Rebelión contra el centralismo

 

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Alfonso Klauer

...en la conciencia de los partidos políticos y el Gobierno

Por desgracia, esto es, con peligroso riesgo para todos peruanos, largamente vienen prevaleciendo en el país las muy discutibles, cuando no erróneas ideas que acabamos de recopilar y cuestionar –y a algunas de las cuales, pero sobre todo a aquellas que más escuetamente hemos presentado, replicaremos con mayor amplitud a lo largo del libro–.

El hecho de que ellas prevalezcan explica, con suficiencia, tanto el comportamiento del presidente Toledo y su entorno, como el del conjunto del país hasta la fecha 66: objetiva, efectiva y explícitamente, si la descentralización no es la última rueda del coche, no es en todo caso su primera prioridad ni lo más importante que buscan acometer. Ya sea que evaluemos la gestión del poder Ejecutivo, la del Congreso o la de los partidos políticos. Pero también la de las masas y de los medios de comunicación que las informan.

En el siglo XIX, los políticos de entonces, civilistas, demócratas, liberales, se proclamaron descentralistas y hasta federalistas.

Sin embargo, y aun cuando alternándose en el Gobierno, ninguno llevó a cabo nada de lo que en sus campañas y discursos pragonaban por doquier. “En realidad –dijo y denunció Mariátegui –, los partidos no sentían urgencia de liquidar el centralismo”.

Hoy tampoco. Mas allá de su lirismo rimbombante y conmovedor, no demuestran, en los hechos, que la descentralización les quite el sueño.

El APRA, con experiencia de gobierno y aun cuando durante la campaña electoral habló tanto del tema, tardó 60 días en presentar su proyecto de “Ley de bases de la descentralización y regionalización”.

No sólo demostrando que le resultaba menos significativo de lo que proclama, no lo tenía listo para entregarlo desde el primer día; sino, lo que es todavía más significativo –como enjuiciaremos más adelante–, denotando apresuramiento e improvisación, dejando además mucho que desear, sobre todo por el hecho de tener experiencia gubernamental y legislativa en la materia. Para el APRA fue más “urgente” la creación del Banco Agrario que contribuir decididamente a dar la partida al proceso de descentralización.

Podría tratarse de un caso de miopía, por qué no. Al fin y al cabo su creador, Haya de la Torre, en su célebre Manifiesto de 1924, en el que reivindicó cinco grandes banderas para América Latina, puso en tercer término la “nacionalización de tierras e industrias”, pero no así la “descentralización de los países latinoamericanos” (tesis más importante que aquella, ampliamente conocida y debatida en época, y que, de haberla planteado, lo mantendría incluso intelectualmente vigente).

Pero, complementariamente, porque no se opone, podría tratarse también de un típico comportamiento político tradicional.

La recreación del Banco Agrario, siendo que es, si no el único, el máximo portaestandarte de la idea, le representaría buenos dividendos electorales de cara al 2006, o antes, para las elecciones regionales. En el tema de la descentralización, en cambio, va a competir con muchos otros actores, que tienen incluso más y mejores ideas. Pero además –como sospechamos–, el viejo partido podría hasta mantener en una posición tibia en el asunto, por temor a que la descentralización le represente también a él perder buena parte de la cuota de poder político y del protagonismo del que sigue y quiere seguir haciendo gala.

Muy sintomático nos resulta a ese respecto que, por ejemplo, Alan García, en un discurso en marzo del 2002, en la Plaza de Armas de Arequipa, dijera que su partido siempre representará en Lima la voz de los arequipeños. ¿Es que Arequipa –como el resto de los pueblos del Perú–, necesita siempre de intermediarios? ¿No imagina García que Arequipa también puede manejarse sola, sin tutelajes partidistas ni interlocutores postizos? Unidad Nacional, por su parte, presentó su proyecto de ley de descentralización el 7 de noviembre. Esto es, a 102 días de iniciado el gobierno. Tampoco entonces lo tenía preparado para el primer día. Y, en buena prueba de sus auténticas prioridades, ese partido presentó antes otras 200 iniciativas legislativas –como orgullosamente ha proclamado su lidereza–. Pero lo más significativo es que, a todas luces, habrían bastado quince días para presentar proyecto tan intrascendente e insustancial y tan poco imaginativo; tan al gusto de las minorías que concentran el poder real en el país.

