Conferencia internacional por la paz
 

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ENSAYOS

IRAQ: CONMOCIÓN Y PAVOR

Ernesto Gómez Abascal

Ex Embajador de Cuba en Iraq, quien se mantuvo en Iraq antes y después de la ocupación del 2003.

Artículo publicado en abril del 2004, en la página web de Cuba Socialista, revista teórica del Partido Comunista de Cuba: http://www.cubasocialista.cu/

Cada vez es más evidente que, la administración neofascista que rige en Washington, cometió serios errores de cálculo al invadir y tratar de ocupar, por primera vez en su historia, un país árabe y musulmán.

Limitadas, aunque desastrosas incursiones bélicas en ese mundo, Líbano 1983 y Somalia 1993, fueron lecciones despreciadas por la prepotencia y arrogancia de los actuales dirigentes del imperio.

De ambos países, tuvieron que retirarse estrepitosamente, después de sufrir cuantiosas bajas. A pesar de su ilimitada capacidad tecnológica-militar, cuyo poder de destrucción, en principio les permite aterrorizar y ocupar territorios. Operaciones colonialistas que corresponden al siglo XIX.

En las semanas anteriores a esta segunda guerra en Iraq, cuando evaluábamos desde Bagdad las posibilidades reales de una invasión y observábamos el dispositivo militar que se estaba creando en la frontera sur, como algo que parecía ya imparable, siempre nos asaltaba la pregunta: ¿y, después de que entren, cómo pensarán mantenerse en un país donde la inmensa mayoría de la población los odia profundamente? Impulsados por la ambición de apoderarse de la segunda reserva de petróleo más grande del mundo, partieron del supuesto falso de que el pueblo iraquí los aceptaría abrumadoramente como liberadores. Creían que apoyándose en una burocracia de políticos exiliados, podrían maniobrar para controlar el país y neutralizar cualquier oposición. También creían que sería fácil reinstalar y aumentar la explotación del petróleo iraquí, que después de facilitarle grandiosas ganancias a sus transnacionales, posibilitaría el mejoramiento del nivel de vida de la población.

Las tropas que entraron a Iraq en marzo del 2003, estimadas en unos ciento ciencuenta mil hombres, habían sido calculadas sobre la base de las ideas anteriores, pero pronto resultaron insuficientes para enfrentar una resistencia popular como la que ahora se produce.

Aunque existió resistencia formal en algunas ciudades del sur, los invasores lograron una rápida ocupación de Bagdad, debido a la falta de una preparación militar adecuada y de unidad, de un pueblo que decidió no luchar por un régimen con liderazgo deteriorado política y moralmente. El Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, desechó la “doctrina Powell” que establecía que Estados Unidos sólo debía lanzarse a un conflicto militar después de desplegar una fuerza insuperable, un claro objetivo a lograr y estrategia de salida. Para adoptar la Doctrina Ullman, de Harlam K. Ullman, ex piloto de combate y profesor del Colegio Nacional de Guerra de Estados Unidos, que en su libro "Conmoción y Pavor", plantea la utilización de una fuerza pequeña pero con gran superioridad tecnológica, combinada con una intensa guerra psicológica para convencer al enemigo de que es inútil cualquier resistencia. Pero, mantener la ocupación de un país como Iraq, con veinticinco millones de habitantes, con sentimientos patrióticos que pueden sobreponerse a divisiones sectarias y donde se odia profundamente a los colonialistas e imperialistas extranjeros. Iraq, es un país que ha luchado contra el colonialismo británico, un pueblo que percibe a Estados Unidos como el gobierno culpable del deterioro de su nivel de vida, por la imposición de diez años de injusto bloqueo. Saben que Washington ambiciona apoderarse de sus riquezas, que apoya y da protección a los dirigentes sionistas que ocupan ilegalmente tierras árabes, masacran al pueblo árabe de Palestina y violan y destruyen lugares sagrados del Islam.

La prensa occidental, que cumple con el papel asignado por la doctrina Ullman, del terrorismo mediático que minimiza los grandes crímenes de colonialistas e imperialistas. Ha escrito mucho sobre los cuatro paramilitares quemados y arrastrados en Fallujah. Presentan a los ejecutores como fanáticos, bárbaros y salvajes, pero se abstienen de explicar las razones del profundo odio que se desprende de estas acciones y qué misión cumplían estos mercenarios en una tierra extranjera ilegalmente invadida. ¿No es bárbaro el lanzamiento de bombas incendiarias MK-77, sobre decenas de iraquíes que perecieron incinerados vivos en los accesos de Bagdad durante la invasión? ¿Es menos salvaje el crimen por el hecho de hacerse desde un avión F-16? Los que se sublevan en Iraq, no lo hacen sólo por odio, también por un profundo sentimiento patriótico. La resistencia iraquí, en el tiempo transcurrido desde el inicio de la agresión, ha ido ganando experiencia y organización. El ejército del Mahdi, las milicias que dirige el clérigo chiita Moqtada al Sadr, no existía antes, pero la sublevación que han lanzado demuestra que estaban preparados.

