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Historia del comercio de México con los Estados Unidos durante los primeros 25 años de vida independiente (1821-1846)

Guillermo Ontiveros Ruíz

3.3.1.2 La industria

Si el antiguo y malhadado gobierno se hubiera convencido que en una colonia poderosa era más útil al Estado que el pueblo se vistiera de sus propias manufacturas, puesto que las de la metrópoli no podían abastecerla, una protección decidida se habría prestado a éstas, y en vez de géneros toscos todas florecerían, impidiendo la extracción de muchos millones de extranjería. Verdad es que por ninguna ley a lo menos pública, se prohibió en México la industria manufacturera; pero sin estímulo y con desconfianza, las empresas de los hombres hacen progresos lentos. Tadeo Ortiz de Ayala, 1822.

3.3.1.2.1 Características generales

Antes de esbozar el panorama de esta actividad es conveniente citar a Poinsett y al conde de Revilla Gigedo sobre el particular –para entender el poco desarrollo que tuvo este sector en el país–. El primero nos decía “…el sistema colonial español no fomentó las industrias manufactureras, y aunque a menudo se ejercía la influencia del gobierno para reprimir el establecimiento de ellas, no existían leyes prohibitivas en tales industrias.” . El conde de Revilla Gigedo se expresaba así de las manufacturas “Ya queda dicho, y es muy cierto, que aquí sólo la agricultura y minería pueden admitir extensión. Las fábricas ni pueden subsistir, ni conviene en buena política que las haya, ni aún de aquellos géneros que no se fabrican o traen de España, por que siempre son equivalentes suyos y privan su consumo” . Así, después de la independencia y durante el período de estudio el panorama de la industria estaba dado por lo que en economía se llamaría el estado preindustrial: falta del librecambio, ausencia de una revolución industrial, mala infraestructura de transportes, un sistema fiscal restrictivo y mercados fragmentados. Con relación al librecambio a pesar de que era defendido por algunos miembros de las élites políticas, en la práctica existía un marcado proteccionismo y prohibicionismo debido a que el gobierno obtenía la mayoría de sus ingresos a través de los derechos de importación y exportación; además las antiguas élites de los extintos consulados de México y Veracruz movían sus influencias para proteger los intereses económicos manteniendo tal estado de cosas y a esto se añadía la carencia de caminos y lo accidentado del medio geográfico que servían de acicate para la protección, debido al elevado costo de transporte. Por el lado de la revolución industrial, al no haber tal, algunas unidades productivas existentes dependían de la maquinaria extranjera y del combustible importado para las máquinas de vapor, aunque la gran mayoría siguieron usando las fuerzas animal, humana e hidráulica para la producción

Así las unidades productivas del país se dividieron con un predominio masivo de la artesanía, algunos obrajes textiles y fábricas no muy mecanizadas.

Entre las comunidades indígenas –citando a Rosenzweig– las artesanías textiles, las derivadas de la madera y de la arcilla y otras muchas se mantenían apartadas de la economía de mercado, permaneciendo como economías primitivas de autoconsumo. En cuanto al giro de las principales fábricas que se encontraban en el país éstas eran: de telas de algodón en el estado de Puebla y Tlaxcala, la muy reducida cantidad de fábricas de seda en México, la del tabaco en México y Querétaro, las fábricas de hilos de oro y plata, de naipes, de percales, estampados burdos, cueros, cuchillos y mantas de San Miguel el Grande, etc.


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