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Historia del comercio de México con los Estados Unidos durante los primeros 25 años de vida independiente (1821-1846)

Guillermo Ontiveros Ruíz

3.3.2.3.3 Aduanas

El tráfico interno de mercancías nacionales y extranjeras por el territorio nacional lo trató de controlar el gobierno a través de las aduanas exteriores, interiores y de cabotaje. Con respecto a las instalaciones físicas de las aduanas –edificios y contra resguardos–, después de la independencia éstas “se hallaban en pésimo estado de conservación y eran insuficientes e inadecuadas para el tráfico comercial que realizaban. Las aduanas mejor equipadas por su importancia comercial fueron las del Golfo de México” . Así el gobierno puso categorías a las aduanas tomando como puntos de referencia el flujo comercial que existía en éstas y los ingresos que le derramaban. En 1837 existían cinco categorías de aduanas y obviamente, el número de empleados y sueldos variaban de acuerdo con la categoría. En la primera estaban Veracruz, Santa Anna de Tamaulipas y Matamoros, en la segunda se encontraban Guaymas, Acapulco, Campeche, Tabasco y San Blas, de tercera categoría eran Sisal y Monterrey –en al Alta California–, las de cuarta clase estaban dedicadas al comercio de cabotaje y la quinta en las zonas fronterizas –Estados Unidos, Guatemala y Belice–.

Los objetivos centrales del control de las aduanas por parte del gobierno eran hacerse de recursos para el pago de la deuda externa e interna y el presupuesto federal, aunque en la práctica estuvo lejos de controlar los ingresos originados del comercio exterior. Su efectividad se vio minada –siguiendo a Ibarra Bellon – por la desorganización que provocaban las constantes guerras, los pronunciamientos de los militares, la imposibilidad de dominar el extenso territorio, la ausencia de personal adecuado, los ataques indígenas, los constantes cambios en la legislación fiscal y la fuerza de grupos regionales que frecuentemente se apoderaban de las rentas fiscales. Como ejemplos tenemos primero al cacique Juan Álvarez quien en 1855, decretaba la reducción de las tarifas en Acapulco y San Blas, posteriormente en el norte Vidaurri suprimía los derechos de consumo e internación.

Un aspecto importante a destacar es que las aduanas dependían del comercio que pasaba por ellas y éste podía disminuir por las altas tarifas, las guerras civiles, los pronunciamientos, los bloqueos de los puertos por potencias extranjeras y el faccionalismo, lo que eran factores adicionales para la merma de los ingresos del gobierno.

Las aduanas vigilaron que el tráfico se hiciese sobre las disposiciones contenidas en las pautas de comisos para el comercio interior de la república y las leyes y decretos federales, estatales y municipales, para así asegurar a estas entidades la recaudación del derecho de comercio, evitar fraudes y contrabando.

Las pautas de comisos al comercio interior contenían, además los requisitos que debían cumplir los efectos nacionales y extranjeros para su tránsito por el país, las causas y las prevenciones generales para los juicios de comisos.

Siguiendo a Herrera Canales , una de las normas básicas de circulación de mercancías fue que todo artículo que circulara por el territorio nacional debía hacerlo con guía o pase –según el valor del producto– donde se señalara el tipo de artículo, cantidad, precio en el lugar de procedencia, el destino –no más de tres lugares– y los derechos que le correspondían pagar en la garitas alcabalatorias; debía incluirse también una tornaguía con el remitente que permitía comprobar el pago de impuestos al comercio y el cumplimiento de la ruta fijada. Todas las guías de productos nacionales y extranjeros debían de acompañarse de las respectivas facturas especificando en ellas el tipo de productos transportados, cantidad, valor, marcas que llevaban las piezas, derechos pagados –en el caso de las extranjeras–, destino, remitente, consignatario y arriero conductor.

Finalmente existieron tres formas por las cuales los comerciantes pudieron reducir o librar el monto de los impuestos para introducir sus mercancías. La primera se dio durante la década de 1830 y consistió en una serie de préstamos al gobierno que comenzaron a pagarse sobre el 15% del producto de las aduanas conforme a una ley expedida el 20 de enero de 1836, por la cual los prestamistas –en su mayoría comerciantes– no podían cobrar directamente el producto de las aduanas, sino a través de un apoderado escogido entre los acreedores, quien manejaba los fondos y recibía las libranzas de las aduanas. Estos comerciantes solían ser los más poderosos de la zona portuaria. La segunda forma de reducir el monto de los impuestos era a través de los impuestos adelantados, en el cual los comerciantes reducían sus costos de importación, dándoles mayores posibilidades de manipular precios y tiempos y arruinar a otros comerciantes que no tuvieran condiciones tan ventajosas. Esta modalidad de impuestos pagados por adelantado se introdujo por primera vez en 1827 como un recurso de emergencia que pronto se convirtió en un mecanismo normal. La tercera se dio a través del control de los principales empleados de aduanas mediante el pago de las fianzas –cantidad variable estipulada por ley como garantía de la honestidad de los empleados–, debido a que dichas fianzas eran muy altas, por lo que era muy difícil para un empleado reunir dicha cantidad de dinero.


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