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Capítulo Primero

La Vida Y La Obra

El sentido de este capítulo es hacer una especie de presentación del maestro Antonio García Nossa y su obra. Creo necesaria esta presentación porque, a pesar de la gran producción escrita y la gran actividad política que tuvo este pensador colombiano, es poco conocido entre sus compatriotas, salvo entre sus amigos y unos pocos académicos de las ciencias sociales. Me propongo también argumentar mi opinión de que Antonio García Nossa es el más importante pensador del país y uno de los más importantes de América Latina en el siglo XX.

Antonio García nació en Bogotá, en el barrio Las Aguas, el 12 de abril de 1912. Su padre descendía de españoles y su madre de indígenas, entre cuyos antepasados se encuentra el comunero sogamoseño Pablo Nossa. Sus primeros estudios los lleva a cabo en el Colegio de los Dominicanos de Chiquinquirá y en el Colegio del Rosario; luego inicia su carrera de Derecho en la Facultad de Santa Clara en Bogotá, para continuarla, hasta graduarse de abogado, en la Universidad del Cauca en Popayán.

Aún sin obtener su título profesional, García empieza una actividad intelectual y política muy intensa investigando la realidad social del departamento del Cauca, en contacto con los indígenas, campesinos y mineros de ese departamento, simultáneamente con su producción literaria -tanto en prosa como en verso- y la amistad y la polémica con grandes hombres de su época como Guillermo Valencia y Baldomero Sanín Cano. Su actividad con los campesinos y los mineros es recordada en el prólogo a un libro de cuentos que publica a la edad de 22 años, donde dice: Mis personajes viven. A casi todos los conocí de cerca, apreté sus manos y luché junto a ellos. La actividad intelectual de aquellos años es rememorada más tarde al expresar su admiración y sus discrepancias con el maestro Valencia; al respecto, dice que Anarkos es el poema por medio del cual ingresa la causa del proletariado universal a la literatura colombiana y agrega: Conocí de cerca a Valencia y no participé nunca de sus ideas políticas, sociales o estéticas, mereciendo el constante honor de que las discutiese conmigo.

Posteriormente se dedica a una investigación social de largo aliento en el departamento de Caldas que lo sitúa entre los científicos sociales de talla internacional y en ese pedestal permanecerá, hasta su muerte el 27 de abril de 1982 en la misma ciudad que lo vio nacer. Dicha investigación, que se constituyó en el libro Geografía Económica de Caldas, fue presentada como tesis de grado para obtener el título de abogado en 1937.

García dedicó gran parte de su vida a la docencia universitaria. Su primera experiencia en este campo tiene lugar en la Universidad del Cauca, recién obtenido el título profesional, en las materias de prehistoria, literatura y política. De este cargo fue suspendido, según comenta su amigo Luis Emiro Valencia, por tomar partido a favor del popular Catilina en contra del aristócrata Cicerón. Posteriormente se vincula a la Universidad Nacional de Colombia, donde fundó en 1943 el Instituto de Economía en la Facultad de Derecho; allí se formaron los primeros economistas colombianos con un amplio perfil histórico y social*. A principios de la década de los años cincuenta fue expulsado de la universidad por orden de Laureano Gómez. Habría de regresar más tarde en la rectoría de Luis Carlos Pérez, cuando llegó a ocupar la Vicerrectoría Académica. Luego salió temporalmente, en otro período de administración reaccionaria, para regresar y permanecer hasta su retiro definitivo de la docencia a finales de la década de los años setenta.

Ya en 1952, en un artículo de El Tiempo (10 de febrero), el doctor Gerardo Molina expresaba la condición de maestro de García:

Siempre ha existido en América Latina una familia de espíritus para la cual el magisterio democrático ha sido la razón de sus afanes. Antonio García ha sentado plaza entre ellos por la constancia y la rectitud de su obra. García es un testigo apasionado, en el mejor sentido de la palabra, de la vida actual y un combatiente valeroso e íntegro. La acción gana terreno cada día en su espíritu, viajero por mucho tiempo del reino exclusivo de las ideas.

Al final de su vida, escribió una obra, publicada poco después de su muerte, titulada La crisis de la Universidad, que es un verdadero modelo de cómo debe ser estudiada y criticada la universidad colombiana. Después de una conceptualización teórica de la institución universitaria, desarrolla una historia de la Universidad en Colombia no como un proceso en sí, independiente, sino en consonancia con la historia del país. A cada ciclo histórico de la Nación colombiana corresponde un modelo de universidad. La universidad moderna está en crisis, según García, precisamente porque no puede jugar su verdadero papel en un proceso de transformación social y no puede hacerlo porque está sometida a responder a las necesidades inmediatas de una economía dependiente.

Su actividad política fue permanente, desde su presencia juvenil en las organizaciones sociales del Cauca y de otros departamentos; el periplo de su actividad política se puede seguir por las ciudades en las que están fechados los cuentos publicados en 1934: Manizales, Ibague, Popayán, Bogotá, etc. En 1943 crea la Liga de Acción Política, que es su primer intento por constituir un movimiento socialista en el país; en 1945 se une a la causa de Jorge Eliecer Gaitán, siendo uno de los cerebros en la formulación del Plan Gaitán en 1947. En 1951, prácticamente desaparecido el movimiento gaitanista, después de la muerte del caudillo, García crea el Movimiento Socialista Colombiano. El carácter de este movimiento fue definido, particularmente, en el primer número del periódico que fundó en 1952, Gaceta Colombiana, con estas palabras:

Nuestro movimiento es socialista, democrático, revolucionario, autónomo y nacional. Entiendo que el problema de la revolución colombiana no podrá ser resuelto desde afuera, ni del lado capitalista ni del lado comunista. Nuestro pensamiento socialista es resultado del análisis de nuestra propia historia, del conocimiento y utilización de sus propias experiencias y de la afirmación de nuestros destinos nacionales1.

Finalmente, se une a la ANAPO, llegando a ser el Secretario Nacional de Educación Política de la ANAPO Socialista, en los años setenta.

En el campo de la consultoría, García colaboró con diferentes gobiernos, fundamentalmente en asuntos agrarios, en Bolivia, Perú, Méjico, Ecuador y Chile; también fue consultor en organismos económicos internacionales.

Al maestro García no le fue ajeno ninguno de los campos propios del científico social, tanto en la teoría como en la práctica. Su producción escrita, que pasa de ochenta libros, si contamos las selecciones de artículos científicos, abarca los campos de la Economía, la Sociología, la Historia, la Geografía, la Antropología, la Política, la Literatura y su actividad práctica comprende, como quedó dicho, la docencia, la política y la asesoría. Él mismo se refiere expresamente a la necesidad que sentía de unir la reflexión teórica con la actividad práctica:

Para quienes piensan que los hombres de universidad -tan honda y largamente ligados a ella como yo, por vocación y por afecto a las nuevas generaciones- elaboran sus conocimientos emparedados en un gabinete, ha de resultarles inusitada la orientación de mi actividad científica. La universidad puede, seguramente, recluirse para ordenar su pensamiento, pero ha de volcarse sobre los cuatro horizontes del suelo del hombre para elaborarlo2.

