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ANEXO 2 – El Texto de Yutang

 

Aquí se transcribe de manera textual el manuscrito base de esta investigación. Este es el título II del primer capítulo del libro. El libro base es “La Importancia de Vivir” de Lin Yutang, publicado es español por la Editorial Diana S.A., de México D.F.. No costa quién fue el traductor del texto, ni el año de edición, desafortunadamente. Este texto fue adquirido por el autor de la investigación en una feria popular, comprándolo ya usado. Esta transcripción respetara la versión mexicana incluyendo incluso sus los pies de página.

 

Capítulo 1 - EL DESPERTAR

 

Titulo II - UNA FORMULA SEUDOCIENTÍFICA

 

Comencemos con un examen de la conformación mental china, que produjo esta filosofía de vida: Gran realismo, inadecuado idealismo, un alto sentido del humor, una gran sensibilidad poética hacía la vida y la naturaleza.

 

La humanidad parece estar dividida en idealistas y realistas, y el idealismo y el realismo son las dos grandes fuerzas que moldean el progreso humano. La arcilla de la humanidad se hace suave y dócil por el agua del idealismo, pero la materia que la tiene unida es, después de todo, la misma arcilla, pues de lo contrario podríamos evaporarnos todos, convertirnos en Arieles. Las fuerzas del realismo y del idealismo se tironean una a otra en todas las actividades humanas, personales, sociales y nacionales, y el verdadero progreso se hace posible por la apropiada mezcla de estos dos ingredientes, de modo que la arcilla se mantenga en su condición ideal, dócil, plástica, a medias seca y a medias húmeda, ni endurecida e inmanejable, ni disuelta en barro. Las naciones más sanas, como la inglesa, tienen idealismo y realismo mezclados en las debidas proporciones, como la arcilla que se mantiene maleable y no se endurece quedando fuera del estado en que puede modelarla el artista, ni se hace tan aguada que no pueda conservar la forma modelada. Algunos países se ven arrojados a perpetuas revoluciones porque en su arcilla se ha inyectado algún líquido de ideales extraños que no está debidamente asimilado todavía, y por ello la arcilla no puede mantener su forma.

 

Un idealismo vago, no crítico, se presta siempre al ridículo, y un exceso de él puede ser un peligro para la humanidad por conducirla en giros constantes e inútiles a la caza de ideales imaginarios. Si hubiese demasiados de estos idealistas visionarios en cualquier sociedad o pueblo, las revoluciones estarían a la orden del día. La sociedad humana sería como una pareja idealista que siempre se cansara de un lugar y cambiara de residencia regularmente cada tres meses, por la sencilla razón de que ningún sitio es ideal y el  lugar donde uno no está parece siempre mejor porque uno no esta allí. Por fortuna, el hombre está también dotado del sentido del humor, cuya función, según la concibo, es la de ejercer la crítica de los sueños del hombre, y ponerlos en contacto con el mundo de la realidad. Es importante que el hombre que pueda reírse de sus sueños. Este es un gran don, y los chinos lo tienen en abundancia.

 

El sentido del humor, del que trataré con mayor extensión en un capítulo ulterior, parece estar muy íntimamente relacionada con el sentido de la realidad, o realismo. Si el bromista es a menudo cruel al desilusionar al idealista, cumple de todos modos una función muy importante en ese mismo aspecto, al no dejar que el idealista se dé de cabeza contra el muro de piedra de la realidad, y reciba un golpe más rudo. También alivia gentilmente la tensión del acalorado entusiasta y le hace vivir más tiempo. Al prepararle para la desilusión hace probablemente que haya menos dolor en el impacto final, porque un humorista es siempre como un hombre encargado del deber de dar malas noticias suavemente a un enfermo agonizante. Sí idealismo y desilusión deben ir necesariamente juntos en este mundo, debemos decir que la vida es cruel, y no que es cruel el bromista que nos recuerda la crueldad de la vida.

 

A menudo he pensado en fórmulas por las cuales se puede expresar el mecanismo del progreso humano y del cambio histórico. Me parecen ser así:

 

Realidad       –        Sueños         =       Un Ser animal

 

Realidad       +       Sueños         =       Un dolor de corazón (comúnmente llamado Idealismo)

 

Realidad       +       Humor         =       Realismo (también llamado Conservadurismo)

 

Sueños         -        Humor         =       Fanatismo

 

Sueños         +       Humor         =       Fantasía

 

Realidad + Sueño + Humor        = Sabiduría

 

De modo, pues, que la Sabiduría, o el más alto tipo de pensamiento, consiste en atenuar nuestros sueños o idealismo con un buen sentido del humor, apoyado por la realidad misma.

