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Alfonso Klauer
Un reto histórico fenomenal
El reto que los peruanos tenemos para el futuro es pues, qué duda cabe, fenomenal. Pero gigantescos son también los recursos de que aún disponemos.
Contamos, por ejemplo, con los depósitos de fosfatos y de gas natural más grandes del mundo. El potencial petrolero del Perú, aunque insignificante en el contexto mundial, es diez veces superior al de sus actuales reservas. Hay pues allí también una riqueza que, en las magnitudes de nuestra economía, ya no son tan insignificantes.
Concurrentemente, nuestra riqueza geotérmica sí es muy grande. El Perú en efecto posee el 38 % de la energía geotérmica de Sudamérica. Y, explota tan sólo el 2 % de su extraordinario potencial hidroeléctrico 206 000 megawatios. Además, ciertamente, de todas las otras riquezas por todos conocidas.
Por último, ha correspondido a la madurez que ha alcanzado hoy la humanidad el inestinable privilegio de permitirnos explotar y poner a disposición de la humanidad en el próximo siglo, intensa y racionalmente, y en nuestro beneficio, un recurso nuevo en la historia de la humanidad: la ecología, el medio ambiente natural. Nuestro potencial a ese respecto es inacabable e inestimable.
Recojamos sin embargo tres de las valiosas precisiones que hace Vega Alvear: dos de los bosques de la amazonía peruana Yanamono y Mishana, tienen la mayor diversidad de especies arbóreas que hay en el mundo; otro Balta, posee el mayor inventario de mamíferos del mundo; y un tercero Coshacashu posee la lista publicada de aves más amplia del mundo.
Por lo demás, como en escasísimos lugares del globo, en el Perú aún existen ecosistemas prácticamente vírgenes, casi intactos, casi idénticos a como aparecieron sobre la faz de la Tierra he ahí a Candamo, por ejemplo, y gracias por mostrárnoslo señor Winitzky.
Pero no menos fenomenales son las potencialidades de nuestra población. Baste reconocer que en la antigüedad, desde hace ya cuatro mil años, fuimos capaces de construir, en la más difíciles y empinadas laderas de la cordillera, hasta veinte millones de hectáreas de costosísimos andenes.
Pues bien, esta extensa propuesta obedece fundamentalmente a un propósito: a la necesidad objetiva de demostrar que, incluso en el contexto de la dependencia tecnológica, económica y financiera, dentro de un proyecto absolutamente descentralizador, efectivamente un pueblo puede explotar sus propios recursos de modo de generar excedentes cada vez más grandes que le permitan financiar con independencia y autonomía buena parte de sus gigantescas carencias.
Es decir, resulta muy importante mostrar, en grandes y gruesas líneas, que puede irse creando las condiciones para hacer posible un Proyecto Nacional, como el peruano, por ejemplo. Y que, por consiguiente éste es factible. Nada de lo que hemos planteado escapa a nuestras posibilidades.
Todas y cada una de las propuestas están sustentadas en la historia. Es decir, en aquello que, en otras latitudes, o antes en nuestro propio territorio, ya ha sido realizado por otros hombres iguales y tan dignos y merecedores del bienestar y el Desarrollo como nosotros.
Como ellos, por cierto, y en todo el territorio, debemos privilegiar la inversión por sobre el gasto. Y como ellos, debemos dejar que esas decisiones las tomen organizada, sistemática y descentralizadamente todos los peruanos. Claro que podemos. Debemos hacerlo.