El maestro García fue un hombre muy conocido y reconocido universalmente. A manera de ejemplo, traigo a continuación una serie de opiniones de diferentes personalidades del mundo, en relación con sus escritos:

Con la publicación de su libro Pasado y presente del indio, en 1939, el escritor colombiano José Umaña Bernal dijo:

En el desvergonzado espectáculo de simulación que es la vida intelectual colombiana, Antonio García es un valor insurgente, es una voz nueva, cálida y cordial, de reflexiva y alborozada juventud... En pocas páginas de lectura, Antonio García me reconcilia con la literatura indigenista. Antes de ser un sociólogo, Antonio García era ya un escritor, un hombre de ideas, un poeta de honda fuerza interior.

Y el novelista bogotano José Antonio Osorio Lizarazo** escribió:

El autor ha llamado a su libro "Pasado y presente del indio" y a lo largo de sus páginas se desliza esa rica sensibilidad que le ha permitido, en plena juventud, producir obras de arraigue, de sabia interpretación, de angustia y de protesta contra las injusticias sociales. García se ha entregado al estudio de todos los factores que constituyen la esencia de una sociedad, de la sociedad contemporánea, y ha profundizado en ello, con una firmeza de ánimo que no tienen igual en la literatura colombiana.

Sobre el libro Bases de Economía contemporánea, publicado en 1948, afirmó el profesor español José Manuel Ots Capdequi:

Las páginas de esta obra de contenido denso y sistemático, están llamadas a despertar interés apasionado entre los economistas de todos los países de América. Pero también los historiadores y los sociólogos habrán de participar en este interés, porque para la mejor comprensión de lo que significan el capitalismo occidental, el neocapitalismo norteamericano y el sistema ruso soviético, se hace un amplio estudio histórico...

Y sobre el libro Regímenes indígenas de Salariado - Del salariado natural al salariado capitalista en la historia de América, publicado en 1949, dice el mismo Ots Capdequi, quien es uno de los principales especialistas mundiales en derecho español e indiano, lo siguiente:

El autor de este estudio, economista colombiano de alto prestigio y documentado investigador indigenista, nos ofrece el más certero y sistemático análisis del salariado en las llamadas regiones marginales de las distintas comarcas de Colombia, que va precedido de una magistral exposición histórica sobre el salariado en mitas y obrajes de la época colonial y sobre el salariado artesanal en la Colonia.

De su obra La democracia en la teoría y en la práctica, publicada en 1950, dijo el doctor Félix Gordón Ordaz, presidente del consejo de ministros de España:

Verdaderamente agota Ud. de manera magistral los temas en relación con la crisis del capitalismo que se propone demostrar, y aunque discrepo de algunos de sus puntos de vista, admiro el gran esfuerzo analítico que ha realizado. Soberbio su estudio sobre "la encrucijada capitalismo-comunismo".3...Su tesis de la democracia como un problema total e indivisible es extraordinariamente atractiva.

Sobre su libro Gaitán y el problema de la revolución colombiana, publicado en 1955, dijo el profesor Vernon L. Fluharty, de la Universidad de Pittsburgh:

Le digo con entera franqueza que las obras de Ud., más que las de cualquier otro, han contribuido enormemente a la percepción de los problemas, las tendencias y orientaciones de Colombia en los días actuales.

Sobre el libro La rebelión de los pueblos débiles, publicado en 1953, el profesor norteamericano Lewis Hake escribió en su libro Modern Latin America - Continent in ferment:

Antonio García, Profesor de Economía, que ha guiado al Partido Socialista de Colombia, representa un nuevo punto de vista en América Latina.3...El profesor García cree que la América Latina necesita emplear eficazmente sus propios recursos más bien que insistir en que una riada de dólares sea necesaria para su salvación.

Termino esta muestra de opiniones sobre el maestro García con el concepto del filósofo norteamericano de origen alemán Herbert Marcuse, quien dijo:

No creo equivocarme pero de Colombia es uno de los pensadores y ensayistas que tiene los planteamientos más respetables sobre el marxismo. No leo muy bien español, pero he captado las bases de su pensamiento. Su nombre es Antonio García.

Antonio García inicia su producción escrita desde muy temprana edad. Las primeras obras se sitúan en el campo del cuento y la poesía. En 1934, el joven Antonio de 22 años, publica un libro de cuentos titulado Colombia S.A., con el subtítulo de Cuentos proletarios. El libro lleva un extenso prólogo del autor titulado Interpretación económica del arte, en el que se pueden leer conceptos como el siguiente:

Cuando se haya destruido el monopolio de los medios de producción y consecuencialmente, el prejuicio del arte exclusivista, de la capacidad artística individual, del arte selecto de minorías, sólo entonces podremos decir que ha nacido históricamente el arte proletario.

Es una opinión de indudable influencia marxista, la propiedad social sobre los medios de producción llevaría a la democratización del arte. Este libro fue un suceso literario, según dijo Eduardo Pachón Padilla cuando en 1959 seleccionó su cuento Porvenir en una Antología del cuento colombiano.

El año 1935 se puede tomar como el punto de partida del trabajo científico social de Antonio García, con la investigación social ya mencionada: Geografía Económica de Caldas, obra que, al decir de Otto Morales Benítez, no ha sido superada aún en nuestro país; esta obra fue publicada en 1937. Se trata de una investigación compleja de la realidad social regional, en la cual abarca aspectos geográficos, históricos, económicos, sociológicos y culturales. El mismo García lo recuerda en el prólogo a la segunda edición del libro, en 1978:

Al aceptar el encargo del doctor Plinio Mendoza Neira, Contralor General de la República en 1935, la única condición que puse fue la de apartarme del método de simple recopilación de documentos, informes y estadísticas oficiales -empleado en la elaboración de las Geografías Económicas de Antioquia, Atlántico, Boyacá y Bolívar- para realizar una extensa investigación en la totalidad de la región caldense, en su medio físico, en su estructura social, en su economía del café, en su tradición minera, en sus formas de poblamiento, en sus procesos de urbanización o en las modalidades originales de su organización municipal4.

Estos fueron años de despertar intelectual en Colombia, correspondientes al primer gobierno del liberal Alfonso López Pumarejo. Simultáneamente se produjeron obras, sobre la realidad colombiana, tan importantes como Problemas colombianos de Alejandro López y De cómo se ha formado la nación colombiana de Luis López de Mesa. En la década de los treinta, en Colombia estaba todo por hacer en materia de interpretación social y económica y para ello era necesario incluso elaborar los instrumentos teóricos. Al respecto dice García:

Se hizo necesario efectuar los primeros diagnósticos científico-sociales sobre la sociedad colombiana y crear, literalmente, un nuevo instrumental de análisis y un moderno y vertebrado aparato institucional de investigación y registro de los fenómenos económicos y sociales5.

Ya en este primer trabajo se revela el sello que habría de caracterizar todo el trabajo científico del maestro: su visión totalizadora y multilateral, en la interpretación de los fenómenos sociales. Su lucha contra la especialización en las ciencias sociales, que sitúa cada especialidad en apartados estancos sin vasos comunicantes, se puede ver no solo en todos sus libros sino también en los programas de Economía que tuvo oportunidad de fundar y dirigir. Desde ese momento empezamos a ver la catadura de pensador independiente del maestro.

