AGUA QUE NO HAS DE BEBER...
60 respuestas al Plan Hidrológico Nacional

José María Franquet Bernis

SEGUNDA PARTE: EL PHN Y LOS TRASVASES

29. ¿Existe desequilibrio hidráulico en España?

La idea según la cual España está desequilibrada hídricamente es muy antigua. Aparece claramente definida con motivo del primer Plan Nacional de Obras Hidráulicas del gran ingeniero Lorenzo Pardo (1933), en plena Segunda República, en el que se menciona por vez primera el Trasvase Tajo-Segura -de rabiosa actualidad, por cierto, en el momento presente- y al que se le encomienda la misión de resolver el desequilibrio hídrico existente entre el sudeste peninsular y el tramo alto del Tajo, con el fin de inducir el desarrollo económico de las cuencas del Júcar y del Segura. También aquel mismo año, a raíz de un informe sobre el Plan del ingeniero Félix de los Ríos, aparece bien delimitada la propuesta de regar tierras de las provincias de Tarragona y Castellón de la Plana mediante la construcción de una presa en Xerta (comarca del Bajo Ebro) y la subsiguiente derivación de 1.500 hm3/año (47-48 m3/seg.) por un canal que tenía que llegar, en fases sucesivas, hasta el río Turia. Posteriormente, a finales de los años 60 y comienzos de los 70 se realizan las obras del canal denominado Xerta-Cálig, con una capacidad portante de 19 m3/seg., que se hallan inacabadas como resulta bien sabido (poniendo de manifiesto un despilfarro técnico y de recursos económicos públicos francamente preocupante), y pendientes de la pertinente concesión administrativa de aguas por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Dicha infraestructura había de abastecer, en última instancia, con un caudal de 6 m3/seg., a la IV Planta Siderúrgica Integral de Sagunto, obra emblemática del III Plan de Desarrollo Económico y Social (1972-75), elaborado por la Comisaría del Plan adscrita a la Presidencia del Gobierno. En los últimos tiempos, la Generalitat de Catalunya ha elaborado el pertinente proyecto concesional, en el que se justifica un caudal de 10 m3/seg. para el riego de unas 16.000 ha de las comarcas tarraconenses del Baix Ebre y el Montsià, pero siempre dentro del territorio de la Cuenca del Ebro.

Un proyecto igualmente importante fue el redactado por el mismo ingeniero, el año 1937, sobre el "aprovechamiento de parte de las aguas sobrantes del Ebro para ampliar y mejorar los riegos de Levante", hecho público el mismo año con evidente finalidad de propaganda política. La memoria adicional al Plan Nacional de Obras Hidráulicas, incluida en el Plan General de Obras Públicas del año 1940, señalaba los graves obstáculos que se opondrían al mencionado Plan de 1937, insistiendo particularmente en el carácter antieconómico de las imprescindibles elevaciones de agua, necesarias para compensar con los trasvases del río Ebro las transferencias del Turia y del Júcar hasta Alicante y Murcia. La memoria afirmaba que todo lo que se había planteado hasta la fecha no tenía más carácter que el de "ideas lanzadas" cuya posibilidad de ejecución era necesario demostrar con estudios más amplios y rigurosos.

El concepto de desequilibrio hidráulico no aparece definido ni en la Ley de Aguas (Ley 29/1985, de 2 de agosto. BOE núm.: 189, de 8/08/85. Esta ley sustituyó a la de 13 de junio de 1879, considerada, por gran parte de la doctrina, con toda justicia, como uno de los textos modélicos del Derecho Positivo Español) ni tampoco en los ALPHN-1993 y ALPHN-2000, por lo que resultará útil que previamente se aclare su significado. Es por ello que resulta necesario caracterizar el desequilibrio hídrico en relación con los siguientes cuatro criterios, a saber: el desequilibrio hídrico respecto a la distribución de las precipitaciones, respecto a la distribución de los recursos hídricos, respecto a la distribución de los recursos hídricos utilizables y respecto a la distribución del consumo de agua, que ofrecen resultados diferentes en cada caso y para las diferentes cuencas hidrográficas españolas. Parece conveniente utilizar esta cuádruple definición del concepto, ya que cada una de ellas hace hincapié en una serie de aspectos que parecen muy útiles para enmarcar los problemas hídricos de la Península, a la vez que profundizan en el significado de un macilento concepto, el “desequilibrio hidráulico”, que ha sido considerado sistemáticamente como patente de corso para legitimar los trasvases o transferencias de agua entre las diferentes cuencas hidrográficas de España.

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