 

Como puras aventuras en formulaciones seudocientíficas, podemos proceder ahora a analizar los caracteres nacionales de la siguiente manera: Digo “seudocientíficas”, porque desconfío de todas las fórmulas muertas y mecánicas para expresar cualquier cosa relacionada con asuntos humanos o con personalidades humanas. Poner los asuntos humanos en fórmulas exactas demuestra ya una falta de sentido del humor y, por ende, una falta de sabiduría. No quiero decir que no se hacen estas cosas: sí, se hacen. Por esto tenemos hoy tanta seudociencia. Cuando un psicólogo puede medir la inteligencia o la percepción de un hombre, es porque estamos en un mundo bastante pobre, y han surgido especialistas que usurpan la escolástica humanizada. Pero si reconocemos que estas fórmulas no son más que modos cómodos, gráficos, de expresar ciertas opiniones, y mientras no arrastremos el sagrado nombre de la ciencia para que nos ayude a dar publicidad a nuestras mercancías, no se hace mal alguno.

 

Las que siguen son mis fórmulas para los caracteres de ciertas naciones, enteramente personales y completamente al margen de toda prueba o verificación. Todos tienen derecho a discutirlas y a cambiarlas o agregar otras, siempre que no sostengan que pueden demostrar sus opiniones privadas con una masa de hechos y cifras estadísticas. Hagamos que “R” represente al sentido de la Realidad (o realismo), que “I” valga por sueños (o Idealismo), “H” por sentido del Humor y – añadiendo un ingrediente de importancia – “S” por Sensibilidad. Y, además hagamos que “4” signifique “anormalmente elevado”, “3” signifique “elevado”, “2” “regular”, “1”, “bajo”, y tendremos las siguientes fórmulas seudoquímicas para los siguientes caracteres nacionales. Los seres humanos y las comunidades se comportan diferentemente, pues según sus distintas composiciones, como los sulfatos y sulfuros, o el monóxido y el bióxido de carbono se comportan diferentemente. Para mí, lo interesante es siempre ver como las comunidades humanas o las naciones se comportan diferentemente en condiciones idénticas. Pues no podemos inventar palabras como humorato o humoruro, según se hace en química, lo podemos decir así: “3 granos de Realismo, 2 granos de Sueños, 2 granos de Humor y 1 grano de Sensibilidad hacen un Ingles”.

 

R3  I2  H2  S1        =       Los ingleses

R2  I3  H3  S3        =       Los franceses

R3  I3  H2  S2        =       Los americanos

R3  I4  H1  S2        =       Los alemanes

R2  I3  H1  S1        =       Los rusos

R2  I3  H1  S1        =       Los japoneses

R4  I1  H3  S3        =       Los chinos

 

No conozco a los italianos, los españoles, los hindúes y otros lo suficiente como para ensayar siquiera una fórmula sobre el asunto, y comprendo que las que  anteceden son ya bastante vacilantes, y que de cualquier manera alcanzan para atraer sobre mi cabeza una tormenta de críticas. Probablemente esas fórmulas son más provocativas que autorizadas. Prometo modificarlas gradualmente, para mí uso particular, a medida que lleguen nuevos hechos a mi conocimiento o se formen nuevas impresiones. Eso es todo lo que significan hoy: un registro del progreso de mi conocimiento y de los vacíos de mi ignorancia.

 

