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AGUA QUE NO HAS DE BEBER...
60 respuestas al Plan Hidrológico Nacional


José María Franquet Bernis

 

 

PRIMERA PARTE: EL AGUA

14. ¿Qué era el “Libro Blanco”?

Afortunadamente, la filosofía que traslucía el ALPHN-1993 ha sido substituida por la que se expresa en el posterior Libro Blanco del Agua en España (diciembre de 1998), que como tendremos ocasión de comentar a continuación, corrige muchos de los erróneos conceptos que allí se expresaban. Se pretendía, en definitiva, que, una vez debatido, perfeccionado y consensuado, este Libro expresase un común sentir mayoritario en lo que a las cuestiones del agua se refiere y, en tal sentido, que constituyese un verdadero documento de directrices para el PHN, que otorgare a este Plan unas condiciones iniciales de madurez técnica, debate y consenso de extraordinaria importancia para su viabilidad sociopolítica.

El evidente contenido político de la decisión que afecta a los trasvases que se hayan de incluir definitivamente en el Plan Hidrológico Nacional no obsta para que tal juicio de oportunidad deba basarse en un riguroso análisis, lo más objetivo y contrastado posible, de los datos reales disponibles. Bajo este criterio, se realizaron los trabajos que se recogen en el mencionado Libro Blanco.

Con el fin de determinar los balances hídricos resultantes entre los recursos y las necesidades, a lo largo de todo el territorio nacional, el Ministerio de Medio Ambiente ha desarrollado un complejo y sofisticado sistema que permite analizar la utilización del agua y optimizar la gestión de los recursos, mediante las oportunas operaciones de modelación cartográfica y matemática de las bases de datos involucradas. A partir del citado instrumento de trabajo, se han elaborado los mapas de recursos potenciales y de demandas, después de reservar un volumen de agua suficiente destinado a la satisfacción de los requerimientos ambientales.

Con los resultados finalmente obtenidos ha sido posible construir, tras la correspondiente agregación territorial por sistemas de explotación y ámbitos de planificación, los mapas que identifican aquellos sistemas y territorios de Planes que son estructuralmente deficitarios o que presentan un superávit. Se hace notar que los sistemas que aquí se califican como “estructuralmente deficitarios” lo son, sean cuales sean las infraestructuras de que se les dote y aunque se optimice la política de uso y ahorro al máximo teóricamente posible, teniendo en cuenta las demandas actualmente existentes. Es decir, se trata de territorios que sólo pueden ver resueltos sus problemas actuales, no ya futuros, de insuficiencia de recursos, mediante transferencias procedentes de otros ámbitos territoriales o cuencas hidrográficas.

En cuanto a los sistemas que se definen como “excedentarios”, este juicio significa que sus recursos son globalmente superiores a las necesidades consuntivas, lo cual no implica, por cierto, que en su ámbito territorial no puedan plantearse problemas puntuales de suministro. Estos problemas pueden existir ya sea por insuficiencia de infraestructuras o bien por problemas de calidad, pero no por insuficiencia del recurso. Se calcularon también los balances a largo plazo, sobre la base de las demandas máximas contempladas en los diferentes planes hidrológicos de cada cuenca, de manera que los sistemas que aún así resultan excedentarios no vieran limitadas sus expectativas futuras.

En España el consumo de agua está, en grandes líneas, estabilizado. Por lo tanto, según dicho documento hoy no nos enfrentamos a una necesidad desesperada de atender nuevos consumos, sino que más bien nos hallamos ante la perentoriedad de solucionar carencias crónicas, introducir nuevos conceptos, mejorar la gestión del recurso, etc.

