INTRODUCCIÓN
Vivimos la era en que se confunden los medios con los fines. Vivimos el tiempo
en que lo importante es exhibir cifras, cuadros estadísticos que demuestren los
avances logrados en la economía, aunque siempre se calla o esconde aquello de a
dónde va dirigida la riqueza generada. Lo cierto es que nos hemos olvidado del
hombre como el sujeto principal de la actividad económica.
Así nos resulta común escuchar análisis que nos hablan de que durante el año To
la economía creció en X %, el PIB per cápita se ubicó en Y US$, el déficit
fiscal fue del Z % del PIB, la deuda externa se elevó en tantos US$.... Esta, en
breves rasgos, es la radiografía de un país que se mueve bajo la opción
capitalista, la visión neoliberal que hoy, en Latinoamérica, reviste el carácter
de hegemónica. En ese contexto una sociedad se diferencia de otra por los
valores que acompañan a las variables X, Y ,Z (y tantas otras más que pudiéramos
agregar). Desde esa óptica, las comunidades se reducen a números, a porcentajes,
a gráficos, pero el actor principal de la sociedad el hombre - no aparece por
ningún lado, permanece oculto como si no existiese.
En la lógica que nos plantea la ortodoxia liberal, el hombre representa una
cifra, un dato; es decir, con ello lo que se ha logrado es empujar a las
personas a su deshumanización, escenario en el que todo adquiere el carácter de
mercancía y que, por lo mismo, tiene un precio.
Con estas ideas introductorias se quiere subrayar el hecho que en la hora actual
lo que prima es la visión economicista de las cosas, o mejor, el reduccionismo
económico, en el que los tecnócratas tienen un amplio campo de acción, para
quienes lograr el equilibrio de las variables macroeconómicas se convierte en su
horizonte último, en su objetivo final. De lado, o marginalmente se aborda la
problemática social. Se olvidan por completo que el hombre no solamente es el
principal factor generador del desarrollo sino que el desarrollo, en última
instancia, debe estar a su servicio.
Como se ha dicho, lamentablemente, se confunden los medios con los fines.
Verbigracia, el crecimiento del PIB antes que un medio para alcanzar el
desarrollo, en la visión cortoplacista del neoliberalismo, se convierte en un
fin último y, por lo tanto, los esfuerzos se orientan en tal sentido. Y es que
tal pareciera que hemos llegado, mejor retrocedido, a la época que nos ilustraba
Thomas Hobbes, en donde el hombre es el lobo del hombre y en la que opera el
principio de selección darwiniana, donde sobrevive el más fuerte, el más apto.
Frente a este estado de cosas, el presente trabajo se orienta a plantear una
estrategia de desarrollo para el Ecuador - y desde luego extensiva para
Latinoamérica - que permita revertir esa tendencia deshumanizante del
crecimiento económico, para lo cual se propone iniciar una estrategia sustentada
en tres pilares centrales: Estado, capital cultural y capital social.
La explicación de la propuesta se halla contenida en tres capítulos. En una
primera parte, se revisa la función del Estado y de cómo ha sido interpretada en
estos últimos años. Se pone especial atención al análisis que hace la visión
neoliberal sobre el Estado y la aplicación de ese particular enfoque en el
contexto de los países industrializados y en vías de desarrollo. Asimismo, se
aborda al capital cultural y capital social, desde sus definiciones conceptuales
y la manera en que estos dos elementos permiten explicar la distinción y
distribución de las personas en el espacio social. Se estudia el papel del
capital escolar en la consolidación del capital cultural y la manera en que la
pobreza y marginalidad, en otro sentido, afectan la construcción o
robustecimiento del capital social y, por lo mismo, la dificultad de crear redes
sociales, canales de cooperación, solidaridad, compromiso cívico y
reconocimiento social, como elementos que facilitarían el crecimiento y
desarrollo no sólo de la economía de un país sino del sistema democrático y de
su institucionalidad.
En una segunda parte, se hace un estudio sobre la realidad económica, social,
política y cultural del Ecuador, particularmente en la última década del siglo
XX (decenio de los noventa), coincidentemente de profundización del modelo
neoliberal en el Ecuador y Latinoamérica. Este análisis cuantitativo de la
realidad ecuatoriana nos permite explicar el nivel de desarrollo y consolidación
de sus capitales económico, político, cultural y social y, desde luego, su
distribución en la sociedad.
En una tercera parte se recoge las estrategias que apuntalarían el desarrollo
del Ecuador, con base a la consolidación del capital cultural y capital social y
de su articulación mediante la activa participación del Estado en el
cumplimiento de una de sus principales funciones sociales: la redistribución del
ingreso. La bandera de lucha que se enarbola a lo largo de este trabajo es la
humanización del hombre, valiéndose precisamente del rescate del capital
cultural y social, tarea que no solamente es del sector estatal, sino también
del privado y de la sociedad civil . Se pone especial interés en el papel que
debe jugar la escuela pública en la acumulación y distribución del capital
escolar en el Ecuador.
El presente trabajo, de otro lado, pretende contribuir en el análisis de los
aportes teóricos que hasta el momento existen con relación al Estado, capital
cultural y capital social, como una estrategia, que posibilite al Ecuador en lo
particular y a Latinoamérica, en un sentido más amplio, invertir el actual
estado de cosas; es decir, abandonar el oscuro escenario en que viven la mayoría
de países latinoamericanos, donde la pobreza y marginalidad ubicadas en niveles
críticos - golpea a la mayoría de su población, lo que nos exige involucrarnos
con este tipo de temática que permita ampliar el ámbito de discusión y de
búsqueda de alternativas a tan lacerante realidad. La estrategia que se
menciona, va orientada a lograr, en lo fundamental, un cambio en el esquema
mental de los ecuatorianos, en cuanto advertir la necesidad de que una comunidad
entre más culta y solidaria, se convierte en una sociedad más crítica y
responsable, consciente de sus derechos, pero también de sus deberes. Pero este
cambio en la forma de percibir y aprehender la realidad implica un trabajo de
largo aliento, si bien generacional pero que no excluye de la responsabilidad a
quienes nos ha tocado vivir en esta difícil época de iniciar este cambio
radical, cuyo sustento lo encontramos, por una parte, en el acceso masivo sin
restricciones- al capital escolar por parte de todos los ecuatorianos y, por
otra, en la presencia de un Estado fuerte y activo en la creación de las redes
sociales necesarias que posibiliten articular y orientar a la sociedad civil en
general.
Además, pretendemos subrayar que si bien en un país cuenta la visión económica,
no menos importante es reivindicar el campo de la cultura y de las relaciones de
cooperación y confianza entre la gente, como indicadores claros de que el
sistema no está formado por máquinas que responden a estímulos u órdenes en
forma automática, sino por el contrario, que está constituido por humanos y que,
por lo tanto, su atención debe responder a ese especial carácter, a esa especial
y privilegiada condición.
En fin, la propuesta en una de sus partes sustantivas no hace otra cosa que
recoger y rescatar el sueño e ideal de Benjamín Carrión Mora, esto es, de
convertir al Ecuador en una potencia cultural lo cual constituye, por otro lado,
una clara y contundente respuesta al modelo neoliberal que sustentado en el
fundamentalismo de mercado, nos induce a caminar por senderos signados por el
individualismo, la competencia y la cosificación de las personas y de los
sueños.