¿Buscas otro libro?
Buscalo aquí:
Amazon Logo





 

La crisis financiera de 1994-1995 y el TLCAN a diez años

Josué Emmanuel Fernández Torres
 

Pulse aquí para acceder al índice general del libro.

Pulsando aquí puede acceder al texto completo en formato PDF comprimido ZIP (77 páginas, 371 Kb)

 õ

    

CAPÍTULO II. LA CRISIS DE 1994-1995 EN MÉXICO

2.1. LA DEVALUACIÓN DEL PESO Y DISMINUCIÓN DE LAS RESERVAS

No habían pasado tres semanas desde la toma de posesión de la presidencia por el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León cuando las esperanzas se desvanecieron como un espejismo. Ante el constante deterioro de la reservas internacionales del Banco de México el gobierno anunció una devaluación del peso frente al dólar del 15%; bastó esto para generar el pánico inmediato ante el flagrante incumplimiento de lo acordado en el Pacto de Solidaridad por lo que el público se precipitó a comprar dólares creyendo que a la devaluación anunciada seguirían otras más graves. El gobierno tuvo que dejar en libre flotación el tipo de cambio que se fue hasta 7.50 pesos por dólar en marzo de 1995, esto es, más de un 100% de depreciación en relación a la paridad de 3.60 pesos por dólar vigente en los primeros días de diciembre de 1994.

La descomunal devaluación hizo particularmente grave la situación financiera del sector público porque había en poder del público casi 30,000 millones de dólares en tesobonos, instrumentos de crédito a muy corto plazo que, si bien estaban denominados en moneda nacional, habían sido indizados a la paridad del dólar. Al estallar la crisis, los tenedores de tesobonos no quisieron renovarlos y exigieron su pago en la medida en que fueron venciendo para cambiarlos por dólares. De esta manera, el país se encontró con que en vez de recibir un flujo importante de recursos externos para financiar el déficit en cuenta corriente, de golpe se presentó una reversión y los capitales salieron en cantidades equivalentes a los anteriores ingresos. Se calcula que la pérdida de recursos fue varias veces mayor a las crisis de 82 y del 86 y que equivalió a más del 7% del producto interno bruto.

La devaluación y la salida de recursos tuvo como consecuencias que la inflación, que en noviembre de 1994 fue de un 7% anual, pasara a un 8% mensual en abril de 1995 y como consecuencia de la política monetaria restrictiva la tasa de interés interbancaria, que era antes de la crisis del 18%, se elevara en vertical al 110% en marzo de 1995. La brutal alza de las tasas de interés hizo que multitud de deudores se vieran en la imposibilidad de cumplir sus compromisos y que la banca se encontrara con una importante cartera vencida y con una caída de la demanda de créditos por parte del público, porque las altísimas tasas de interés los hacían incontables; esto puso a varios bancos al borde de la quiebra.

Esta situación desplomó también la producción de bienes y servicios y el nivel de ocupación. En el primer semestre de 1995 el PIB cayó un 5.8%, el índice de desempleo abierto subió de 3.6% de la población económicamente activa (PEA) en diciembre de 94 al 6.6 en junio y a 7.6 en agosto de 1995. El Instituto Mexicano del Seguro Social por su parte perdió 824,000 afiliados permanentes en los primeros meses de 1995. A pesar de la fuerte devaluación y de la elevación vertical de las tasas de interés, la salida de recursos continuó en forma acelerada en el primer semestre de 1995, con lo que México estuvo al borde del colapso productivo y financiero. Lo que quizá ha sido más grave todavía que el deterioro de los niveles de vida fue el desaliento provocado por la crisis después de las expectativas de desarrollo que la gente había alimentado durante diez años de esfuerzo en la dirección correcta.

En realidad hubo varios factores de distinta índole, que provocaron esta profunda crisis cuando todo parecía que marchaba sobre ruedas, unos políticos y otros económicos, unos que se venían gestando de tiempo atrás y otros que influyeron al momento de desatarse la crisis.

Los factores políticos siempre han influido decisivamente en la economía; para que haya desarrollo es necesaria la inversión y ésta depende de la disponibilidad de ahorros, de una tasa de interés atractiva y de las expectativas de tener rendimientos futuros que sobrepasen los recursos que se arriesgan en el momento de la inversión. Las expectativas a su vez dependen de las circunstancias económicas y sociales presentes y de las que razonablemente se esperan en el porvenir. El solo temor a la inestabilidad política y social puede retraer la inversión.

