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El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos

Josep Antequera

 

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 CAPÍTULO 2

LA CIUDAD COMO SISTEMA



     2.2. ¿La ciudad es un ecosistema?


La aglomeración (urbana) más allá de una cantidad y densidad de población, es un medio en el que interfieren las organizaciones y las instituciones económicas, políticas, sociales y culturales, los artefactos, las máquinas y múltiples productos, los grupos sociales y los individuos. Es esta multiplicidad de sistemas heterogéneos, relacionados unos con otros, que actúan de forma encabalgada unos sobre otros, lo que completa el carácter urbano de la aglomeración, al mismo tiempo que su carácter de ecosistema .

Según Morin, en el ecosistema urbano/social, los principios generativos del orden vienen dados primeramente por las reglas culturales, la organización del trabajo y la presencia canalizadora, coercitiva, represiva y organizadora de los aparatos (Estado, policía, ejército, etc.). De nuevo, asistimos a un crecimiento del orden y el desorden, ligados a un crecimiento de la complejidad dentro del sistema. Este crecimiento va ligado al desarrollo y al mismo tiempo a la regresión de la individualidad. Hay un desarrollo de la individualidad, del egocentrismo de los márgenes de libertad (es decir, también de la aleatoriedad y del desorden), pero la especialización y la división del trabajo, las coacciones jerárquicas de la sociedad (esclavitud, proletarización), y la masificación manipuladora de enormes capas de la población constituyen una verdadera regresión con respecto al hombre polivalente y politécnico de las sociedades arcaicas.

El ecosistema sociourbano comprende también elementos y sistemas vivos constitutivos del medio natural: clima, atmósfera, subsuelo, microorganismos, vegetales, animales; y se nutre energéticamente de los alimentos extraídos del ecosistema natural (incluidos el carbón, el gas, el agua, la gasolina). La mayor parte de estos elementos y de estos alimentos le resultan absolutamente vitales. Éstos confirman el carácter ecológico del medio urbano, su dependencia ineluctable respecto a la Naturaleza, y que hacen crecer la complejidad sistémica, a la vez que reducen la complejidad ecosistémica de su entorno. En este caso la ciudad asimilará estructuras de orden de su entorno para generar su propio orden interno.

Así el ecosistema sociourbano es un conjunto de conjuntos constituidos, no solamente por el conjunto de los fenómenos específicamente urbanos, sino también por el conjunto de los fenómenos bio-geo-climáticos que en él se sitúan. Es un sistema puesto que presenta los trazos de orden, de regularidad, de diferenciación, de complementariedad, etc. Podríamos considerarlo más como un sistema que como un ecosistema si dispusiera de un centro integrador que lo controlara en su conjunto. Pero, de hecho, la Polis (nacional o urbana) no controla más que algunos de sus aspectos y de sus estados.

En la ciudad existen diversos centros de control, unos en el seno de la aglomeración y otros en el exterior (el Estado, la municipalidad; las grandes empresas nacionales o internacionales, los partidos políticos, etc.), y estos centros están, a su vez, en complementariedad y en antagonismo entre sí. El medio urbano es microcosmos de los sistemas que le trascienden y en él desarrollan sus arborescencias, y macrocosmos de los sistemas que de él dependen, dice Morin. Su totalidad está hecha de tejidos que dependen también de otras totalidades. Se deriva de diversas instancias, ninguna de las cuales la puede controlar totalmente y él, a su vez, no puede controlar ninguna de ellas totalmente. Debido a que es el nexo de todas estas interacciones, pero el medio donde se producen, debido a estas interacciones y a los fenómenos de orden sistémico, es por lo que es un ecosistema.

El medio es también un sistema desde el punto de vista de cada uno de los sistemas que comprende, sean el individuo, el grupo, la empresa o la institución. Cada uno de estos sistemas está en relación de sistema abierto con el ecosistema, es decir en relación de independencia - dependencia de la que extrae los elementos y alimentos para su supervivencia y su desarrollo. Puede encontrar en las constricciones ecosistémicas los elementos de orden que le permiten organizar su autonomía; puede encontrar en la variedad y la complejidad ecosistémica los recursos técnicos y objetos que le permiten alcanzar una gran variedad de objetivos, y de establecer los nuevos objetivos, que, en suma, le permiten mantener y desarrollar su complejidad. Puede encontrar en las incertidumbres ecosistémicas sus oportunidades, sus riesgos y sus libertades.

El ecosistema urbano presenta un orden mayor que el ecosistema natural, en tanto que lo controlan, más o menos, diversos centros integradores (el Estado, la Polis), y en tanto que actúan las constricciones institucionales bajo la forma de leyes y reglamentos. Pero presenta también un desorden mayor porque las conductas de los individuos humanos son mucho menos estereotipadas y programadas que las de los individuos biológicos naturales y es por ello que la superposición de interacciones intersistémicas alcanza niveles de hipercomplejidad.

Por otro lado en los sistemas artificiales creados por el hombre, el equilibrio ya no depende de la regulación de los nichos ecológicos, sino de las condiciones tecnológicas por medio de las cuales el hombre introduce corrientes de energía y crea las condiciones de la nueva homeostasis. La capacidad de reorganizar los recursos y potenciar la captación y utilización energética a través de la invención técnica coloca, pues al hombre por fuera de la escala trófica y al margen de las leyes poblacionales que regulan el crecimiento de las comunidades bióticas. La especie humana no está inserta en la cadena trófica por su condición de omnívoro, que comparte con otras especies, sino por sus formas instrumentales de adaptación .

Por ello la relación orden – desorden que permite la evolución humana es indisociable entre sí, tanto en el interior de los sistemas humanos como el que proyecta hacia el exterior. Según Morin, el orden, constricción absoluta, no es otra cosa que la rigidez de las leyes de la física; el desorden absoluto no es otra cosa que la desintegración entrópica del sistema. En función de la prevalencia de uno de estos elementos sobre otro se modificará la estabilidad del conjunto, a la vez que se modifican los grados de libertad de los individuos que la componen y de los ecosistemas circundantes de los que depende la ciudad.
 


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