La República Federal de los Andes

Una propuesta de descentralización del Perú


 

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Alfonso Klauer

El Perú debe ser una República Federal

No será ésta la primera vez que en el país se emprenda una lucha por alcanzar tan alto propósito. En efecto, en las postrimerías del siglo XIX, aunque sin mayor trascendencia, se libró una batalla inicial. Ya vimos como postularon el federalismo los partidos Demócrata, de Piérola, y Liberal, de Durand.

Por entonces, quizá en ningún espacio como en Loreto se reivindicó con tanto ardor la propuesta de hacer del Perú una república federal, ni se planteó con tanta vehemencia las críticas al centralismo. Así, en Cuarenta años de revoluciones en Loreto , crudamente se dijo: El Perú está colonizado por su propia capital que absorbe como una esponja la savia económica que se produce en todas las regiones afirmándose además que “la capital fundada por Pizarro conserva la mentalidad colonial de mirar con desdén a las provincias”.

Y ya entonces se hacían también proposiciones específicas muy concretas que, por sensatas y no haberse aplicado nunca en el país, volveremos a plantear en este texto: En el orden económico los recursos y riquezas regionales son de propiedad de los Estados Federales, deben ser administradas por ellos, señalando un canon para el Gobier- no Central; las regiones dictan sus propias leyes tributarias, administrativas, económicas y sociales, etc.

Si hoy la Amazonía yace completamente aislada del resto del país, cuánto más no lo estaría a fines del siglo XIX. De allí que, casi con total seguridad, tan solventes propuestas, si llegaron a Lima, no lograron en modo alguno a irradiar al resto de las provincias.

Quizá por eso Mariátegui sostuvo que “la idea federalista no ha suscitado ni ardorosas y explícitas resistencias ni enérgicas y apasionadas adhesiones”. Fueron otros tiempos.

Recién a fines del siglo que acaba de terminar ha vuelto a ponerse sobre el tapete la propuesta. Discretamente la planteó por ejemplo GRADE en 1985 , cuando sondeó entre diversos grupos de la población peruana sus apreciaciones sobre tres posibles escenarios futuros, uno de los cuales era precisamente el de un “Perú Federal”.

Pero muy pocos se han atrevido a sostener abiertamente la tesis de una república federal, conformada por “naciones regionales”, como por ejemplo lo ha hecho Alfredo Pezo Paredes.

En el mundo desarrollado de Occidente se han organizado bajo el sistema de república federal países con mayorías lingüística y étnicamente muy homogéneas, como Estados Unidos de Norteamérica, Alemania y Austria; y, en América Latina, países como México, Venezuela, Brasil y Argentina.

Pero también países en los que aún hoy puede distinguirse grupos numéricamente importantes de poblaciones con idiomas distintos, como los francófonos, ítalo parlantes y germano parlantes, en Suiza; o los catalanes, vascos, gallegos y castellanos, en España (aunque formalmente es un reino). Histórica, sociológica y lingüísticamente, éstos dos últimos países tienen sin embargo más razones para tener organizaciones federales que los primeros. Mas, como ninguno de ellos, el Perú era y sigue siendo un país multinacional, multiétnico, multicultural y multilingüístico.

Pero además, y como está dicho, con larga y muy fructífera vida autónoma de sus distintas y ancestrales nacionalidades. ¿Alguien podrá negar las sustantivas diferencias que existen entre los kollas del Altiplano y sus vecinos inkas del Cusco; o las que existen entre todos ellos y los antis de la Amazonía; y entre unos y otros con los cajamarcas, los tallanes de Tumbes y Piura; los chimu de Lambayeque y La Libertad; los limeños e iqueños; y los arequipeños, por ejemplo.

Pero, más aún, y como paradójico resultado del centralismo subdesarrollado (que no ha integrado físicamente el territorio), todavía se mantienen virtualmente intocadas las viejas y marcadas fronteras entre todos y cada uno de esos pueblos. Como muestra el Mapa Nº 1, poco ha cambiado la delimitación de los poblaciones que en las primeras décadas del siglo XV conquistaron los inkas. Siguen siendo las cumbres cordilleranas, y/o los desiertos, y/o los grandes ríos los que todavía separen a unos de otros. Sólo están integrándose, aunque en un informe, poco definible y complejo agregado social, los inmigrantes de todos los rincones del Perú que se han afincado en Lima. Con el aporte de “todas sus sangres”, estos hijos llegados a la capital están a su vez dando forma a una nación distinta a las de aquellos cuyos padres han quedado en provincias.

Salvo por esto, entonces, casi estamos como en 1821; o, incluso, como cuando empezó a expandirse el Imperio Inka. Esto es, y a pesar de los siglos que han transcurrido, siguen sólidamente vigentes las razones para hacer del Perú una República Federal.

En ésta, respetándose la unidad del país, cada uno de los grandes pueblos del Perú podrá por fin regir con gran autonomía su destino. Y, con legítimo orgullo, aspirar a reeditar la grandeza de sus antepasados, pero sin hegemonismos de ninguna índole.

Convertir al Perú en una República Federal será el reconocimiento de que, habida cuenta de las ricas e inocultables diferencias culturales, idiomáticas, geográficas y de riqueza en el territorio, las diversas poblaciones regionales tienen derecho a contar con: a) gobiernos autónomos, y b) legislaciones propias; que les permitan, c) usar, fundamentalmente en su beneficio, las riquezas de su territorio.

Es imprescindible entender que ese objetivo debe ser el eje central de nuestras luchas y preocupaciones políticas. Es la meta más trascendente de cuantas podamos imaginar. Ninguna de las urgencias inmediatas debe hacernos perder de vista tal objetivo. Y debemos ser capaces de integrar todas nuestras exigencias perentorias a ese propósito.

Así, debemos pugnar por crear fuentes de empleo, pero en el contexto de la descentralización; por incrementar sueldos y salarios, pero como parte de la descentralización; por construir viviendas, puertos, carreteras, etc., pero en y desde las regiones; y, por ejemplo también, por desarrollar la agricultura, la ganadería, la minería, el turismo, etc., en las regiones y desde las regiones.

Los pueblos del Perú, pues, con todos los medios pacíficos pero efectivos a su alcance, recurriendo incluso a la conciencia internacional, deben presionar al actual y todos los gobiernos que sea necesario, hasta convertir al Perú en una.

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