Así, las principales conclusiones que se han podido extraer son las siguientes:

a) El único Plan Hidrológico cuyo territorio es estructuralmente deficitario, sea cual sea la óptica de análisis, es el correspondiente a la cuenca del Segura. Esta situación sólo puede ser superada incrementando las aportaciones externas que actualmente recibe procedentes de la cuenca del Tajo.

b) En las cuencas del Guadiana, Sur, Júcar y Ebro existen sistemas de explotación que se encuentran también en situación de escasez estructural, aunque no lo esté el conjunto del territorio abarcado por el Plan Hidrológico correspondiente.

c) En el territorio de los Planes de cuenca del Guadalquivir, Sur, Júcar, Ebro, cuencas internas de Cataluña, Baleares y Canarias, existen sistemas de explotación en situación de escasez coyuntural. En el caso del Júcar y del Sur esta situación afecta prácticamente a todos los sistemas y, además, a la globalidad de sus Planes Hidrológicos, por lo que la posibilidad de efectuar reequilibrios internos se ve muy dificultada.

d) En lo que se refiere a la identificación de los sistemas con superávit, puede resumirse que la cuenca del Ebro y el macrosistema de la cabecera y curso medio del Tajo se presentan, por su ubicación hidrográfica y la magnitud del superávit existente, como susceptibles de ser considerados como posibles áreas de origen para transferencia de recursos hacia los sistemas deficitarios. Por último, las cuencas hidrográficas del Duero y Norte presentan claras posibilidades desde el punto de vista de sus recursos, pero con mayores dificultades geográficas y de otro tipo, por su ubicación relativa respecto a las áreas deficitarias.

Veamos que, desde la aparición del Libro Blanco del Agua en España al que nos venimos refiriendo, las inversiones infraestructurales anunciadas hasta el año 2008, según el Ministerio del Medio Ambiente en julio de 2000, serían las siguientes (expresadas en millones de pesetas):

La distribución de este presupuesto, aprobado en Consejo de Ministros, que contemplaba el tratamiento integral del ciclo del agua y su propia regulación en cada cuenca, constaba de un apartado que abarca el proceso de aprobación del nuevo PHN. El 84% de este presupuesto está destinado a acciones de ahorro y gestión medioambiental del agua (reutilización y regeneración de los hábitats hídricos españoles), mientras el 16% restante se dirige a actuaciones de regulación, especialmente notables en la zona de Aragón y en la cuenca del Guadalquivir. Su desglose, por comunidades autónomas, debería ser el siguiente:

La idea general estribaba en invertir más en acciones de ahorro que en captar nuevos recursos. Dentro de las cuencas, el Gobierno consideró que, siguiendo los criterios novedosos que introduce la nueva Directiva Europea del Agua, resultaba mucho más urgente y necesario atender cuestiones trascendentales como el ahorro antes que captar nuevos recursos. De este modo, se destina casi 1 billón de pesetas a la modernización de los regadíos (que representan alrededor del 80% del consumo del agua en nuestro país), con el objetivo de reducir las pérdidas en la red. Se aporta, igualmente, casi medio billón para incrementar la reutilización de las aguas mediante su depuración; en este sentido, por ejemplo, de los 200 hm3/año que se depuran hoy, se pasará en 15 años a los 1.000 hm3/año, lo que permitirá un gran incremento de la reutilización expresada. Y por lo que se refiere al resto, se lanza un plan ambicioso de rehabilitación de riberas, con un plan forestal que reconstruya los hábitats naturales, al tiempo que se incrementan los instrumentos de control de la calidad, se potencia el abastecimiento y se adoptan diversas medidas en esta línea.

En ningún caso (por lo menos, de entrada), había en el Libro Blanco previsión presupuestaria (en esos 3 billones de pesetas) para la realización de trasvases intercuencas o bien para llevar a cabo acciones paralelas a los mismos. En cualquier caso, esas decisiones surgieron del propio debate del ALPHN-2000 que se produjo en el Consejo Nacional del Agua. Un 16% de todo el gasto aprobado iba destinado a nuevas presas o embalses. Se afirmaba que se trataba de soluciones imprescindibles e insustituibles para atender las necesidades de las zonas afectadas. En muchos casos, se trata de proyectos que datan del primer tercio del siglo XX constituyendo, casi siempre, viejas reivindicaciones que han causado graves problemas en sus respectivas áreas geográficas. Los ejemplos son las 32 obras de la Cuenca del Ebro o las presas pendientes en la del Guadalquivir.


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