La República Federal de los Andes

Una propuesta de descentralización del Perú


 

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Alfonso Klauer

Las Regiones Federales

La actual división del territorio

El territorio del Perú ha sufrido sensibles variaciones a lo largo de la República. Quizá la más significativa ha sido la de perder 600 mil kilómetros cuadrados, entre lo que ha quedado cedido a Chile, Colombia y Brasil. El mapa actual, tal como lo conocemos, apenas data de los años 30 del siglo pasado.

Internamente, también su configuración ha sido alterada con frecuencia. Así, en 1826, según el Art. 3° de la Constitución de entonces (que es la única que hace referencia específica a los espacios de que se compone el territorio peruano), éste comprendía los departamentos de La Libertad, Junín, Lima, Arequipa, Cuzco, Ayacucho y Puno. El siguiente en crearse, en noviembre de 1832, fue Amazonas. Sucesivamente fueron creándose otros hasta que el último fue Ucayali, en junio de 1980, desprendido de Loreto. Para esa fecha eran en total 24 que, con la Provincia Constitucional del Callao, configuran el mapa político que más conocemos los peruanos de hoy.

Sobre esa base se diseñó el mapa de regionalización que fue construyéndose entre 1987 y 1992, y con el que quedaron constituidas 13 regiones, aunque en la práctica la existencia de la Región Lima nunca se formalizó. El Mapa Nº 2 da cuenta de las delimitaciones que quedaron establecidas al final de ese proceso que, como está dicho, fue abrupta y arbitrariamente cancelado por la dictadura fuji–montesinista, cuando apenas se habían acumulado pocos e insignificantes meses de experiencia.

Tal como mostramos en el Gráfico N° 1, y sobre la base de hasta siete criterios, puede afirmarse que la delimitación que quedó establecida en 1992 adolecía de sensibles errores que, con el tiempo, habrían dado paso a innumerables problemas de múltiple género.Dos de ellos, de orden histórico y geográfico, fueron por ejemplo los que dieron origen al rompimiento de la original Región La Libertad – San Martín, que a la postre dio paso a la constitución de dos regiones. Históricamente, salvo en el nombre (porque nadie dudaría en asociar “la libertad” o independencia, con el rol que en ella cumplió el general San Martín), y el hecho de pertenecer ambos espacios al Perú, nada ha vinculado estrecha y orgánicamente a esos dos espacios y a sus correspondientes pueblos.

Su forzada unión fue una arbitrariedad, el resultado de un mal cálculo de escritorio, y peor análisis de gabinete. Pero además porque, en relación con su integración física, nunca ha existido, ni existe, vía de comunicación que una a sus correspondientes pueblos y economías.

A su turno, ya fuera por razones históricas, pero sobre todo por razones étnicas y etno–lingüísticas, presumimos que con el tiempo se habrían suscitado serios problemas al interior de las regiones Nor Oriental del Marañón, Andrés A. Cáceres, Los Libertadores – Wari, Inca y José Carlos Mariátegui.

Pero además, y como podrá verse en el Anexo Nº 1, planteamos que en la delimitación y denominación de las regiones, deberá tomarse en cuenta prioritariamente también criterios geográficos, económicos y políticos; pero asimismo de formación del gentilicio correspondiente, que como bien se sabe tiene una e-norme importancia en la identidad de las personas y grupos humanos que conforman las regiones.

Y complementariamente, pero siempre que no colisionen con lo que resulte de los criterios precedentes, puede también recurrirse a algunos de los criterios establecidos en el Plan Nacional de Regionalización que se aprobó con la Ley 23878, en junio de 1984, como el de “existencia de ciudades de importancia regional” y el de “seguridad nacional y geopolítica”.

Dentro de la expectativa que existe para que se dé inicio al proceso de descentralización, parece estar prevaleciendo, tanto en la ciudadanía como en las distintas esferas del Gobierno, el criterio de que las regiones a crearse queden inicialmente constituidas sobre la base de los actuales 24 departamentos del país. Y en ello, circunstancialmente, hay coincidencia con lo que plantea el inciso 1) del Art. 12° de la burda Ley Marco de Descentralización que se dictó en 1998.

A partir de aquí, dado que proponemos la constitución del Perú como República Federal, hablaremos de Estados Regionales cada vez que, según corresponda, tengamos que referirnos a lo que comúnmente en el país se denomina como departamentos o se plantea volver a denominar como “regiones”.

En esos términos, de prevalecer el criterio “departamentalista” –como que finalmente ha prevalecido en el Congreso en las propuestas de reforma constitucional acordadas el 13 de noviembre–, el promedio de territorio de cada una de los nuevos Estados Regionales sería de 53 542 kilómetros cuadrados; con extremos de 4 669 kilómetros cuadrados, en el caso de Tumbes, y, en el más grande de todos, de 368 852, en el caso de Loreto.

Si del número de Estados Regionales y las dimensiones de cada uno se trata, ello no debe inquietarnos. En relación a las dimensiones de sus respectivos territorios, Suiza, Austria, Alemania y España tienen una división proporcionalmente más numerosa.

Así, con la misma área promedio de las circunscripciones autónomas de España, el Perú podría tener hasta 46 Estados; y con el de Suiza, hasta 627.Todos los departamentos del Perú, incluso los más pequeños, tienen equivalencia territorial con países del mundo. Así, y para hablar de países pequeños y pobres, Lambayeque es de las dimensiones de Albania; Ica del tamaño de El Salvador; Tacna de un área muy similar a Swazilandia, y; finalmente, Tumbes es equivalente a Trinidad y Tobago.

Pero también Madre de Dios es de un área similar a Austria; Apurímac tan grande como Israel; y Huanuco tan extenso como Suiza. No obstante, sus correspondientes PBI son 5, 2 y 6 veces el del Perú. Las dimensiones, pues, significan poco, muy poco, en el caso de un país tan subdesarrollado como el Perú. Más ello abunda en la preocupación que debemos tener por la suerte de los actuales departamentos territorialmente chicos de nuestro país.

Pues bien, si por razones estrictamente pragmáticas, esto es, si para allanar el camino para el inicio del proceso de descentralización deba darse curso a la constitución de tantos Estados Regionales como departamentos existen, quizá convenga al país empezar de ese modo. Nosotros mismos incluso, antes de realizar el estudio que pasaremos a exponer, pensábamos de esa manera.

 

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