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PROTOPÍA

 

PRINCIPIO DE LA INUTILIDAD DEL DELITO

 

Este principio dice que lo menos que se puede hacer contra un delito es evitar que sirva para algo. Por ejemplo, si la multa por contaminar un río y matar toda su vida es de un millón de pesetas, y la máquina que limpia los desechos vale cien millones, entonces es preferible contaminar el río, te pongan o no te pongan la multa, puesto que te ahorras noventa y nueve millones. Según el principio de la inutilidad del delito, COMO POCO, quien así piensa debería pagar, AL MENOS, cien millones.

Más adelante veremos que en realidad, contaminar un río debería salir también, al menos, tan caro como cueste limpiarlo. Pero creo que es importante asentar el principio que nos ocupa.

Mas por otro lado, ¿qué mucho más se puede decir?. El delito seguirá cometiéndose si sale a cuenta, tanto si la pena es chica como grande, como es de sentido común. Si la pena por matar a un rico padre para heredar su fortuna de mil millones es pasar un par de años en la cárcel y luego salir en libertad condicional, ¿como va a evitarse el parricidio desde la ley?. Si la pena por robar cien millones de un furgón es de un año, quizá le salga a cuenta a quien solo gana uno en un duro año de trabajo.

Hay algunas clases de delito, como la violación, en los que no es factible eliminar el componente de "ganancia" del delito, pero está claro que lo es en otros casos. El principio que nos ocupa dice que en estos casos la justicia DEBE anular el beneficio obtenido al cometer el delito.

Esto es de especial importancia, pues de lo contrario, cualquiera puede sentirse tentado (con lógica), de "echar cuentas". Si se demuestra que tal persona se dedica a actividades mafiosas, acaba en la cárcel, pero su familia conserva las grandes propiedades obtenidas durante años de delincuencia. En fin, así nunca habrá manera.

La gran mayoría de los desastres ecológicos suceden de un modo que la ley tipifica y en su origen hay un delito, una acción claramente prevista y penada por la ley. A veces, cuando esos desastres ocurren, realmente se juzga y condena a la empresa responsable. Como esos delitos siempre están penados con cantidades fijas, tal como decíamos en el capítulo anterior, lo que en sí es absurdo, resulta que a las empresas les resulta rentable hacer polvo el medio ambiente. Estoy firmemente convencido de que habría muchos menos desastres ecológicos si las empresas supieran que en cuanto se descubra que han transgredido un reglamento ecológico, todo lo que han ganado transgrediéndolo se les evaporaría un instante antes de recibir una multa proporcional a sus recursos.

La empresa dueña de la balsa de Aznalcóllar sin embargo, se ha quedado con lo que ahorró en costes de revisión y conservación del muro que se acabó rompiendo.

Seamos serios, por favor.  


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