Acaso sean necesarias algunas observaciones. Es fácil ver que considero que los chinos están muy íntimamente aliados a los franceses en cuanto a su sentido del humor y su sensibilidad, como es evidente por la forma en que los franceses escriben sus libros y comen su comida, en tanto que el carácter más volátil de los franceses viene de su mayor idealismo, que toma la forma de amor por las ideas abstractas (recordemos los manifiestos de sus movimientos literarios, artísticos y políticos). “R4” como señal del Realismo Chino hace de los Chinos el pueblo más realista; “I1” explica algo de la rémora en los cambios de su patrón o ideal de vida. Las altas cifras señaladas para el humor y la sensibilidad de los chinos, así como para su realismo, se deben quizá a mi asociación demasiado estrecha y a lo vivido de mis impresiones. En cuanto a la sensibilidad china, se necesita poca justificación: toda la historia de la prosa, la poesía y la pintura chinas la proclaman... . Los japoneses y los alemanes son muy parecidos en su comparativa carencia de humor (tal es la impresión general de la gente), pero es en verdad imposible poner “cero” para cualquier característica en una nación, ni siquiera para el idealismo del pueblo chino. Es todo cuestión de grado; afirmaciones como la de una completa carencia de esta o aquella cualidad, no se basan en conocimiento íntimo de los pueblos. Por esta razón doy a los japoneses y alemanes “H1”, en ligar de “H0”, y creo que intuitivamente que estoy en lo cierto. Pero creo que los japoneses y los alemanes sufren políticamente en estos momentos y han sufrido en el pasado, por carecer de un mejor sentido del humor. ¡Como encanta a un Geheinrat prusiano que le llamen Geheinrat, y cómo ama sus botones y alfileres de metal! Cierta creencia en la “necesidad lógica” (a menudo “santa” o “sagrada”), una tendencia a valorar con demasiada rectitud hacía una meta en lugar de girar en torno de ella, nos lleva a menudo demasiado lejos. No se trata tanto de lo que uno cree en estas cosas, como en la forma en que se cree y se procede a traducir esa creencia en acción. Con “I3” para los japoneses me refiero a su fanática lealtad por su emperador y por el Estado, que se hace posible por una baja mezcla de humor. Porque el idealismo debe referirse a cosas diferentes en países diferentes, tal como lo que llamamos sentido del humor comprende en verdad una amplísima variedad de cosas... . Hay un interesante tira ya floja entre idealismo y realismo, en América, y a ambos he dado cifras altas; eso produce la energía característica de los americanos. Sería mejor que dejara a cargo de los americanos descubrir que es su idealismo; pero siempre están entusiasmados por una o otra cosa. Gran parte del idealismo es noble, en el sentido de que los americanos se sienten fácilmente atraídos por ideales y palabras nobles; pero en parte es también simple glotonería. El sentido del humor en los americanos significa algo diferente del sentido del humor de los europeos, pero creo en verdad que, tal como es (el amor por las diversiones y un sentido común innato, amplio), representa el mayor bien de la Nación Americana. En los años venideros, de críticos cambios, tendrán gran necesidad de ese amplio sentido común a que se refiere James Bryce y que, espero, les hará pasar esos tiempos críticos. Doy a la sensibilidad americana una cifra baja porque tengo la impresión de que pueden aguantar muchas cosas. Nada vale discutir sobre esto, porque sería discutir acerca de palabras... . Los ingleses parecen ser, en total, la raza más sana: comparemos su “R3I2” con el “R2I3” de los franceses. Yo prefiero “R3I2”. Esto habla de estabilidad. La fórmula ideal para mí perecería ser R3  I2  H3  S2, porque tampoco es cosa buena un exceso de idealismo o de sensibilidad. Y si señalo con “S1” la sensibilidad inglesa, y si esa cifra es demasiado baja, ¿quién puede tener la culpa sino los mismo ingleses? ¿cómo puedo decir si los ingleses sienten algo jamás – alegría, felicidad, enojo, satisfacción – cuando están decididos a parecer tan tristes en todas las ocasiones?

 

Podríamos aplicar la misma fórmula a los escritores y poetas. Tomemos unos pocos bien conocidos:

 

Shakespeare =       R4  I4  H3  S4       

Heine                    =       R3  I3  H1  S3       

Shelley                  =       R1  I4  H1  S4       

Poe                       =       R3  I4  H1  S4       

Li Po                     =       R1  I3  H2  S4       

Tu Fu                    =       R3  I3  H2  S4       

Su Tungp´o           =       R3  I2  H4  S3

 

Estas no son más que unas cuantas sugestiones improvisadas. Pero es claro que todos los poetas tienen una sensibilidad alta, pues de lo contrario no serían poetas. Poe, entiendo, es un genio muy firme, a pesar de su extraño don imaginativo. ¿No ama Poe la “raciociniación?”.

 

De modo que mí fórmula para la mente nacional China es:

 

R4  I1  H3  S3

 

Empezamos con un “S3 “, que señala alta sensibilidad y que garantiza un adecuado acceso científico a la vida y responde por la afirmación china de esta vida terrena es hermosa, y el consiguiente amor intenso por esta vida. Pero significa más que eso; en realidad representa el acceso, la aproximación científica aun a la filosofía. Explica el hecho de que el criterio que de la vida tiene el filósofo chino es esencialmente el criterio de la vida que tiene el poeta, y que, en China, la filosofía está enlazada con la poesía más que con la ciencia, o sea, al revés de occidente. Ha de resultar bien claro, por lo que sigue, que esta alta sensibilidad a los placeres y dolores, y al flujo y al cambio de colores de la vida es la base misma que hace posible una filosofía ligera. El sentido que tiene el hombre de la tragedia de la vida, llega de su percepción sensitiva de la tragedia de una primavera que pasa, y una ternura delicada hacía la vida proviene de una ternura hacía los agostados pimpollos que se abrieron ayer. Primero, la tristeza y el sentido de la derrota, luego el despertar y la risa del viejo pillo – filósofo.