Veamos, someramente, las condiciones del ambiente científico en los años treinta en Colombia. En primer lugar, los pensadores modernos europeos eran desconocidos en las universidades del país, en las cuales se seguían repitiendo solo doctrinas confesionales. En segundo lugar, los primeros atisbos de influencia de la revolución bolchevique llegaban a grupos muy restringidos y a través de los lineamientos rígidos y dogmáticos de la Tercera Internacional. En tercer lugar, la mentalidad de cambio que implicó el regreso al poder del partido liberal apuntaba más hacia las necesidades prácticas de la producción económica que al avance teórico. Antonio García optó por una línea que implicaba elaborar pensamiento propio distanciado, por una parte, del pensamiento confesional que hacia presencia en la enseñanza universitaria de la época y, por otra, del dogmatismo repetidor que caracterizaba a los nacientes partidos comunistas de América Latina. En el prólogo al libro de cuentos ya mencionado habla de los ceñidos a formularios del materialismo dialéctico. Con esta línea de conducta fue consecuente a lo largo de toda su vida. Él describe el ambiente intelectual de las universidades de la época, de la siguiente manera:

En la Universidad confesional de la época, aún por 1930 no se enseñaba ninguna doctrina herética o heterodoxa, excluyéndose radicalmente no sólo el conocimiento de Marx, Engels, Fourier, Proudhon, sino el de Darwin, Descartes, Hegel o Kant. Este hecho explica el que las juventudes rebeldes de postguerra hubiesen tenido la capacidad de adherir a consignas revolucionarias del nuevo evangelio pero no de pensar teóricamente y de crear -de cara a los problemas específicos de su sociedad y de su tiempo- una ideología revolucionaria, una capacidad de reflexión crítica acerca del proceso histórico de nación colombiana5.

Además, el gobierno de López Pumarejo, interesado por el desarrollo capitalista en el país, no creía necesario el desarrollo del pensamiento en la universidad colombiana, esta debería dedicarse exclusivamente a producir la tecnología necesaria para el manejo de los medios de producción importados para el desarrollo industrial. García lo recuerda de la siguiente manera:

La universidad colombiana -decía el presidente Alfonso López Pumarejo, en este momento inicial de la reforma- deberá preocuparse muchos años por ser una escuela de trabajo más que una academia de ciencias. Es urgente ponernos al día en el manejo elemental de una civilización importada, cuyos recursos ignoramos y cuyos instrumentos escapan a nuestro dominio. Mientras ello no ocurra no habrá autonomía nacional, no habrá independencia económica, no habrá soberanía6.

En estas condiciones precarias surge Antonio García Nossa como un pensador original e independiente, empeñado en crear un pensamiento emancipado y una organización política, capaz de llevar a la práctica transformadora ese pensamiento. En esa tarea se identifica con revolucionarios latinoamericanos como Raúl Haya de la Torre y Carlos Mariátegui.

Después de la Geografía Económica de Caldas vienen sus trabajos sobre el problema indígena y su primera incursión en el estudio del cooperativismo agrario latinoamericano. Más tarde continuará con la línea de pensamiento que, a mi modo de ver, es su aporte más significativo al campo intelectual de América Latina: la propuesta de una teoría latinoamericana del desarrollo.

Las obras de García fueron publicadas, en sus primeras ediciones, además de Colombia, en México, Argentina, Ecuador, Chile y Costa Rica. Una mirada global a la obra de García muestra el siguiente panorama. Por su volumen, el primer lugar lo ocupa el área de Teoría y problemas agrarios; en esta se sitúa un poco más de la cuarta parte de todos sus libros. Este es sin duda el campo que más lo ha dado a conocer, tanto en Colombia como en América Latina y el mundo. La razón para ello es que la mayor parte de las asesorías que García prestó a gobiernos latinoamericanos se relacionaban con la Reforma Agraria y las cooperativas agrarias. Igualmente en la cátedra universitaria, se le recuerda fundamentalmente como un experto en problemas agrarios.

El segundo lugar lo ocupan sus obras políticas, aquí se sitúa un poco más de la quinta parte de sus libros. Una de las primeras obras importantes de este carácter es Manifiesto al país - la izquierda ante el presente y el porvenir de Colombia, publicada en 1944. Sus publicaciones más frecuentes de temas políticos tuvieron lugar en la década de los cincuenta; las obras políticas de estos años se proponen organizar y dar orientación teórica a un nuevo partido. En 1955 se publica Estatutos y Doctrina Política del Partido Popular Socialista Colombiano; igualmente en este año aparece el libro Gaitán y el problema de la revolución colombiana. Responsabilidad de las clases, las generaciones y los partidos. Una de las últimas obras políticas del maestro fue La revolución social inconclusa y el proceso histórico colombiano.

Hay una serie de obras, que yo clasifico como teórico-prácticas, las que proponen estrategias muy concretas, simultáneamente con la reflexión teórica. Estas constituyen aproximadamente una sexta parte de su obra, entre estas incluyo libros como Geografía Económica de Caldas, ya mencionado, Planificación municipal y presupuesto de inversiones, La crisis del modelo liberal de crecimiento económico, De la rebelión a la organización de los pueblos débiles y Una vía socialista para Colombia.

Una cantidad igual a la anterior está constituida por las obras que yo clasifico como de Sociología. Entre estas están obras como Introducción crítica a la legislación indigenista en Colombia, Cristianismo y Socialismo - Respuesta a la Pastoral Colectiva del Episcopado Colombiano y Las comunidades tejedoras de la Mixteca alta de México.

Las obras de Historia, que forman una décima parte de sus libros, empiezan en 1939 con Pasado y presente del Indio y termina con una obra escrita en los últimos años de su vida: Los comuneros en la prerrevolución de Independencia. Finalmente, García tenía el propósito de dedicarse fundamentalmente al estudio de la Historia de Colombia, como lo dice en la introducción a este libro, escrita a finales de 1980:

El ensayo de "Los comuneros en la prerrevolución de Independencia", forma parte de un proyecto general de análisis e interpretación de los grandes ciclos de la historia colombiana, definidos de acuerdo con las coyunturas de crisis o de ruptura... y con la insurgencia y auge de nuevas fuerzas capaces de protagonizar e instrumentar nuevos proyectos políticos y de modificar, en algún sentido las relaciones sociales...7.

Esos ciclos serían los siguientes:

  1. La revolución nacional de Independencia y la República Señorial (1810-1849).

  2. La apertura agroexportadora y la Primera República Liberal (1849-1884).

  3. La integración nacional y la República Autoritaria (1884-1920).

  4. La modernización capitalista y la Segunda República Liberal (1920-1946).

  5. La contra revolución preventiva y el proyecto militar populista (1946-1958).

  6. La crisis del Estado Liberal de Derecho y la articulación del modelo de capitalismo dependiente (1958-1980).

También están sus obras de más alto nivel teórico que, si bien no son las más abundantes, apenas alcanzan el 5% de sus libros publicados, constituyen, en mi opinión, el legado más significativo del maestro García al pensamiento latinoamericano. Estas obras son fundamentalmente tres. En los años cuarenta escribe la más completa de sus obras, Bases de Economía Contemporánea, que publica en 1948. En los años cincuenta escribe La Democracia en la Teoría y en la práctica, publicada en 1957. En la década de los sesenta escribe La Estructura del Atraso en América Latina, publicado en 1969. Estas tres obras contienen el núcleo duro de los aportes teóricos de Antonio García al pensamiento social y económico de América Latina.

Además se ocupó de escribir biografías de héroes patriotas. En 1936, escribió la biografía de Tomás Cipriano de Mosquera y en 1955, Paez - Guerrillero del Llano.

La obra teórica que escribió en los años cuarenta, Bases de Economía Contemporánea, es un trabajo monumental; éste, según dicen los que fueron sus alumnos en aquellos años, circuló primero como conferencias de las materias que dictaba el maestro. Los planteamientos de este libro se constituyen en los primeros, y tal vez los únicos, en que un economista colombiano critica a los pensadores europeos con verdadera independencia, con criterios propios; otros científicos sociales de nuestro país han criticado a los europeos, pero no desde posiciones personales; quienes critican a los marxistas lo hacen con argumentos de los pensadores burgueses también europeos y, viceversa, los críticos de los pensadores burgueses europeos lo hacen con argumentos de los marxistas de este continente.