Uno de los factores que atraían la inversión hacía México era que desde la década de los 20 el país no había tenido revueltas, ni golpes de estado, ni magnicidios, ni mucho menos había participado en guerras extranjeras. Todo eso terminó en 1994 cuando se sucedieron una serie de actos violentos, tales como el levantamiento del ejercito zapatista en Chiapas, el asesinato del Licenciado Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la presidencia de La República y a quien se consideraba como el próximo presidente de México; finalmente, apenas la gente comenzaba a tranquilizarse al ver que las elecciones federales habían sido pacíficas y democráticas ocurrió el asesinato del Secretario General del PRI. El impacto de estos acontecimientos en la confianza de ahorradores e inversionistas se puede inferir por el progresivo descenso de las reservas internacionales del banco central, acentuado en las épocas inmediatamente posteriores a estos hechos delictivos.

Hubo también factores económicos de gran importancia que contribuyeron a desatar la crisis y magnificar sus efectos. Entre los más significativos se pueden destacar los siguientes:

a) La caída del ahorro doméstico que en 1988 equivalía al 22% del PIB y que para 1994 era sólo de menos del 16%. Esto quiere decir que los fuertes flujos de capital que entraron al país en el periodo 1988-1994 no vinieron a adicionar sino a sustituir al ahorro interno, sin acrecentar el monto de los recursos de inversión. La escasez de ahorro doméstico hizo más vulnerable a la economía mexicana frente a los movimientos de capital extranjero.

b) La creación de los tesobonos con objeto de mantener el flujo de recursos externos indispensable para financiar el déficit de la cuenta corriente; estos bonos eran a corto plazo y estaban indizados a dólares. Los tesobonos dolarizaron pues la deuda interna y se convirtieron en una bomba de tiempo, de poco tiempo.

c) El fuerte déficit de las finanzas públicas, no ascendió a 0.1% del PIB, como publicó el gobierno, sino aproximadamente al 5%, equivalente al déficit por la intermediación financiera. Esta situación otorgó gran liquidez al público, quien en los momentos de corrida contra el peso utilizó para comprar dólares.

d) El tipo de cambio real del peso se apreció más de lo prudente (un 23%).

e) El déficit en cuenta corriente se financió en buena parte con inversiones de cartera, capital “golondrino”, volátil y especulativo.

f) Se financiaron algunos proyectos a largo plazo con instrumentos de corto plazo.

g) Probablemente hubo un descuido de las relaciones con los inversionistas en los días anteriores a que manifestara la crisis y un mal manejo de los medios de comunicación en los días posteriores; en lo que se ha llamado “el error de diciembre”.

Cualesquiera que hayan sido las causas, la crisis obligaba a tomar medidas drásticas para lograr fondos que permitieran cubrir los compromisos financieros del país, evitar que la inflación se convirtiera en hiperinflación y corregir el desequilibrio de la cuenta corriente y resolver la crisis bancaria.

La política monetaria se aplicó de manera congruente con los objetivos de estabilizar los precios, las tasas de interés y el tipo de cambio, contribuyendo a corregir el déficit en cuenta corriente y a recobrar el acceso de nuestro país a los mercados voluntarios de capital.

La base monetaria, constituida casi en su totalidad por billetes y monedas en circulación, presentó una contracción real anual promedio de 23.5 por ciento en el cuarto trimestre de 1995. Cabe señalar que la demanda de dinero primario siguió el patrón estacional de cada fin de año, por lo cual en el cuarto trimestre la base monetaria registró un aumento de 41.5 % con respecto al tercer trimestre. Este aumento no implicó un relajamiento de la política monetaria, sino que el banco central se limitó a satisfacer la mayor demanda de base por parte de los diversos agentes económicos.

La trayectoria decreciente de la base monetaria, contrastó con el incremento de 1,042 millones de dólares en las reservas internacionales en el cuarto trimestre del año, alcanzando éstas un monto de 15,741 millones de dólares a diciembre de 1995. El aumento en los activos internacionales en el periodo fue posible por los recursos provenientes del Fondo de Estabilización Cambiaria y por la compra de divisas que el Instituto Central realiza de modo habitual al sector público.

