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La crisis financiera de 1994-1995 y el TLCAN a diez años

Josué Emmanuel Fernández Torres
 

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3.4. IMPACTO DE LAS IMPORTACIONES CHINAS EN LA INDUSTRIA MEXICANA

En los últimos años el sector exportador en México ha enfrentado una difícil realidad debido a la pérdida de competitividad nacional que, con anterioridad, le permitió colocar gran parte de sus productos de forma exitosa en los principales mercados internacionales. Esta situación se ha agravado ante la entrada de nuevos competidores como China, con mano de obra abundante, a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

No sólo la subvaluación del yuan o los bajos costos laborales en China han contribuido a dinamizar las exportaciones. Al parecer, el sector exportador chino se ha visto potenciado por un desplazamiento de las actividades de ensamblaje de los países del este asiático hacia aquella nación. De esta forma, en los últimos años China ha fungido, de forma creciente, como plataforma final de exportación hacia el resto del mundo, incrementando la competitividad global del proceso e impulsando de forma evidente las exportaciones de aquel grupo de países del este de Asia.

Así, en los últimos años China ha sido el punto de atención de las principales potencias comerciales del mundo, incluyendo México, debido a la amenaza que representa el fuerte incremento de las exportaciones asiáticas para las plantas productivas de estas naciones.

El destacado crecimiento de las ventas de bienes y productos chinos a escala mundial ha sido motor importante para el impulso de su demanda agregada. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras en 2003 la economía mundial creció poco más de tres por ciento, el Producto Interno Bruto (PIB) de China lo hizo a una tasa superior al siete por ciento.

De 1990 a 2002 las exportaciones chinas crecieron a una tasa promedio anual de 14.3%; en los últimos tres años lo han hecho a un ritmo de 15% promedio. En los primeros seis meses de 2003 las ventas externas del país asiático crecieron 34% respecto al mismo periodo del año pasado. El destacado desempeño de las exportaciones chinas, respecto a las de otras naciones, puede apreciarse en la gráfica.

Como se sabe, gran parte del comercio exterior de China se realiza con Estados Unidos, nación con quien presenta el mayor superávit comercial. De 1997 a 2002 las exportaciones chinas hacia Estados Unidos se incrementaron a una tasa promedio anual de 13%. El crecimiento más espectacular se ha dado de 2001 al año siguiente: 22.4%.

Para 2002 el valor de las exportaciones chinas a Estados Unidos se ubicó en 125 mil 168 millones de dólares. Las exportaciones de China provenientes de la Unión Americana, por su parte, ascendieron a sólo 22 mil 053 millones de dólares. Dado que este nivel de importaciones se ha mantenido relativamente bajo -de 1997 a 2002 éstas crecieron a una tasa de ocho por ciento- el superávit comercial con Estados Unidos ha presentado un destacado crecimiento. Esta evidencia pone de manifiesto la fuerte penetración que, en los últimos años, los productos de que el país asiático están teniendo en el mercado estadounidense.

El fuerte crecimiento de las ventas externas de China hacia Estados Unidos se ha reflejado en una mejora de su posición dentro de las importaciones manufactureras americanas totales. En la siguiente gráfica se aprecia que, de 1998 a 2002, aquel país asiático ha logrado ganar dos posiciones en cuanto a su peso como proveedor de manufacturas a Estados Unidos.

Después de ser el cuarto vendedor más importante para la Unión Americana en 1998, China pasó al segundo lugar en 2002, desplazando a México y Japón. En este período, el peso de las ventas manufactureras chinas en el total de importaciones estadounidenses en el sector se incrementó de 8.5 a 12%.

Los bajos costos laborales y la subvaluación del yuan, producto de un tipo de cambio fijo con el dólar y la caída de la divisa de Estados Unidos respecto a otras monedas están contribuyendo al buen desempeño de las exportaciones chinas.

Debido a sus bajos costos, a los chinos no les importa utilizar más mano de obra para elaborar mejores productos.

Los trabajadores mexicanos ganan entre 50 y 75 dólares por semana, un tercio más que sus colegas en China e incluso más que los empleados del sector en otras naciones textiles como: Honduras y Vietnam.

La ayuda del gobierno y el yuan subvaluado de la economía china equivalen a subsidios para la industria.

Los resultados de las reformas han sido notables tanto en el plano macroeconómico y de comercio exterior, como por los cambios en la estructura productiva de la economía. De 1978 a 2002 la economía china tuvo un crecimiento promedio anual de 9.3% y, medida en dólares corrientes, es la sexta economía del mundo.