En esta obra de García se encuentra una especie de programa para la elaboración de una Teoría del desarrollo para América Latina. Los pasos para seguir en el cumplimiento de esa teoría son los siguientes: 1- análisis crítico de la llamada teoría económica general, fundamentalmente la europea; 2- estudio de la historia y la realidad socioeconómica y cultural de Latinoamérica; 3- formulación de los principios teóricos alternativos para la realidad particular; y 4- formulación de las estrategias de desarrollo apropiadas para América Latina. Sobre este aspecto volveremos en el capítulo segundo.

Emprende entonces García la tarea de elaborar teoría, con el convencimiento de que:

América solo puede abocar su conocimiento científico de los fenómenos de su historia o de su naturaleza cuando posea efectivamente una doble independencia: la de la economía y la del pensamiento8.

El análisis que hace en Bases de Economía Contemporánea del pensamiento europeo se remite fundamentalmente a los clásicos ingleses, a los alemanes de la escuela histórica y a Carlos Marx. La particularidad de este análisis se encuentra no solo en la profundidad de la investigación, sino en la posición del investigador sin muestra alguna de complejos de inferioridad. En esta obra es muy clara la visión del autor de que las ciencias sociales tienen validez espacio-temporal. Esta manera de entender el fenómeno puede no ser muy extraño en el año 2004, pero es una posición muy novedosa para la década de los años cuarenta del siglo XX; en la primera mitad del siglo XX aún era muy fuerte la herencia del siglo anterior cuando se consideraba que las ciencias sociales, si pretendían ser tales, debían cumplir los mismos principios de las ciencias naturales, valga decir, descubrir las leyes universales de su objeto. En el campo de la Economía, por ejemplo, tal fue la posición en el siglo XIX tanto de los clásicos como de los neoclásicos y de Marx.

En esta obra estudia también las relaciones económicas propias y descubre que lo fundamental de las relaciones económicas en América Latina es su carácter mestizo, que son una unión de la herencia española con las formas nativas para formar unas relaciones nuevas en las cuales no pueden distinguirse las formas que les dieron origen. De la anterior hipótesis, se desprendían consecuencias cruciales para las formulaciones políticas, si las relaciones de producción existentes en América Latina no pueden asimilarse a las europeas tampoco la experiencia histórica del desarrollo europeo puede ser calcada por los latinoamericanos; se debe necesariamente formular estrategias de desarrollo apropiadas.

En 1969 retoma su tarea teórica de los años cuarenta, con un artículo titulado Estructura social y desarrollo latinoamericano, parte del cual se integra luego en su libro La estructura del atraso en América Latina. En esta obra diagnostica el estado de la sociedad latinoamericana, pensando que no se puede hablar de desarrollo sin identificar el punto de partida. García elabora la categoría de atraso estructural para oponerlo a subdesarrollo, aquél es un estado, una situación estructural, mientras que éste es una etapa de tránsito hacia el desarrollo. El mismo libro fue reeditado en 1972 con el título de Atraso y dependencia en América Latina, con dos componentes nuevos: en el primer capítulo un agregado que llama: Hacia una teoría latinoamericana de las ciencias sociales del desarrollo y un capítulo nuevo llamado Industrialización y Dependencia en América Latina. En la nueva edición de la obra ampliada se hace énfasis especial en el problema de la dependencia, como fenómeno de la relación de América Latina con el exterior.

El otro aspecto teórico fundamental, que trata Antonio García, es el de la democracia. En la década de los cincuenta con la obra ya mencionada de La Democracia en la Teoría y en la Práctica, que reedita en 1971, con nuevos componentes, con el título de Dialéctica de la Democracia. Un aspecto en que enfatiza, en esta nueva edición, es el de la dependencia; aquí se lee: La debilidad orgánica del Estado es, no una simple CIRCUNSTANCIA HISTÓRICA, sino una expresión pura y simple de la dependencia9. Es decir, a principios de la década de los años setenta, encuentra como un factor esencial del atraso de América Latina el de la dependencia: la preocupación no ha de ser únicamente la estructura interna de la economía, sino, además, las relaciones con el exterior.

Además de las reflexiones propiamente teóricas, de que he venido hablando, Antonio García escribió obras, cuyo contenido apunta a la formulación de estrategias de desarrollo, aclarando que ninguna de sus obras adolece de reflexión teórica.

Las principales obras sobre el problema agrario fueron producidas en la década de los años setenta. Entre las obras de mayor calado, en este campo, podemos enumerar las siguientes: Las cooperativas agrarias en el desarrollo de América Latina, publicada en 1976, Sociología de la reforma agraria en América Latina, publicada en 1973, Dinámica de las reformas agrarias en América Latina y Modelos operacionales de reforma agraria y desarrollo rural, publicadas en 1985; además escribió algunas obras particulares, sobre reforma agraria, de Bolivia, Ecuador, México y Chile, como las siguientes: Cooperativa y reforma agraria en Bolivia y Proyecto de organización cooperativa de las haciendas estatales del Ecuador.

García sostenía la necesidad de llevar a cabo una verdadera reforma agraria, lo que él llamaba una reforma agraria estructural. Una reforma agraria verdadera es aquella que cambie las estructuras de propiedad en el campo, el latifundio y el minifundio, y permita el desarrollo de la agricultura. La reforma agraria, en opinión de García, no es un proceso aislado, exclusivo para la agricultura, sino parte integrante de un proyecto único de desarrollo de un país, parte de un proceso social revolucionario. Ese tipo de reforma no ha tenido lugar en América Latina porque no ha habido una fuerza política capaz de llevarla a cabo:

Ninguna reforma agraria estructural ha podido tener éxito y conquistar sus objetivos finales, cuando las fuerzas sociales que las promueven y dinamizan han perdido la capacidad de participación política o de efectiva presión sobre los aparatos del Estado y cuando se ha producido la desarticulación del proyecto nacional - revolucionario10.

Sin la activa y directa participación del campesinado en la toma de decisiones políticas, se carecía de esa fuerza motora capaz de acelerar la aplicación de una política de reforma agraria rápida, drástica y masiva11.

Las reformas agrarias más importantes, que han tenido lugar en América Latina, en la visión del maestro, son las de México y Bolivia.

Una de las mejores vías para llevar a cabo una reforma agraria es la cooperación agraria. La cooperación era entendida como una forma de organización agraria válida para todos los sistemas sociales, igual para un país socialista que para uno capitalista, para uno desarrollado que para uno atrasado. Sin olvidar que no existe una teoría única de la cooperación y, por lo tanto la cooperación debe entenderse como método de desarrollo fundamentado en el propio esfuerzo y en la iniciativa desde adentro12. Los procesos cooperativos, desde este punto de vista, no deben ser examinados ni construidos a la luz de teorías filosóficas generales sino de la historia de los procesos concretos. Al respecto afirmaba el maestro:

...no existen modelos cooperativos en sí, sino estructuras cooperativas articuladas al sistema de clases y a la dinámica de movilización de las fuerzas sociales revolucionarias, a un sistema de vida y de cultura, a un ordenamiento político del Estado, a una modalidad de crecimiento de la economía o a un método de distribución social de los recursos de desarrollo13.

