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La crisis financiera de 1994-1995 y el TLCAN a diez años

Josué Emmanuel Fernández Torres
 

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1.2.2. ASPECTOS POLÍTICOS

Hasta diciembre de 1993, el sexenio había tenido estabilidad económica, política y social, lo cual exhortaba aparentemente al país hacia un primer mundo. Sin embargo, al llegar el primer día de 1994, un acontecimiento sorprendió a gran parte de la sociedad mexicana y marcó un nuevo rumbo en la situación política y social de México.

Este suceso fue el conflicto armado en Chiapas. Esta rebelión cimbró el sistema político y la conciencia de los mexicanos; así como también el ámbito internacional puesto que hasta este día, México se vislumbraba en el camino a la modernización. Era el inicio de un año nuevo, el último del sexenio salinista, el comienzo de una campaña hacia el poder presidencial de Colosio Murrieta pero también era el despertar "oficial" de los indígenas chiapanecos, daba inicio la "sublevación de Chiapas” (según la primera plana del diario La Jornada, del 2 de enero de 1994).

San Cristóbal de las Casas, Ocosingo y las Margaritas, eran algunas de las entidades ocupadas por los alzados, los cuales se habían dispuesto a seguir avanzando hasta llegar al D.F. y deponer a Salinas.

En tanto, los hechos anunciaban que el autodenominado Ejército Zapatista para la Liberación Nacional (EZLN) había incendiado la coordinación de la Procuraduría Judicial Estatal de San Cristóbal, había secuestrado al ex-gobernador de este Estado, Absalón Castellanos y se habían producido varias muertes.

Tanto en México como en el extranjero el desconcierto era enorme, bien por la diversidad de opiniones de los medios de comunicación, bien por los comunicados oficiales en torno al asunto. Tal vez hasta en el gobierno mexicano existía confusión, no tanto en los hechos sino en la forma de tratar al EZLN. Prueba de ello es que la primera manifestación fue dar un carácter regional al conflicto, olvidándose de que se trataba de una verdadera y rezagada cuestión nacional.

El entonces jefe del Ejecutivo Federal, Carlos Salinas de Gortari, había instruido a la Secretaría de la Defensa Nacional, en mandar tropas para resguardar a la población civil del EZLN y fue el tres de enero cuando ordenó conformar una mesa de atención a los problemas sociales en Chiapas.

Después de cinco días de enfrentamiento, el gobierno mexicano condicionó el cese al fuego a cuatro demandas: disposición y entrega de las armas, devolución de rehenes y secuestrados (el gobernador de Chiapas Absalón Castellanos), cese de las hostilidades e identificación de los dirigentes.

A partir de Chiapas la crisis política nacional se hizo permanente, pues el siguiente acontecimiento fue el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido en las afueras del aeropuerto de Guadalajara, Jal., y que se presumió había sido una equivocación por parte de los narcotraficantes que habían querido terminar con otra persona inmiscuida en ese ilícito negocio. El hecho nuevamente movió al país, sobre todo por tratarse de una persona encargada de difundir la voz de la religión católica, la cual tiene gran influencia entre la población mexicana, fue por esto que el propio pueblo y el Clero pidieron inmediatamente que se esclarecieran los hechos.

La Procuraduría General de la República sólo determinó que había sido una equivocación de quienes querían asesinar a un narcotraficante y que no existía más información al respecto.

El entorno tranquilo que se había respirado hasta antes de enero del 94, cada vez se tensaba más y por lo tanto, las campañas políticas de los candidatos a la presidencia se habían quedado en segundo término. Entre los contendientes en esta campaña destacaban tres: por el Partido Revolucionario Institucional, Luis Donaldo Colosio Murrieta; por el Partido Acción Nacional, Diego Fernández de Cevallos y por el Partido de la Revolución Democrática, Cuauhtémoc Cárdenas.

Cabe destacar que los partidos de oposición tomaron fuerza antes del sexenio salinista, ya que en las elecciones de 1988, Cuauhtémoc Cárdenas, representando al PRD, era uno de los contendientes de mayor pelea para el PRI, pese a que este personaje hubiese militado anteriormente en el tricolor. Cárdenas participó nuevamente en la contienda del 94, apoyado por los simpatizantes de su partido.

Las plataformas políticas de dichos candidatos estaban sustentadas en sus propias filosofías partidistas, pero sobre todo en la situación tan inestable que prevalecía en México en esa época de conflicto.

Sin embargo, el candidato del PRI, Colosio Murrieta, quien antes de su postulación estuvo al frente de la Secretaría de Desarrollo Social exaltó al pueblo mexicano, al dar un discurso el 6 de marzo de 1994, en el cual propuso el desmantelamiento del régimen de partido del Estado, esto significaba la separación de los hermanos siameses partido (PRI y gobierno).

A los pocos días de esta declaración, la intención de Colosio fue cesada, al ocurrir otro hecho: el homicidio de este candidato en Lomas Taurinas en el municipio de Baja California Norte, el 23 de marzo del mismo año.

Esta situación empezó a mostrar el declive del gobierno salinista y la indignación del pueblo mexicano ante la injusticia y ocultamiento de la verdad.

No sólo en el aspecto nacional afectó esta incertidumbre, sino también en el internacional, esto se observó en los retiros de inversiones extranjeras en nuestro país, en la especulación de cancelar el libre comercio con Norteamérica y sobre todo en conocer al nuevo candidato del PRI a la presidencia.

En medio de estos hechos, las elecciones del 21 de agosto se convirtieron en un episodio más de ese largo conflicto en el país. El miedo de la ciudadanía por elegir otro partido que no pudiera dar solución a estos hechos fue lo que hizo que flotara el PRI. El resultado electoral de 50.8% de votos válidos para el PRI, el control del poder legislativo y la recuperación de plazas importantes en manos de la oposición, es un triunfo para el partido oficial que dista mucho de lograr vencer el principal reto para el sistema político: la credibilidad. Con esta elecciones el Estado demostró que ningún resultado electoral será de tal naturaleza que registre un cambio de correlación de fuerzas capaz de hacer desaparecer el régimen de partido de Estado, por la sencilla razón de que no se lucha contra un partido sino contra el aparato de Estado.

La inconformidad de los partidos de oposición y de sus seguidores, estuvo presente en esos días. Mítines y plantones fueron las formas en las que se manifestaron quienes estaban en desacuerdo ante este resultado.


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