Perú Posible y el FIM, ambos en el Gobierno, no han dicho esta boca es mía sobre el tema: cumplidos siete meses de gestión, se desconocen sus correspondientes iniciativas. Vaya importancia que le prestan al asunto.

Pero otro tanto, y hasta con mayor sorpresa, debe decirse del caso de la Unión Parlamentaria Descentralista. Llamándose como se llaman, aún no muestran su propuesta. ¿Qué puede convocar más la atención de los descentralistas que la descentralización? El congresista Javier Diez Canseco , uno de los más conspicuos integrantes de ese forzado grupo parlamentario, hace una propuesta que, aunque poco satisfactoria, eventualmente responde nuestra interrogante: “Sin duda, el reto principal es lograr una reactivación económica con derechos sociales y políticos...”. No, ni con derechos sociales y políticos la reactivación económica es el reto principal. Quizá pueda considerársele lo transitoriamente más urgente, pero de ningún modo lo más importante. Bien sabe Diez Canseco cuáles serían los resultados de una reactivación dentro del centralismo.

Resulta extraño que, a diferencia de los últimos tres grupos mencionados, la congresista aprista Rosa Marina León Flores, con independencia de su partido, haya presentado hasta dos proyectos de Ley de Descentralización. Mas, recurriendo aquí a un lugar común, también en este caso queda en evidencia que la cantidad no necesariamente garantiza calidad.

Así las cosas, cuando se habían cumplido quince sesiones plenarias, poco se había avanzado el Congreso de la República en tan trascendental materia. Habían sido debatidos en el Pleno del Congreso 22 dictámenes de comisiones, pero ninguno de la Comisión de Descentralización. La que más atención ha recibido del Pleno es la Comisión de Relaciones Exteriores. ¿Son de orden internacional nuestras mayores urgencias presentes? En todo caso, confesamos que no lo sabíamos.

¿Cómo podría entonces extrañarnos que ninguna de las personalidades que destaca públicamente, ninguna organización, ninguna institución, ningún medio de prensa, nadie haya demandado la priorización absoluta del proceso de descentralización.

Y, aún cuando reclamándola, tampoco las organizaciones de base ni sus dirigentes, habían planteado la descentralización como prioridad absoluta. Excepcionalmente una lo hizo el 12 de octubre. Eventualmente, esa fecha podría pasar a la historia del Perú con una significación muy distinta de la que tiene hasta hoy.

Porque en efecto, ese día, en la VI Conferencia nacional sobre desarrollo social –CONADES 2001–, dos mil setecientos dirigentes y representantes de múltiples organizaciones del país, postulando “¡Descentralización ahora!”, por fin lo plantearon explícitamente .

Si “por sus acciones los conoceréis”, el Gobierno no podrá negar que los programas Huascarán y A trabajar le resultan más urgentes de acometer que la descentralización. De ello no deja duda alguna el suplemento especial que publicó el Gobierno al dar cuenta de sus primeros cien días de gestión: cada uno de esos temas mereció un desarrollo específico ; la descentralización ninguno.

Dos sensibles bajas han ocurrido ya en el aún diferido inicio del proceso de descentralización: Juan Manuel Guillén, por renuncia; y Pedro Planas, víctima de un prematuro y lamentable infarto. No obstante, meses después, seguían sin cubrirse los importantes cargos que quedaron vacantes: la Presidencia de la Comisión Nacional de Descentralización, y la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Técnica de Descentralización del Ministerio de la Presidencia. Mas a este respecto nadie reclama tampoco se nombre nuevos titulares.

 

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