Si unimos en una sola área de producción el aspecto que podemos llamar sociopolítico, este abarca más de la mitad de sus libros. Algunos con una orientación más teórica, como el ya comentado La Democracia en la Teoría y en la Práctica, y otros con un perfil de mayor aplicación en el corto y mediano plazo. Algunos de estos libros fueron escritos para responder a problemas coyunturales de un país o de América Latina.

El libro Planificación Municipal y Presupuesto de Inversiones, fue escrito mientras el autor representaba el movimiento gaitanista en el Concejo de Bogotá y tenía el propósito de buscar la aplicación práctica de las tesis políticas de dicho movimiento.

El libro El Cristianismo en la Teoría y en la Práctica recoge cartas, que forman parte de una polémica adelantada con Mario Rebollo Bravo sobre las relaciones entre cristianos y socialistas. Estas cartas muestran la catadura de polemista agudo y, a la vez, respetuoso, que caracterizaba a Antonio García; esto es destacado por Monseñor Rebollo en una de sus cartas, cuando afirma:

...merece que yo subraye abiertamente la decencia y nobleza con que usted se refiere a las ideas que no son las suyas, la serenidad al exponer sus razones y la sinceridad con que cree en lo que está diciendo14.

Estas cartas, que fueron escritas en el año de 1952, se recogieron en el libro por el Fondo de Publicaciones Vicente Azuero, en 1954. En una de las cartas de García pueden leerse conceptos que mantienen su vigencia, refutando obviamente una afirmación del prelado según la cual la fe en Dios y la fe en el hombre no son alternativas, como el siguiente:

El escepticismo contemporáneo es la expresión psicológica del desmoronamiento del mundo tradicional. De ahí que el único camino de salvación tenga que buscarse en la fe en Dios o la fe en el hombre. Pero este planteamiento no puede entenderse como una rigurosa, como una absoluta disyuntiva: Dios o el hombre. Muchos que creen en Dios niegan al hombre -en su comportamiento social, en su conducta práctica, en su postura humana- y muchos que creen en el hombre -en sus posibilidades, en su riqueza espiritual, en su horizonte- pueden negar a Dios. Esta tesis no dice que eso sea lo justo, sino que esa es la verdad histórica. Entonces importa preguntar: la fe en Dios y la fe en el hombre son excluyentes? Para creer en Dios hay necesidad de subestimar el destino humano, practicando literalmente la tesis de que "el reino de Dios no es de este mundo"?15.

Algunas obras de García son coyunturales como el libro Problemas de la Nación Colombiana, en el que recoge trabajos escritos entre finales de la década de los cuarenta y principios de la de los cincuenta sobre algunos tópicos políticos y económicos. Están los comentarios al Proyecto de Reforma Bancaria, presentado por el doctor Jorge Eliecer Gaitán al Congreso en 1947, dichos comentarios se respaldan en datos históricos sobre las reformas monetarias en el país. Se encuentran también los comentarios sobre los principios teóricos de planificación que subyacen a la propuesta de desarrollo que, a nombre del Banco Mundial de Reconstrucción y Fomento, planteó la Misión encabezada por el doctor Lauchlin Currie, lo que se dio en llamar Plan Currie.

El libro Esquema de una República Señorial plantea los aspectos históricos que comprende la contradicción entre la dirección señorial de la República, que siguió a la independencia, y los sectores populares que luchan por introducir cambios democráticos. Colombia, afirma García, ha sido tradicionalmente una nación de tierra adentro. Situación superada solo por la única revolución agraria que ha tenido lugar en Colombia, la del café.

Cuando se habla del café en Colombia, no suele revelarse este papel de elemento dinámico que rellenó los grandes espacios vacíos -las laderas de la cordillera andina- y que generó una economía de mercado, capaz de romper no solo el hermetismo geográfico y el esquema clásico de comercio exterior, sino de integrar y soldar, con lazos vivos y activos, las diversas islas y regiones en que se descomponía la nación colombiana. Por eso lo exacto es hablar de la cultura dinámica del café16.

El libro Estructura social y desarrollo latinoamericano, ya mencionado, publicado en 1969, reúne tres trabajos publicados con anterioridad. El primero, sobre las clases sociales en América Latina, es una respuesta a una obra del economista norteamericano W. W. Rostow y su contenido en parte se encuentra en el libro Estructura del atraso en América Latina; el segundo trabajo es una reflexión sobre el papel de los sindicatos en las revoluciones nacionales, visto a la luz de las nacionalizaciones llevadas a cabo en Bolivia en los años cincuenta; el tercero versa sobre el papel de las clases medias, frente a los gobiernos liberales, en las épocas de crisis, particularmente en los casos de Argentina y Chile.

A finales de la década de los setenta, García sintetiza su propuesta de Socialismo como una alternativa para nuestro país, en un libro que tituló Una vía socialista para Colombia, publicado en 1977. En esta obra es donde, con mayor concreción, formula lo que podríamos llamar su propuesta de sociedad futura. La aspiración de García era construir una sociedad en la cual se cumpla el principio de que el hombre no se hizo para la economía sino la economía para el hombre. Este principio podía tener lugar en una sociedad democrática, entendida la democracia como un sistema de vida, con un Estado popular.

Lo más característico del pensamiento de García, respecto al socialismo, era su visión de que no se trataba de un sistema con leyes universales aplicables a cualquier país del mundo, en cualquier momento de la historia. La propuesta socialista, por el contrario, debía de ser elaborada en concreto para cada país, atendiendo a las condiciones históricas particulares. Su propuesta, por lo tanto, se diferenciaba de las organizaciones revolucionarias de aquel momento, las que pretendían copiar en Colombia las experiencias foráneas, de la URSS, de China o de Cuba. A estas posiciones, Antonio García oponía un conocimiento profundo de la historia y la realidad social y económica colombianas y, a partir de ese conocimiento, la propuesta de una vía socialista específica para este país.

Las obras a que me he referido en este capítulo son, a mi entender, la más representativas de las que han sido publicadas. Otras muchas permanecen inéditas. En el capitulo segundo me detendré, con mayor profundidad, en sus aportes teóricos y en el capítulo tercero en sus aportes estratégicos.

Con fines puramente explicativos, es interesante un paralelo entre el pensador colombiano Antonio García y el alemán Carlos Marx. En primer lugar, existe una interesante similitud entre los dos científicos sociales y, en segundo lugar, Marx fue el pensador europeo que sin duda más influencia tuvo en García.

Carlos Marx fue un pensador multifacético, que presenta una visión compleja de la sociedad. Incluso el padre del pensamiento complejo contemporáneo, Edgar Morin, afirma que cuando empezó a buscar orientación hacia la posibilidad de abarcar la complejidad en el pensamiento encontró que:

...el marxismo me incitaba al saber "total", es decir al conocimiento del todo como todo, permitiendo integrar el conocimiento de las distintas partes que constituyen el todo17.

Comparemos las estructuras de los aportes teóricos de los dos pensadores. En el pensamiento de Carlos Marx encontramos: 1- una propuesta metodológica, el materialismo histórico y dialéctico; que se puede encontrar particularmente en obras como Manuscritos de 1844 (particularmente el tercer manuscrito), La Sagrada Familia, La Ideología Alemana, Miseria de la Filosofía, Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Postfacio a la segunda edición de El Capital y en Grundrisse (manuscritos de 1857-1858). 2- Una teoría múltiple de la sociedad que abarca la Economía Política, la Sociología, la Historia, la Antropología; el mejor ejemplo de esta visión compleja es su obra El Capital. 3- Unas estrategias de cambio social, como puede verse tanto en el Manifiesto del Partido Comunista como en la Crítica del Programa de Ghota. 4- La construcción de organizaciones partidarias encaminadas a la conquista del poder político; organizaciones en las cuales él participó personalmente. Esta última actividad, fue una preocupación desde su temprana juventud hasta los últimos días de su vida. Entre las más importantes organizaciones políticas en que participó Marx, se cuentan: el Comité de correspondencia Comunista de Bruselas, la Liga de los Comunistas de Londres y la Asociación Internacional de trabajadores.

