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El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos

Josep Antequera

 

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 CAPÍTULO 2

LA CIUDAD COMO SISTEMA



     2.6. La ciudad como sistema heterótrofo, depredador de recursos y productor de residuos

Nuestra expansión social urbana se realiza a expensas del agotamiento de lo que podríamos llamar ecosistemas naturales y del resto de seres vivos del planeta. Algunos autores comparan este crecimiento con modelos biológicos de desarrollo destructivos como el cáncer de piel, y en dicha analogía las áreas metropolitanas serían los grandes núcleos tumorales del planeta donde se produce una mayor creación de “urbanidad”. José M. Naredo (Naredo 2003 b) cita a W.M. Hern (Hern 1990) autor que ha realizado una analogía entre el proceso de crecimiento de un melanoma o cáncer de piel y la incidencia de la especie humana sobre el territorio. Este autor enumeró las siguientes características de las patologías cancerígenas:

MELANOMA CONURBACIÓN DIFUSA


Fig. 6.2. Comparación entre un proceso cancerígeno y el crecimiento urbano actual. Fuente: J.M.Naredo, 2003 (Cuadro elaborado por Klajmic D, ver Cap.3).

Este tipo de crecimiento es comparado con el desarrollo urbano de las ciudades actuales, aportando Naredo a dicha analogía, el carácter uniformizado de los modelos arquitectónicos modernos, que se superponen sobre espacios donde existían elementos arquitectónicos históricos.

Fig. 6.3. Comparación de la estructura del crecimiento urbano en el este de los Estados Unidos (Emmy 2003) con un proceso tumoral (Hern, 1990).


El consumo energético de las ciudades es un elemento crucial en el desarrollo urbano. Con el crecimiento disperso de la urbanización incrementa su consumo energético .



Fig. 6.4. Relación entre la densidad de población y el consumo energético de algunas ciudades en el mundo. (Emmy 2003).


Esta evolución funcional de los asentamientos humanos y la ocupación del territorio, vienen determinados por las formas de producción (caracterización energética del ecosistema) y sus políticas asociadas o sea los modelos de desarrollo de la época, como nos demuestra la división del trabajo y la especialización social y funcional del modelo fordista (Henry Ford, 1910) y su concepto de producción en cadena. El modelo espacial que comporta el fordismo es el de la gran área metropolitana, los espacios monofuncionales: el gran polígono industrial, la gran área comercial, el gran centro terciario de oficinas; el gran hospital; las grandes terminales de transporte - el superpuerto, el gran aeropuerto -el gran barrio dormitorio o las extensas áreas residenciales unifamiliares, con la acusada necesidad de transporte urbano motorizado y unas, cada vez más, grandes necesidades de transporte interurbano motorizado .

Este modelo territorial es muy común hoy en día. El actual modelo de crecimiento se sostiene en la renovación de la mercancía, como sistema, y no en la satisfacción de necesidades de los ciudadanos. Las empresas de construcción, los agentes inmobiliarios y los estrategas de la banca, en las últimas décadas, han dinamizado y acelerado la actividad constructora de infraestructuras y arquitectónica, con lo cual han aproximado la lógica de la venta de sus productos a la de los bienes de gran consumo. El recurso, el suelo en este caso, es un recurso no renovable y queda inmovilizado .
 


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