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La sucretización ecuatoriana
En Ecuador, a diferencia de Venezuela, la estatización de la deuda privada no benefició a un número relativamente amplio de individuos, sino que se concentró en apenas 410 deudores[1].
Ese relativamente pequeño grupo de beneficiarios, posibilitó que en la estatización ecuatoriana no se requiera agrupar a los deudores como en Chile, ni segmentar al mercado como en Venezuela, sino que la ayuda fue entregada directamente a cada uno de los 410 influyentes deudores.
El mecanismo, además, hizo gala de una inaudita sencillez: el gobierno bonachonamente se auto-impuso la obligación de pagar a los bancos extranjeros la totalidad de la deuda externa de los deudores privados y, en tímida contraparte, los 410 deudores se comprometían a entregar al Banco Central una cierta cantidad de sucres la moneda oficial del Ecuador- la misma que eventualmente alcanzó un máximo de 100 sucres por cada dólar adeudado.
Como el plazo para entregar los sucres fue pactado en 7 años plazo en el cual el dólar ya costaba alrededor de 1.000 sucres- el gobierno en la práctica regaló a cada deudor privado, nueve dólares por cada diez que adeudasen.
Ese obsequio fue bautizado con el nombre de sucretización, que reflejaba el hecho de que -mediante un simple decreto del gobierno y como si fuera un acto de alquimia- convertir una deuda cara en dólares en una deuda barata en sucres, utilizando el dinero de todos los habitantes del Ecuador.
Como corolario, a principios del año 2000, el gobierno del Ecuador que pertenecía al mismo partido político del gobierno que en 1983 sucretizó la deuda- ejecutó la misma alquimia pero en dirección inversa: devaluó hasta convertir en pomada los salarios en sucres, para después transmutarlos a su mínimo valor en dólares, la nueva moneda nacional.[2]
[1] El nombre de los deudores se oculta bajo la denominada Ley de Sigilo Bancario que prohíbe divulgar esos nombres. Como la Ley hasta hoy no ha sido derogada, es probable que entre los 410 deudores se encuentren nombres comprometidos con cada uno de los seis partidos políticos que desde entonces han llegado a ocupar la Presidencia de la República.
[2] El proceso es conocido con el nombre de dolarización y, como después veremos, abre un sendero por el cual pudiera caminar toda América Latina.