En Antonio García encontramos igualmente: 1- una propuesta metodológica, su visión orgánica; los principales aportes metodológicos se encuentran en sus obras Bases de Economía Contemporánea y Atraso y dependencia en América Latina. 2- Una teoría del desarrollo, con componentes como economía, historia, sociología, antropología; en este aspecto, además de las dos obras mencionadas sobre el método, se pueden agregar La Democracia en la teoría y en la práctica, Sociología de la Reforma Agraria en América Latina y Cooperación Agraria y Estrategias de Desarrollo, entre las fundamentales. 3- Unas estrategias para los cambios estructurales de la sociedad; estas pueden verse en libros como Planeación Municipal, La Crisis de la Universidad y Una vía Socialista para Colombia. 4- La construcción de organizaciones partidarias encaminadas a la conquista del poder político; organizaciones en las cuales él participó personalmente. Desde su juventud, como ya dijimos, fue un activista político, en los años cuarenta tuvo una destacada participación en el movimiento gaitanista y permanentemente hizo esfuerzos por la creación del Partido Socialista Democrático en Colombia.

Hablo de comparación entre los dos pensadores, de pensamientos paralelos, y no de simple seguimiento de Marx por parte de Antonio García, porque García tomó del pensador europeo la manera de hacer las cosas, su posición crítica y su originalidad. Se puede considerar al pensador colombiano como el más genuino equivalente de Marx en América Latina, por cuanto su enfoque de la ciencia corresponde al mensaje teórico de Marx: el conocimiento científico de una realidad social y su transformación; ambos pensadores representan una ruptura con las ciencias sociales precedentes. Con ello, a su vez, García se separa de los seguidores de Marx en América Latina, que se limitan a repetir las conclusiones del maestro, hechas para otras realidades y en otro contexto histórico. García, en cambio, se propuso emprender en la América Latina del siglo XX una tarea equivalente a la emprendida por Marx en la Europa del siglo XIX.

Las influencias de los dos pensadores, en la sociedad de su tiempo, en cambio, no son equivalentes. Las condiciones históricas y políticas que acompañaron los emprendimientos de cada uno de ellos hicieron que la influencia del pensador alemán en sus contemporáneos y en las generaciones subsiguientes fuera incomparablemente mayor que la del colombiano. Carlos Marx, en vida, no tuvo mayores éxitos como pensador o creador de una nueva Economía Política, pero sí los alcanzó en su condición de dirigente de la Asociación Internacional de trabajadores, especialmente en los días subsiguientes a la Comuna de París. Mientras el primer tomo de El Capital había pasado inadvertido (se vendieron mil ejemplares en cinco años), del folleto La Guerra Civil en Francia, un folleto sobre los sucesos de la Comuna, se vendieron 3.000 ejemplares de la primera edición en las primeras dos semanas. La mayor parte de los gobiernos burgueses de Europa pasaron enseguida a considerarlo como su principal enemigo; uno de sus biógrafos dice que después de la difusión del folleto mencionado:

...el embajador alemán en Londres exigió al secretario de la Foreing Office, que considerase a Marx un delincuente común por sus indignantes "amenazas a la vida y a la propiedad"18.

A García, por su parte, se le conoció en vida fundamentalmente por sus asesorías a gobiernos latinoamericanos en asuntos de reforma agraria y por sus trabajos sobre cooperativas, temas que son, a mi entender, secundarios en el cuerpo de su obra.

Ni uno ni otro pensador ha sido recordado como él lo deseaba. Carlos Marx se había puesto su tarea en la historia: conocer estas leyes de por sí, estas tendencias, que actúan y se imponen con férrea necesidad. Está hablando, en el prólogo al primer tomo de El Capital, de las leyes naturales del modo de producción capitalista. Se proponía demostrar la necesidad histórica del fin del sistema capitalista y del paso al comunismo, para entregar este conocimiento como herramienta teórica a las organizaciones proletarias. García también formula su tarea: he insistido en la necesidad impostergable y vital de que los países débiles y atrasados... elaboren su propia teoría, su propia versión de la historia, su propia filosofía de los hechos. Es decir, su tarea era la elaboración de una visión teórica independiente.

El Marx más conocido se relaciona con la propuesta utópica de una sociedad comunista, sobre la cual el mismo dijo muy poco, porque no quería ofrecer recetas (¿comtistas?) para la cocina de figón del porvenir. El hecho histórico es que las obras más serias y más elaboradas de Marx han sido poco leídas y, las leídas, poco entendidas. Lo más importante de la herencia de Marx, tomado por García, que es su capacidad inquisidora, no ha sido recibido por sus seguidores ni entendido por sus contradictores. Se afirma, por ejemplo, como verdad evidente, que la preocupación casi exclusiva del alemán era la economía, porque, supuestamente, tenía una visión economicista de la sociedad. Pero, si lo anterior fuera cierto, no tendría explicación el hecho de que después de la publicación del primer tomo de El Capital, dieciséis años antes de su muerte (ocurrida en 1883), no se haya vuelto a dedicar a los estudios económicos, salvo la revisión de la traducción del primer tomo al francés, entre 1873 y 1875. Es verdad conocida que los tomos segundo y tercero fueron redactados por Federico Engels, a partir de los manuscritos de 1865-1867. ¿Cómo es que un economicista, no investiga en economía los últimos dieciséis años de su vida?

Es decir que Carlos Marx no tuvo la suerte de que lo entendieran, pero contó con la suerte de que lo siguieran. La influencia de este pensador europeo sobre las generaciones posteriores a su muerte es mayor que la de cualquier otro pensador en la historia. Antonio García, por su parte, no fue comprendido y después de su muerte, salvo un pequeño grupo de sus discípulos, no ha tenido seguidores. Intentaré, en las líneas siguientes, dar algunas razones por las cuales un pensador colombiano de tanta importancia ha permanecido prácticamente desconocido para las nuevas generaciones de colombianos, tanto en las universidades como en el campo de la actividad política.

Pienso que la respuesta se encuentra en su pensamiento independiente. Los grupos sociales que detentan el poder en el país lo rechazaron porque García fue implacable en la condena a la incapacidad que tales grupos manifiestan para desarrollar la democracia y la economía. Él se refería a las clases que detentan el poder con apreciaciones como la siguiente:

Dentro de este esquema distorsionado de "democracia política", las fuerzas de presión no orientan el proceso hacia delante sino hacia atrás, no hacia las formas de participación abierta de las nuevas clases sociales sino hacia las formas, ya institucionalizadas, de la República oligárquica y del Cesarismo Presidencial19.

De otra parte, con el partido Comunista Colombiano, con el cual tuvo que cruzarse en su actividad política desde los años treinta, las relaciones no funcionaron mejor. Siempre mantuvo con este partido fuertes altercados debido a su posición independiente y su crítica a quienes se limitaban a copiar las teorías foráneas. Su punto de vista en relación con el Socialismo, principalmente el soviético, no fue favorable. Veamos solamente un ejemplo:

¿El caso del stalinismo no ha demostrado que la "dictadura del proletariado" degeneró en una dictadura burocrática y ésta en una dictadura caudillista, sin que pudieran impedirlo ni la clase obrera, ni los campesinos, ni las élites intelectuales, ni la presión secundaria dispersa del comunismo mundial?20.

