AMERICA LATINA ENTRE SOMBRAS Y LUCES

 

 

Enseñanzas

De las enseñanzas del euro se pueden extraer varias lecciones relevantes para Latinoamérica: el euro se crea por la decisión de 12 naciones de compartir una moneda única y, por tanto, en la decisión de aceptar los designios de una autoridad monetaria continental que deja de cubrir las necesidades coyunturales y de corto plazo de cada país, para poder cumplir exclusivamente las metas del desarrollo a largo plazo de toda Europa.

Por otro lado, el euro también nos enseña que las metas continentales pueden ser igual de aplicables en países de diferente tamaño. Como ejemplo puede citarse el caso de Alemania que tiene una población 200 veces superior a la de Luxemburgo, otro miembro de la unión monetaria europea.

 

La renuncia libre y soberana al derecho de ejercitar una política monetaria nacionalista se cimentó en el federalismo que, ya lo vimos, fue cultivado con pasión y constancia por Altiero Spinelli, desde los lejanos días en que estuvo confinado entre los barrotes de su celda en la prisión de Ventotene.

A pesar de que en Latinoamérica no ha nacido ningún Altiero Spinelli, tenemos la ventaja de que ninguno de nuestros países tiene la condición de país-nación,[1] que sí ha caracterizado a la mayoría de los países del viejo continente y que por siglos ha conspirado contra la unidad europea.

 

En efecto, nuestros países no solo que comparten el mismo continente, sino que cualquier egolatría nacionalista tiende a diluirse ante el hecho de que todos hablamos el mismo idioma;[2] poseemos más o menos la misma mezcla étnica; conocemos las mismas religiones; somos parte de la misma historia; gozamos un entorno geográfico semejante; moldeamos expresiones culturales paralelas; entendemos las mismas pautas artísticas; y, es probable que amemos los mismos dramas y disfrutemos con las mismas bromas.

 

Así, el nacionalismo latinoamericano solo se sustenta en unos pocos símbolos -una bandera, un himno, un escudo y, tal vez, un equipo de fútbol- que de todas maneras mantendrían su individualidad nacional, aunque los países de América Latina decidan compartir una misma moneda: el peso latino.[3]

 

En definitiva, para crear el euro, los países europeos han debido recorrer un largo camino trazado para esquivar sus visibles y ancestrales diferencias nacionales. Pero el camino que conduce a la unión monetaria de América Latina podría ser mucho más corto, porque en nuestros países ni siquiera tendríamos que sacrificar nuestras simbólicas, coyunturales y casi invisibles diferencias nacionalistas.  

[1] Es decir, aquellos países cuyos habitantes comparten –además de una frontera- alguna otra característica que los diferencia de los habitantes de otros países. 

[2] Incluyendo al brasileño, porque es lo suficientemente cercano al español.

[3] Desde luego, la moneda individual de cada país también constituye un símbolo.

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