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PROTOPÍA

 

EL PRINCIPIO DE LA INEFICACIA JERÁRQUICA

 

La exposición de este principio requiere una pequeña reflexión inicial.

Toda comunidad es un conjunto de personas. Todas las personas tienen circunstancias particulares. La suma de esas circunstancias, más la de aquellas que afectan a todo el conjunto, es a su vez una circunstancia.

Las circunstancias requieren acciones, y por tanto, la comunidad debe realizar acciones. Las acciones de una comunidad las realizan las personas. Cuando las personas realizan acciones juntas, requieren coordinación de sus esfuerzos. Las personas dedicadas a coordinarlos adquieren, con ello, poder sobre las personas que realizan las acciones.

Las acciones tienen consecuencias sobre las circunstancias, mejorándolas o agravándolas.

Pues bien, el principio de ineficacia jerárquica dice que las personas que tienen el poder (o se les ha concedido de cualquier modo) para coordinar las acciones, y por tanto, para planearlas y hacerlas llevar a cabo, también tienen el poder para evitar las consecuencias negativas de las acciones realizadas.

Si las personas que deciden, planean y ejecutan las acciones son las que evitan sus consecuencias negativas, entonces no dejarán de decidir, planear y ejecutar acciones que tienen consecuencias negativas, porque el único modo que el hombre tiene de aprender a hacer las cosas bien es hacer frente personalmente a todas las consecuencias de sus acciones, sean buenas o malas.

Si a las personas a las que se les concede el poder de hacer algo, se les concede el poder de escapar de sus consecuencias, no aprenderán a hacerlo bien, a lo que tenemos que llamar, por tanto, ineficacia. Ahora bien, las jerarquías tienden a juntar ambas clases de poder. O cuando menos, TIENDEN a tenerlo, lo que se traduce en que AL MENOS, las jerarquías tienden a ser ineficaces.

Tomemos como ejemplo el de un ejército, imagen arquetípica de una jerarquía. Las consecuencias de una guerra suelen ser el hambre, la muerte, la pérdida de los seres queridos...Ahora bien, si hay alguien que suele seguir comiendo, viviendo y conservando a sus seres queridos, suelen ser los generales y mandatarios que las empiezan. Y digo suelen ser, porque no siempre ha sido así. Durante muchos miles de años, el primero que tenía que blandir su espada en la batalla era precisamente el capullo que la empezaba. Ahora bien, es irracional esperar que si los generales no mueren en las guerras, deje de haberlas. Tomemos como ejemplo el de una industria, con su jerarquía de ejecutivos.

Si los ejecutivos cometen errores de apreciación de mercado y equivocan sus estrategias y la industria va al garete, tanto trabajadores como directivos van al paro, pero los directivos tienen grandes casas pagadas y buenas cuentas bancarias de reserva, mientras los trabajadores no tienen ni para pagar el alquiler de sus viviendas. Aun así, los ejecutivos pierden algo, de modo que suelen equivocarse menos que los generales.

Tomemos como ejemplo las centrales nucleares. Quienes deciden su construcción, quienes presionan para que se ejecute y quienes gastan la electricidad que producen, normalmente viven, ellos y sus familias, en la otra punta del país.

Tomemos como ejemplo la carretera. Quienes tienen dinero para comprar coches que corren como balas y producen más accidentes son los que tienen dinero para pagar buenos seguros y buenos abogados que les libren de los juicios que pudieran ponerles por causar accidentes con esos coches.

Tomemos como ejemplo a los profesores. Son ellos los que tienen poder para adecuar los programas de estudios a las necesidades del mercado, pero también son los que tienen un sueldo al que no afecta en nada la adecuación al mercado de sus alumnos.

Tomemos como ejemplo a los informáticos. Quienes tienen la capacidad de introducir errores catastróficos en los programas son también quienes nunca tienen que volver a meterse todos los datos al ordenador.

Tomemos como ejemplo a los jueces. Quienes tienen poder para soltar a los violadores son justo quienes ganan lo suficiente para comprarles a sus hijas buenos coches para que no anden por la calle a altas horas de la madrugada.

Podría seguir interminablemente, como es lógico.

En realidad, estuve dudando sobre el nombre que ponerle a este simple principio. En principio pensé llamarlo principio del poder irresponsable.

Luego se me ocurrió principio de las posiciones incorrectas, por aquello de que en las jerarquías, las personas no están en las posiciones correctas para enterarse de las consecuencias de sus actos y de este modo aprender a hacerlos bien. Luego se me ocurrió principio del desfase jerárquico, porque las jerarquías introducen desfases entre acción y reacción que vuelven locos a sus miembros. Cualquier nombre de estos hubiera estado bien. Pero elegí el que le he puesto porque hace hincapié en el hecho de que toda jerarquía tiende por naturaleza a producir ese efecto, a consecuencia del cual resulta ineficaz. Pero ¡un momento!. ¿Acaso no he dicho que todo recurso se explota jerárquicamente?. Si juntamos ambos principios, ¿no llegaremos a la conclusión de que no hay forma de explotar los recursos con buen juicio?.

No. Creo que no, vamos. La palabra clave en el principio de la ineficacia jerárquica es "TIENDE". Tienden a juntarse los poderes de actuar, y los poderes de escapar a las consecuencias. Sin embargo, en teoría, esta tendencia podría, cuando menos, LIMITARSE. Por favor, como ejercicio para mañana, encuéntreme treinta ejemplos de aplicación del principio de ineficacia jerárquica.  


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