Después de muchos años, las posiciones de líderes como Mijail Gorbachov, con libros como Perestroika, y la caída del socialismo histórico en Europa oriental terminaron por darle la razón a García, pero para entonces prácticamente todos los colombianos habían olvidado al pensador y sus libros habían desaparecido de las librerías.

La misma razón de choque con las organizaciones políticas, de derecha y de izquierda, existió con los círculos académicos e intelectuales. En América Latina, y en Colombia en particular, no son de buen recibo los pensadores que se aventuran con planteamientos originales, estilo Antonio García, como sí lo son los expertos repetidores de teorías foráneas.

En la década de los años cuarenta, cuando García empieza a desarrollar su teoría independiente, se encontraba al lado de un grupo muy pequeño de latinoamericanos que osaba pensar con cabeza propia y que tenía verdaderos planteamientos teóricos. Fue mucho más tarde, particularmente después del triunfo de la Revolución Cubana, en la década de los años sesenta, que se hizo presente una plétora de pensadores sobre teorías de la dependencia en América Latina. Pero, a mi modo de ver, ninguno alcanzó el grado de real independencia en su pensamiento como Antonio García. En el campo teórico, como dice André Gunder Frank:

El pensamiento acerca de la economía y de la economía del desarrollo ha sido, con frecuencia y de un modo general, dividido en neoclásico (derecha), keynesiano (centro) y marxista (izquierda)21.

Todas las corrientes de pensamiento en ciencias sociales en América Latina son tributarias de una de estas divisiones, fundamentalmente de las dos últimas, y, en la mayoría de los casos, sin mayores aportes originales.

En el caso particular de la izquierda, que es el lado que corresponde a Antonio García, los movimientos se matricularon en seguidores de la revolución bolchevique, la china o la cubana y en el caso de la primera se subdividieron entre trotskistas o stalinistas; pero ninguno de esos movimientos hizo mayores aportes al pensamiento. García se sitúa en el grupo de pensadores revolucionarios latinoamericanos que entendieron la necesidad de crear pensamiento independiente, aunque tuvieran sus simpatías a nivel internacional. Existe un grupo de pensadores latinoamericanos convencidos de que el capitalismo no es el sistema más deseable para los seres humanos, que estuvieron convencidos de que la teoría para iluminar los procesos revolucionarios debía tener componentes particulares, debía pensarse a partir de realidades propias. Entre estos podemos nombrar a José Carlos Mariátegui, en Perú, Aníbal Ponce, en Argentina, y en Colombia a Antonio García y Gerardo Molina.

Por razones que, en nuestro medio no han sido muy estudiadas, el pensamiento de Carlos Marx ha sido más desarrollado por amigos relativamente lejanos que por los militantes radicales. Una de las causas de este fenómeno se encuentra, a mi entender, en el marxismo mismo. El marxismo conlleva una contradicción que le dificulta su desarrollo, de la cual le es imposible liberarse: la coexistencia de una dimensión científica y otra ideológica popular. El aspecto científico es estudiado por muy pocos de sus seguidores, se pueden contar los marxistas que han leído El Capital, y de quienes lo han estudiado son aún más pocos los que lo han entendido; pero eso no impide a todos sus seguidores calificarse como marxistas. Como afirma Eugenio del Río:

Esta vertiente científica apenas se encarna en la base social del marxismo, que no conoce casi nada de la obra de Marx. Es muy escasa la gente que lo ha leído, y menos aún la que consigue entenderlo. Pero genera un confort general saber que el fundador de la corriente a la que se pertenece era un científico y que su trabajo alcanzó un nivel científico estimable...22.

Las organizaciones marxistas del siglo XX, particularmente los partidos comunistas, intentaron resolver la contradicción de la teoría mediante la popularización del componente científico. Este intento redundó en un empobrecimiento de la teoría, con efectos desastrosos.

El marxismo, en los manuales de lo que se dio en llamar materialismo dialéctico y materialismo histórico tomó la forma de una especie de catecismo de definiciones sintéticas, que debían ser memorizadas por sus seguidores, en las que se desnaturalizaban las formulaciones teóricas. El marxismo así, congelado en los manuales, dejó de cumplir la función que había esperado su fundador. Se espera que una ciencia social revolucionaria cumpla el papel de ser una guía para la acción política. Pero, para cumplir la función de guía, una teoría tiene que estar abierta a la interpretación de realidades sociales e históricas concretas y permitir su desarrollo ante realidades nuevas y cambiantes; tal flexibilidad no está al alcance de los manuales de definiciones acabadas e inmóviles. El hecho cierto fue que los cambios de las realidades históricas, de una parte, y el traslado de la teoría a regiones del mundo con características particulares, de otra, redujeron el marxismo a una teoría impotente para guiar las acciones políticas.

Pero siempre ha sido más cómodo repetir lo conocido que aventurarse por senderos nuevos e inseguros, incluso se puede llegar a pensar que esta es una opción puramente física. Así lo plantea un científico social norteamericano:

Es importante observar que, cuando recibimos una nueva serie de estímulos, tanto el cuerpo como el cerebro saben casi instantáneamente que son nuevos. ...estos cambios se producen siempre que percibimos algo nuevo en nuestro medio circundante. La razón de esto es que, por lo visto, tenemos instalado en nuestro cerebro un aparato especial, detector de novedades...23.

En materia de teorías económicas, en América Latina, ese mecanismo de defensa parece mantenerse especialmente activado. Los economistas latinoamericanos se adaptan al vaivén de los cambios internacionales de las corrientes económicas; hemos tenido, después de la Segunda Guerra Mundial, especialistas en Keynes y en Marx, en los años sesenta y setenta, y especialistas en neoliberalismo, en las últimas décadas. Pero todos esos especialistas, y en eso son coincidentes, rechazan el pensamiento que tenga mensajes originales.

Lo anterior le proporcionó un campo estéril a la semilla original y transformadora que era el pensamiento de Antonio García. Casi nadie en nuestra América entiende la responsabilidad de crear pensamiento propio, por el contrario, la mayoría de los intelectuales piensa que el pensamiento viene elaborado de los países centrales. Esto explica que la propuesta teórica novedosa de García haya pasado desapercibida.

Es obvio que, si tenemos razón quienes pensamos que el camino del desarrollo para América Latina pasa por la elaboración de una teoría autónoma del desarrollo, elaborada por sus propios pensadores, a partir de su propia realidad, tal como lo quería el maestro García, las posibilidades de desarrollo estarán lejanas mientras nuestros países mantengan la actitud de marginar a aquellos de sus hijos que piensen en forma independiente.

