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AGUA QUE NO HAS DE BEBER...
60 respuestas al Plan Hidrológico Nacional


José María Franquet Bernis

 

 

PRIMERA PARTE: EL AGUA

18. ¿Qué influencia puede tener el desarrollo industrial en la demanda de agua?

La utilización de las implantaciones industriales y la obtención de energía que provenga del agua forman un conjunto nada despreciable que puede influir en el desenvolvimiento, el reequilibrio y el diseño de la ocupación territorial de un país.

Este reequilibrio territorial puede venir dado por exigencias de necesidad de agua en el interior de los procesos productivos los cuales, lógicamente, condicionarán el crecimiento industrial en determinadas zonas donde existan los caudales adecuados del recurso. Y ello con el efecto de atracción que dichos procesos comportan sobre la mano de obra ocupada en aquellas industrias. Por tanto, un crecimiento industrial “arrastra”, de alguna manera, un crecimiento urbano que, si no se planifica acertadamente, puede resultar caótico e ineficiente para el propio abastecimiento y provocar déficits en la ejecución de obras y servicios de todo tipo.

El crecimiento de las necesidades de energía hace que el agua pueda ser considerada, nuevamente, como un elemento importante de la producción de electricidad. También las instalaciones hidroeléctricas (y las plantas nucleares que emplean para la refrigeración de los condensadores de sus reactores este recurso natural, ya sea en circuito abierto o cerrado) son elementos a tener en cuenta en la planificación del territorio. El agua, una vez más, configúrase como un elemento definitorio de la ocupación del territorio y de su planificación objetiva.

Precisamente, la propuesta técnica del Plan Hidrológico aquí analizado propone realizar un esfuerzo de previsión para evitar que la no disponibilidad de los recursos hídricos necesarios constituya un factor limitativo del desarrollo industrial. Esta premisa o hipótesis de partida, que incluso ex anto puede parecer loable, puede también resultar peligrosa desde la óptica más moderna del equilibrio territorial y del respeto medioambiental: las industrias deberán establecerse allí donde exista el recurso y no trasvasar artificialmente el recurso allí donde, por capricho humano o circunstancial interés político, se desee generar la industria. Se trata, en definitiva y en el mejor de los casos, de un episodio más de la vieja pugna conceptual existente entre el determinismo geográfico y el determinismo económico.


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