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¿Por qué los ricos son más ricos en los países pobres?


José María Franquet Bernis

 

 

Un ejemplo relevante: la situación de los frutos secos españoles ante el comercio mundial

 

            Hemos escogido, como ejemplo aclaratorio, un subsector agrícola español gravemente amenazado por la internacionalización económica que estamos tratando, especialmente en dos de sus grandes producciones: la almendra y la avellana. Para el primer caso, el problema reside en la producción estadounidense; en el segundo, el problema viene representado por la producción turca de tan delicioso fruto seco. A continuación, analizaremos ambos casos sucintamente, así como también alguno más.

            Básicamente, dicha situación viene determinada por las siguientes características [1]:           

 

a)                           El ingreso de España en la Comunidad Económica Europea supuso la supresión progresiva de las barreras arancelarias que protegían, hasta entonces, la producción avellanera española de la competencia desleal de un país, Turquía, que posee un statu quo socioeconómico muy diferente al nuestro. Y aún debemos agradecer las políticas de retirada de la avellana turca para la extracción aceitera, que posibilitan que Fiscobirlik comercializase en el año 2000 la avellana a 3’3 dólares/Kg. (o sea, 1’15 euros/Kg. en cáscara o bien unos 3’79 euros/Kg. en grano).

b)                          La Unión Europea, que constituye el mayor mercado para las exportaciones estadounidenses de almendra y de otros frutos de cáscara, acordó en el marco de la Ronda Uruguay del GATT una reducción del 50% en la tarifa aduanera para las almendras en grano y para las nueces con cáscara, y de un 36% para las nueces peladas, las almendras tostadas y los pistachos tostados. El arancel inicial estaba situado en el 7% para las almendras en grano y en el 8% para las nueces con cáscara; en julio del año 2000, fin del periodo de reducción arancelaria pactado, alcanzaron el 3,5% (con un contingente de 90.000 toneladas al tipo del 2%, como después se verá) y el 4% respectivamente. Las almendras amargas tienen arancel nulo.

c)                          El proceso de ampliación de la UE-12 a la UE-15 implicó una ampliación de 45.000 Tm. a 90.000 Tm. del contingente consolidado de las almendras con arancel reducido del 2%.

d)                          La avellana (en grano y en cáscara) partía de un arancel del 4%, acordándose una reducción del 20% en seis tramos. En julio del año 2000 se situó ya en el 3,2%. En el caso de Turquía existe un acuerdo bilateral por el que la avellana de procedencia turca sólo paga un 3% de arancel a partir del 1 de enero de 1999.

e)                          Corea del Sur ha reducido sus aranceles para la almendra en cáscara de un 50% a un 21%, y de un 50% a un 30% para las nueces.

f)                           Tahilandia va a reducir a la mitad los aranceles para la importación de nueces y almendras tostadas. En 1996, las exportaciones californianas a Tahilandia de frutos secos eran superiores en un 177% a las de 1990.

g)                          Malasia también reducirá sus tarifas para las almendras, las nueces, las avellanas, las castañas y los pistachos de algo más del 5% al 0%. La tarifa para los frutos de cáscara tostados se reducirá de un 30% a un 20%. Las exportaciones de frutos de cáscara de Estados Unidos a Malasia han crecido un 311% desde el año 1990.

h)                          En 1992 la India suprimió todas las restricciones cuantitativas a la importación de la almendra. En 1997, acordó cumplir sus compromisos ante la OMC y suprimir el componente ad valorem en sus aranceles. En 1996, se ha convertido en el duodécimo cliente para la almendra californiana.

 

A la vista de lo que se nos avecina, creemos posible que la tradicional vocación exportadora del sector español de los frutos secos y la presencia en el mercado internacional de unos productos apreciados por determinadas industrias de transformación y los consumidores por sus excelentes cualidades organolépticas, claramente diferenciales, desaparecerían para siempre, de no compensarse adecuadamente los desequilibrios generados por el comercio internacional con las ayudas por unidad superficial. Es posible que el mercado mundial quedara en manos de un único proveedor (EEUU en el caso de la almendra, teniendo en cuenta que España es el segundo productor mundial, así como de las nueces y Turquía en el de la avellana), en una situación de monopolio fáctico, que probablemente conllevaría  un incremento de los precios internacionales, como se demuestra, en el caso de la almendra, en los estudios realizados por ALSTON, J.M., SEXTON, R.J. y otros (1993), y con toda seguridad, a una mayor situación de dependencia de la Unión Europea, fuerte y crecientemente deficitaria en estos productos.

