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PROTOPÍA

 

LA PROPIEDAD DEFINITIVA

 

Estamos muy acostumbrados a que nada es nuestro. Y eso vale tanto para pobres como para ricos. Las jerarquías superiores pretenden defender los derechos de las capas más externas (clases bajas) cuando imponen el pago obligado de cantidades periódicas a cambio del disfrute de las propiedades obtenidas con gran esfuerzo (gran esfuerzo especialmente para las clases más bajas o externas).

Esto es una pura idiotez. Las capas externas SIEMPRE constituyen en realidad el porcentaje más importante de la población e inevitablemente de los bienes susceptibles de ser arrebatados por la fuerza. Los estamentos superiores imponen estos pagos simplemente porque AMENAZAN con quitar a las personas el resultado de su actividad económica, sea de la índole que sea, y con ello obtienen unos ingresos que pueden destinar convenientemente a lo que les parezca. Ahora bien, ¿qué sentido tiene la palabra propiedad cuando es amenazada por los mismos que se suponen garantes de ella?.

Exigir el pago de un arbitrio doloroso por meramente pertenecer a un círculo, no es una buena política para conseguir que la gente se mantenga contenta en el círculo y animosa de lograr más.

Por otra parte, la exigencia de este arbitrio obliga a las personas a permanecer sujetas a una disciplina de intercambio económico FORZADO, que no necesariamente se tiene que corresponder (y no lo hace nunca) con la situación económica real. A menudo, las personas se ven obligadas a tener una actividad económica que produzca ingresos, y solo lo pueden hacer según la clase de actividad que saben realizar en un momento dado, cuando quizá esa actividad no es requerida realmente por las necesidades del círculo en ese momento.

En pocas palabras, no se respeta el principio básico de la garantía de independencia. Las personas, en esta situación, estarían mejor (para beneficio del círculo) aprendiendo a realizar otras tareas más acordes con el momento o con su futuro inmediato, pero no pueden realizar esta adecuación si tienen que estar empleando su tiempo en defender sus propiedades (ya ganadas en el pasado) contra la amenaza del Estado. En suma, mediante el impuesto contra la propiedad, el Estado no consigue más que forzar actividades económicas que quizá tengan sentido, pero es posible que no, a la par que generan el descontento con la noción misma de propiedad, el mayor estímulo económico inventado hasta la fecha.

Ya ha sido mencionada anteriormente la importancia de esta medida, leve pero de gran alcance filosófico. La propiedad se obtiene mediante el trabajo, es decir, la participación temporal en el círculo. Debería respetarse el fruto de esta participación como medio de asegurar que en el círculo solo participan las personas que lo consideran adecuado, conveniente y razonable, y en la medida que les parezca así. De lo contrario, ya hemos dicho lo que puede pasar.  


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