Si se considera la paridad del poder de compra, la economía china es la segunda más grande y en 2020 podría alcanzar un tamaño similar a la de Estados Unidos. En 2002 China exportó 325,000 millones de dólares superada sólo por la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, y fue el primer receptor de inversión extranjera directa con 52,000 millones de dólares.

Los cambios estructurales se reflejan en el dinamismo del sector de servicios, que ha ganado participación en el PIB y en la población ocupada; en contraste, la agricultura ha disminuido. En 2000 los servicios representaron 33% del PIB y ocuparon 27% de la fuerza de trabajo, cifras todavía menores que las de países de desarrollo similar, pero mucho mayores que las registradas en 1980: 21% del PIB y 13% del empleo”.

Pero, al parecer, lo que más ha impulsado las ventas externas de China es una previsible reorganización geográfica de la producción, a través del incremento de cadenas productivas, en el este asiático. “La preocupación de muchos países va en aumento, ya que China exporta no sólo productos intensivos de mano de obra o de bajo valor agregado, sino que comienza a ganar terreno en bienes de tecnologías media y alta. En 1990, 25.9% de las exportaciones se concentraba en bienes primarios; en 2000 el porcentaje respectivo se reduce a 10.9%; en contraparte, las ventas externas de productos manufacturados pasaron de 74.1 a 89.1 por ciento. Asimismo, ha cambiado la composición de las exportaciones de manufacturas: en 1990, 69.3% eran intensivas en mano de obra o de baja tecnología; en 2000 este porcentaje había descendido a 51.1 y, en contraste, las ventas de bienes manufacturados de mediana o alta tecnologías representaron 48.9% del total.

Sin embargo, diversos autores señalan que en el caso de los bienes de tecnologías media y alta, China se ha especializado en el segmento de la producción intensiva en mano de obra, es decir, en el proceso de ensamblaje, o en la fabricación de productos de menor complejidad y valor agregado y por lo general con un alto contenido importado”.

En particular, los bajos costos de la mano de obra en China han dado lugar a que las actividades de ensamblaje -por naturaleza intensivas en mano de obra- tiendan a reubicarse en esa nación. De esta forma China ha sido, cada vez más, el último eslabón de la cadena productiva del este de Asia, funcionando como plataforma final de exportación de los productos de dichas naciones. Esta estrategia ha logrado incrementar la eficiencia del proceso productivo global, con un evidente incremento de la competitividad de los productos exportados.

Una evidencia que podría dar sustento a las afirmaciones anteriores es examinar la participación de los países de la región en el valor de las exportaciones mundiales totales. Como se aprecia en la siguiente gráfica, en 1995 el valor de las ventas externas de las principales economías del este de Asia -Corea, Taiwán, Singapur, Japón, Hong Kong, Indonesia y Malasia- representó 17.7%. En 2000 este porcentaje descendió a 16.4% y, en 2002, a 14.1%.

Por el contrario, la participación de las exportaciones chinas en el periodo se incrementó de 2.8 por ciento en 2000 y, finalmente, a 4.1 por ciento en 2002. Esta evidencia sugiere que las ganancias chinas se dieron a costa de las demás naciones de la región.

Otra manera de comprobar, quizás de forma más evidente, la posible conformación de un nuevo esquema de organización de la producción, es mediante el estudio de las cuentas de comercio exterior de China con el resto del mundo y con los países del este asiático con quienes, presumiblemente, efectúa encadenamientos productivos.

Si parte del destacado incremento de las exportaciones de China a escalas mundiales se explica por el crecimiento de las relaciones de complementariedad productiva con países del este de Asia, se debería esperar que las cuentas comerciales chinas con aquellas naciones asiáticas tiendan a deteriorarse en los últimos años. Lo anterior como resultado de que los productos que se vendían al resto del mundo, ahora se exportan vía China.

En la gráfica siguiente., se muestra la evolución del intercambio comercial de China con el agregado de los principales países del este de Asia. Como se aprecia, en contraste con lo observado con el resto del mundo -especialmente con Estados Unidos-, el patrón comercial de China con los países del este asiático se caracteriza por ser deficitario. Este desequilibrio, además, mantiene una tendencia creciente de largo plazo.

Y puede ser resultado de un incremento en las relaciones de complementariedad entre las naciones.

La falta de reformas estructurales que México requiere para ofrecer mayor certidumbre y menores costos a la planta productiva nacional ha limitado de forma relevante su competitividad. Por lo que se ha visto reflejado en una menor dinámica de las exportaciones mexicanas y en el desplazamiento de éstas por las de otras naciones, como China, en los mercados comerciales más importantes.


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