Como consecuencia de las medidas anteriores y la menor volatilidad cambiaria se contribuyó a que la tasa mensual de crecimiento de los precios se redujera de un nivel máximo de 8.0 % en abril a 3.26 % en diciembre, induciendo una reducción de 26.19 puntos porcentuales en la tasa promedio de Cetes a 28 días durante este periodo, la cual se ubicó en 48.65 % al cierre del año.

Por su parte, el Indice de Precios y Cotizaciones del mercado accionario evolucionó favorablemente de un nivel de 1,447.52 puntos en febrero a 2,778.47 puntos en diciembre, como respuesta a la mayor estabilidad del tipo de cambio y al descenso de las tasas de interés.

La cotización de los bonos de deuda externa mexicana registró una recuperación importante en el último trimestre del año. Los bonos a la par incrementaron su precio en 55.2 %; los de descuento en 40.5 %, y los azteca en 32.1 %, tomando como referencia su nivel mínimo en el año, el 16 de marzo.

Cabe señalar que la recuperación de las principales variables financieras se vio favorecida por la decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de reducir su tasa de fondos federales en 0.25 puntos porcentuales el 19 de diciembre.

El colapso del modelo Neoliberal Mexicano fue algo que dejó sorprendidos a sus mismos mentores, y a sus patrocinadores del exterior. Sus cúpulas dirigentes aún no se explican cómo, en cuestión de varios días, las reservas internacionales de México virtualmente desaparecieron, debido a una salida masiva de capitales especulativos de corto plazo. La tabla No 2 ilustra dicha evolución:

Aunque las fuentes gubernamentales tienden a atribuirle la crisis al alzamiento Zapatista del 1 de Enero de 1994, lo que muestran las cifras es que las reservas comenzaron a descender a partir del segundo trimestre de 1994, es decir, desde el asesinato de Luis Donaldo Colosio, Candidato del PRI a la presidencia de la república. Muy probablemente uno de los principales factores que pudieron influir decisivamente en la sostenida fuga de capitales fue la percepción de los inversionistas de que el mantenimiento en el largo plazo de una Cuenta Corriente deficitaria de alrededor de un 7% del PIB, era simplemente insostenible.

También contribuyó a dicho resultado el incremento de las tasas de interés en los Estados Unidos, por cuanto hizo más rentables y atractivas las inversiones dentro de dicho país. Y, ciertamente, las pugnas internas en el partido gobernante, que reconocidamente resultaron en varios asesinatos políticos, no fueron un aspecto ausente en la determinación de dicho resultado.

En general, son consideraciones de crecimiento y rentabilidad futuros los que determinan la formación de expectativas de los inversionistas, y no hechos aislados tales como el alzamiento Zapatista.

Como resultado de la evolución de la base monetaria y de las reservas internacionales, el crédito interno neto del Banco de México registró una trayectoria decreciente a lo largo de 1995, comportamiento congruente con la demanda de dinero primario y con el objetivo de preservar el poder adquisitivo de la moneda. El ahorro financiero, definido como la diferencia entre el agregado monetario más amplio, M4, y los billetes y monedas en poder del público, registró una reducción real anual promedio de 16.6 por ciento en el periodo octubre-diciembre. La evolución de este agregado obedeció a la contracción del ingreso, la reducción sustancial de los flujos de capital externo y la amortización neta de valores gubernamentales, particularmente de tesobonos en manos de no residentes.

La fortísima devaluación del peso se encargó de corregir en buena parte el déficit por cuenta corriente al encarecer en términos de dólares las importaciones y abaratar las exportaciones.

En el último trimestre de 1995, aumentó la volatilidad del tipo de cambio, alcanzando su cotización más alta en el año. Con el objeto de suavizar las fluctuaciones cambiarias, el Banco de México intervino en el mercado cambiario incrementando la oferta de divisas proporcionando liquidez al sistema financiero, disminuyendo así las presiones especulativas.

De esta manera, en diciembre el tipo de cambio registró una mayor estabilidad, dentro de un contexto caracterizado por el aumento estacional de la demanda de divisas, por los movimientos en dólares que realizan regularmente los bancos y grupos corporativos con motivo del cierre de año. Así, al 29 de diciembre, el tipo de cambio interbancario, en su modalidad a 48 horas, cerró en 7.69 pesos por dólar, lo que representa una depreciación de 49.3 por ciento con respecto al cierre del último día hábil de 1994.


Volver al índice de La crisis financiera de 1994-1995 y el TLCAN a diez años

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"


Google
 
Web eumed.net