Rebelión contra el centralismo

 

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Alfonso Klauer

Incentivos sólidos y de muy largo plazo

Ayer, en el contexto de la dependencia colonial, y hoy, en el contexto de la globalización, pero también de la dependencia económico–financiera y tecnológica, el liberalismo a ultranza viene arbitrariamente atentando contra los intereses del país.

Así, se nos ha hecho creer que los incentivos económicos, y los privilegios y excepciones son un recurso vedado. Son, sin embargo, moneda corriente en todos los países desarrollados del mundo. En cada uno de ellos, a la luz de sus legítimos intereses, se incentiva, estimula y privilegia todo aquello que tiene –explicita o implícitamente– importancia económica estratégica.

En estos días, recordémoslo una vez más, tanto Estados Unidos como Japón, por ejemplo, mantienen diversos tipos de medidas proteccionistas cuyos equivalentes, sistemáticamente, se nos impide poner en práctica en nuestro país. Y en estos mismos momentos está en vigencia el acuerdo que adoptó la Unión Europea, en Berlín, en 1999, de subsidiar la agricultura con la extraordinaria suma de 100 000 millones de dólares anuales. Nosotros, pues, en función de nuestros propios intereses, tenemos también el mismo y legítimo derecho, pero también y sólo para aquello que tenga importancia estratégica para el desarrollo.

A este respecto, también debemos quitarnos la venda de los ojos, y hasta en dos sentidos. En primer lugar, tenemos que admitir que, en el contexto de los juegos de poder que han prevalecido en el país, sólo se ha incentivado –aunque medrosamente– a la industria manufacturera, tanto a la que existía como a la que se buscaba crear con dichos incentivos.

De allí que los resultados siempre han sido pobrísimos, virtualmente nulos. En efecto, como a todos nos consta:

 

a) sólo se ha logrado crear una industria incipiente;

b) total y absolutamente dependiente de insumos, maquinaria y tecnología extranjera, y;

c) total y absolutamente concentrada en la capital del país

Y, en segundo lugar, con conciencia de que los retos de la descentralización y el desarrollo son de muy largo plazo, debemos desterrar la miope política de establecer incentivos de mediano y, peor, de corto plazo. Los incentivos creados anteriormente, tanto para la Amazonía como para las zonas de frontera en el país, estuvieron diseñados para tener una vigencia de sólo 20 y hasta 30 años.

Es decir, para que pudieran usufructuarlos sólo los inversionistas de la primera generación, como si eso fuera suficiente para crear los millones de puestos de trabajo que hay que crear en el país. Objetivamente, pues, ninguno de los incentivos que en algún momento han sido creados y puestos en práctica en el Perú, fueron diseñados pensando realmente en los intereses y las exigencias del país.

Sin embargo, en el contexto de un gran proyecto de descentralización, debemos ser capaces de diseñar incentivos realmente contundentes, decisivos y persuasivos, que, además –coherentemente con los plazos en que se espera realmente alcanzar los objetivos– sean de muy largo plazo: 100, 150 y hasta 200 años, inmodificables, que den una clara, transparente e indubitable señal a todo nuevo inversionista, peruano o extranjero

Debemos convencernos, la descentralización, como el desarrollo, son cuestiones de largos, muy largos plazos. Y más aún, como los iceberg, que sólo muestran sobre la superficie una pequeña fracción de su magnitud, la descentralización y el desarrollo sólo se ponen de manifiesto al final de un gran recorrido.

Entre tanto, durante buen tiempo, solamente se van creando las condiciones para que el éxito asome más tarde a la superficie. Por lo demás, los estímulos e incentivos deben restringirse, de manera absolutamente preferente, a las tres actividades consideradas estratégicas y palancas de la descentralización y el desarrollo; y, sólo secundariamente, a aquellas que coadyuvarán al proceso de descentralización económico–productiva.

Es decir, en los tres sectores económicamente estratégicos ya señalados, tanto para las actividades productivas actuales, como para las nuevas que se desarrollen o instalen fuera de la provincia de Lima. Y, en todos los sectores de la economía, a aquellas inversiones localizadas y que se localicen fuera de la provincia de Lima.

En uno y otro caso, tanto más estimulantes cuanto más alejadas de Lima. Un criterio de progresión podría estar dado, por ejemplo, por la cantidad de días de acceso terrestre a Lima desde el territorio donde se realizan dichas actividades o se materialicen las nuevas inversiones.

Adicionalmente, y durante por lo menos un plazo de 100 años, debe incentivarse también, decidida y resueltamente, sin excepción, a todas las nuevas actividades productivas y de servicios, de todo género, que se establezcan en las áreas de frontera con los países vecinos, dentro de, por ejemplo, los 100 kilómetros adyacentes a las mismas.

También, aunque transitoriamente, durante un período de 10 o 20 años, por ejemplo, debe estimularse con decisión el repoblamiento de los territorios andinos que en los últimos 20 años han sufrido las más graves migraciones hacia la costa. Debe concedérseles, además, ayuda económica y material realmente significativa: viviendas, centros comunales, escuelas, postas médicas, herramientas y equipo y maquinaria agrícola.

En definitiva, postulamos que, con vigencia de largo plazo, deben diseñarse y concretarse tres tipos de estímulos a la inversión:

(a) Por concretarse fuera de la provincia de Lima, aunque pertenezcan a sectores económicos no estratégicos;

(b) Por concretarse en áreas de frontera internacional, cualesquiera sea el sector económico al que pertenezcan, y; (c) Por pertenecer a los sectores económicamente estratégicos, peor siempre que se concreten fuera de la provincia de Lima; Más aún, deben ser estímulos diferenciados y acumulables.

Así, se darían hasta cinco casos de estímulo a las inversiones:

[1] las que cumplan con la condición (a) tendrían incentivo simple;

[2] las que cumplan con la condición (b) tendrían doble incentivo;

[3] las que cumplan con la condición (c), tendrían triple incentivo;

[4] las que cumplan las condiciones (a) y (b), tendrían triple incentivo, y;

[5] las que cumplan las condiciones (b) y (c), tendrían quíntuple incentivo

 Por demandar un estudio especializado, entiéndase así sólo como ejemplo la siguiente propuesta específica, para cada uno de los casos indicados:

[1] 50 % de la tasa correspondiente a impuesto a la renta;

[2] 0 % impuesto a la renta;

[3] 0 % impuesto a la renta y 0 % de aranceles a los bienes de capital;

[4] 0 % impuesto a la renta y 50 % del impuesto general a las ventas;

[5] 0 % impuesto a la renta y 0 % de aranceles a los bienes de capital; más 50 % del impuesto general a las ventas; y 0 % de impuestos prediales.

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