 

Por otra parte, tenemos R4, como prenda de intenso realismo, lo cual significa una aptitud para aceptar la vida tal como es y para considerar que un pájaro en la mano es mejor que cien volando. Este realismo, por lo tanto, refuerza y complementa a la vez la afirmación del artista, de que esta vida es transitoriamente hermosa, y es lo que salva al artista y al poeta de escapar del todo de la vida. El soñador dice: “la vida es sólo un sueño”, y el realista responde: “muy cierto. Y vivamos este sueño tan bellamente como podamos”. Pero el realismo del que está despierto es el del poeta, y no el del hombre de negocios, y la risa del viejo pillo no es ya la risa del joven emprendedor que canta en su camino al triunfo, con la cabeza en alto y el mentón sobresaliente, sino la risa de un hombre viejo que se acaricia las barbas y habla en voz baja, apaciguante. Tal soñador ama la paz, porque nadie puede luchar mucho por un sueño. Se le vera más decidido a vivir razonablemente y bien con sus compañeros de sueños. Así se reduce la alta tensión de la vida.

 

Pero la principal función de este sentido del realismo es la eliminación de todos los factores no esenciales en la filosofía de la vida; significa, digamos, tener a la vida por el cuello, por temor a que las alas de la imaginación la lleven a un mundo imaginario y posiblemente hermoso, pero irreal. Y, al fin y al cabo, la sabiduría de la vida consiste en la eliminación de lo no esencial, en reducir los problemas de la filosofía a unos pocos solamente – el goce del hogar (la relación entre hombre y mujer y niño), de la vida, de la naturaleza y la cultura – y en echar por la puerta a todas las disciplinas científicas y sin importancia, a la inútil persecución del conocimiento. Los problemas de la vida, para el filósofo chino, se hacen, pues, asombrosamente pocos y sencillos. Significa también una impaciencia frente a la metafísica y a la búsqueda de conocimientos que no conducen a ningún efecto práctico sobre la vida misma. Y también significa que toda actividad humana, ya sea la adquisición de conocimientos o la adquisición de cosas, debe ser sometida inmediatamente a la prueba de la vida misma y de su dependencia del fin de la vida. Además – y aquí llegamos a un resultado significativo – el fin de la vida no es alguna entidad metafísica, sino tan sólo vivir.

 

Dotados de este realismo, y con una profunda desconfianza por la lógica y el intelecto mismo, para los chinos la filosofía llega a ser una cuestión de sentir directa e íntimamente la vida misma, y se niegan a enclaustrarla en sistema alguno. Porque hay robusto sentido de la realidad, un sentido puramente animal, un espíritu de razonabilidad que aplasta a la misma razón y hace imposible el surgimiento de cualquier sistema filosófico estricto. Existen tres religiones en China – el confucianismo, el taoísmo y el budismo -, todas ellas magníficos sistemas de por sí, pero el robusto sentido común a que aludo las diluye y las reduce al problema común de la búsqueda de una feliz vida humana. El chino maduro es siempre una persona que se niega a pensar demasiado, o a creer absolutamente en una sola idea o fe o escuela de filosofía. Cuando un amigo de Confucio le dijo que siempre pensaba tres veces antes de proceder, Confucio le respondió ingeniosamente: “Pensar dos veces ya es bastante”. Quien sigue una escuela de filosofía no es más que un estudiante de filosofía, pero el hombre es un estudiante, o quizá un maestro, de la vida.

 

El producto final de esta cultura y esta filosofía es que en China, comparada con Occidente, el hombre vive una vida más cercana a la naturaleza y más cercana a la infancia, una vida en que se da libre juego a los instintos y las emociones, y se les acentúa contra la vida del intelecto, con una extraña combinación de devoción a la carne y arrogancia de espíritu, de profunda sabiduría y alocada alegría, de suma ponderación e infantil candidez. Yo diría, por lo tanto, que esta filosofía está caracterizada por: primero, un don de ver la vida toda en el arte; segundo, un consciente retorno a sencillez en la filosofía; y tercero, un ideal de razonabilidad en la vida. El producto final es, extraña decirlo, una veneración por el poeta, el campesino y el vagabundo.