David F. Camargo Hernández
1.La Personalidad
La Administración Pública trata a sus servidores como entes administrativos
porque son unidades funcionales, lo que conlleva a ignorar aspectos que tienen
que ver con las relaciones sociales y de la personalidad. Casi siempre las
disposiciones administrativas suponen que cada individuo determina
racionalmente su conducta mediante el cálculo utilitarista de sus propias
conveniencias(1) .
En el trabajo, la conducta humana está condicionada por la personalidad.
Hay comportamientos positivos, pero también negativos que surgen de la
interacción de las personas en las relaciones de trabajo. Conductas que
reflejan admiración, respeto, simpatía, confianza, amistad, sinceridad,
lealtad, como también aquellas de rechazo, indiferencia, desconfianza,
sentimientos de egoísmo, o envidias, generadas por diferencias salariales o
posición de cargos; situaciones que están influenciadas por las relaciones en
el seno de las familias.
Al discutir la compenetración entre la Administración pública y la cultura
advertimos como el estilo de vida de cada pueblo determina las actuaciones de
sus administradores en el Gobierno. El ambiente cultural condiciona las
actitudes- de paternalismo, autoritarismo, puntualidad(...) el ritmo en las
operaciones, la diferenciación jerárquica, las ambiciones, la importancia
relativa del ocio y el trabajo, la consideración para con los demás, el
individualismo, la sociabilidad, la potencia de los incentivos económicos, los
conceptos de prestigio, el simbolismo emocional, en fin todas las fases de las
relaciones humanas en el trabajo(2)¨ .
1.2. Situaciones que Generan Conflictos
Los conflictos, según la enciclopedia Larousse, son una oposición de intereses
entre dos o más partes, cuya solución se puede buscar mediante medios
violentos, bien a través de negociaciones o bien por la apelación a una
tercera persona.
Los conflictos son inevitables en las organizaciones y por tal razón no se
pueden suprimir, lo importante es procurar reducirlos al máximo, generando un
ambiente de tolerancia; pueden ser de diversa índole, pero los que realmente
interesa analizar en este capítulo son los individuales, los cuales se pueden
clasificar en jerárquicos y personales. Los jerárquicos ponen en juego
relaciones del subordinado o del superior y los personales atañen a los
individuos, a su forma de ser de actuar de hablar o decidir
(3).
En todo conflicto hay un instigador, una víctima y un defensor, no siempre
estallan abiertamente afectando las relaciones personales y laborales.
La administración Pública no impone los conflictos de intereses que se
presentan en la empresa privada, cuya finalidad es el lucro. Las instituciones
del Estado pertenecen a toda la comunidad y es en ellas donde hacen mayor
presencia los privilegios, las represiones y los antagonismos.
A la empresa pública convergen toda clase de personas, desde los que jamás han
laborado y se hacen allí, hasta los que ingresan con experiencia. Muchos
pugnan por el poder que nunca han tenido, otros procuran pasar inadvertidos y
la mayoría busca la estabilidad. La Administración Pública se convierte en un
híbrido de personas y personalidades, allí no solo se despliegan impulsos de
auto expresión y necesidades de reconocimiento, sino que se gestan altos
ideales de superación y de capacidad creadora.
Otros ingredientes que se encuentran en la Administración Pública son la falta
de una adecuada comunicación, la carencia de actitudes tolerantes y de
moderación de la autoridad, posiciones de no incrementar la eficiencia
manteniendo el mínimo de cumplimiento, desarrollar tareas a medias o dejar las
cosas para después.
Todo esto conduce a preguntar. ¿Cuál debe ser la actitud que deben tener los
jefes y los subalternos para hacer más agradable y eficiente el trabajo en las
oficinas públicas?.
Para ello se presenta en el transcurso de este capítulo una serie de
tipologías que identifican y globalizan los comportamientos de los
protagonistas de la administración pública, sugiriendo algunas soluciones de
cambio.
1.Muñoz Amato, Pedro.
Introducción a la Administración Pública. Relaciones Humanas y Administración de
Personal. 1954, p. 19.
2.Ibid, p. 30.
3.Chalvin D., Eyssette F. Como Resolver los Pequeños
Conflictos en el Trabajo. 1992, p.12.