Las fuerzas de resistencia popular, estimadas en diez mil hombres armados, crecen cada día. Moqtada, cuenta con el aval de una familia que le hizo oposición a Saddan Hussein, sin abandonar el país. Su padre, el Gran Ayatollah Muhammad Sadeq al Sadr, quien se dice fue asesinado por el anterior gobierno, era un dirigente religioso de mucha influencia social. Las otras dos organizaciones chiitas, reconcidas por el Consejo Supremo de la Revolución Islámica y el Partido Dawa, cuentan con dirigentes que estaban en el exilio y llegaron al país con los invasores para formar parte del llamado Consejo de Gobierno, designado por el administrador colonial Paul Bremer. Aunque no gozan de la absoluta confianza de los ocupantes, por tener vínculos estrechos con Irán, han mantenido una relación de oportunismo mutuo tratando cada cual de obtener ventajas. La sublevación de las milicias de Moqtada al Sadr, los pone en una situación muy difícil y es posible que sus seguidores se vean arrastrados a sumarse a la posición patriótica del joven clérigo. El Gran Ayatollah Alí al Sistani, máxima jerarquía religiosa dentro del chiismo iraquí, opuesto a la ocupación, podría ahora enfrentar una situación difícil y perdería influencia sino define su posición, pues la sublevación iniciada a principios de abril da un nuevo carácter a la guerra y abre la posibilidad de una derrota para la administración neofascista de Washington.

Las otras fuerzas que habían iniciado la resistencia casi desde la entrada de las fuerzas estadounidenses, compuestas por elementos patrióticos de diverso origen y que no respondían a un mando único o centralizado, actuaban fundamentalmente en regiones de predominio sunnita aunque no totalmente. Es falso que las fuerzas armadas, la seguridad y el Partido Baas, solo hubiera sunnitas, también es falso que exista un "triángulo sunnita" puro. En Bagdad, ciudad que se incluye dentro de este triángulo, casi la mitad de sus habitantes son chiitas y muchos estan participando en la lucha. En la reciente sublevación, se demuestra que la resistencia tiene un carácter patriótico, chiitas y sunnitas pelean al unísono. Las manifestaciones en las calles apoyan a unos y otros bajo la consigna de "ni chiitas ni sunnitas, unidad islámica", el islamismo en estos pueblos representa la expresión de la cultura nacional. Eso no lo entienden en Occidente.

Al extenderse la resistencia y hacerse más activa, especialmente en las ciudades del sur, se irán también creando mecanismos de concertación y unidad. Ya se ha anunciado la creación de la “Alianza Patriótica Iraquí” que persigue estos objetivos. Se menciona también a un “Consejo Nacional Unido de la Resistencia” con iguales propósitos. Los ocupantes, con fuerzas que oscilan entre 110 mil y 120 mil soldados se enfrentan a una situación dramática. La ocupación de Iraq es precaria e incapaz, no alcanza controlar todos los barrios, pueblos o regiones, se limita a patrullar las carreteras o vías más importantes, donde han sido blancos frecuentes de minas y emboscadas. Tiene que enfrentarse a una resistencia que es el pueblo mismo, que tradicionalmente poseía armas en sus casas, a las que se sumaron las decenas de miles que se repartieron antes de la invasión y las que poseían todos los combatientes de las fuerzas armadas, la seguridad y las milicias que se diluyeron por todo el territorio nacional.

Es incalculable la cantidad de iraquíes que tienen entrenamiento militar y muchos se foguearon durante diez años de guerra con Irán.

La intensificación de la lucha profundiza las contradicciones dentro del consejo del gobierno títere, algunos de cuyos integrantes no tienen ya la confianza de Washington. Ahora, los jefes militares del imperio hablan de aumentar sus tropas, las fuerzas armadas títeres son insuficientes y se encuentran bajo permanente ataque de la resistencia con un alto grado de deserción y desconfianza de Washington.

El retiro de las tropas españolas, puede contagiar a otros aliados, más cuando el fuego aprieta y cuando la opinión pública de muchos países presiona para que se ponga fin a la criminal aventura, montada en la mentira de los gobernantes y la manipulación de la "prensa libre".

Aún es prematuro anunciar el desastre para Bush y Blair, pero el camino hacia ese destino parece inexorable. Posesionarse de Iraq para instaurar una "democracia modelo", cambiar desde allí al Medio Oriente y modelarlo de acuerdo a los intereses imperialistas sionistas, ya parece imposible. La respuesta a la resistencia e indignación internacional ha sido matar y reprimir aún más, como en Fallujah y otros lugares, obteniendo sólo aumentar la ira de la resistencia y las bajas estadounidenses. Otra respuesta imperialista, ha sido acelerar el proceso llamado "traspaso de la soberanía", ofreciendo algunas migajas adicionales a títeres que se presten a integrar un mismo gobierno pelele pero con otra cara, bajo el supuesto de neutralizar o sofocar la resistencia. Los ocupantes mantendrían retiradas y aisladas bases militares, para asegurar la explotación del petróleo y el poder real. Todo ello, conjugado con un reavivamiento de las Naciones Unidas que ellos mismos dejaron caer, para un papel más activo que le permita utilizar su bandera para mantener la misma ocupación.

Los gobernantes estadounidenses no renunciarán fácilmente a sus ambiciones, el pueblo iraquí pagará un alto precio para obtener de nuevo su independencia, pero están dispuestos. Lo que implicará otra derrota de incalculable costo para el imperio.

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