menos reservas teóricas y políticas de recambio, en una época en que el capitalismo mundial se haya en pleno proceso de recuperación y reestructuración”.[8]  La idea es que la actual crisis del socialismo es una crisis del significado del socialismo.

El punto polémico en este marco está en encontrar soluciones frente a un capitalismo que es cada vez más global y que tiende a empeorar las condiciones de la mayor parte de la humanidad,  por lo que en estas condiciones tan difíciles el socialismo como ideal materializado dependerá de su capacidad de renovación para enfrentar los retos que le plantea el nuevo hito histórico lo cual indica la necesidad de una transición socialista sostenible.


 

[1] Un interesante trabajo sobre este tema puede encontrarse en: Héller, Ágnes y Fehér, Ferenc. ¿Tiene Futuro el socialismo?. Paradigmas y Utopías. La reformulación del proyecto socialista. Revista de reflexión teórica y política del partido del trabajo. No. 6 México, Diciembre del 2002-febrero 2003 pp.285-295.

[2] Es a partir del francés François Nöel Babeuf que adquiere un significado político. Desde su tribuna en los periódicos "Le Tribun du People", "Journal de la Conféderation" y "Le Scrutateur des Décrets" exponía su doctrina política revolucionaria y realizaba ataques contra el Directorio. En 1796 formó una asociación de la que surgió la Conspiración de los Iguales, con el objetivo de acabar con el Directorio. Descubierta, fue desmantelada, siendo el mismo Babeuf detenido y ejecutado. Su radicalismo le llevó a criticar a los dirigentes revolucionarios tachándolos de conservadores, exigiendo que se tomasen medidas para lograr la igualdad social al mismo tiempo que se avanzaba en la libertad política. En este sentido, consideraba la propiedad privada como el obstáculo mayor para la creación de una sociedad más justa e igualitaria, siendo además el origen de guerras y violencia. Como solución, propugnaba una comunidad de bienes y trabajo, en la que los individuos percibirían cantidades salariales iguales que borrarían la diferencia y, con ello, la opresión. Revolución Francesa. (C) 2001 Ediciones Dolmen, S.L. Todos los derechos reservados. Disponible en: http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/2454.htm.

[3] En 1830, habían aparecido los primeros periódicos obreros: Journal des Ouvries, Le Artisan y Le Peuple, que estimularon las primeras insurrecciones de pequeños talleres y jornaleros en 1831, bajo el lema Vivre en travaillant ou mourir en combattant. En 1834, nuevos estallidos de violencia se producen en Lyon. Es el año cuando la palabra socialismo es usada por Pierre Leroux, por primera vez para referirse a las ideas asociadas a la situación de los trabajadores del campo y de la naciente industria. En este ámbito las ideas de Blanc, Cabet, Barbet, Saint Simon y Blanqui circulan entre los obreros. El último de los nombrados siembra la insurrección popular y la lucha de clases, fundando clubes y sociedades secretas que estimulan la lucha de los ouvries por sus reivindicaciones. Disponible en: http://personales.com/chile/santiago/vilcun/socialdos1.htm.

[4] Eric Hobsbawm. Surgirá entre las cenizas. Paradigmas y Utopías. La reformulación del proyecto socialista. Revista de reflexión teórica y política del partido del trabajo. No. 6 México, Diciembre del 2002-febrero 2003 p. 296-303.

[5] Para un estudio de esto se puede consultar: Formulaciones socialistas. Disponible en: http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/2510.htm.

[6]  Draper, Hal. Las dos almas del socialismo. Documento publicado en Iniciativa Socialista número 15, junio 1991. Disponible en http://marxists.anu.edu.au/espanol/draper/1960.htm.

[7] Resumidos a partir de Héller, Ágnes y Fehér, Ferenc. ¿Tiene Futuro el socialismo?. Paradigmas y Utopías. La reformulación del proyecto socialista. Revista de reflexión teórica y política del partido del trabajo. No. 6 México, Diciembre del 2002-febrero 2003 p. 286-287.

[8] Dabat Alejandro. El futuro del socialismo marxista. Paradigmas y Utopías. Op. Cit. p. 272.


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