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PROTOPÍA

 

EL PRINCIPIO DE ORGANIZACIÓN JERÁRQUICA

El siguiente principio ha de sonarnos mucho a todos. Aunque todos lo entendemos de una forma u otra, tendemos a olvidarlo continuamente.

El principio dice que la explotación de todo recurso se organiza jerárquicamente. Otra forma de expresarlo es: siempre hay una jerarquía explotando cualquier recurso.

La demostración del principio requiere un poco de paciencia.

Primero. ¿qué es una jerarquía?. Todos sabemos más o menos lo que es.

Pero, ¿qué queremos decir con jerarquía?. ¿qué lo es y qué no lo es?.

Una jerarquía puede ser, simplemente, una estructura de mando. Puede ser una cadena de ingresos piramidal. Puede ser una estructura de repartos.

¿Qué tienen en común?. Una jerarquía es un conjunto de personas que acceden a un recurso de forma más o menos fácil. Los que están en la punta de la pirámide acceden al recurso con facilidad, y los que están abajo, con mucha dificultad. Nunca deja de resultar chocante que los que están abajo, quienes están en un contacto más próximo a un recurso, sean los que acceden a él con más dificultad.

¿Qué es un recurso?. Casi cualquier cosa. La comida, la tierra, el agua, la energía, los puestos cómodos de una administración, el potencial económico de un mercado de distribución, las cátedras de una universidad.

¿Porqué se crean las jerarquías?. Porque las personas, con muy buen juicio, por otra parte, no se fían las unas de las otras. Eso es evidente en muchos recursos, como la tierra. Yo estoy aquí, y estoy muy cómodo, y Fulanito está allí. Es de suponer que también esté cómodo, pero quizá no sea así, de modo que pudiera ocurrir que Fulanito se viniera aquí y estropeara mi fiesta. De modo que como no me fío de él, pago a alguien (y además, tolero que esté ahí) para que me defienda de él suponiendo que le apeteciera venir a invadirme. Entonces, quien defiende mi tierra no soy yo, es el otro. Quizá Fulanito no me invada nunca, pero el que me defiende tiene que estar siempre al pie del cañón, de modo que tengo que partir con él mis bienes, para darle algo a cambio de su protección. Por otro lado, él no se ocupa realmente en nada, y por otra parte, hay otros como yo, temerosos del posible invasor. De modo que mi defensor podría defender a otros igual que a mí DEL MISMO invasor. Así que otros repartirán con él sus tierras. Al final, el único que no hace nunca nada, y que jamás toca la tierra, tiene más tierra que nadie.

Cuando esto sucede así, empieza a pensar que no hay ningún motivo por el cual no pueda invadirme y quitarme mi tierra. A fin de cuentas, si consiguiera echarle, lo más que perdería sería el trocito que yo le concedo.

El caso es que después de quitarme mi trocito de tierra, puede quitárselo a otro con el mismo método. Al final, uno solo tendrá toda la tierra, a base de impedir que unos se la quiten a otros. El proceso solo se para en aquel punto en que para disfrutar de su poder sobre la tierra, el defensor necesita a alguien que lo defienda, ya que él mismo no puede defender tanta. Entonces es víctima a su vez de otros más poderosos que él.

Tenemos esta tendencia natural a buscar a alguien con más fuerza, con más conocimiento, con más capacidad, que nos defienda nuestras parcelas contra los enemigos. A cambio de esa protección cedemos parte de nuestras parcelas y de esta cesión se aprovechan quienes, teniendo menos que ver con el recurso, acaparan más, porque pueden proteger a muchos. Esos recursos cedidos les hacen a su vez más fuertes, y la cosa sería un círculo vicioso si no fuera porque las cesiones de las que viven son a su vez un don que defender, y para el que tienden a buscar protección a cambio de una parte de las cesiones conseguidas, lo que les crea sus propios problemas e impide que vayan a por más contra los que están más abajo. El proceso no tiene fin hasta que un recurso dado acaba con un único propietario que no tiene que defenderse de nadie.

Por otro lado, los distintos recursos pueden considerarse parcelas diferentes de un único super-recurso. De modo que también existe una jerarquización de los diferentes recursos entre sí. En este cuadro, importa muy poco de qué recursos hablemos y de qué medios se empleen para representarlos. Siempre hay gente que podría quitarnos los recursos de los que vivimos, de la que tenemos que ser defendidos. Por eso es inevitable la jerarquización. En su base está la diferente confianza de las personas en su propia capacidad de defensa. Las relaciones intrajerárquicas son relaciones de fuerza. A veces el enemigo que amenaza al individuo en un escalón es justamente el que está arriba en la jerarquía, y a veces no. Pero el que está arriba siempre puede, al menos, dejar de protegernos, y de esta forma amenazar nuestros bienes, por eso es una relación de fuerza.

Los anarquistas, y los socialistas en menor medida, siempre han defendido que en realidad, son las jerarquías los auténticos enemigos, de modo que lo mejor es que no existan en absoluto. Según ellos, lo mejor sería que confiáramos los unos en los otros y les diéramos menos oportunidades a los "parásitos" jerárquicos. Seguramente tienen razón, pero el caso es que la Historia demuestra que el enemigo externo solo deja de existir en la medida que un enemigo interno nos defiende de él. Desde luego, tienen razón, seguramente, en decir que da lo mismo uno que otro. No discutamos sobre ello. Por ahora, planteemos simplemente el principio que dice que la desconfianza genera miedo, el miedo cesión de soberanía, y la cesión, enemigos: no potenciales, sino ciertos.

Las jerarquías son desagradables para el noventa y ocho por ciento de las personas, tengan las jerarquías la justificación que tengan. El grueso de la población forma la base y los puestos intermedios de la jerarquía, y solo una cantidad muy escasa de personas tienen conciencia de estar verdaderamente en los puestos más altos de las jerarquías. Cuando las jerarquías hacen muy evidentes las diferencias de riqueza, justicia, oportunidades, y recursos para vivir entre unos niveles y otros, tienden a repeler a la mayoría de las personas, porque la mayoría de las personas siempre están en los puestos bajos y por lo tanto desagradables, lo que la mayoría de las personas, viendo la opulencia con la que viven los que están encima, no suelen aceptar de buen grado..  


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