¿Buscas otro libro?
Buscalo aquí:
Amazon Logo





 

El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos

Josep Antequera

 

Pulse aquí para acceder al índice general del libro.

Esta página carece de formato, notas a pie, tablas, gráficos o imágenes. Para leer el libro pulse aquí y tendrá el texto completo en formato DOC comprimido ZIP (356 páginas, 5.573 Kb) 

 

 
CAPÍTULO 1

LOS SISTEMAS AUTO-ORGANIZADOS



  1.10. Cerebro y sociedad


Si analizamos el cerebro desde esta perspectiva, vemos que lleva en su seno las reservas del orden del comportamiento de la genoteca (las competencias y los programa innatos); dispone de sus propias reservas de orden (memorias, conocimiento); es capaz de crear orden (sus aptitudes organizativas); pero cuanto más desarrollado es el cerebro más conexiones neuronales comporta, más asociaciones al azar, más sensible a la diversidad y las contradicciones llamadas del exterior y a los problemas diversos y contradicciones del interior, cuanto más cerebro más orden, cuanto más aleatoriedad, más organización y más complejidad social . Con sus trece mil millones de neuronas y sus respectivas conexiones, el cerebro es un sistema de lo más complejo que se conoce en la actualidad.

La ausencia de especialización es, pues, la característica verdaderamente esencial del cerebro que se desarrolló en el hombre primitivo. En contacto directo con el medio ambiente que le procura su alimentación, el grupo social primitivo no constituye sino una reunión de individuos con idénticas funciones, unidos por lazos genéticos en familias, tribus, etc., y luchando en pro de su existencia inmediata . En él se conjuntan los desarrollos neuronales más importantes de la filogenia.

El sistema nervioso del hombre del Paleolítico estaba, por lo tanto, perfectamente adaptado a su supervivencia. Su hipotálamo instintivo le aportaba sus motivaciones fundamentales: hambre, sed, agresividad esencial para la búsqueda de la alimentación y la defensa contra las bestias salvajes y la intemperie, acoplamiento, protección de los jóvenes. Su sistema límbico le permite memorizar las experiencias pasadas: el aprendizaje. Coloreaba sus pulsaciones de afectividad tosca, amor, alegría y sobretodo miedo, ansiedad, angustia ante el acontecimiento desconocido del que aún no tenia experiencia, agradable o desagradable. Su córtex orbito-frontal le permite imaginar, por adelantado, una situación posible, la confección de útiles y armas de creciente eficacia. El lenguaje, en fin, le servia para transmitir de generación en generación la experiencia adquirida. Pero su imaginación también favorecía un aumento de la angustia: imaginar lo que no existe, explicar aquello que no puede explicar intentando una causalidad primitiva, toda una mitología de fuerzas oscuras, bienhechoras u hostiles. Su campo de conciencia era perpetuamente invadido por la puesta en marcha de los medios susceptibles de asegurar su supervivencia inmediata, y sus viejos cerebros le resultaban, desde luego, más útiles en lo inmediato que su córtex frontal; a lo menos, los utilizaba con mayor frecuencia. Esa es sin duda la razón por la cual habrían de pasar milenios sin transformaciones profundas en su vida .

Es así que la sociedad se constituye, en cierto modo, a su imagen como el cerebro es, en su carácter asociativo y aleatorio y organizador a la imagen de la sociedad. El medio social permite el desarrollo del cerebro, a la vez que este desarrollo genera complejidad y adaptación al grupo humano ante las demás especies animales.

La autonomía del cerebro, es decir, la autonomía de los individuos está ligada al hecho de que las conexiones entre individuos no vienen especificadas. Ciertos individuos son más agresivos o dominantes que otros, bien durante su vida juvenil y adulta, bien durante una parte de sus vidas; otros son más apacibles, pasivos, o quizá, a la vez, dominantes y cooperativos, “individualistas” y pacíficos. Esto permite generar relaciones diversas entre el grupo humano. Así entre los mamíferos y especialmente entre los primates, el campo social se convierte en el campo cerrado de interacciones múltiples entre individuos muy variados: en el interior del campo social no rígido, se van a desarrollar relaciones de solidaridad (parejas, amistades, sectas), de competencia (entre machos, especialmente), y antagonismos no solamente entre individuos (para los primates, el poder o los alimentos), sino también entre “clases” biosociales, es decir entre adultos y jóvenes. Ahora bien, del conjunto de estos comportamientos desordenados y aleatorios se desgaja no solamente en una jerarquía, que entre los mamíferos y los primates viene dominada por un soberano (y la lucha por el dominio renueva constantemente la jerarquía, es decir, la mantiene) sino también en una organización social que implica a la vez, solidaridades internas entre individuos y grupos, la solidaridad global del grupo frente a la amenaza exterior, relaciones privilegiadas madre-hijo que se van a mantener en los primates durante la vida adulta, crecer en amistad y, después, en amor en el Homo Sapiens, y antagonismos fundamentales. A partir de estas líneas de fuerza, la sociedad se organiza de forma espontánea y compleja sobre la base de las complementariedades /competencias /antagonismos . Y así la organización del grupo se va tornando más compleja y su adaptabilidad frente al entorno reforzada.

Pero es con la hominización, es decir, correlativamente, con el crecimiento y la complejidad del cerebro y con la complejización de la sociedad como, de forma acumulativa, se desarrolla una esfera, no innata, sino adquirida y transmitida a los individuos, es decir, reproduciéndose consecutivamente a la reproducción de los individuos, mediante el desarrollo de una gama extensa de saberes y conductas que el grupo transmite a los nuevos individuos que lo forman. Estos saberes son adquisiciones históricas de conocimientos sobre el entorno y sobre la naturaleza, técnicas corporales y de fabricación de artefactos, armas, útiles y abrigos que con el tiempo se desarrollan y se incrementan. Las intercomunicaciones que se desarrollan provocan la aparición del lenguaje de doble articulación que permitirá, desde ese momento, la inscripción y la transmisión de los conocimientos, hasta el infinito. Finalmente y sobre todo, se constituyen reglas (reparto de alimento y de las mujeres, reglas de intercambio, exogamia, prohibiciones,...) de organización de la sociedad que no resultan ser ni simples interacciones entre individuos, sino que requieren mantenerse mediante la práctica social y tienen que ser inculcadas a las nuevas generaciones. A partir de ahí se constituye una verdadera esfera cultural indispensable para el mantenimiento de la complejidad social . Esta esfera de relaciones es la que permite que el grupo se estructure y se mantenga en el tiempo como un sistema complejo y adaptativo en sí mismo.

En el grupo el individuo actúa como un elemento de estabilidad y evolución a la vez, ya que en sí mismo dispone del papel de mantener las reglas del grupo, pero a la vez mantiene la propiedad intrínseca de variabilidad en función de criterios de mayor adaptabilidad personal o grupal. El papel clave del individuo en la sociedad, puesto que porta en su seno, al nacer y al morir, a la vez, la perturbación y la integración, el principio del orden y el desorden. Es, en sí mismo, complejidad, es decir orden y desorden juntos, mezclados de forma dialéctica. La diversidad de los caracteres (genéticos y psicológicos), de las aptitudes, de los comportamientos (agresivos o pacíficos, egoístas o solidarios, aventureros o timoratos, soñadores o activistas) implican la diversidad, la complejidad, la neguentropía del sistema social .
 


Volver al índice de El potencial de sostenibilidad de los asentamientos humanos

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"


Google
 
Web eumed.net