El cultivo de los frutos secos es el resultado de una actividad mantenida durante siglos en nuestro país, de manera que los árboles que los producen son parte integrante e inseparable del ecosistema, del paisaje y de la cultura de sus gentes. Además, posee una gran importancia económica y social para vastas regiones desfavorecidas del área mediterránea y del interior de la península ibérica. Alrededor de 40.000 familias viven de la actividad económica generada por el sector en toda España y más de 200.000 explotaciones se complementan con ingresos procedentes de los frutos secos. Pero estas explotaciones pueden desaparecer a medio plazo si la Unión Europea persiste en la intención de no renovar las ayudas económicas al sector.

En 1989, la Comisión introdujo una serie de medidas específicas para apoyar los instrumentos de producción y comercialización en el sector. Estas medidas debían ser provisionales y limitadas a una duración de 10 años. Al respecto, una demanda de la CCAE (Confederación de Cooperativas Agrarias de España), en la que coincide el sector, es que la ayuda comunitaria a estos productos se conceda a través de la OCM (Organización Común de Mercado) de Frutas y Hortalizas, por lo que las asociaciones y organizaciones agrarias se muestran partidarias de ir prorrogando automáticamente cada año los Planes de Mejora de la Calidad y la Comercialización gestionados por las OPFH (Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas), que han ofrecido, por cierto, excelentes resultados y han finalizado ya en algunos casos. Y ello hasta que se aborde la reforma en profundidad de la OCM, donde los productores solicitan disponer de un apartado específico.

Últimamente, la Comisión Europea ha previsto un montante máximo por hectárea de 241’5 euros, de los cuales, el 75% serán cofinanciados por la Unión Europea y el 25% restante por los Estados miembros. De este modo, la contribución de la UE se reduce del 82 al 75% y la del Estado miembro aumenta correlativamente del 18 al 25%. Se trata de la misma cantidad que, desde hace diez años están recibiendo los productores, lo que supone, sólo a causa de la inflación registrada en el período, una reducción del 50% de los ingresos por este concepto. Además, a la cifra mencionada se le deben restar las retenciones que aplican las OPFH que, en algunos casos, también han resultado abusivas.

El sector productor agrupado en CCAE cree que esta propuesta de Reglamento no termina de solucionar la difícil situación por la que atraviesa el sector. En primer lugar, en ningún momento se vincula la prórroga de los Planes de Mejora a la aprobación de un régimen de ayuda definitivo para estos productos; este punto ha sido una de las principales reivindicaciones de CCAE, ya que para la próxima campaña, se volverá a sufrir la inseguridad que se viene padeciendo durante los últimos años, al quedarse el sector nuevamente con la incertidumbre de saber si dispondrá o no de ayuda definitiva.

La contribución presupuestaria total de la UE a las medidas previstas se eleva hasta los 54’3 millones de euros. Afortunadamente, el comisario de agricultura Franz Fischler ha señalado, con respecto a la nueva propuesta de la Comisión, que “la prórroga de un año demuestra el interés de la Comisión por el sector y pone en evidencia que es consciente del papel medioambiental, social y rural que los frutos secos desempeñan en Europa”. Añadió que, en la actualidad, se examinan todos los aspectos del sector de los frutos secos con vistas a una solución definitiva para los productores.

Por último, para hacer frente a la difícil situación de las avellanas, una ayuda suplementaria de 15 euros/100 Kg. se acordó para esta producción durante un año, pero con la condición de que únicamente podrán acogerse a la misma las Organizaciones de Productores que no puedan acogerse a la prórroga de los Planes de Mejora. Tanta cicatería tiene, en estos momentos, una gran transcendencia, dadas las adversas condiciones de mercado que están permitiendo la existencia de unos precios bajísimos para estas producciones, fruto, en gran medida, de las masivas importaciones de avellanas turcas.

Con ello, da la sensación que desde Bruselas, poco a poco pero inexorablemente, se va dejando hundir al sector sin plantear una necesaria estrategia de futuro que, hoy por hoy, sólo puede llegar mediante el estudio, en profundidad, de todos los aspectos del problema. Esperemos que, desde él, se valore la conveniencia de regular las importaciones procedentes de los terceros países, de establecer una normativa que regule el mercado interior, de definir una estrategia de la calidad de estos productos y de fijar, en fin, una verdadera ayuda a la renta para los agricultores. 

 

 


 

[1] Véase el libro Frutos de Cáscara y Algarroba: un sector amenazado (documento de reflexión), editado por AEOFRUSE y CCAE. Andalucía, 1999.  

 


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