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El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos

Josep Antequera

 

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CAPÍTULO 1

LOS SISTEMAS AUTO-ORGANIZADOS



  1.14. Información y cultura


Se puede considerar como información los saberes, el comportamiento, las normas las prescripciones y las prohibiciones que constituyen la cultura de las sociedades humanas. Esta cultura es una memoria, trasmitida de generación en generación, en la que se encuentran conservadas y reproducibles todas las conquistas (lengua, técnicas, reglas de organización social) que mantienen la complejidad y la originalidad de las sociedades humanas. Debido a que la memoria constituye el conservatorio de la información social. la cultura puede considerarse como la genoteca de la sociedad humana . Siempre, y no lo olvidemos, basada en la transmisión de la información acumulada del conocimiento del entorno.

La cultura puede definirse, según Morin, como una esfera informativo/organizativa que garantiza y mantiene la complejidad humana- individual y social – más allá de la complejidad espontánea que nacería de la sociedad si estuviera privada de este capital informativo/organizativo adquirido. Esta adquisición organizativa, esta genoteca propiamente social, se presenta en el cerebro de los miembros de una sociedad arcaica, bajo la forma de conducta, reglas modelos de comportamiento, normas, prohibiciones, y engloba efectivamente dominios todavía mal diferenciados .

Esta adquisición concierne a:

• las relaciones con el entorno que son de conocimiento (de los lugares, de los comportamientos de los animales, de las plantas beneficiosas y perjudiciales, etc.).

• las reglas de organización de la sociedad, que a nuestro entender, se inician entre los homínidos mediante el reparto de alimentos y después con el reparto de las mujeres, con el intercambio (de bienes y de mujeres), con la organización de la decisión (por el jefe, por el consejo de ancianos, por la colectividad de hombres).

La cultura es, por tanto, un dispositivo generativo propiamente sociológico, no inscrito en los genes (pero que se ha hecho posible gracias al patrimonio genético) inscrito y dispersado en los cerebros pero que desempeña un papel en la auto-organización, y en la autoproducción de la complejidad social propia de las sociedades humanas. Y es a partir de la cultura como se constituyen las genoestructuras de las sociedades históricas.

La cultura, como todo dispositivo informativo/generativo, permite mantener la complejidad singular de una sociedad (su modo de vida, su género de vida, sus costumbres, sus hábitos, sus técnicas), es decir garantiza la invarianza de esta complejidad, dicho de otro modo, de una sociedad singular. Pero, al mismo tiempo, es aquello que puede integrar lo nuevo, la invención y transformarlo en adquisición invariante, por una parte, la cultura tiende a rechazar lo nuevo, precisamente porque tiende a establecer una invarianza; por otra parte, debe ser apta para abrirse a lo nuevo e integrar su aportación. Ahora bien se observa que las culturas arcaicas del Homo Sapiens han elaborado un verdadero blindaje protector de la invarianza, empapando la cultura en un baño de lo sagrado, ritualizando las reglas e instituyendo los tabúes. La estabilidad social demasiadas veces tiende a contener la variabilidad cultural e individual de los nuevos grupos, y para ello utiliza desde sistemas represivos y de control social, hasta estructuras de poder que no permiten que los nuevos acervos cognitivos penetren en el sistema social.
 


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