La historia universal del pensamiento no es lineal, sino que tiene meandros inesperados. Pero parece mantener, en general, un movimiento pendular. Con la crisis de la economía capitalista de 1929 a 1933, acompañada de significativos éxitos económicos del Sistema Socialista, particularmente la URSS (con índices de crecimiento industrial del 20%), perdió fuerza la Escuela Neoclásica y se entró en un periodo de búsqueda de alternativas. Las alternativas, más importantes, fueron el keynesianismo de un lado y el marxismo de otro. Sus equivalentes en América Latina son la llamada Teoría cepalina y el lado más radical de la Teoría de la dependencia. El auge de estos movimientos teóricos, destacado especialmente en las décadas de los cincuenta y sesenta, empieza a declinar en la segunda parte de la década de los años setenta, a raíz de la crisis conocida en la primera parte de esta década, la cual alcanzó a la economía de todo el mundo, incluido el socialismo. Luego viene un regreso a la ortodoxia, calificado como neoliberalismo, que se ve fortalecido considerablemente con la caída del socialismo en los países de Europa Oriental. En estas nuevas condiciones pasaron a segundo plano todas las propuestas que se separaran, así fuera mínimamente, de lo que pasó a ser el pensamiento único. Las obras de los pensadores latinoamericanos, y en general de la periferia, desaparecieron de las librerías y los programas de Economía se centraron exclusivamente en la enseñanza de Microeconomía y Macroeconomía, de orientación neoclásica.

La euforia del pensamiento ortodoxo renovado y convertido en pensamiento oficial único, llevó a pensar en ideas como el fin de la historia. Queriendo decir con esto que la búsqueda de alternativas ya había terminado y quedaba demostrado que el libre mercado capitalista era la alternativa única y constituía el mejor de los mundos posibles. Yo pienso, con Edgar Morin, que los humanos nos encontramos aún en la prehistoria, no solo en el sentido heideggeriano de que el existente siempre está en proyecto, sino en el sentido práctico de las condiciones actuales de la humanidad. En el primer sentido es muy ilustrativa una formulación del filósofo colombiano Estanislao Zuleta, hablando de Heidegger:

El hombre nunca se encuentra definitivamente delimitado, completo, pues el ser completo es la definición misma de la muerte; cuando ya no carece de nada, cuando ya no espera ninguna conclusión de sus proyectos, cuando ya no se define por lo que aún no es, es porque está muerto. Lo completo y lo definitivo es la muerte; lo incompleto es la vida24.

Es decir, la historia del hombre no tiene fin, porque su existencia tiene la condición de proyecto en realización. En el sentido práctico, el sistema existente en lugar de satisfacer las necesidades de los humanos, funciona en contravía de sus deseos, al menos de la mayoría. Un sistema social, que condena a una cantidad cada vez más numerosa de sus habitantes a la miseria y que, al mismo tiempo, invierte enormes sumas de recursos en la producción de máquinas destructoras de la vida humana, no puede constituir el mejor de los mundos posibles.

Por lo anterior, es evidente que no existe nada acabado en materia de organización social y económica. Es claro que aún no hay condiciones para que el pensamiento latinoamericano tenga mayor eco en la academia, pero la minoría de científicos latinoamericanos, y latinoamericanistas, que no ha sido encuadrada en el pensamiento único del globalismo neoliberal, debe insistir en la elaboración de sus ideas independientes; ya las crisis económicas terminarán por dejar sin sustento real al pensamiento único de la actualidad y el péndulo emprenderá el camino de regreso, entonces se necesitarán las teorías alternativas suficientemente elaboradas. Como dice el economista norteamericano Robert Heilbroner, en un libro reciente:

En el caso en el que las nubes de hoy desaparezcan -una posibilidad que acogeríamos con alegría- esta prescripción perdería su contingencia y mostraríamos un apremio menor para hallar un nuevo centro para el pensamiento económico...25.

Lo anterior nos muestra una perspectiva válida para el rescate del pensamiento del maestro Antonio García. La tarea que queda por realizar consiste en rescatar las obras del maestro, tanto las publicadas como las inéditas, y ponerlas en manos de las generaciones jóvenes de científicos sociales latinoamericanos, a fin de que se conviertan en una invitación, en un acicate, a la creación de pensamiento nuevo y autónomo, que se constituya en una guía para la búsqueda de caminos alternativos de desarrollo independiente de América Latina. Para esto, a mi entender, la obra de Antonio García es un enorme potencial y su vida, un ejemplo.


* La primera promoción, de 11 economistas, regresó en 1948. Fueron ellos: Eduardo Rozo Child, Raúl Alameda Ospina, Luis Emiro Valencia, Luis H. Herrera, Álvaro Isaza, Antonio Bechara, Sara Forero, Ricardo Munévar, José J. Cañón, José Consuegra Higgins, Germán Troncoso y Marca Turk.
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** Como los jóvenes de hoy, si no son lectores de novela, no deben conocer a Osorio Lizarazo, es bueno recordar que se trata de un novelista seguidor de las ideas de Gaitán, quien escribió obras como "El día del odio" y cuya descripción de la realidad de los pobladores de los barrios del oriente de Bogotá ha sido comparada con la de obras universales como "Ofendidos y humillados" de Dostoyevski.
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1 Citado por Dardo Cúneo en el Prólogo a Atraso y Dependencia en América Latina, Librería "El Anteo" Editorial, Buenos Aires, 1972, p. XV.
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2 GARCÍA, Antonio. Planificación Municipal, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, 1988, p. 1.
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3 GARCÍA, Antonio. Geografía Económica de Caldas, Publicaciones del Banco de la República, Bogotá, 1978, p. VI.
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4 L. C.
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5 GARCÍA, Antonio. La crisis de la Universidad, Plaza & Janés, Bogotá, 1985, p. 69-70.
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6 Idem. P. 72.
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7 GARCIA, Antonio. Los Comuneros 1781-1981, Plaza & Janés, Bogotá, 1986, p. 14.
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8 GARCÍA, Antonio. La crisis..., p. 105.
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9 GARCÍA, Antonio. Dialéctica de la democracia, Ediciones Cruz del sur, Bogotá, 1971, p. 17.
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10 GARCÍA, Antonio. Reforma Agraria y Desarrollo Capitalista, Centro de Investigaciones para el Desarrollo, Bogotá, 1986, p. 95.
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11 Idem. p. 101.
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12 GARCÍA, Antonio. Cooperación Agraria y estrategias de Desarrollo, Siglo veintiuno editores, Bogotá, 1976, p. 13.
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13 Idem. P. 27.
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14 GARCÍA, Antonio. El Cristianismo en la Teoría y en la práctica, Fondo de publicaciones Vicente Azuero, Bogotá, s/f., p. 27.
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15 Idem. p. 20.
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16 GARCÍA, Antonio. COLOMBIA: Esquema de una República Señorial, Ediciones Cruz del Sur, Bogotá, s/f, p. 26.
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17 MORAN, Edgar. Mis demonios, Kairós, Barcelona, 1995, p. 28-29.
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18 WHEEN, Francis. Karl Marx, Debate Editorial, Madrid, 2000, p. 305.
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19 GARCÍA, Antonio. Dialéctica de la Democracia, ed. cit., p. 18.
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20 Idem. p. 24.
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21 GUNDER FRANK, André. El subdesarrollo del desarrollo. Un ensayo autobiográfico, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1999, p. 11.
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22 DEL RÍO, Eugenio. La sombra de Marx. Estudio crítico sobre la fundación del marxismo (1877-1900), Talasa Ediciones, Madrid, 1993, p. 248-249.
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23 TOFFLER, Alvin. El Shock del Futuro, Plaza & Janés, Barcelona, 1993, p. 352.
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24 ZULETA, Estanislao. A la memoria de Martin Heidegger, en Elogio de la dificultad y otros ensayos, Saenz Editores Ltda., Cali, 1994, p. 108.
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25 HEILBRONER, Robert y MILBERG, William. La crisis de visión en el pensamiento económico moderno, Paidos, Barcelona, 1998, p. 159-160.
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